El 12 de junio se celebra el “Día de Rusia”, que tiene como antecedente directo la Declaración de Soberanía Estatal de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia la cual sentaba las bases de todo un proceso de reforma constitucionalque, a futuro, estructuraría la actualmente conocida Federación. Posteriormente, con la caída de la URSS, esta fecha se fue conmemorando año tras año hasta asumir la forma que hoy en día posee: marcar el (re)nacimiento de Rusia.
En el marco de un panorama incierto a nivel internacional, donde las disputas de poderes a nivel global entran en pugna entre una multiplicidad de actores, dentro de los cuales son los Estados Unidos y la República Popular China quienes sobresalen, Rusia no ha desistido de su intento de adquirir aún más protagonismo. Con la caída de la URRS en la navidad de 1991, la Federación Rusa entró en un proceso doméstico crítico, en el cual las reformas neoliberales del entonces presidente Boris Yelstin tuvieron un impacto estructural en la economía postsoviética.
¿Qué lugar ocupa hoy Rusia tras aquella crisis y aquel desplome de superpotencia? ¿Quién lidera el proceso actual de reposicionar a Rusia en el sistema internacional? ¿Por Moscú hace pie en el mapa de poder del continente africano?
Vladimir Putin: de Leningrado al Mundo
En el contexto de las crisis por introducción por la política del presidente Yelstin, el ámbito doméstico implosionó generando el ascenso de una figura que aumentó sostenidamente su polémica en el ámbito internacional. Efectivamente, en el año 1999 Yelstin renunció y asumió Vladimir Putin en razón de su cargo como vicepresidente, representando su llegada a la cúpula del poder ruso una nueva etapa. Con una carrera en el Comité de Seguridad del Estado (KGB, por sus sigas en ruso), un posterior trabajo en la Alcaldía de San Petersburgo y un rol protagónico que lo impulsó a la vicepresidencia desde la Dirección del Servicio Federal de Seguridad, el joven nacido en la entonces llamada Leningrado se proyectaría al mundo.
Actualmente, la figura de Vladimir Putin no sobresale solo por su rol de presidente del Estado euroasiático, sino también por el poder que detenta en la Federación Rusa. Este estadista ocupa, hasta la actualidad, poco más de dos décadas de poder prácticamente ininterrumpido, constituyéndose en estos momentos como lo que Alberto Hutschenreuter denomina “reparador estratégico de Rusia”. Precisamente, una de las iniciativas de este presidente fue reposicionar internacionalmente a un Estado que era heredero de la derrota soviética, intentando que volviese a constituirse como un agente de disputa en las pujas de poder a nivel internacional. Ahora bien, ¿qué partes del globo disputa Rusia en esta apuesta revisionista de “devolver a Moscú?
África: Rusia y su legado soviético
Volver a proyectarse en el plano internacional requirió a la Federación Rusa jugar en distintos tableros geopolíticos distribuidos en todo el planeta. África continúa siendo un continente de inmensas riquezas en términos de recursos naturales cuya relevancia geopolítica se ha incrementado: minerales preciosos y estratégicos, iniciativas de desarrollo y búsqueda de inversiones, una población que aspira a crecer sin pausa en las próximas décadas, etc. En este marco, Rusia apuntó a “volver a África”, ya que se propuso reestructurar aquellas relaciones político-diplomáticas conformadas en el marco de los movimientos de liberación nacional que caracterizaron al continente en sus décadas de independización y que la URSS apoyó como forma indirecta de combatir la ampliación del bloque capitalista liderado por los Estados Unidos.
Este intento de recuperar antiguos aliados del eje soviético tuvo sus frutos en la primera década del siglo XXI, es decir, la primera década del mandatario Putin. Sin embargo, adquirió mayor relevancia a partir de la segunda década, cuando la estrategia del gobierno generó una multiplicidad de esferas desde las cuales abordar al continente. Las ansias del desarrollo africano fue el eje a explotar por Rusia: cooperación económica, cooperación tecnológica, cooperación energética en el marco de países que aspiraban a alcanzar cierta soberanía energética. Asimismo, la cooperación militar fue un instrumento crucialque ayudó en la proyección rusa y que permitió, en algunos casos, ser el puente de diálogo que favoreció áreas de cooperación.
En la actualidad, África se encuentra atravesada por tres grandes poderes que disputan geopolíticamente las distintas regiones: el Águila Norteamericana, el Oso Pardo heredero del zarismo y el Dragón Chino del extremo oriente. Rusia no será el actor con la plenitud de capacidades económicas de estos tres, pero no por ello resigna un rol protagónico. Ampliando sus acuerdos nucleares, sus ventas de armamento, sus canales de diálogo con los gobiernos africanos y participando (directa o indirectamente) en escenarios conflictivos en el Norte Centro y Oriente africanos, Rusia se convierte, poco a poco, en uno de los actores extra-regionales centrales.
Esta política, que refleja la traducción fáctica del anhelo revisionista ruso y las lógicas de comportamiento imperial, encontraron correlato concreto en la conformación de la Cumbre de Sochi en el año 2019, siendo la primera cumbre ruso-africana post caída de la URSS. Este espacio tiene el objetivo de darle marco institucional a los nuevos vínculos entre esta multiplicidad de Estados y organizaciones internacionales que se entrelazan en la cooperación ruso-africana. Postulándose como un actor que apuesta por la soberanía africana y “deja de lado” las lógicas de comportamiento colonial directas e indirectas ligadas a occidente, la Federación Rusa tendrá sus desafíos para seguirprofundizando y fortaleciendo sus relaciones con las cancillerías africanas.
Entre capacidades potenciales y dificultades estructurales
Si bien la Federación Rusa cuenta con innegables atributos en el escenario internacional, su rol de potencia media se ve jaqueado por los problemas estructurales que posee esta economía, profundamente dependiente de los recursos hidrocarburíferos. El “peso relativo” de dichos recursos ha sido muy relativo en los últimos tiempos, y ha expuesto los desafíos estructurales ante las caídas que atravesó, por ejemplo, durante el 2020 el precio del barril de petróleo.
Estas limitaciones generan impedimentos en la política del Kremlim, poniéndole límites a mega proyectos geopolíticos. A saber, la reconstrucción de Siria que la economía rusa no puede costearsin contar con aliados de alta estabilidad económica, la contnua ampliación de su participación en África con programas de construcción de centrales nucleares o el posible emplazamiento de bases militares en distintas regiones del continente. Consecuentemente, si bien el reposicionamiento internacional logró que en la actualidad Rusia sea considerada una economía “reemergente”, deberá acelerar reformas económicas que fortalezcan el escenario doméstico, para así proyectarse contundentemente a nivel internacional.
Como conclusión, podemos aseverar que África enfrenta amplios desafíos en el sistema internacional, fruto de estas reconfiguraciones de poder que buscan tener anclaje en distintas regiones del globo. Repensar la autonomía y la cooperación Sur-Sur es un imperativo para las cancillerías africanas, para pensar este nuevo entramado de relaciones de la manera más funcional y provechosa para los países del continente.
Martín Jorge
Integrante
Departamento de África
IRI – UNLP