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AUKUS, el tridente anglosajón en el Pacífico
Joe Biden, presidente de Estados Unidos, Boris Johnson, el primer ministro británico, y Scott Morrison, su par australiano, anunciaban el 15 de setiembre el nacimiento de AUKUS, y un nuevo acrónimo (las siglas de los países que la componen en inglés) se agregaba a las relaciones internacionales y a los estudios estratégicos del siglo XXI. En una videoconferencia que contó con los tres mandatarios, se anunció que “Guiados por el compromiso compartido con el orden internacional basado en reglas[2], resolvemos profundizar en la cooperación diplomática, de seguridad y de defensa en la región del Indo-Pacífico, para enfrentar los desafíos del siglo XXI, para lo que anunciamos la creación de AUKUS[3]”. No olvidemos que, para la región, Washington ya contaba con un acuerdo informal, en materia de seguridad, denominado Diálogo de Seguridad Cuadrilateral o QUAD[4].
Aunque nunca lo dijeron de manera expresa, el objetivo directo de esta alianza es, claro está, la República Popular de China y el rol que quiere ocupar en el Indo-Pacífico. No dio demasiadas vueltas al respecto Biden durante la presentación, ya que afirmó: “Tenemos que ser capaces de abordar el actual entorno estratégico de la región y su evolución, porque el futuro de cada una de nuestras naciones y, de hecho, del mundo, depende de que el Indopacífico sea libre y abierto”[5]
La primer víctima colateral de este acuerdo ha sido Francia, ya que el AUKUS ha implicado la cancelación de un acuerdo por el cual, París iba a dotar a Canberra de 12 submarinos convencionales por unos 56.000 millones de dólares[6]: la mayor operación de la industria militar francesa de la historia. La oferta de submarinos nucleares por parte de Washington fue irresistible para su socio oceánico. Sin medias tintas, desde el Ministerio de Europa y de Asuntos Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, calificó a lo sucedido como «una puñalada por la espalda»[7]. Y no lo hizo en solitario: El alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Josep Borrell, hizo saber que el bloque no fue informado previamente sobre el pacto AUKUS, y concluyó que su anuncio marca un buen momento para «reflexionar sobre la cuestión de la autonomía estratégica» de la UE. [8] Sin ambivalencias, manifestó: ésto prueba que el bloque necesita existir para nosotros ya que los demás existen para sí mismos.”[9] Y, a mayor abundancia, Charles Michel, presidente del Consejo de Europa, afirmó que en este caso ha existido“una clara falta de transparencia y lealtad”, a la vez que pidió reforzar la “capacidad de acción” del bloque comunitario[10]
La Alianza permitirá a Australia reemplazar, en un lapso cercano a los 18 meses, sus viejos submarinos Collins, de dos décadas de antigüedad, por otros de propulsión nuclear, un tipo más adecuado para un entorno estratégico “cambiante”[11].
Las implicancias en cuanto al balance de poder regional es el dato central de la película cuyo escenario es el Pacífico: el anuncio es la punta de lanza de una creciente cooperación en dicho espacio, abanderada por Washington, con el objetivo (no) declarado de frenar el expansionismo chino y su pujanza comercial y estratégica[12].
Una de las consecuencias que esto puede generar, en el mediano plazo, es la de forzar a la Unión Europea de dotarse de los atributos necesarios para ser algo más que un gigante económico, y dejar de ser un enano político. Han sido varias las luces amarillas que han señalado esta senda: la decisión estrictamente unilateral de los EE.UU. de retirarse de Afganistán, forzando a sus aliados en el terreno a precipitar cualquier plan que tuvieran allí (RIAL, 2021)[13]. Ha llamado la atención sobre ello Ursula Von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, sentenciando que: “necesitamos a la Unión Europea de la Defensa… Europa puede -y claramente debe- ser capaz y estar dispuesta a hacer más por sí misma[14]”. Tal como señala Bartolomé, en una óptica neorrealista, “… puesto que el principio de autoayuda impone a los Estados emplear sus capacidades para optimizar su posicionamiento internacional, coincidimos con Waltz en que tener poder para ser una gran potencia y no serlo, sería una anomalía estructural (BARTOLOMÉ, 219, 2006)”. Es claro que la UE se encuentra en busca de autonomía estratégica en la disputa entre los dos colosos[15], y medidas unilaterales e inconsultas como ésta, pavimentan el camino de dicha exploración.
