Departamento del Seguridad Internacional y Defensa
Presentación
Coordinador: Juan Alberto Rial
Secretario: Cristian Reyes
Integrantes: Julio Spota
Gonzalo Salimena
Mariano Corbino
Sebastián Do Rosario
Panorama
En el escenario estratégico militar, la guerra en Ucrania sigue llevándose los titulares. Con prácticamente un año y medio de invasión (la misma se produjo el 24 de febrero de 2022) la situación que se presenta muestra pequeños avances para las fuerzas ucranianas. La esperada contraofensiva de primavera está ofreciendo magros resultados, aunque se han hecho valoraciones positivas de los mismos. Así, el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, ha destacado desde Kiev los «buenos progresos» logrados por las fuerzas de Ucrania en su contraofensiva y ha recalcado que Washington quiere «garantizar» que las autoridades ucranianas «tienen lo que necesitan». Blinken lo afirmó en una aparición pública junto a su par ucraniano, Dimitro Kuleba, que se ha desplazado al país «para demostrar el apoyo decidido a Ucrania mientras hace frente a la agresión rusa. También el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha asegurado que el Ejército ucraniano está «ganando terreno gradualmente» frente a las tropas rusas que se encuentran desplegadas en el país desde el inicio de la invasión en febrero de 2022 y ha subrayado la importancia de la cooperación entre la Unión Europea y la Alianza Atlántica para poner fin a la guerra.
Consistentemente con ello, podemos aseverar que la solidaridad occidental con Ucrania se ha mantenido incólume, a la vez que la batería de sanciones contra Moscú se ha mantenido y, en algunos casos, intensificado. Así, a principios de este año, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich que tuviera lugar este mes de febrero el presidente de Francia, Emmanuel Macron, deslizó críticas muy fuertes a Rusia (señaló el “…fracaso de su plan militar inicial; fracaso de su “mentalidad neocolonial”; fracaso de sus previsiones ya que la guerra consiguió “la consolidación de Ucrania”, “la decisión de Finlandia y de Suecia de adherir a la OTAN” y —lo que a su juicio es “lo más dramático para el jefe del Kremlin”— “fracaso de restituir a Rusia lo que le había prometido: su autoridad en el mundo”), a la vez que sostuvo su posición (que genera mucha incomodidad entre los líderes occidentales) de encontrar espacio para la inevitable convivencia de Occidente con Rusia una vez que acabe el conflicto, y “… recomenzar el diálogo para hallar soluciones durables…” aunque, aclaró, “esta no es la hora del diálogo” ya que el diálogo depende de la decisión de Ucrania, a la vez que concluyó que “Rusia se ha convertido en una potencia de desorden mundial. Por eso no puede ni debe ganar esta guerra… La agresión rusa tiene que fracasar. No podemos permitir que recurrir a la violencia se vuelva costumbre”. Otro de los actores centrales de la Conferencia fue el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, quien aseguró a Volodomir Zelenski, el presidente ucraniano, el apoyo total de Alemania, tanto financiero como humanitario y militar, y dijo que Berlín y sus aliados respaldarán a los ucranianos “todo el tiempo que sea necesario”. “La única forma de poner punto final al dolor y los sufrimientos que infligen las fuerzas rusas, es que Ucrania gane. Necesitamos una estrategia militar para que Ucrania adquiera una ventaja decisiva en el terreno. Y una estrategia política para obtener la paz. Es el momento de redoblar nuestro apoyo militar. Cuando [Vladimir] Putin comenzó esta guerra, apostó a que nuestra determinación no duraría. Le hemos probado lo contrario, y seguiremos haciéndolo”, según ha afirmado el primer ministro británico, RishiSunak. Inclusive, cabe destacar que, a pesar de no haber participado en la conferencia, el presidente de los EE.UU., JoeBiden, visitó sorpresivamente Kiev el día 20 de febrero, donde anunció un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por cerca de 500 millones de dólares a días del aniversario de la invasión. Allí aseguró que el compromiso de EE.UU. con “la democracia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania” es inquebrantable… “Ucrania está de pie. La democracia se mantiene. Los estadounidenses están con vosotros y el mundo está con vosotros”.
