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Grandes poderes en Asia Central: El caso de la Federación de Rusia, la República Popular de China y las ex repúblicas soviéticas por Melina Torús

Departamento de Eurasia

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Grandes poderes en Asia Central: El caso de la Federación de Rusia, la República Popular de China y las ex repúblicas soviéticas

Melina Torús

La región euroasiática es uno de los escenarios más importantes en el juego global.  Vastos recursos se encuentran allí, así como grandes poderes como la República Popular de China y Rusia, y poderes regionales y en ascenso como India, Pakistán, Irán y Turquía no solo forman parte de la región geográficamente, sino que mantienen intereses e influencia.

Asia Central se encuentra en el corazón de la región euroasiática y comparte vínculos históricos y culturales con los diferentes actores de la zona. En general, cuando hablamos de Asia Central nos referimos a las cinco ex repúblicas soviéticas: Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kirguistán. Su ubicación geográfica es un factor clave dado que sirve de puente para conectar Asia con Europa.

En el presente trabajo abordaremos dos aspectos centrales de la realidad de Asia Central, por un lado, las cuestiones de seguridad y por otro las económicas a la luz de dos grandes potencias: China y Rusia. Asimismo, se explorarán las principales herramientas de estos actores para asegurar su presencia en la región.

¿El nuevo gran juego?

Asia Central ha estado en la mente de los teóricos desde hace siglos. Una de las teorías más conocidas de la geopolítica en este aspecto es la del Heartland de Mackinder. Este concepto, fue elaborado a lo largo de tres obras, la primera de ellas The Geographycal Pivot of History publicada en el año 1904, seguida por el libro Democratic Ideals and Reality de 1919 y The Round World and the Winning of the Peace publicado en 1943. Si bien, el pensamiento central de Mackinder no varía a lo largo de sus obras, lo que varía es la región la cual él considera que conforma el Heartland.

En un principio, utilizaba el término de “área pivote” o “Estado pivote” para referirse a Eurasia, especialmente a la unión entre Rusia y Alemania. Esta región es la parte norte e interior de Eurasia. Se extiende desde la costa del Ártico hacia los desiertos centrales y tiene sus límites occidentales en el istmo entre los Mares Báltico y Negro (Mackinder H. J., 1943).

El primer Heartland de Mackinder, llamado área pivote, se extiende desde los bosques de Siberia, rodeado de desiertos y estepas semiáridas de la región de Turquestán[1] (Cohen, 2015). En el libro Democratic Ideals and Reality define la región del Heartland como aquella ubicada entre Siberia y las costas de Beluchistán y Persia, inaccesibles a la navegación desde el océano, extendiendo su frontera este hacia el Báltico y el Mar Negro (Mackinder H. , 1919). En esta obra se hizo popular la frase “Quien domina Europa del este, domina el heartland y quien controla el heartland, domina la Isla Mundo y quien comanda esta última, domina el mundo”. Asimismo, se concebía al mundo como un sistema cerrado, en el cual un cambio altera el balance del sistema (Cohen, 2015). Si bien el autor hace una división del globo en regiones como el Manto de Vacancias, las Monsoon Lands, entre otras, el pensamiento de Mackinder se centra en esta zona que llama Heartland. La región que cubre varía a lo largo de sus tres escritos, pero las variables por las cuales esta ubicación es estratégica son las mismas. En primer lugar, sostiene que tiene una gran profundidad defensiva, es altamente inaccesible en el norte, oeste y sur, por otra parte, si bien no tiene costas a los grandes océanos, posee una buena conexión de ríos interiores que se comunican con los océanos y mares (Mackinder H. J., 1943).

