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A2022 Medio Oriente Artículo Fabani

Departamento de Medio Oriente

Artículos

Las relaciones Bahréin-Israel tras la firma de los acuerdos Abraham

Ornela Fabani [1]

Introducción

La firma de los Acuerdos Abraham, que supuso la normalización y el establecimiento de relaciones diplomáticas entre dos naciones del Golfo, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin, y el Estado de Israel, en septiembre de 2020, se convirtió en un hecho histórico. La rúbrica de estos documentos, impulsada por el gobierno de Donald Trump, supuso para Israel un paso importante con vistas a romper con el aislamiento que Tel Aviv sufre desde hace décadas. En efecto, la normalización de relaciones con los Estados del Golfo, países con los cuales ya hacía tiempo existían contactos que brindaban pistas de un posible deshielo, se convirtió en los prolegómenos del establecimiento de vínculos diplomáticas con Sudán y Marruecos. Lo cierto es que estos movimientos, que tomaron lugar en el tablero de juegos de la región de Medio Oriente, no hacen más que confirmar la pérdida de relevancia de la perceptiblemente olvidada causa palestina.

A poco de cumplirse dos años de la firma de los Acuerdos Abraham, el interrogante al cual se intenta dar respuesta con el siguiente trabajo es: ¿Cómo ha evolucionado el vínculo en materia político-diplomática, económica-comercial y en el ámbito de la seguridad entre Bahréin y el Estado de Israel tras la firma de los referidos acuerdos y qué intereses subyacen a dicho acercamiento? En tanto, el objetivo general que guía este trabajo gira en torno a analizar la evolución de la relación bilateral en las áreas explicitadas, así como también los intereses que subyacen a dicho acercamiento, a posteriori de la firma de los citados acuerdos,.

En este sentido, cabe mencionar que la política exterior es comprendida por Arenal (1983) como la forma en que un Estado lleva sus relaciones con otros Estados, se proyecta hacia el exterior. En tanto, Petric (2013) la concibe como una actividad del Estado a través de la cual este cumple sus fines e intereses en el ámbito internacional. Mientras tanto, Russell (1990: 255) entiende a la política exterior como:

«un área particular de la acción gubernamental que abarca tres dimensiones analíticamente separables: político-diplomática, militar-estratégica y económica, y que se proyecta en el ámbito externo frente a una amplia gama de actores e instituciones gubernamentales y no gubernamentales, tanto en el plano bilateral como multilateral».

En línea con lo expuesto, el presente trabajo pretende prestar particular atención a cómo han evolucionado las relaciones entre Bahréin y el Estado de Israel en materia político-diplomática, económica-comercial y en el ámbito de la seguridad tras la firma de los históricos acuerdos.

Asimismo, más allá de que con la profundización de estos vínculos las partes han perseguido objetivos diversos, tanto en términos políticos como económico-comerciales, se parte de que un factor determinante para entender el porqué del acercamiento entre las mismas se funda en su interés de hacer frente a una amenaza compartida. Entendiéndose por amenaza una situación en la que un agente o grupo tiene la capacidad o la intención de infligir una consecuencia negativa a otro agente o grupo (Davis 2000, 10).

En consonancia, siguiendo a Waltz (1988), el interés no se define en términos de poder –como sostendría Morgenthau – sino en la búsqueda de velar por la supervivencia.

Básicamente, en un mundo anárquico en el marco del cual no existe una autoridad central, donde el conflicto es latente, la supervivencia -entendida como la búsqueda o la voluntad de maximizar la seguridad a los fines de poder mantener la posición relativa en el sistema (Petrollini, 2007)- emerge como el fin último de todo Estado.

En lo que respecta al diseño metodológico del trabajo, con vistas a dar respuesta al interrogante previamente formulado, la investigación se sustenta en un diseño cualitativo, basado en la recolección y el análisis de datos provenientes tanto de fuentes primarias como secundarias.

Finalmente, el trabajo está organizado en tres apartados que versan en torno al acercamiento entre los actores de referencia en las áreas político-diplomática, económica-comercial y en materia de seguridad, introducción y conclusión.