Tras esa misma conferencia, la República Popular de China, que había mantenido un apoyo crítico a Moscú, ha hecho saber cuáles son los lineamientos de un posible plan de paz, que pretendía (y no lo obtuvo) materializar la reunión cumbre que no pudo lograrse durante este año[8]. Hemos sido muy críticos del rol que Beijing ha jugado en este conflicto, en una posición que calificamos de “prescindencia estratégica”[9], ya que (después de todo) es el único miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU que no se encuentra directa o indirectamente involucrada en el conflicto, y con la suficiente estatura como para hacer sentar a las partes en la Mesa de negociaciones. En su propuesta señala (acertadamente, desde nuestro punto de vista) la única senda que debe transitarse (“Cese el fuego y deje de luchar, evite que la crisis de Ucrania se agrave aún más o incluso se salga de control”, “Promover gradualmente la desescalada y el alivio de la situación y finalmente alcanzar un alto el fuego integral” y “El diálogo y la negociación son la única forma viable de resolver la crisis de Ucrania”), así como la irresponsabilidad de Occidente (“La seguridad regional no puede garantizarse fortaleciendo o incluso ampliando los bloques militares” y “Oponerse a cualquier sanción unilateral no autorizada por el consejo de seguridad de la ONU”), como la imprudencia de Ucrania (“La seguridad de un país no puede ser a expensas de la seguridad de otros países”) y la anacrónico verborragia de Moscú (“Las armas nucleares no se pueden usar y la guerra nuclear no se puede librar” y “prevenir la proliferación nuclear, evitar cualquier crisis nuclear”). Tal vez haya llegado el día en el cual China se ha puesto los pantalones largos y se decida a ocupar el rol que la historia le tiene preparado. Las próximas semanas nos dirán si esta agenda es factible o no.
También, por aquél entonces, la Asamblea General de la ONU exigió a Rusia a retirarse de Ucrania, en la resolución “Principios para una paz general, justa y duradera en Ucrania” presentada por 60 miembros de la ONU y la Unión Europea, y votada favorablemente por 142 de los integrantes, 7 en contra (Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Mali, Nicaragua, Siria y por supuesto Rusia) y 32 abstenciones (entre ellos, China, India, Pakistán, Angola, Etiopía, Argelia, Sudáfrica, Zimbabue, Bolivia, Cuba, El Salvador y otros)[10]. Más allá de lo categórico del lenguaje utilizado en la resolución adoptada, su efecto vinculante es entre nulo y escaso, no porque no haya fundamentos legales para exigir lo exigido en la misma, sino porque la AGNU no tiene competencias (a priori) para generar efectos obligatorios para un Estado miembro a través de una resolución. Podemos reiterar, como lo decíamos recientemente, que Naciones Unidas ha demostrado, una vez más, estar atada de pies y manos cuando son dos de sus miembros permanentes los que, directa o indirectamente, se encuentran frente a frente en un conflicto armado.[11] Sin embargo, esta no es la primera ni la última vez que ello sucede. Huelga recordar la ausencia de herramientas al alcance de la ONU cuando se produjo la intervención americana en Vietnam (1964), las intervenciones soviéticas en Hungría (1956) y Checoslovaquia (en 1968, tras la Primavera de Praga) y la invasión soviética a Afganistán (1979), la invasión y posterior ocupación americana a Afganistán (2001) e Irak (2001), entre numerosos ejemplos. Cuando la ONU fue creada, fue ideada para no poder tomar acción alguna contra las principales potencias de aquel entonces (1945), a la sazón, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad[1].
