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De tensiones e ilusiones: el relanzamiento de la CELAC

En la Ciudad de México, en el marco de la Presidencia Pro Témpore del país azteca, el sábado 18 de septiembre se llevó a cabo la VI Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el proyecto de integración que incluye a todos los Estados del continente americano, con las no casuales excepciones de Estados Unidos y Canadá. También hay que señalar que Brasil no forma parte de la entidad, al abandonarla en el 2020 por decisión del presidente Jair Bolsonaro.

Creada en el año 2010, en un contexto de florecimiento de tendencias autonomistas en diferentes procesos de integración regional, en los últimos años la CELAC atravesó una parálisis. Como muestra de esto vale mencionar que la V Cumbre se desarrolló el 25 de enero de 2017 en Punta Cana, República Dominicana. Es decir, más de cuatro años y medio separaron los dos últimos encuentros. Recién en el año 2020, y por iniciativa del gobierno mexicano, se relanzó la CELAC buscando posicionarse como un actor relevante en la escena regional. 

La Cumbre tuvo una importante participación de varios presidentes de la región, cancilleres y personal diplomático. Entre los Jefes de Estado se destacaron las presencias de Andrés Manuel López Obrador, de México, el nuevo presidente peruano Pedro CastilloLuis Arce Catacora de Bolivia, Luis Lacalle Pou de Uruguay, el paraguayo Mario Abdo BenítezNicolás Maduro de Venezuela (cuya participación fue sorpresiva ya que se esperaba la presencia de su vicepresidenta Delcy Rodríguez), Miguel Díaz-Canel por Cuba y Guillermo Lasso de Ecuador, entre otros.

No es un dato para nada menor la cantidad de presidentes que asistieron, ni las discusiones que se dieron dentro del Palacio Nacional. Varias reflexiones trascendieron en diferentes medios de comunicación sobre los entredichos entre los presidentes Lacalle PouAbdo Benítez Lasso con Maduro y Díaz-Canel, marcando las claras diferencias ideológicas entre los mencionados Jefes de Estado. Más allá de estas situaciones puntuales, fueron muchos los aspectos destacables del encuentro, los cuales quedaron plasmados en los cuarenta y cuatro puntos de la Declaración Política de la Ciudad de México. El hecho de que se hayan encontrado cara a cara alrededor de una misma mesa para manifestar sus posiciones después de varios años es algo a destacar.

La apertura, a cargo del presidente Andrés Manuel López Obrador, estuvo marcada por el deseo de profundizar la integración latinoamericana y caribeña, con la intención de crear un organismo de similares características a lo que fue la Comunidad Económica Europea (predecesora de la Unión Europea), sumando también a Estados Unidos y Canadá, pero –como manifestó- respetando “las soberanías de los pueblos”. En este mismo sentido, remarcó que la no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la cooperación para el desarrollo tienen que ser principios irrenunciables para los vínculos interamericanos. No faltaron las críticas a la Organización de Estados Americanos (OEA), principalmente por el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora, por lo hechos sucedidos durante octubre y noviembre del 2019.

Uno de los temas principales tratados en la Cumbre fue el planteo en torno a la generación de políticas comunes para el combate de la pandemia de Covid-19, reconociendo el accionar de los Estados para prevenir y contener a la misma. Probablemente esta declaración haya llegado con un año y medio de demora, cuando la pandemia ya parece estar siendo superada lentamente en la mayoría de los países, con procesos de vacunación avanzando y medidas restrictivas en camino a ser dejadas de lado. Algo a destacar fue el pedido en pos de la facilitación del acceso vacunas, teniendo en consideración que para el 1 de septiembre solamente un cuarto de la población latinoamericana ha recibido las dos dosis (según datos de la Organización Panamericana de la Salud). Si la CELAC no hubiese estado en una situación de “parálisis” durante los últimos años, podría haberse pensado en una estrategia en conjunto para acceder a las vacunas que aún requiere la población latinoamericana, fundamentalmente en aquellos países que no tienen posibilidad de generar acuerdos con los grandes laboratorios por su propia cuenta. La necesidad de tener un ámbito de discusión regional que sea eficaz para resolver temas de urgencia se vuelve por demás imperativo.

Otro punto destacable fue la firma del Convenio Constitutivo de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), un organismo internacional que se encargará de coordinar actividades de cooperación en el ámbito espacial y para explorar el espacio ultraterrestre de manera pacífica.

Párrafo aparte merece la participación de la República Argentina en la Cumbre. En su viaje hacia México, el ministro Felipe Solá, se enteró de su destitución al cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores del país. De esta manera, el Estado argentino fue representado por Juan Carlos Valle Raleigh, subsecretario de Asuntos de América Latina. Probablemente esta Cumbre hubiese sido una buena oportunidad para mostrar una postura firme del gobierno argentino en su intención de fortalecer la integración regional y el rol de la CELAC, considerando además su postulación para acceder a la Presidencia Pro Témpore durante el año 2022. No haber tenido una representación de peso en este encuentro podrá tener efectos contraproducentes en este sentido.

Merece la pena destacar la presencia virtual en la Cumbre del presidente de China, Xi Jinping, quien enfatizó –en su discurso- sobre el rol que la CELAC ha desempeñado en el mantenimiento de la paz y la estabilidad regionales y en la promoción del desarrollo común. Y remarcó la importancia del establecimiento del Foro CELAC-China en 2014 como mecanismo para abrir un nuevo camino para la cooperación general entre China y América Latina y el Caribe.

Quizás lo sucedido en la Ciudad de México no represente un punto de inflexión en la historia reciente de la integración latinoamericana en general ni un rotundo cambio de rumbo particular de la CELAC, pero lo que sí se puede inferir es un avance frente al estancamiento y paralización que vivió el organismo durante los últimos años. Los cuarenta y cuatro puntos presentes en la mencionada declaración muestran la existencia de grandes desafíos por delante. Quedará en manos de los Estados que no sea simplemente una declaración de buenas intenciones y tenga en el mediano y largo plazo algunos resultados materiales concretos. Las diferencias expresadas en esta última Cumbre dan cuenta de que la tarea es compleja, pero el destino compartido de los pueblos latinoamericanos deberá ser más fuerte que las confrontaciones ideológicas coyunturales.

Marco De Benedictis 
Integrante
Departamento de
 América Latina y el Caribe
IRI-UNLP