Del establecimiento a la profundización de los vínculos político-diplomáticos

Para comenzar hay que señalar que para el Estado de Israel la firma de los Acuerdos de Abraham ha significado un enorme logro diplomático ya que hasta la rúbrica de los mismos sólo dos Estados árabes habían firmado Tratados de Paz y Amistad y, por ende, avanzado en el establecimiento de relaciones diplomáticas con Tel Aviv, Egipto en 1978 y Jordania en 1994. De allí que el establecimiento de relaciones con EAU y Bahréin y, a posteriori, con Sudán y Marruecos, supuso un logro mayúsculo que respondió a su búsqueda de romper el aislamiento al cual se lo sometió por décadas y, asimismo, de quebrar el frente árabe.

El peso simbólico de la firma de estos acuerdos se torna aún más evidente al considerar que este conjunto de Estados árabes que en 1967, como fruto de la Cumbre de Jartum, había dicho «No a la paz con Israel, no a las negociaciones con Israel, no al reconocimiento de Israel», no sólo estaban diciendo sí a las negociaciones con Israel, sino también a la paz e, incluso, al reconocimiento de dicho Estado.

En este marco, si bien el rey de Bahréin defendió la firma de los acuerdos como  un paso histórico significativo hacia el logro de una paz integral en Oriente Medio (Nur, 2020), el líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) subrayo que «No habrá paz, seguridad o estabilidad para nadie en la región sin el fin de la ocupación y el respeto de los plenos derechos del pueblo palestino», un objetivo que claramente se encuentra lejos de alcanzarse (Página 12, 2020).

Ahora bien, como primer paso en pos de la implementación de los acuerdos, el 18 de octubre de 2020, una delegación conjunta israelí-norteamericana se dirigió a Bahréin. La comitiva israelí, encabezada por el asesor de seguridad nacional Meir Ben-Shabbat y el director general del Ministerio de Relaciones Exteriores, Alon Ushpiz fue recibida por el ministro de Relaciones Exterior de Bahréin Abdullatif Al Zayani.

Fruto de esta visita los compromisos contraídos el mes anterior en la Casablanca se transformaron en acciones. Tal es así que, entonces, se firmó el Comunicado Conjunto sobre el Establecimiento de Relaciones Diplomáticas, Pacíficas y Amistosas entre el Reino de Bahréin y el Estado de Israel. A través de dicho documento, firmado por el asesor de seguridad nacional israelí, Meir Ben-Shabbat, y el ministro de Relaciones Exteriores de Bahréin, Abdullatif bin Rashid Al-Zayani, los dos países acordaron «reconocer y respetar la soberanía y el derecho de cada uno a vivir en paz y seguridad», «promover la seguridad duradera y evitar la amenaza y el uso de la fuerza […]  y resolver todas las disputas por medios los pacíficos acordados» (Ahren, 2020).

Entonces también se rubricaron siete Memorandos de Entendimiento sobre: Cooperación Económica, Aviación Civil, Cooperación entre los Ministerios de Finanzas, Comunicaciones y Correos, Cooperación en Materia de Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Servicios Postales, Cooperación en el Campo de la Agricultura, Cooperación bilateral entre los Ministerios de Relaciones Exteriores (Israel Ministry of Foreign Affairs, 2020).

En el mes de noviembre, el ministro de Relaciones Exteriores de Bahréin se convirtió en el primer ministro del Estado de Bahréin en visitar Tel Aviv. Allí se dio a conocer el compromiso de Israel y Bahréin de abrir sus respectivas embajadas en Manama y Tel Aviv, respectivamente. Asimismo, se acordó que los ciudadanos bahreiníes podrían solicitar visas al Estado de Israel a partir del 1 de diciembre y se avanzó en las negociaciones para el establecimiento de vuelos directos entre ambos Estados.

Luego, en el mes de diciembre, el ministro bahreiní de Industria, Comercio y Turismo, Zayed Alzayani, arribó a Bahréin, en lo que se convertiría en la segunda visita ministerial en quince días, un dato que expone la voluntad de las partes de dar sustento al vínculo naciente.

