En el 2006, con la sanción de la Ley 26.199 del Congreso argentino, se declaró al 24 de abril como el “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos” en conmemoración del Genocidio Armenio de 1915, con el espíritu de que su memoria sea una lección permanente sobre los pasos del presente y las metas de nuestro futuro, según reza su artículo primero.

Fue el 24 de abril de aquél año, conocido como “Domingo Rojo”, que el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio Otomano secuestraron a más de 250 personas (intelectuales, religiosos, líderes comunitarios, entre los que se encontraban también algunos diputados del parlamento otomano), quienes posteriormente serían asesinadas. Pero la campaña de desprestigio hacia los armenios había comenzado a principios de la guerra, en 1914, cuando las autoridades otomanas declararon que los armenios que vivían en el Imperio otomano eran una amenaza para la seguridad nacional. Fueron las fuerzas irregulares las que empezaron a cometer asesinatos en masa en las aldeas armenias cercanas a la frontera con Rusia.

El 29 de mayo de 1915, el Comité Central del Comité de Unión y Progreso aprobó la «Ley Temporal de Deportación» (Ley Tehcir), por la que se otorgaba al gobierno otomano la autorización militar para deportar a cualquier persona que fuera sindicada como una amenaza para la seguridad del Estado.

El genocidio armenio fue el primero del siglo XX, donde se asesinaron entre 1.5 y 2 millones de personas. Luego de ese “Domingo Rojo”, el pueblo armenio fue obligado a abandonar sus casas y caminar hacia el desierto sin agua ni comida, por órdenes del gobierno otomano. Quienes sobrevivieron a ese viaje fueron sometidos a torturas y vejaciones, y otros tantos fueron encerrados en campos de concentración a la espera de gases tóxicos. 

En 1948 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la “Convención Para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio” donde establece la definición de este instituto: es genocidio cualquier acto perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Sin embargo, hasta el día de hoy, Turquía niega la calificación de genocidio a los hechos sucedidos entre 1915 y 1923. Indudablemente fue un crimen que marcó un quiebre para la humanidad y que aún permanece impune.

Días como el de hoy son de reflexión, para tener presentes los hechos del pasado que evidenciaron la discriminación y la intolerancia al otro. Ante las graves situaciones de expulsión de nacionales de un país a otro, el retorno del instituto de la apatridia, hoy más que nunca hay que tener presentes estos horrores del pasado, para actuar a tiempo y poder prevenirlos. El negacionismo solo nos conduce a la impunidad y la reiteración de estos actos. El respeto ante esas diferencias debe primar, en pos del progreso y el respeto a los Derechos Humanos.