Un sacudón de relevancia en el desarrollo de las acciones armadas tuvo que ver con una “asonada intramuros”, cuestionando el monolítico aparato de poder de Putín en la Federación. El mundo se vio conmocionado por un suceso imprevisible (aunque todos los caminos, como se sabe, conducen a Roma): el levantamiento contra las autoridades de Moscú del ejército privado (grupo mercenario, para llamarlo por su nombre) Wagner. El día 23 de junio de 2023 todas las cámaras apuntaron hacia el frente de batalla para ver como fuerzas armadas se dirigían desde Ucrania hacia la capital de la Federación Rusa, con la paradoja de que no eran los ucranianos invadiendo a su agresor, sino parte de las tropas que combaten en su pequeño vecino occidental para dirigirse contra quien lo contrató… ¿Qué fue lo que pasó? Yevgueni Prigozhin, quien debe su ascenso y fortuna al presidente Vladímir Putin elevó su pirotecnia verbal contra el ministro de Defensa del país, Serguéi Shoigú, a un punto ¿irreversible? a través de una ofensiva con sus mercenarios lanzada desde Rostov del Don ―a 100 kilómetros de la frontera ucrania y sede del centro de mando militar del distrito sur―, con la mira puesta en llegar a la capital rusa. El mismo sábado 24, sin haber alcanzado su objetivo geográfico, Prigozhin anunciaba el cese de las operaciones, después de las febriles gestiones del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko. El jefe de Wagner se había transformado, sobre todo en los últimos 6 meses, en uno de los pocos que se atrevía a criticar la forma en la cual la invasión estaba siendo ejecutada, con la paradoja de que él era uno de los protagonistas de dicha ejecución, en la primera línea en el Donbás. Entre sus quejas se contaba desde la falta de apoyo en algunas batallas hasta el rechazo liso y llano de la necesidad y urgencia de la operación lanzada hace el 24 de febrero de 2022, a la vez que acusaba al ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, de ser su principal artífice. Tampoco ahorró ataques al jefe del Estado Mayor, el veterano Valeri Guerásimov, (algunos de ellos velados, ya que fue recurrente que se mostrara en las redes sociales posando en las trincheras, cerca del fuego enemigo, mientras los principales líderes militares no se movieron de Moscú); a la estrategia militar de los mandos rusos en el terreno, y, sobre todo, acusaciones de operar en su contra por la falta de armas y municiones para los integrantes de Wagner.
¿Cómo es posible que se tolerara durante tanto tiempo los desplantes de Prigozhin hacia el ministerio de defensa ruso? Putin instigó el ascenso de Prigozhin e ignoró las señales de advertencia sobre Wagner, la compañía militar privada bajo el control de Prigozhin. Mientras el ejército ruso luchaba en Ucrania, la estrella de Prigozhin fue en ascenso, alcanzando un punto alto cuando Wagner ocupó Bajmut para Rusia en mayo. Todo indica que el desenlace al cual se arribó en junio fue resultado de una trama oculta de meses, con un golpe de Estado en ciernes, protagonizando disputas públicas con el liderazgo de las fuerzas armadas rusas, ofreciendo críticas populistas del esfuerzo bélico y cuestionando (ello más recientemente) las justificaciones oficiales del Kremlin para la guerra que el propio Putin ha articulado. A pesar de ello, Moscú fue tomado por sorpresa cuando Prigozhin pidió a sus soldados dar inicio a la “marcha por la Justicia” y que fueran parte de una rebelión contra el Ministerio de Defensa ruso. También parece haber causas estructurales que explican la dinámica de los sucesos. Muchos analistas afirman que la forma de gobernar de Vladimir Putin se asienta en el hecho de que, deliberadamente, gestiona en medio de una caótica lucha de facciones que alienta y arbitra. Lo irónico de la trama es que el levantamiento de Prigozhin tuvo su origen en los esfuerzos de Putin por blindar su régimen. La base del poder Putin ha sido una población rusa pro-Putin (o, al menos, indiferente). Basado en ello, ha habido facciones rivales entre las élites y los servicios de seguridad, a las cuales Putin ha hecho enfrentar. La estructura ha permanecido con algo de unidad previniendo el descontento popular y marcando constantemente límites a la élite política. De allí su inclinación por rodearse de una nomenclatura que conocía desde sus días en la KGB, en la década de 1980 y sus días en el gobierno de San Petersburgo en la década de 1990. Este grupo le era leal en la medida que alcanzara cuotas de poder y riqueza, con Putin al frente de ellos. El riesgo para el presidente ruso estaba en quienes habían arribado a los servicios de seguridad y al ejército por méritos propios. Todos ellos deberían ser supervisados y controlados a través “dimes y diretes” constantes, convirtiéndose ellos en la rutina del Kremlin. Con la invasión, ello no cambió. Los líderes militares entraban y salían de escena, en parte porque la guerra no evolucionaba de acuerdo a lo planificado, pero también para evitar que algún general de las fuerzas armadas se destacara tanto como para contar con capital suficiente para desafiarlo.
Quizás por ello Putin enfrentó a Wagner con el Ministerio de Defensa ruso, en una arriesgada apuesta para ver quién rendía mejor durante el conflicto e imponiendo controles al poder del ejército y del ministro de defensa. Los resultados obtenidos por Wagner condicionaron, y mucho, al ejército ruso. Por encima de ese escenario, Putin movía de a una las piezas de su ajedrez personal, hasta que alguien llegó y pateó el tablero. Sin embargo, en esta ocasión, ese caos puede haber dejado huellas indelebles en el futuro (en el mediano plazo) de Vladimir Putin frente a la Federación Rusa e, inclusive, al lugar de Rusia en el tablero internacional. Veamos…
Putin lleva 23 años gobernando en Moscú con puño de hierro. Este levantamiento es la primera insubordinación grave que sufre durante su mandato, el primer intento de golpe de Estado en Rusia tras 30 años y, uno se pregunta, si será el último.
