La Organización del Atlántico Norte (OTAN) fue creada hace 74 años, el 5 de abril de 1949, como una arquitectura de seguridad propia de la Guerra Fría, con el poco disimulado objetivo de “mantener a los americanos adentro, a los soviéticos fuera y a los alemanes abajo” (al menos, lo era desde la perspectiva de su primer secretario general, el británico Hastings Lionel Ismay.
Ante la “amenaza comunista” a Europa, Washington tuvo que rediscutir cuestiones fundamentales para poder crear este escudo ante el Oso Soviético. Gracias a la Iniciativa Vandenberg, el Senado autorizó al presidente Truman poder negociar una alianza militar en tiempos de paz, a pesar de la prohibición constitucional. Ya puesto en marcha el “Plan Marshall” (la asistencia económica provista por los Estados Unidos a Europa Occidental para reconstruir sus economías), el Tratado de Washington garantizaba algo más que una economía de mercado en Europa Central y Occidental: garantizaba (conforme su artículo 5) una respuesta colectiva por parte de los socios en caso de un acto de agresión a cualquiera de los integrantes del Tratado.
Así, Estados Unidos se comprometía a proteger a sus socios de Europa, o quizás podríamos decir que los Estados Unidos forzaba a Europa a alinearse con Occidente, ya que también Europa debía responder frente a un ataque soviético a América del Norte. De esta manera, una herramienta de disuasión de mucho peso podía esgrimirse ante alguna aventura de Moscú1.
Tras medio siglo de cumplir la función de escudo estratégico con la URSS en Europa para los americanos, y de paraguas atlántico que garantizara su sistema democrático para los europeos, se produjo la primera gran encrucijada de la Alianza Atlántica: el colapso del bloque soviético y el final de la Guerra Fría en la década de los noventa. Muchos creyeron que se acababa la historia, pero los policy makers en Washington no estaban tan de acuerdo: la Alianza vio cómo se licuaba su enemigo, aquella unidad política por la cual se justificaba su existencia misma. Muchos creyeron que había llegado la hora del discurso obituario, sin embargo la desmesura americana llevó a Washington a impulsar reformas que expresaron la supremacía global del momento2.
La OTAN arribó a esta etapa con una membrecía ágil y relativamente homogénea (excepción hecha de Turquía) de 16 integrantes (básicamente, países Occidentales de América del Norte, Europa Occidental y Central), no carente de disensos (no olvidemos los portazos dados por París al entender que no ocupada el rol central que entendía que debía ocupar. Ya en el 90 se produce la primera ampliación si que aumentara el número de sus miembros (¿?): Alemania Occidental absorbe a Alemania Oriental. Pero hacia fines de la misma década, se producen oleadas de ampliación a costa de la otrora “esfera de influencia” de Moscú, ante la desesperación de quiénes tomaban las decisiones estratégicas en el Kremlim.
Sin embargo, la Alianza llegaba a su aniversario número 70 padeciendo por el exceso de sus dimensiones, como si de un dinosaurio se tratara, y de fuerzas centrífugas en el corazón mismo de su estructura. De entre los ahora 30 aliados, surgían amargos reproches por el escaso compromiso económico a la defensa común por parte de muchos de los socios europeos, y algunos de ellos, planteaban la necesidad de dejar el hogar de sus padres e iniciar una vida por separado. Así, podemos recordar que en Londres se escucharon cosas tales como las declaraciones del presidente francés Emmanuel Macron declaraba que la Alianza se encontraba con “muerte cerebral” y era hora de decantarse por la autonomía europea en materia estratégica y militar, y recuperar el diálogo estratégico con Moscú para “reapropiarse de la política de vecindad”. Por su parte, el entonces presidente de los EE.UU., Donald Trump, aupado en su política “neoaislacionista” les recriminaba a sus socios que pocos cumplían con el compromiso asumido en Gales de llevar sus gastos de defensa al 2% del PBI; a la vez que les hacía notar que los contribuyentes americanos no se harían cargo de su protección de eternamente3. Pero, como la frase que erróneamente se le atribuye a José Zorrilla en la obra Don Juan Tenorio: “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud…”, ya que los luctuosos presagios elucubrados en la nublada y húmeda Londinium no se materializaron, ya que la respuesta esperanzadora respecto a la sobrevida de la Alianza Atlántica provino del principal interesado en que se declarara la hora de su muerte: La Federación Rusa, con la la invasión ordenada a Ucrania el 24 de febrero del 2022. Paradójicamente, Rusia, que se sentía amenazada por una OTAN declinante tras el interregno neaislacionista trumpiano salió de su sopor y fue revitalizada por quien buscaba neutralizarlo. Así, la Alianza recibió su aliento de vida y llegó a la Cumbre de Madrid tan lozana e imprescindible para Occidente como en 19494.
Fue el empujón que necesitaba para, irónicamente, no caerse. A la postre, la decisión del Secretario General de la OTAN, Jens Stotelberg, de poner la posible discusión de un nuevo Concepto Estratégico en Londres en stand by y de convocar al Comité de Sabios para para realizar un ejercicio no oficial de reflexión estratégica: NATO 2030: United for a New Era y, de esa manera, relanzar a la Alianza, terminó siendo extremadamente oportuna, a la luz de los sucesos que señaláramos un poco más arriba. Las conclusiones del Comité se hicieron públicas con la asunción de la presidencia por parte de Biden, y en la Cumbre de Bruselas de 2021 se solicitó a Stoltenberg la revisión del Concepto Estratégico de la Organización. El extenso Comunicado de Bruselas adoptado por los Jefes de Estado de la OTAN el 14 de junio de 2021 pone blanco sobre negro de los pasos a seguir: en sus 37 páginas menciona en diez ocasiones a la República Popular de China, y en 61 a Rusia5.