París, despechado, parece transitar, de manera reactiva, este camino. Llamó a consultas a sus embajadores acreditados en Washington y Canberra, ante la pérdida del multimillonario negocio. La moneda estratégica del tópico nos muestra sus dos caras: Francia aún se percibe como una potencia con aspiraciones globales y entiende que el Índico y el Pacífico también son parte de su área de influencia, ya que cuenta con territorios allí (como Nueva Caledonia y la Polinesia)[16] Por otro lado, el país galo volvió a interpretar su clásico papel de socio díscolo de EE.UU., reflotando la “vieja” idea de un ejército europeo. Ha sido una amenaza recurrente, que nunca terminó de germinar en la UE: la pertenencia de los miembros mayores a la OTAN llevó una y otra vez a privilegiar en compromiso euroatlántico. Sin embargo, debemos recordar un dato no menor: Londres, el permanente “freno de mano” a esta iniciativa, ha quedado fuera del escenario tras el Brexit. Quizás sea el momento en el cual Francia y Alemania puedan materializar aquello que siempre pareció más quimérico que tangible. A quienes nos tilden de imprudentes o temerarios, les recordamos que la UE europea es resultado de la iniciativa franco-alemana que dio lugar a la Comunidad Económica del Acero y el Carbón, (CECA), dándole el mensaje al mundo de que los insumos básicos para la industria bélica serían gestionados de manera conjunta por dos países que habían sido enemigos durante gran parte de la historia reciente. Los socios (no necesariamente los menores) piden a cambio de acompañar esta iniciativa, que el asiento permanente que Francia ocupa en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas sea puesto al servicio de Europa[17].
La huella dejada en el Indo Pacífico es de largo aliento e irrita, particularmente, al Imperio del Centro. Más allá de lo imprevisto del golpe de timón de Washington, desplazando a París en las preferencias de Canberra, no hay que olvidar que Beijing juega al ajedrez, no al póker. El acuerdo, a la vez de forzar una mayor autonomía europea en materia de seguridad, ha causado un acercamiento diplomático imprevisto entre Bruselas y Beijing. Resulta pertinente recordar como la UE trataba de pendular entre los dos colosos económicos, cuidándose de no decantarse por alguno de ellos. En dicho sentido, Washington no pudo imponer su agenda contra Rusia y China ni en la Cumbre del G7, ni en la de la OTAN, e incluso se vio obligado a desandar las amenazas de sanciones a Berlín por la construcción gasoducto Nord Stream 2 que conecta a ese país por debajo del Báltico directamente con Rusia. Ya ante el plantón a Francia, la UE y China unificaron personería, y las críticas al nuevo bloque fueron de un tono similar. Como se ha dicho,
Recordemos, por su parte, que la tensión en el vínculo Beijing-Washington desde la presidencia de Donald Trump, parecía tener coletazos también en el vínculo entre la República Popular de China y Australia. Canberra fue uno de los pocos que se plegó a los llamados americanos a abrir una investigación internacional sobre el posible origen chino del COVID19, lo cual provocó la adopción de sanciones por parte del Imperio del Centro: carnes, cebada, reducción de los lazos diplomáticos, etc[19]. Como pasa con muchos otros países del mundo, Australia tiene estrechos vínculos comerciales con China (es un importante exportador de comodities, y un gran importador de tecnología china, por un total de 214.000 millones de dólares tan sólo en 2018), pero tiene profundas relaciones en materia de seguridad con Estados Unidos. El ex canciller australiano, Bob Carr, sostenía, mientras criticaba la temeridad de la decisión de solicitar la investigación internacional, que «… Hay un loco punto de vista en Canberra de que si China nos inflige dolor, nuestro trabajo es soportarlo debidamente y presentarnos como aliados abnegados de Estados Unidos, haciendo lo que nos pide nuestro amo».