Durante el sábado 24 de junio, las autoridades rusas elevaron el nivel de alerta en Moscú hasta el de “operaciones antiterroristas” que prevé cierre de rutas, la posibilidad de espiar las telecomunicaciones y restricciones en la libertad ambulatoria. La primera reacción de Putin fue la de destilar su “bronca” con un furibundo discurso de 5 minutos, transmitido por los canales públicos, en el cual calificó como una traición personal al levantamiento de Prigozhin. Sin nombrarlo (aunque sí a Wagner), el presidente ruso cargó contra el jefe de los mercenarios, a quien acusó de traición, de “apuñalar por la espalda” al pueblo ruso, a la vez que prometía aplastar el golpe “Nuestra reacción será contundente”. Comparó la sublevación con la revolución de 1917 que destruyó el imperio ruso, “cuando el país estaba librando la I Guerra Mundial pero le robaron la victoria”, declaró. “No permitiremos que esto se repita. Defenderemos a nuestro pueblo y nuestro Estado contra todas las amenazas, incluida la traición interna. Las ambiciones desenfrenadas y los intereses personales han provocado la traición a nuestro país y a nuestro pueblo… Cualquier conflicto interno será una amenaza mortal para nuestro Estado, para nosotros como nación. Nuestras acciones para defender la patria contra este peligro serán contundentes.” Por último, manifestó que las fuerzas de seguridad contaban con órdenes de contrarrestar el golpe y de recuperar el control de la ciudad de Rostov del Don.
Todo esto deja un enorme interrogante sobre el futuro de Putin y de la estabilidad política interna de la Federación. El 17 de marzo de 2024 se producirá la primera vuelta en las elecciones presidenciales rusas, y sí Putin no tuviera para ofrecerle al pueblo ruso una victoria en Ucrania, y un contexto interno libre de sobresaltos a las élites políticas y económicas, es más que dudoso que se le renovara la confianza (salvo que se recurriera a amañar groseramente las elecciones, lo que no sería una novedad en la potencia euroasiática). Podemos concluir este apartado con el análisis de Tatiana Stanovaya: “Este amotinamiento fue tan impactante que a muchos les pareció que el régimen estuvo a punto de colapsar, lo que socava significativamente la capacidad de Putin para asegurar el control a ojos de la clase política”[2].
Sin embargo, más allá de los discursos del presidente ruso, cargados de resentimiento contra su antiguo protegido, quien a la postre lo había traicionado, el golpe de efecto para restituir la autoridad mancillada fue muy acorde a la historia rusa: el 23 de agosto se precipitaba a tierra el avión en el cual Prigozhin y toda la cúpula del grupo Wagner volaba desde Moscú a San Petersburgo. Se especula sobre si fue una bomba en el interior de la aeronave la que produjo el accidente, o si fue derribada por un misil. Lo que nadie se pregunta es quién decidió terminar con la vida de sus tripulantes. Se le atribuye a Putin la recurrencia de la frase: “Puedo perdonar cualquier cosa, menos la traición”. Había dejado claro que ese levantamiento era una traición: todo indica que ayer fue el momento de demostrar que él no perdonó. Los actuales disidentes y el mundo entero han escuchado su mensaje. Fuerte y claro[3].
Hay que acentuar la paradoja de que uno de los objetivos perseguidos por Moscú en su “Operación Militar Especial” en Ucrania era evitar que la OTAN se hiciera fuerte en su vecino Occidental, pero ha sido consecuencia directa de ella una Alianza más amplia, fuerte, con una renovada vitalidad, con un futuro del cual se dudaba hace unos años[4] y con una fuerte solidaridad de sus Estados miembros en torno a un objetivo compartido. Tan así es que la organización es más amplia ahora mismo que antes de la invasión: Finlandia (país con el cual Rusia comparte 1.340 kms. de fronteras) se convirtió en el 31er. miembro el 4 de abril[5] y el 10 de julio, previo al inicio de la cumbre de Vilna (Lituania)[6], el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan estrechó la mano del primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, ante la atenta mirada del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg (imagen que dio vuelta el mundo) oficializando que Ankara retiraba las objeciones preexistentes a Estocolmo, allanando el camino para el ingreso del socio número 32[7].
