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Sobre el fuerte deterioro de la situación en Sudán

El IRI desea llamar la atención sobre la gravedad de la crisis en curso en Sudán, una cuenta más en un rosario interminable de tragedias que hunden más en al pueblo sudanés.

Esta vez, el país africano es testigo de los ataques recíprocos y de las acusaciones cruzadas entre las Fuerzas Armadas de Apoyo Rápido (FAR) y las Fuerzas Armadas regulares, sobre quién encendió la mecha esta vez.

El enfrentamiento entre los líderes de ambos bandos, Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como Hemedti (vicepresidente del Consejo Soberano sudanés y también líder de las FAR) y el ejército sudanés, bajo la conducción de Abdelfatah al Burhan (presidente del Consejo Soberano) germinó durante la competitiva coexistencia entre ambas facciones tras la represión al pueblo sudanés (de la cual fueron acusadas la FAR) y el derrocamiento del presidente Omar Al Bashir, en abril de 2019. El derrocamiento dio origen a un débil gobierno civil, que fue depuesto con un golpe militar de octubre del 2021.

Ambos generales son las caras visibles del Acuerdo Marco que, negociado el 5 de diciembre de 2022, tenía entre los objetivos más relevantes terminaría en un gobierno civil que sustituiría al militar, y en la unificación del ejército regular sudanés y de las FAR, sujetando a ambas a la conducción civil1. El proceso preveía la instauración de un gobierno civil en abril de 2023. Sin embargo, la firma del mismo se pospuso en dos ocasiones, por diferencias en torno al espinoso tema del ejército unificado, profesionalizando a su integrantes y convirtiéndolo en políticamente ascéptico.

Las FAR, una fuerza que en su origen fue paramilitar, islamista y formada con las milicias Yanyauid como punto de partida, respondieron en un inicio a Al Bashir, su fundador (quien buscaba, con la existencia de múltiples grupos irregulares, blindar su supervivencia política). Hoy dependen formalmente de los servicios de inteligencia, pero en la práctica son lideradas por Hemedti, quien es titular de una enorme riqueza económica, fruto de la ocupación de minas de oro. Por otro lado, se lo acusa de tener fuertes vínculos con el Kremlim, de haber hecho participar a los integrantes de la FAR (quienes habrían sido entrenados por el grupo Wagner) como mercenarios en Libia y Yemén, y de haber cometido crímenes de lesa humanidad en Darfur.

En este contexto de tensión in crescendo, tanto una como otra facción declaran que controlan Jartún, la capital, en lo que se presenta como los albores de una nueva etapa de la guerra civil. Mientras tanto, la comunidad internacional, con Naciones Unidas, la Unión Europea y la Unión Africana al frente, han hecho múltiples llamados al cese al fuego y a la pacificación, con el condicionamiento de la asistencia humanitaria como única herramienta disciplinadora.

Por ahora, de manera infructuosa.

Juan Alberto Rial
Secretario
IRI – UNLP


Referencias:

1 El ejército no rechaza la integración de las FAR a sus filas, pero preveía hacerlo de manera paulatina y parcial. Dagalo, por su parte, exigía que fuera amplia y que se le garantizara a él un puesto en el Estado Mayor.