Como hemos dicho, el acuerdo nunca menciona a Beijing, pero es obvio que allí se encuentra su objetivo. Así han reflexionado Vipin Narang, estudioso de las armas nucleares y de los sistemas de lanzamiento, quien afirma que el acuerdo es una reacción al terreno que China ha ganado en los últimos años[20]: esto era impensable hace cinco años, y lo era mucho más hace diez. En sintonía con ello, la directora del Programa de Asian en el German Marshall Fund, Bonnie Glaser, aseguró que los firmantes del nuevo acuerdo han entendido la necesidad de “reforzar la disuasión y estar preparados para luchar en un conflicto, si se produce”[21]. En tal sentido “… el mayor significado de esta movida, sin embargo, debe evaluarse en términos diplomáticos y geopolíticos. Como señaló recientemente Roger Cohen en The New York Times, hay un presagio en el episodio de cómo “las respuestas de EE.UU. y de Europa a la confrontación con China pueden rediseñar el mapa estratégico global” [22].
Tras esta reedición de la Guerra Fría[23], pero esta vez con foco en Oriente, la respuesta de China no se ha hecho esperar, y ha sido clara al respecto. Tal como ha declarado el Consejero de Estado de China y también Ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, el acuerdo socava la paz y estabilidad regionales[24]. Ya hemos advertido, con respecto a este posible choque, que EE.UU. iba a privilegiar la dimensión estratégico militar en su competencia con China, dado que se trata del eje en el cual sigue manteniendo alguna ventaja, en tanto que en la dimensión económica se le hace cada vez más difícil doblegar el franco ascenso del Imperio del Centro[25]. Los desafíos en este eje desde Washington a Beijing van a multiplicarse más que disminuir en los años por venir.: la profundización de los lazos militares americanos con Taiwán, que alimentan la retórica nacionalista de Taipei; la resucitación del QUAD, y la reciente creación del AUKUS. Es evidente que China no está a la altura, en esta dimensión, de desafiar de manera directa a los EE.UU. Washington se ha dotado, tras la Segunda Guerra Mundial (aunque eso está en cuestionamiento, aún puertas adentro en los últimos años) de una voluntad hegemónica mundial, con fuerzas armadas capaces de desplegarse rápidamente en cualquier lugar del planeta, capacidad con la cual no contará China (al menos, durante muchos años). Es por ello que, en dicho eje, los desafíos americanos son respondidos de manera mesurada, aunque firme, por parte de Beijing.
En el eje político (subordinada al económico o al estratégico militar, según el diseño del Orden Mundial focalizado), no olvidemos que Joe Biden invitó recientemente a 110 países para una reunión virtual los días 9 y 10 de diciembre en la llamada “Cumbre por la Democracia”[26], de la cual fue, naturalmente excluida, China (aunque no Taiwán). Así es como Washington tiende un cerco en torno a la República Popular de China (como lo hiciera y sigue haciéndolo en torno a Rusia, que por estas semanas tensa los músculos ante lo que señala que es un avance de la OTAN en Ucrania, su propia zona de seguridad[27]), en esta entrega del siglo XXI del asedio sobre la potencia que desafía el liderazgo americano del orden mundial.
Al respecto, es obvio que el diseño del próximo orden mundial estará protagonizado por EE.UU. y China, y se entiende que aún es un interrogante saber si la convivencia será o no pacífica. Es casi una obviedad concluir que ella no será sencilla. Sin embargo, la estatura de ambos actores polares hace improbable un choque directo en los años venideros. El hecho de que sus diferencias y ajustes internos se traduzca o no en rivalidad o en una nueva forma de asociación, será fundamental para la configuración de las perspectivas del orden mundial del siglo XXI (Kissinger, 2016: 230 y 231).