Es una verdad de Perogrullo entender que, en la última Cumbre de la OTAN, Rusia y las consecuencias de la agresión de Moscú contra Kiev son, en lo inmediato, las principales preocupaciones de la OTAN (de hecho, Rusia aparece mencionada 65 veces en la Declaración de Vilna, en tanto Ucrania lo hace 45) aunque no hay que perder de vista la preocupación más importante que tiene Washington en su horizonte: la República Popular de China. Beijing aparece nombrada 16 veces en la Declaración (Suecia, el inminente nuevo miembro, no aparece ni siquiera una). En tal caso, hablamos de la película que se convertirá en el “Gran Tanque” (y no solo de Hollywood) en este siglo. Algunos de los coprotagonistas de ella se han convertido en invitados recurrentes a estas cumbres. Hablamos de los “cuasi aliados” de la OTAN, los socios imprescindibles de los Estados Unidos en el Pacífico: Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda[8] hacen parte de estas citas, en consideración de que ya son necesarios en los esfuerzos de contención al Imperio del Centro en un escenario en permanente ebullición, como lo es el del Pacífico.
Al respecto, en la Declaración de Vilna[9] la OTAN ha manifestado que las ambiciones y políticas coercitivas del Imperio del Centro amenaza sus intereses, seguridad y valores, y a pesar de permanecer abierta a compromisos constructivos, la Alianza continúa siendo confrontada por ciberamenazas, y también espaciales, híbridas y otras asimétricas, así como por el malicioso uso de la emergencia de tecnología disruptivas. En tal sentido (señala en otro párrafo) Beijing usa un amplio rango de herramientas políticas, económicas y militares para incrementar su huella global y proyectar poder, mientras oculta su estrategia, intenciones y crecimiento militar. China se encontraría embarcada en operaciones híbridas y cibernéticas maliciosas, y con su retórica confrontativa y desinformativa, tiene a la Alianza como objetivo, dañando su seguridad. La República Popular busca el control de tecnología clave, de sectores industriales y de infraestructura crítica, materiales estratégicos y cadenas de suministros. Haría uso de su peso específico, en materia económica, para crear dependencia estratégica y profundizar su influencia. Por otro lado, se verifica una búsqueda por subvertir el orden internacional basado en normas, incluso en los ámbitos espacial, cibernético y marítimo.
La Alianza toma nota de la profundización de la asociación estratégica entre Beijing y Moscú, y sus intentos de reforzarse mutuamente, con el objetivo de socavar el orden internacional basado en normas, yendo por ello en contra de los valores e intereses de Bruselas. Es por ello que hacen un llamamiento a la RPCh. para que desempeñe un papel constructivo como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y condene la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, se abstenga de apoyar el esfuerzo de guerra de Rusia de cualquier manera, abandone la falsa narrativa de la Federación que culpa a Kiev y a la OTAN por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, y adhiera a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, a la vez que le pide que actúe de manera responsable y se abstenga de proporcionar cualquier ayuda letal a Rusia (las negritas son propias).
Por último, se señala que Beijing está expandiendo y diversificando rápidamente su arsenal nuclear con más ojivas y un mayor número de sistemas de vectores sofisticados para establecer una tríada nuclear, en tanto no muestra transparencia al respecto ni hace esfuerzos de buena fe para lograr el control de armas nucleares o la reducción de riesgos. Por ello, la Alianza se opone a cualquier intento de producir o apoyar la producción de plutonio para programas militares bajo la apariencia de programas civiles, que socave los objetivos del TNP, a la vez que se opone a cualquier intento de producir o apoyar la producción de plutonio para programas militares.
Se ve que, paulatinamente, Bruselas abandona (al menos, como principales) las ideas de gestión de crisis y resolución de conflictos, y se embarca de manera decidida al que fuera su objetivo inicial, el de la disuasión. Quizás, lentamente, comienza a virar su proa dirigiéndose a disuadir al Gigante de Oriente.