A un año de la normalización de las relaciones bilaterales, ya en septiembre de 2021, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Yair Lapid, se erigió como el primer ministro israelí en viajar a Bahréin, una visita en la que se procedió a la inauguración de la embajada israelí en Manama y que coincidió con la fecha del primer vuelo directo desde la capital del Golfo a Tel Aviv.

Mientras tanto, en otro hecho histórico, en febrero de 2022 fue el turno del primer ministro de Israel, Naftalí Bennett, de visitar el pequeño país insular, en lo que se convertiría en su segunda visita a un país del Golfo en apenas unos meses, si se considera que en diciembre de 2021 el premier israelí había visitado EAU. En Manama Bennett fue recibido por el rey Hamad bin Isa Al Khalifa y el príncipe heredero al trono, Salman bin Hamad Al Khalifa.

Conforme con un comunicado conjunto de ambos líderes, en el marco del encuentro bilateral se dialogó sobre «la expansión de las relaciones estratégicas y de seguridad para abordar los desafíos regionales, incluidas las amenazas nucleares, la actividad terrorista, el extremismo religioso, la pobreza y los desafíos sociales». Asimismo, en línea con el referido documento la reunión fue propicia para evaluar cómo fortalecer la cooperación civil, económica, empresarial y comercial entre los dos países «para asegurar la paz y crear prosperidad que beneficie a ambos pueblos». Los mandatarios también se comprometieron a agilizar las negociaciones de acuerdos para la protección de inversiones y a trabajar conjuntamente en un tratado fiscal. Con vistas al fortalecimiento y el fomento del comercio y las inversiones se resolvió el establecimiento de comités económicos que buscarían mejorar y expandir la cooperación civil, económica y comercial entre los dos países. En otro orden, también se consensuó la necesidad de profundizar los lazos entre ambos pueblos a través de los intercambios culturales y la colaboración educativa y académica (Bahrain News Agency, 15/02/2022). Por último, los mandatarios dieron a conocer un plan bilateral a 10 años denominado «Estrategia Conjunta de Paz Cálida» pensado como hoja de ruta para el desarrollo de las relaciones, que priorizará áreas de interés mutuo, incluidos los ecosistemas de innovación, la seguridad alimentaria y del agua, la energía sostenible, la atención médica, la educación y el comercio y la inversión (Bahrain Ministry of Foreign Affairs, 15/02/2022).

Ahora bien, como contrapartida a la recepción oficial, no puede dejar de mencionarse que líderes de la oposición y activistas de derechos humanos condenaron la visita de Bennett que, por otra parte, coincidió con el decimoprimer aniversario de las protestas iniciadas en el reino, en el marco del fenómeno que se conoció internacionalmente como primavera árabe.

De esta forma, el arribo del premier israelí se produjo en medio de pequeñas protestas como parte de las cuales los manifestantes quemaron neumáticos, cantaron consignas contra Estados Unidos y caminaron sobre banderas israelíes. Sectores importantes de la élite, religiosos, asociaciones políticas y organizaciones de la sociedad civil han rechazado categóricamente la idea de la normalización. Estos grupos, que juzgan los Acuerdos Abraham como una traición a la causa palestina y se manifiestan contrarios a la ocupación del Estado de Israel, recibieron la visita del máximo representante del Estado de Israel como un insulto por entender que el gobierno escogió la fecha más importante de la historia reciente de Bahréin para cursar una visita a quien dirige un «Estado del apartheid» (Kingsley, 2022a).

Las referidas protestas, junto a las declaraciones de lideres de la oposición, muestran que, más allá de que el gobierno ha buscado por años acallar las voces disidentes, por medio de prácticas tales como la represión, la pena de cárcel, la tortura, la quita de ciudadanía, incluso vía la disolución de las principales sociedades políticas de oposición, la conflictividad interna en Bahréin continúa latente.