Como hemos sostenido en otra reflexión, concentrándonos en la perspectiva estratégico-militar, EE.UU. recela del crecimiento sostenido del poder chino. Por ello se ha producido un nuevo despliegue de las fuerzas americanas y de sus aliados en Asia Oriental. Básicamente, se trata de poner a prueba la capacidad de la marina china, especialmente, en el Mar Meridional de China (Dingli, 2011: 69). Resulta obvio que el elemento de la amenaza implícita está siempre presente. China ha manifestado expresamente (mientras otros lo han hecho implícitamente) que echarán mano de la opción militar en búsqueda de la obtención de sus intereses nacionales más relevantes. Así, las rivalidades nacionales en el Mar de China se han manejado, en general, según los métodos de la diplomacia europea del siglo XIX: el empleo de la fuerza no ha sido excluido, pero sí se ha restringido su aplicación, de manera tenue, con el paso del tiempo (Kissinger, 2016: 181).
Su gasto militar es el segundo del mundo, por lo cual 14 de cada 100 dólares gastados en la materia en el mundo, son erogados por China (la disparidad frente a los EE.UU. sigue siendo colosal, ya que Washington es responsable del 38% del gasto mundial). El informe del SIPRI[28], daba cuenta de que el presupuesto chino es de 261.000 millones de dólares (+5,1 por ciento en un año). Su gasto en defensa ha seguido, en estos últimos 25 años, la curva del crecimiento económico del país. Cabe señalar que la tendencia es, a su vez, reflejo de la ambición del Imperio del Centro de tener un «ejército de clase mundial», según Nan Tian. «China ha declarado abiertamente que quería especialmente competir con Estados Unidos como superpotencia militar», enfatizó. El crecimiento chino es seguido y acompañado de cerca por la evolución de India, señala el informe de SIPRI.
Sin embargo, hay bases para concluir que el aparato militar de China estará al servicio de objetivos diferentes a la proyección de su poder militar, y aunque no busque imponerse por la fuerza a las demás potencias, se dotará de capacidad para impedir que otros lo hagan allí donde sus intereses vitales se encuentren en juego. No sobrepasar, en principio, su propia área de influencia[29]. Así lo ha entendido Kissinger, quien afirma que puede que los nuevos líderes chinos no tengan la voluntad de aventurarse en el extranjero, pero resistirán intrusiones sobre lo que defienden como sus intereses vitales quizás con mayor insistencia que sus predecesores, ya que deben explicar los ajustes inexorables de toda reforma, enfatizando sobre el interés nacional (Kissinger, 2016: 235). Sin dudas, el Mar Meridional de China (por añadidura, Taiwán) y el Pacífico, allí donde AUKUS planta su pie, es (tal cual lo dijera Kissinger) su propia área de influencia.
La prudencia siempre es buena consejera, más cuando se trata de provocar hasta el punto en el cual la reacción del rival de turno se torna inevitable. Y en este juego de provocaciones y reacciones, puede darse la circunstancia en la cual los jugadores pierdan el control de sus respuestas, y la aceleración se torne irreversible. Es pertinente recordar la distinción que Karl Deutsch hace entre “luchas” y “juegos”:
No hay garantía alguna de que alguno de los actores opte por la autorrestricción. Es claro que la la rivalidad entre EE.UU. y China está tornándose en más conflictiva, llevando a que cada vez se agreden más fuertemente. Si bien esta rivalidad no es nueva, trae como consecuencia el hecho de que ha crecido el riesgo de la pérdida de control[30]. Coincide Javier Solana, (ex diplomático español y Secretario de la OTAN entre 1995 y 1999), cuando sostiene que en la actual etapa de incertidumbre “si la competencia entre EE.UU. y China degenera en confrontación, lo más probable es que ocurra por accidente”[31]. La pregunta es si los contendientes y el mundo pueden darse el lujo de cargar con los costos de un accidente de esta naturaleza. Yo no tengo la respuesta.