Para que la disuasión sea posible (aunque entendemos que el Imperio del Centro no tiene intenciones de plantearle un desafío a Occidente en la dimensión estratégico militar, sino en la económica[10]) es importante que Occidente no pierda de vista que una derrota aplastante a Rusia en Ucrania (el horizonte de corto plazo) puede fortalecer la posición de China (el horizonte de mediano plazo), haciendo más dificultosa la posibilidad de disuadirla, al entregarle en bandeja de plata a un socio (vasallo) imprescindible para su crecimiento, al ser su proveedor natural de insumos energéticos.
Por nuestras tierras, Latinoamérica (aun con sus bemoles) se encuentre en recuperación[11] (salvedad hecha a la eterna crisis argentina) tras los duros golpes propinados por el parate económico que la Pandemia trajera, potenciada por el aumento de los commodities alimenticios y energéticos causados por la invasión rusa a Crimea. Dividida por las posiciones diversas frente a la situación ucraniana, se encuentra en la búsqueda del liderazgo que ni México (demasiado cercano en los hechos a Washington[12], aunque alejado en lo meramente discursivo) ni Argentina (demasiado vulnerable e irrelevante ante el contexto internacional, devorada por las vicisitudes domésticas y una errática política exterior[13]) ni Chile (alejado de las autocracias de la región, Venezuela, Nicaragua y Cuba[14], protegidas por la “progresía” autóctona) han podido o no han querido ejercer. Así, la asunción para el tercer período presidencial de Luis Inacio “Lula” Da Silva ha permitido a la región recuperar su voz en el escenario global. Aunque sus posiciones no han dejado de resultar controversiales (se ha mostrado remiso a condenar a Rusia como agresor, ha insistido en poner a Moscú y a Kiev en el mismo nivel, no ha pedido el retiro de la Federación del suelo ucraniano a la hora de dialogar y ha sido crítico del rol que Occidente juega en el conflicto[15]) lo cierto es que Brasilia ha vuelto a colocar a una voz latinoamericana en los foros de discusión global.
Por otro lado, la ciudadanía de nuestra región sigue envuelta en una espiralización de violencia urbana que hace de países otrora seguros, ámbitos donde el aumento de las muertes dolosas coloca a nuestras ciudades entre las más peligrosas del mundo. Así, al ver los ránkings elaborados por el Grupo del Banco Mundial[16] y diferentes foros enfocados en la temática[17], caemos en la cuenta de lo falaz de la aseveración de que América Latina es la región más pacífica del mundo ya que, a pesar de no enfrentar conflictos armados convencionales, es más probable ser asesinado en Río de Janeiro, San Pedro Sula o Ciudad Juárez que en Kabul, Kiev o Bassora.
Este año, fruto de tal flagelo, Ecuador quedó en el centro de la escena, ante los sangrientos motines que tuvieron lugar en las instituciones penitenciarias, debido al enfrentamiento de detenidos de diferentes carteles de narcos, que se saldara con cerca de 400 muertos hasta la primera mitad del 2023[18] y ante el ejercicio de la violencia política, con el asesinato de funcionarios y candidatos[19], en un contexto de sostenido y marcado deterioro de la situación doméstica de Ecuador[20], por la “desgracia” de contar con el puerto de Guayaquil, salida directa de América del Sur al Pacífico y encontrarse encorsetada entre los dos principales de cocaína a nivel mundial, Perú y Colombia[21] lo cual se suma a la capilaridad de la institucionalidad estatal a la corrupción que el Crimen Organizado Trasnacional ofrece, ha convertido a Ecuador en una ventana al futuro para los países de la región de lo que puede suceder si se deja desembarcar a los carteles de la droga en tierra propia[22]. Claro llamado de atención para la sociedad argentina, y la urgencia que implica el abordaje y la solución de la temática que se vive en Rosario (pcia. de Santa Fé) y gran parte del Conurbano.
En el cierre aprovechamos la oportunidad para informar que en esta sección acompañaremos la presentación hecha por el Dr. Gonzalo Salimena, Secretario del Observatorio de Terrorismo del Departamento de Seguridad Internacional y Defensa, y la que nos hiciera llegar el Mag. Mariano Corbino, Secretario del Observatorio de Prevención de Lavado de Activos y Compliance, también del Departamento.
Espero que esta sección sea de su utilidad.
¡Hasta el año próximo!
Juan Alberto Rial
Coordinador
Actividades
En el seno del Departamento se encuentra en ejecución el Proyecto J173, titulado “La Evolución de la agenda de Seguridad Internacional durante los primeros 25 años del siglo XXI: Perspectiva y prospectiva para América Latina y el mundo”, acreditado por la Universidad Nacional de La Plata en el Programa de Incentivos, dirigido por el Coordinador del Departamento e integrado por miembros del Departamento.