Durante el aniversario número 73, en junio del año pasado, se alumbró en la Cumbre de Madrid el nuevo concepto estratégico de la Alianza. En torno a ella, hay varios puntos sobre los cuales llamar la atención, en torno a la Cumbre de Madrid. La breve Declaración de la Cumbre (una siete páginas)6 indica que la Alianza ha tenido que reunirse con el retorno de la guerra en Europa, y a la vez que enfatiza la fortaleza del vínculo euro-atlántico, recuerda que la Organización es una alianza defensiva que no representa un amenaza a ningún Estado en particular, y que su art. 5 (el corazón del Tratado, el que establece la Seguridad Colectiva) se mantiene férreamente vigente. De igual modo, condena la agresión rusa a Ucrania, e identifica a Moscú (al cual nombra 11 veces) como la principal amenaza a los aliados, a la vez que enfrenta otras amenazas (terrorismo; amenazas al ciberespacio, así como amenazas híbridas y asimétricas); confirma su apoyo al esfuerzo bélico de Ucrania; reitera la política de puertas abiertas de la OTAN, graficándolo con la invitación a Finlandia y a Suecia a integrarse. Por su parte, señala los progresos hechos en materia de gastos de defensa (muchos de ellos, acicateados por la agresión rusa a Ucrania) y cabe señalar algo más: la presencia de los socios del Pacífico de los Estados Unidos en su esfuerzo bélico por contener el “desafío” que le representa el Imperio del Centro (al cual menciona una vez en la Declaración Final) en dicha cuenca: Australia, Japón, la República de Corea y Nueva Zelanda. Si bien la OTAN no tiene una “pata” allí, es un claro guiño a la necesidad de coordinar esfuerzos en la disuasión y defensa ante la principal amenaza (Moscú) y el desafío sistémico (Beijing), ya que Washington se ha dotado de herramientas en esa región para encarar un proyecto con otras democracias que también pueden sentirse intimidadas por el gigante asiático7.
El cálculo estratégico ruso, que evaluaba que la invasión a Ucrania dividiría a Europa (ya que Moscú es el principal proveedor energético de los socios mayoritarios de la Unión Europea) y terminaría de desbaratar a la OTAN resultó falaz. Con dificultades, pero hasta el día de hoy, la solidaridad de la Alianza y de los países de la UE con Kiev resiste. Por otro lado, ha fortalecido una herramienta vital para Washington a ser utilizada en la contención del “desafío sistémico” que significa la República Popular de China, ya no sólo en el Pacífico, sino de manera global.
Por otro lado, cabe preguntarse cuáles serán los efectos estratégicos de la aventura rusa en tierras ucranianas “puertas adentro en Bruselas”. Polonia8 y Alemania han iniciado un proceso sostenido de rearme que los llevará a convertirse ya en socios de mayor peso y relevancia en la estructura euro-atlántica9, al menos (y por ahora) en términos convencionales. Sin dudas, ellos habrá de modificar sensiblemente la dinámica interna, y será el desafío de los años venideros para la diplomacia americana, británica y, como siempre en estos asuntos, francesa. ¿Aceptarán los alemanes seguir estando “abajo”, como Ismay aseveraba?
A modo de conclusión, como a veces pasa, este nuevo aniversario nos muestra una OTAN radiante y lozana, revitalizada y decidida a seguir creciendo. Tan así es que el día de su cumpleaños recibió como obsequio los 1.300 kms. de frontera que la Federación Rusa comparte con Finlandia, la cual se ha convertido en la socia número 31 (por cierto, en el proceso de adhesión más rápido en la historia de la organización)10, dando por terminada su tradicional neutralidad, obligando a los anteriores socios a “amucharse” para hacer espacio a la nueva butaca en el Consejo del Atlántico Norte, mientras ya mandaron a pedir la que pronto ocupará Suecia. Ya sabemos a quién tienen que agradecer tanto Washington como Bruselas tan oportunos obsequios.
Juan Alberto Rial
Secretario
IRI – UNLP
Coordinador
Departamento de Seguridad Internacional y Defensa
IRI – UNLP
Referencias:
1RIAL, J.A. Sobre la última Cumbre de la OTAN. Ver http://sedici.unlp.edu.ar/
2PEREZ LLANA, C. Los 70 años de la OTAN: ¿nostalgia sin futuro? Ver Los 70 años de la OTAN: ¿nostalgia sin futuro? (clarin.com)
3RIAL, J.A., La OTAN aumenta su volumen y tensa sus músculos en Madrid. Ver A2022 Seguridad Artículo Rial OTAN | Instituto de Relaciones Internacionales (iri.edu.ar)
4Ver RIAL J.A., La OTAN aumenta su volumen y tensa sus músculos en Madrid. Ver A2022 Seguridad Artículo Rial OTAN | Instituto de Relaciones Internacionales (iri.edu.ar)
5Ver RIAL J.A., La OTAN aumenta su volumen y tensa sus músculos en Madrid. Ver A2022 Seguridad Artículo Rial OTAN | Instituto de Relaciones Internacionales (iri.edu.ar)
7RIAL, J.A. “AUKUS, el Tridente Anglosajón en el Pacífico”, Ver https://www.iri.edu.ar/wp-