Notas
[1]Profesor de Derecho Internacional Público (JurSoc, UNLP), Secretario del Instituto de Relaciones Internacionales (UNLP), Magister en Relaciones Internacionales (IRI – UNLP) y Coordinador del Departamento de Seguridad Internacional y Defensa (IRI – UNLP).
[2]Una referencia elíptica a la supuesta impunidad con la cual se manejaría Beijing.
[3]Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-15/ee-uu-reino-unido-y-australia-anuncian-una-alianza-estrategica-contra-china-en-la-region-del-indo-pacifico.html?rel=buscador_noticias
[4]EE.UU., India, Japón y Australia, espacio de diálogo en materia de seguridad creado en 2007 que había caído en el olvido, pero que Joe Biden parece decidido a reflotar. Como lo califica Washinton, “una reunión informal de las principales democracias en el Indopacífico”. Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-24/estados-unidos-refuerza-su-alianza-con-japon-india-y-australia-para-frenar-a-china-en-el-indopacifico.html
[5]Ver https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/como-es-aukus-el-pacto-militar-anunciado-por-eeuu-reino-unido-y-australia-para-hacer-frente-a-china-nid16092021/
[6]Ver https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58588857
[7]Ver https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58588857
[8]Ver https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58588857
[9]Ver https://www.clarin.com/mundo/dilema-europeo-chino-joe-biden-mascara-donald-trump_0_VtfIZp6S-.html
[10]Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-21/bruselas-critica-la-falta-de-lealtad-de-ee-uu-por-la-alianza-frente-a-china-que-excluye-a-la-ue.html?rel=buscador_noticias
[11]Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-15/ee-uu-reino-unido-y-australia-anuncian-una-alianza-estrategica-contra-china-en-la-region-del-indo-pacifico.html?rel=buscador_noticias
[12]Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-15/ee-uu-reino-unido-y-australia-anuncian-una-alianza-estrategica-contra-china-en-la-region-del-indo-pacifico.html?rel=buscador_noticias
[13]Ver http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/129460/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[14]Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-21/bruselas-critica-la-falta-de-lealtad-de-ee-uu-por-la-alianza-frente-a-china-que-excluye-a-la-ue.html?rel=buscador_noticias
[15]Cabe recordar que, a pesar de haber calificado a China como rival sistémico, Bruselas ha tenido un enorme cuidado en no dañar los vínculos que tiene con Beijing. Ante alguna duda, cabe consultar al documento elaborado por la UE, “Unión Europea, estrategia para la Cooperación en el Indo-Pacífico”. Allí se sostiene que “el Indo-Pacífico y Europa representan más de 70% del comercio mundial de bienes y servicios, y más de 60% de los flujos de inversión extranjera directa” y remarca la necesidad de que “la UE persiga sus compromisos con China y proteja sus intereses esenciales” en esa región. Ver https://www.clarin.com/mundo/dilema-europeo-chino-joe-biden-mascara-donald-trump_0_VtfIZp6S-.html
[16]Ver https://elpais.com/internacional/2021-09-17/francia-retira-a-sus-embajadores-de-estados-unidos-y-australia.html?rel=buscador_noticias
[17]Vale recordar que la salida de Reino Unido privó a la UE del segundo asiento permanente en el Consejo de Seguridad, fruto del proceso de ampliación de la Comunidad Económica Europea en la década de los ´70.