Alcances y perspectivas del acercamiento en materia económico-comercial

A la hora de pensar qué objetivos, intereses, subyacen a la firma de los Acuerdos Abraham, claro está que la búsqueda de hacer negocios, de impulsar los vínculos económico-comerciales, es un elemento importante para comprender el porqué del acercamiento entre las partes.

Ahora bien, si se analizan los números del comercio bilateral entre Bahréin e Israel a 2020 se evidencia que el mismo era prácticamente inexistente. En tanto, a 2021, el mismo rondó los 6.5 millones de dólares (Salesio Schiavi, Serra, 2022). Muy por debajo de las estimaciones efectuadas por el Ministerio de Economía de Israel que, para esa fecha, preveía un volumen de comercio en torno a los 220 millones de dólares, dejando de lado la comercialización de productos relacionados al sector de la seguridad (Arab News, 02/12/2020). Cifras que, por otra parte, distan de las que presenta el otro país firmante de los Acuerdo Abraham, en tanto, en el caso de EAU, el comercio bilateral pasó de 188.9 millones de dólares en 2020 a 1154.7 millones de dólares en 2021, mostrando una tasa de crecimiento de 511.3% en tan solo un año (Salesio Schiavi, Serra, 2022)

Pese a estas cantidades, que aún son bajas, el potencial que presenta el vínculo bilateral es importante. De hecho, las importaciones de Bahréin desde Israel podrían incluir muebles, textiles, productos petroquímicos y materiales de construcción. Mientras que, en lo que respecta a sus exportaciones, se prevé que las mismas se concentren en combustible y aluminio. Por su parte, Israel encuentra buenas perspectivas para incrementar sus ventas en áreas tales como: tecnología -especialmente ciberseguridad- suministros médicos, innovaciones financieras, agua e irrigación, turismo, bienes de consumo, tecnologías alimentarias y agrícolas, y energías renovables como la energía solar (Robbin, 2020).

En lo que respecta a la exportación de tecnología israelí hay quienes entienden que este campo presenta una gran ventana de oportunidad. Más aún cuando se conoce a Israel como la nación start up, mientras que Bahréin encuentra perentorio diversificar su economía más allá del petróleo -que podría acabarse en la próxima década- lo que confluye en la urgencia de adoptar nuevas tecnologías como motor de la innovación y del crecimiento económico. Esto sin mencionar las posibilidades que presenta el intercambio de tecnología en materia de seguridad que será abordado en el próximo apartado.

A su vez, si bien Bahréin se constituye como un mercado pequeño, con tan solo 1,7 millones de habitantes, no debe pasarse por alto que es un Estado miembro del Consejo de Cooperación del Golfo, un bloque del cual también es parte Arabia Saudita. En este sentido, Bahréin es visto por el reciente socio israelí como puerta de entrada al reino saudí, la mayor economía del mundo árabe.

En virtud de los esfuerzos realizados en pos de la puesta en marcha de un mercado común, las monarquías del Golfo han logrado importantes avances particularmente en lo referente a la libre circulación bienes y personas, en tanto la libre circulación de servicios y de capitales se han visto más rezagadas. Todo ello habla de las potencialidades que encuentra Tel Aviv a la hora de vincularse con Manama.

Como ya se ha mencionado, con vistas a impulsar el comercio entre las partes, en diciembre de 2020 el ministro de Industria, Comercio y Turismo de Bahréin visitó Israel. En dicha oportunidad lo hizo acompañado por una comitiva de 40 empresarios que esperaban poder desarrollar contactos con contrapartes israelíes.

La visita fue el marco propicio para la firma de acuerdos en materia de turismo. De hecho, se estima que la mayor parte de las inversiones de Israel en Bahréin se concentrarán en esta área. Al respecto, es dable destacar que en los últimos años y en el marco de su proceso de diversificación económica, Bahréin ha prestado particular atención al desarrollo de este sector, que contribuye con un 9% al PBI del país. En esta línea, en 2019 arribaron a Bahréin 12 millones de turistas, en su mayoría provenientes de países vecinos. De hecho, se estima que alrededor de 8 millones de los mismos fueron saudíes que visitaron el reino por estadías cortas (Cohen, 2021).

