Otro desafío que se suma a los tradicionales
El 25 de mayo se celebra, como desde hace 58 años, el “Día de África”. Originalmente la celebración estuvo asociada a la realización del primer Congreso de los Estados Africanos en el año 1958. En esa ocasión, se propuso la celebración de un Día de la Libertad Africana y, a partir de ese momento, se continuaron efectuando los encuentros entre los distintos jefes de Estado del Continente Africano, donde nace la llamada Organización para la Unidad Africana el 25 de mayo de 1963.
En el actual contexto de pandemia cabe preguntarse de qué modo logró enfrentar el continente africano, la crisis ocasionada por la pandemia de la COVID-19 y cómo la misma se suma a la los desafíos tradicionales, asociados a los conflictos que atentan contra la paz y la seguridad de la región desde el siglo pasado. La distribución mundial de las vacunas entre los países del globo muestra, una vez más, cómo el continente africano sigue quedado relegado y al margen en el escenario internacional.
África en el contexto de la pandemia de COVID-19: las vacunas que no llegan
En el marco de la pandemia, la inmunización de la población mundial pasó a ser una de las prioridades. Las vacunas se convirtieron en protagonistas en un escenario internacional, donde las pujas de poder entre distintos actores del sistema quedan en evidencia. Ahora bien ¿cómo se lleva a cabo la distribución de las vacunas alrededor el mundo? ¿Qué lugar tiene África en el reparto de las mismas? Puede afirmarse que la distribución de vacunas replica las dinámicas Norte-Sur donde los países desarrollados, tienen mejor y mayor abastecimiento que los países en desarrollo. A nivel multilateral, la única iniciativa que busca la llegada de vacunas a los países de ingresos bajos es el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX por sus siglas en ingles). A medida que se acelera el despliegue mundial de las vacunas distribuidas a través de dicho mecanismo, las primeras campañas de vacunación en África contra la COVID-19 comenzaron en el mes de febrero, en Ghana y Costa de Marfil.
A ellos se sumaron Ruanda y Senegal, que recibieron sus primeros cargamentos de vacunas contra el coronavirus vía COVAX, y Kenia, Gambia, Angola y la República Democrática del Congo (RDC), que también recibieron dosis para sus ciudadanos. Sin embargo, al mes de mayo 2021, de la totalidad de los países del continente, solo a 38 de ellos han llegado dosis de la vacuna contra el COVID-19, en su mayoría vía COVAX que, aparentemente, se convirtió en la principal esperanza de inmunidad para el continente africano, sin descartar acuerdos bilaterales y donaciones.
La Paz y la seguridad siguen siendo desafíos para la región
La emergencia de la COVID-19 durante el año pasado trajo consigo inquietudes con respecto al devenir de los escenarios conflictivos en el continente y a la viabilidad de continuar con los esfuerzos domésticos e internacionales de mantenimiento y construcción de la paz. A medida que la pandemia se agudiza en el continente, la tendencia general también parece ser la escalada de tensiones en distintas disputas, como la lucha independentista de la zona anglófona de Camerún o el yihadismo en Mozambique.
Cabe destacar que centros de estudio como el International Crisis Group o ACCORD sostienen no encontrar una relación directa entre la pandemia y la escalada de tensiones en las disputas instaladas a lo largo y ancho del continente. Sin embargo, lo cierto es que la multiplicación de desafíos ha obligado a la Unión Africana a reformular su objetivo de “Silenciar las armas” en el año 2020 para concentrar sus esfuerzos en la implementación de su Estrategia Continental Conjunta contra la COVID-19.
La preocupación por la utilización política de la pandemia para obstaculizar procesos electorales es una constante, agravándose así las tensiones entre gobierno y oposición, como se constata por ejemplo en la República Centroafricana, Etiopía y Uganda. Además, se han registrado hechos de abuso de autoridad por parte de fuerzas de seguridad y organismos estatales vinculados a las medidas de contención del virus, incluso en países con credenciales democráticas como Sudáfrica.
Con la continuidad de enfrentamientos bélicos en el Cuerno de África y la región del Sahel, entre otros, queda demostrado que el llamado del Secretario General de Naciones Unidas, Antônio Guterres, a un “cese al fuego global” ha perdido vigencia y factibilidad. Al mismo tiempo, la pandemia, complica la superación de las condiciones políticas y socioeconómicas, como el desempleo juvenil o las fallas en la provisión de servicios públicos, que mantienen a varios países africanos enfrascados en una “trampa de conflicto”.
Un futuro que se complejiza
Si bien la llegada tardía de la pandemia podría haberle otorgado al continente cierta ventaja para la preparación de los sistemas sanitarios, éste no fue el caso. A pesar de que la región presenta algunas particularidades que pueden contribuir al manejo de las crisis, dado que es un escenario frecuente, la pandemia impactó fuertemente en todo África. En distintos países del continente quedan en evidencia graves deficiencias estructurales en los sistemas de salud, y se manifiesta la dificultad de atender la crisis de la COVID-19 en paralelo con otras amenazas sanitarias vinculadas al SIDA/VIH, la malaria, o la tuberculosis.
No obstante, y considerando sus dificultades para enfrentar los desafíos que proponen tanto la COVID-19 como el agravamiento de los conflictos en la región, se puede afirmar que el continente africano continúa siendo una prioridad para los fondos y programas de ayuda internacional. Ello debería ser un beneficio para aprovechar.
Adicionalmente, la gran novedad de este año 2021 es la entrada en vigor del Área Continental de Libre Comercio Africana, promovida por la Unión Africana, que promete sacar a millones de personas de la pobreza y contribuir al alivio de los impactos económicos de la pandemia. Quedará por ver si el trinomio integración-paz-desarrollo consigue afianzarse en un continente complejo, en el marco de la pandemia y pos-pandemia.
En síntesis, a los desafíos tradicionales se le suma la crisis ocasionada por la pandemia de la COVID-19, lo cual ensombrece aun más los pronósticos positivos que se esperaban para la tercera década del siglo XXI en la región.
Agustina Marchetti
Integrante
Departamento de África
IRI – UNLP
Coordinadora
Programa de Estudio sobre América Latina-África
PEALA-PRECSUR
Manuel Schiro
Investigador
Programa de Estudio sobre América Latina-África
PEALA-PRECSUR