[18]Ver https://www.clarin.com/mundo/dilema-europeo-chino-joe-biden-mascara-donald-trump_0_VtfIZp6S-.html
[19]Ver https://cnnespanol.cnn.com/2020/05/27/australia-enfurecio-a-china-al-pedir-una-investigacion-sobre-el-coronavirus-ahora-beijing-pone-en-la-mira-a-sus-exportaciones/
[20]Ver https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/como-es-aukus-el-pacto-militar-anunciado-por-eeuu-reino-unido-y-australia-para-hacer-frente-a-china-nid16092021/
[21]Ver https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/como-es-aukus-el-pacto-militar-anunciado-por-eeuu-reino-unido-y-australia-para-hacer-frente-a-china-nid16092021/
[22]Ver https://www.clarin.com/mundo/dilema-europeo-chino-joe-biden-mascara-donald-trump_0_VtfIZp6S-.html
[23]Es la forma de verlo de John Mearsheimer, quien en The Inevitable Rivalry America, China, and the Tragedy of Great-Power Politic, asegura que las dos potencias “están atrapadas en algo que solo puede llamarse una nueva Guerra Fría, con intensa competencia de seguridad en todas las dimensiones imaginables”
[24]Ver https://www.lanacion.com.ar/agencias/jefe-de-la-diplomacia-china-dice-que-la-alianza-aukus-pone-en-peligro-la-paz-nid28092021/
[25]Ver https://www.iri.edu.ar/wp-content/uploads/2021/03/bolSyD40.pdf
[26]Y no sólo China. También Rusia, Turquía, Irán, Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia, El Salvador, Sudán, Birmania, Etipoía, Afganistán, Egipto, Arabia Saudita, Jordania, Qatar o Emiratos Árabes. El listado permitiría afirmar que no se trata de una Cumbre “antiChina”, aunque es difícil no hacer esa lectura. Ver https://www.infobae.com/america/eeuu/2021/11/24/que-paises-latinoamericanos-fueron-excluidos-de-la-cumbre-de-joe-biden-por-la-democracia/#:~:text=El%20presidente%20de%20los%20Estados%20Unidos%2C%20Joe%20Biden%2C,publicada%20este%20martes%20por%20el%20Departamento%20de%20Estado.
[27]Ver https://elpais.com/internacional/2021-12-12/ucrania-centro-del-tablero-geopolitico-y-emocional-de-putin.html?rel=buscador_noticias
[28]Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI), informe difundido el 27 de abril 2020. Ver https://sipri.org/sites/default/files/2020-06/yb20_summary_en_v2.pdf
[29]Sin embargo, Washington toma nota de indicios que llevan a conclusiones diversas a ello: construcción, por parte de China, de aviones que tienen un alcance largamente superior al requerido en la región; cuenta con buques posicionados en el Golfo de Adén y hace público su voluntad de hacerse de bases de apoyo logístico en el exterior. Dichos indicios motivaron, en su momento, la política llamada: “vuelta a Asia”. La excusa fue garantizar la libertad de navegación en el mar de China, persiguiendo reforzar la presencia americana en la región y anticiparse a cualquier posible violación del derecho internacional en el Pacífico (Dingli, 2011: 69).
[30]Cantelmi, Marcelo, en https://www.clarin.com/mundo/-asusta-choque-ee-uu-china-taiwan-_0_uGPY68s70.html
[31]Ver https://www.clarin.com/mundo/-asusta-choque-ee-uu-china-taiwan-_0_uGPY68s70.html
Referencias bibliográficas
Bartolomé, M. La Seguridad Internacional post 11S: contenidos, debates y tendencias. Instituto de
Publicaciones Navales, 2006.
Dallanegra Pedraza, L. El Orden Mundial del Siglo XXI. Ediciones de la Universidad, 1998.
Dingli, S. En busca del equilibrio, Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur, 2011.
Kissinger, H. Orden Mundial. Penguin Randon House Grupo Editorial, 2016.
Sitios web consultados
Cadena CCN en español, https://cnnespanol.cnn.com/
Cadena Deustche Welle, www.dw.com
Diario El Clarín, www.clarin.com.ar
Diario El País, www.elpais.es
Diario La Nación, www.lanacion.com.ar
Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, www.sipri.org