En el XI Congreso de Relaciones Internacionales, realizado en el Instituto de Relaciones Internacionales, el Departamento coordinó el área específica del Congreso que caía bajo su incumbencia y organizó la mesa central del espacio, “El rol de la Defensa Nacional en la configuración de la Política Exterior contemporánea”, desarrollado el 9 de noviembre de 2022,durante el cual disertaron Juan Alberto Rial, Cristian Reyes y Julio Spota, integrantes del Departamento.
Publicaciones
Boletín 53, 2 de mayo de 2023
Boletín 52, 28 de febrero de 2023
Boletín 51, 22 de diciembre de 2022
Boletín 50, 3 de noviembre de 2022
Boletín 49, 5 de septiembre de 2022
Boletín 48, 13 de julio de 2022
[1]Ver Continuando con la reflexión sobre la agenda de la Conferencia de Seguridad de Múnich y la centralidad del aniversario de la invasión a Ucrania – Instituto de Relaciones Internacionales (iri.edu.ar)
[2]Ver http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/155726/Documento_completo.pdf-PDFA.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[3]Ver Ascenso y caída de ‘el Chef de Putin’ | Perfil
[4] Ver RIAL, J.A., Sobre la última cumbre de la OTAN
[5] Ver La OTAN incorporó a Finlandia como su miembro número 31 – Infobae
[6] La 74° Cumbre cerró el 11 de julio de 2023.
[7] Ver https://www.iri.edu.ar/index.php/2023/07/31/algunas-conclusiones-respecto-a-la-cumbre-de-la-otan-en-vilna/
[8] Ver La otra Cumbre de la OTAN con los cuatro países del Asia-Pacífico (abc.es)
[9] Ver https://www.nato.int/cps/en/natolive/official_texts_217320.htm?selectedLocale=en
[10] Ver RIAL, J.A., La gestión de la fuerza en la actual transición intersistémica hacia un nuevo Orden Internacional.
[11]Ver América Latina enfrenta un crecimiento más lento e inflación alta en medio de tensiones sociales (imf.org)
[12] Ver https://elpais.com/internacional/2022-07-11/lopez-obrador-visita-a-biden-con-el-drama-migrante-como-telon-de-fondo.html y https://www.latimes.com/espanol/mexico/articulo/2020-07-07/lopez-obrador-viaja-a-washington-para-encontrarse-con-trump-en-medio-de-las-criticas
[13]Ver Argentina ofrece a Rusia ser «puerta de entrada» a Latam – DW – 03/02/2022
[14]Ver Boric denunció un doble estándar en los gobiernos de izquierda que no condenan la violación de DDHH en Venezuela o Nicaragua – Infobae
[15]Ver https://www.clarin.com/mundo/ucrania-arremete-lula-da-silva-posicion-guerra_0_KuCQibbPCt.html y https://www.infobae.com/america/mundo/2023/08/30/zelensky-critico-la-posicion-de-lula-y-rechazo-las-soluciones-de-paz-que-kiev-ceda-territorio/
[16] Ver Homicidios intencionales (por cada 100.000 habitantes) | Data (bancomundial.org)
[17]Ver El preocupante lugar de México, Brasil y EE.UU. en el ranking de las ciudades más violentas del mundo – LA NACION y Este es el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo (jpmas.com.ni)
[18]Ver Motines en las cárceles de Ecuador: presos de seis penitenciarías mantienen secuestrados a 57 guardias y policías – Infobae
[19]Ver La violencia narco toma Ecuador: quiénes fueron los políticos, funcionarios y periodistas víctimas en el último año – Infobae
[20] Ver https://elpais.com/internacional/2023-07-10/la-inseguridad-en-ecuador-escala-a-niveles-historicos-y-se-impone-como-prioridad-del-proximo-gobierno.html#:~:text=Ese%20a%C3%B1o%20la%20tasa%20de,m%C3%A1s%20violento%20de%20la%20regi%C3%B3n.
[21]Ver Gráfico: Colombia, Perú y Bolivia produjeron más de 2.000 toneladas de cocaína en 2021 | Statista
[22]Ver Estos son los principales grupos criminales en Ecuador (cnn.com) y Los narcos ecuatorianos, dos fuertes bandas en crecimiento con nexos internacionales – LA NACION