Volviendo a la visita, en el marco de la misma se rubricó un memorando de entendimiento que incluye una serie de secciones sobre cooperación bilateral entre los gobiernos y el sector privado en el campo del turismo, y que llama a desarrollar varios tipos de viajes: familiares, de bienestar, de negocios, entre otros. Además, el memorando establece un comité conjunto encabezado por los ministros, que se reunirá regularmente para promover empresas conjuntas entre agentes de viajes, aerolíneas, operadores turísticos y todos los representantes relevantes de la industria (Israel Ministry of Foreign Affairs, 03/12/2020).

También en ocasión de la visita del funcionario bahreiní, la aerolínea nacional de Bahréin, Gulf Air, firmó un memorando de entendimiento con la aerolínea israelí El Al que prevé vuelos directos entre ambos países. Conforme con la letra del mismo los firmantes podrán discutir posibles operaciones conjuntas de código compartido entre Manama y Tel Aviv y en redes de vuelos globales. En otro orden, el documento propone una mayor cooperación comercial en los campos de lealtad, carga, ingeniería y tecnología de viajes (Reuters, 03/12/2020).

En pos de impulsar la recepción de turistas, Bahréin ha comenzado a tomar medidas prácticas entre las cuales se cuenta su decisión de facilitar la obtención de visas por parte de los turistas israelíes, incluida la exención del requisito de mostrar los últimos tres meses de actividad bancaria, como se requería anteriormente. Además, para impulsar el destino, la aerolínea nacional de Bahréin, Gulf Air, ofreció boletos con precio promocional (Cohen, 2021).

Fuera del ámbito del turismo, en julio de 2021, Israel y Bahréin rubricaron un acuerdo marco en materia de cooperación económica que debe ser ratificado por ambos gobiernos. El mismo busca desarrollar las relaciones económicas y fomentar la libre circulación de bienes y servicios entre los países. También apunta a fomentar la cooperación del sector privado, insta a las partes a cooperar en materia de normalización y regulación, fomenta proyectos conjuntos de I+D, propone seminarios empresariales y profesionales conjuntos y el intercambio de experiencias y conocimientos en diversos campos. En otro orden, prevé que los países también darán la bienvenida a las delegaciones profesionales y diplomáticas de su contraparte y cooperarán en exhibiciones comerciales. Asimismo, establece la creación de un comité económico conjunto para promover la implementación del acuerdo, examinar formas de eliminar las barreras comerciales y aumentar el volumen de comercio entre los dos países (Bahrain Mirror, 28/07/2021).

Finalmente, durante la visita de Bennett a Bahréin se anunció un acuerdo para financiar proyectos empresariales conjuntos en los campos de la tecnología, la fabricación y el comercio electrónico relacionados con el clima. Todavía más, entonces se dio a conocer que dos empresas israelíes están cerca de completar importantes inversiones en los sectores de logística y atención médica de Bahréin (Kingsley, 2022 b).

Firma de acuerdos y cooperación en el campo de la seguridad

Mas allá de la búsqueda de profundizar los vínculos políticos y económico-comerciales, sin lugar a dudas, la necesidad de impulsar la cooperación en seguridad, de aunar fuerzas frente a la existencia de una amenaza compartida, en este caso proveniente de la República Islámica, se perfila como el gran objetivo detrás del acercamiento entre las partes. En efecto, se coincide con aquellos autores que perciben la amenaza iraní como un elemento aglutinador que insta a la aproximación entre Israel y los Estados del Golfo (Black, 2019).

Tras la revolución islámica y los consecuentes cambios de la política exterior iraní, el descubrimiento del programa nuclear de la República Islámica en 2002 y, a posteriori, la invasión a Irak, que supuso la caída del régimen de Saddam Husseim, la influencia, incluso, la capacidad de acción de Irán en el escenario regional no hizo más que incrementarse.

El territorio de Bahréin, que consta con una ubicación estratégica en el Golfo, a escasa distancia de las costas de Arabia Saudita, pero también de Teherán, en distintas oportunidades ha sido reclamado como la decimocuarta provincia iraní. Si a ello se le suma que el régimen de los Al Khalifa denuncia la intervención de Irán en sus asuntos internos, el apoyo a la población shiíta durante las protestas que tomaron lugar hace ya diez años, incluso reiterados intentos de su vecino de desestabilizar el país, podrá comprenderse porque Manama, siguiendo el camino emprendido por Riad, rompió relaciones diplomáticas con Irán en 2016.

Por su parte, para Tel Aviv, la República Islámica se perfila como la principal amenaza a su seguridad; en tanto dicho país no reconoce al Estado de Israel, tampoco los Acuerdos de Oslo. Amén de ello altas autoridades iranies se han referido a Israel como un tumor canceroso que debe ser extirpado de la región (Vahdat, Gambrell, 2020), llegando inclusive a negar el Holocausto (Reuters, 18/09/2009).

A raíz de lo expuesto, la causa palestina parece haber perdido relevancia ante los países del Golfo, a la luz de la emergencia de nuevos desafíos y amenazas a la seguridad regional. Más aún en una instancia en la que los Estados Unidos han dado claros signos de su voluntad de desvincularse de la región, disminuyendo su presencia física y delegando responsabilidades en actores de región, ello como parte de una estrategia que Heiran-Nia (2022) define como «balancear costa afuera».

En este marco de situación, para Bahréin la profundización de los lazos con Israel emerge como un reaseguro frente al creciente poderío iraní. Como correlato, la cooperación en seguridad ha jugado un rol central en el devenir del vínculo entre Manama y Tel Aviv, convirtiéndose en un ámbito en el cual se han logrado avances importantes. Fundamentalmente si se tiene en cuenta que estamos hablando de la cooperación que se ha gestado entre dos países que poco tiempo atrás no mantenían relaciones diplomáticas, entre ellos un régimen cerrado, jerárquico, personalista, como es el caso del régimen de los Al Khalifa, que muchas veces se ha mostrado reacio al intercambio en esta área.

Benny Gantz, el ministro de Defensa de Israel, arribó a Bahréin, por primera vez, en diciembre de 2021. Llama la atención que su arribo se produjese a bordo de un avión de la Fuerza Aérea de Israel que recibió permiso para cruzar el espacio aéreo saudita, lo cual habla a las claras de cierto entendimiento entre los citados actores. En efecto, independientemente de lo difícil que resulta pensar en la posibilidad de que Arabia Saudita pueda seguir, en el corto plazo, los pasos de sus vecinos del Golfo y reconocer al Estado de Israel, la realidad es que resulta impensable que Manama haya avanzado en dicho reconocimiento sin el visto bueno de quien hace las veces de su hermano mayor.

La segunda visita de Gantz se produjo en febrero de 2022 y se convirtió en el marco propicio para la firma de un Memorándum de Entendimiento en materia de seguridad, que se transformó en el primero firmado por Israel con un país del Golfo. Conforme con un comunicado del Ministerio de Defensa de dicho país el acuerdo prevé la cooperación futura en las áreas de inteligencia, convirtiéndose en un marco para los ejercicios y la cooperación entre las industrias de defensa de ambos países (Al Jazeera, 03/02/2022). Además, se ha señalado que el mismo también apunta al aprovisionamiento de equipos y el entrenamiento militar. De hecho, recientemente, Bahréin compró a Israel radares y sistemas anti-drones con vistas a alcanzar un sistema integrado de monitoreo costero (Bahrain Mirror, 10/02/2022). A mediados de junio medios israelíes dieron a conocer que Israel habría desplegado sistemas de radar en varios países de Medio Oriente, incluido Bahrein con el objetivo de contrarrestar la amenaza de los misiles balísticos de Irán (Mohblatt, 2022).

En paralelo a la visita de Gantz a Bahréin, Israel participó en un ejercicio naval dirigido por Estados Unidos en el Mar Rojo, el Océano Índico Norte y el Golfo. Por primera vez, la Marina israelí navegó junto a barcos saudíes y omaníes, dos países con los que no tiene relaciones diplomáticas. Vale mencionar que, en dicha oportunidad, Qatar y Kuwait, las otras dos monarquías del Golfo, miembros del CCG, no fueron de la partida.

En lo que respecta a Kuwait, es menester subrayar que su gobierno detenta una postura divergente con respecto al Estado de Israel y, a diferencia de sus socios, es la única de las monarquías que conforman el CCG que no detenta vínculos, ya sea directos o indirecto, con Tel Aviv. En efecto, las autoridades kuwaitíes han defendido que su posición es consistente con un enfoque de política exterior que ya lleva décadas, de apoyo a la causa palestina. Sin ir más lejos, en el mes de enero, una delegación cultural kuwaití boicoteó el Festival de Literatura de Emirates Airlines debido a la participación de un escritor israelí. Un ejemplo que expone las diferencias de criterio entre los seis miembros del bloque, que se constituye como uno de los factores que han obstaculizado la cooperación en materia política entre las partes.

Con el arribo de Bennet a Bahréin, también en el mes de febrero, el premier israelí se reunió con el comandante de la Quinta Flota de Estados Unidos, el almirante Brad Cooper y destacó el rol de la misma como un elemento importante para mantener la estabilidad frente a las amenazas latentes en la región (Goverment Press Office, 15/02/2022). Es más, tras dicho encuentro, se dio a conocer que Israel se convertiría en el país número veintinueve en enviar un agregado a la sede de la Quinta Flota en Manama.

Vale recordar que Bahréin posee un peso importante para la estrategia de seguridad norteamericana en la zona precisamente por ser sede de la Quinta Flota norteamericana. La Quinta Flota es responsable de las fuerzas navales norteamericanas en el Mar Rojo, el Mar Arábigo y el Golfo Arábigo, y al igual que el Comando Central de las Fuerzas Navales (NAVCENT), apoya desde el punto de vista naval todas las operaciones del Comando Central de los Estados Unidos (CENTCOM).

Ahora, Bahréin no solo alberga la sede de la Quinta Flota, sino también algunas operaciones del CENTCOM, fuerza a la que Israel se unió el año pasado. En efecto, tras la firma de los Acuerdos Abraham Tel Aviv dejó de ser parte del Comando Europeo para pasar a ser parte del CENTCOM. Esto en el marco de una búsqueda de Washington de poder alinear a sus socios clave contra las amenazas compartidas en Medio Oriente (Orion, Montgomery, 2021).

Ahora bien, según una declaración del CENTCOM, con Israel uniéndose al comando y utilizando inteligencia artificial, se lograrán dos objetivos: primero, favorecer la obtención de información marítima y segundo, aumentar la disuasión. En este marco, la recientemente conformada Task Force 59, que incorpora nuevos sistemas no tripulados que emplean inteligencia artificial, será una fuerza importante a la hora de realizar maniobras y ejercicios navales. Lo cierto es que Tel Aviv se encargará de organizar y equipar una unidad de seguridad estratégica en Bahréin. En consecuencia, Bahréin también será una base para la armada israelí (Heiran-Nia, 2022).

Volviendo a los encuentros de alto nivel, también han existido visitas del director de la Agencia Nacional de Inteligencia de Israel a Bahréin en octubre de 2020 y mayo de 2021 (Alarabiya, 2021, Staff, 2020), lo que pone en evidencia la voluntad de las partes de avanzar la cooperación en materia de inteligencia. En esta misma dirección, conforme con información de prensa, el reino se ha embarcado en un importante proceso de reforma de su aparato de seguridad y apuesta el desarrollo de sus capacidades tecnológicas para mejorar la cooperación con Israel. Las reformas de los servicios de seguridad de Bahréin incluirían principalmente la reorganización y mejora de las capacidades tecnológicas bajo las cuales el Mossad entrena a los oficiales del país del Golfo para manejar tecnología avanzada (Bahrain Mirror, 30/01/2022). En este sentido, según se ha dado a conocer, Tel Aviv proporcionará a Manama satélites, sistemas anti drones y drones Hermes, diseñados para misiones tácticas. Aún más, la Agencia de Seguridad Estratégica de Bahréin se está preparando para recibir un equipo de entrenadores israelíes para capacitar a oficiales de inteligencia en Manama (Bahrain Mirror, 30/01/2022).

En torno a la cooperación en ciberseguridad entre las monarquías del Golfo y el Estado de Israel, la misma presenta grandes perspectivas. Ello en virtud de que las primeras podrían beneficiarse de las capacidades y las tecnologías cibernéticas avanzadas del primero para proteger su infraestructura crítica contra las amenazas iraníes, mientras que el segundo podría abrir nuevos mercados lucrativos para sus empresas e inversores.

Durante la última década, los estados del Golfo han cooperado discretamente con Israel en el campo de la ciberseguridad. Empresas de ciberseguridad israelíes han ayudaron a Arabia Saudí a reparar los daños causados ​​por el ciberataque contra Saudi Aramco. Mientras tanto, EAU habría empleado el software espía desarrollado por el Grupo NSO con sede en Israel para fines de vigilancia.

Por su parte, Bahréin considera la «ciberseguridad como un pilar de su desarrollo económico». Según se anuncia en el portal del gobierno «su economía y prosperidad dependen de contar con una infraestructura de TIC segura» (Portal Nacional del reino de Bahrain). No obstante ello, todo indica que el acercamiento con Israel en esta área no sólo ha perseguido garantizar la seguridad de empresas públicas o privadas. Según se dio a conocer, el reino habría utilizado el spyware Pegasus para hackear los teléfonos de activistas del Centro Bahrainí para los derechos humanos y miembros de sociedades políticas de la oposición como es el caso de Al Wefaq y Waad ambas disueltas por el régimen de los Al Khalifa. Fruto de ello se ha denunciado que la relación entre el reino y el Estado de Israel resulta nociva para la democratización del país (Vohra, 2022).

Reflexiones finales

Tal como se ha expuesto a lo largo del trabajo, tras la firma de los Acuerdos Abraham se evidencia una profundización notoria de los vínculos entre el reino de Bahréin y el Estado de Israel. Los acuerdos firmados, las visitas de alto nivel, los viajes de delegaciones de negocios, los seminarios compartidos, las compras/ventas de armamentos e incluso la participación en ejercicios militares conjuntos exponen la medida en la que las relaciones han ganado ímpetu en un periodo relativamente acotado de tiempo.

Durante el último año puede destacarse la visita del primer ministro de Israel a Bahréin. Un hecho histórico atendiendo a que se trata de la primera visita de un premier israelí al reino. Ello marca la voluntad política de las partes de profundizar las relaciones.

En otro orden, en lo que respecta al volumen de intercambio entre las partes, el mismo es bajo; no obstante, se perciben importantes ventanas de oportunidad que permitirían potenciarlo. Con este objetivo, en julio de 2021, se firmó un acuerdo marco para la cooperación económica

En tanto, en lo que respecta a la cooperación en seguridad, no sólo se ha firmado un acuerdo, Bahréin también ha comprado equipamiento y ha recibido la visita del jefe de la Agencia de Inteligencia israelí.

Por último, el acercamiento entre estos dos actores, que en otro momento hubiera resultado impensable, se produce en una instancia en la cual se torna palpable la pérdida de centralidad de la causa palestina. Paralelamente, acontece en un momento en el que preocupa una posible desvinculación de los Estados Unidos de la zona, así como también la creciente amenaza iraní, aún más cuando todo parece indicar que son escasas las posibilidades de que se reactive el acuerdo nuclear con la República Islámica. De allí que a la hora de analizar cuáles son los intereses que subyacen al acercamiento entre las mismas, la búsqueda de hacer frente a una amenaza compartida y garantizar su supervivencia resulta crucial.

Notas

[1] Secretaria del Departamento de Medio Oriente (IRI-UNLP).

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