Otro término por el cual también se la reconoce a la región es por el Great Game o el Gran Juego. Este término fue popularizado por la novela de Rudyard Kipling, Kim, donde se refería a la competencia del siglo XIX entre los imperios ruso y británico por el control de Asia Central. En este Gran Juego, los oficiales británicos percibían que la expansión del imperio ruso hacia el Cáucaso y Asia Central, como una amenaza al territorio colonial de India, en especial en el norte. En respuesta a esto, Londres formuló una estrategia para resistir la influencia rusa, la cual incluía la disputa de zonas fronterizas, el acercamiento a gobernantes locales y el despliegue de redes de inteligencia. Una de las consecuencias directas de este Gran Juego fue el inicio de la Primera Guerra Anglo-Afgana en 1838, en un intento de convertir a Afganistán en un Buffer State amistoso, que culminó con la derrota británica. Años más tarde, en 1878 las tropas británicas volverían al suelo afgano en respuesta de la anexión de los kanatos de Kokand y Bujará (Cooley, Great Games, Local Rules: The New Great Power Contest in Central Asia, 2012).

El nuevo Gran Juego de este siglo involucraría a actores antiguos y nuevos, en el territorio que comprende a las ex repúblicas soviéticas de Asia Central: Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán (Cooley, Great Games, Local Rules: The New Great Power Contest in Central Asia, 2012). En la región podemos identificar diferentes tipos de actores. El primer tipo de actor son los regionales que comprende a Rusia, China, Irán, Afganistán, Pakistán y Turquía (Qamar & Sumera, 2014). Dentro de estos, a su vez podemos identificar aquellos de primer orden como Rusia y China y aquellos con alcance regional como Irán, Afganistán, Pakistán y Turquía. Por otra parte, también se encuentran actores trans regionales como Estados Unidos y por último se encuentran aquellos Estados de Asia Central: Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán (Qamar & Sumera, 2014).

En este resurgimiento del Gran Juego, cada uno de los diferentes actores de la región posee sus propios intereses que varían entre lo geoeconómico, lo geopolítico y la seguridad. En el presente artículo abordaremos estas cuestiones en relación a la República Popular de China y la Federación de Rusia.

El tablero: Asia Central

Asia Central ha sido una región altamente relevante a lo largo de los siglos. En el antiguo Gran Juego del siglo XIX era testigo de los intentos de los imperios por expandirse y tratando de conquistar territorios a manos de gobernantes locales. Sin embargo, el contexto y la realidad del Gran Juego del Siglo XXI dista de ser el mismo. En el nuevo contexto, los grandes poderes intentan influenciar a los Estados de la región a su favor en un contexto de creciente multipolaridad y complejidad. Nuevas instituciones y prácticas han florecido en la región como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) (Cooley, Great Games, Local Rules: The New Great Power Contest in Central Asia, 2012) liderada por Rusia y China.

Durante muchas décadas la región estuvo bajo el dominio y la influencia de Rusia. Cuando cae la Unión Soviética, los nuevos Estados independizados se encontraron con la oportunidad de abrir el abanico de actores con los que podían relacionarse. Un ejemplo de ello es que, en 1991, Turkmenistán abre su mercado energético a compañías occidentales (Qamar & Sumera, 2014).

A partir de este suceso, podemos entrever una primera etapa del nuevo gran juego que consta en la rivalidad de las empresas energéticas para obtener los derechos de explotación de las reservas de gas y petróleo de Asia Central, así como de los gasoductos y oleoductos. Un primer choque se dio en Turkmenistán entre la estadounidense UNOCAL y la argentina BRIDAS. Esta última fue la primera empresa en invertir en el sector energético de Turkmenistán y propuso la construcción de tuberías para la exportación del gas y petróleo turcomano. El recorrido se extendería por los territorios de Turkmenistán, Afganistán y Pakistán. Asimismo, UNOCAL propuso la construcción de un gasoducto entre Turkmenistán y Pakistán sin la colaboración de BRIDAS. El cambio en el escenario se llevó a cabo cuando los Talibanes tomaron Kabul. Sin embargo, en 1998 la guerra civil se desató en Afganistán y Estados Unidos retiró su apoyo a los talibanes y canceló sus planes de establecer el gasoducto. El final de la primera etapa del nuevo gran juego se lleva adelante por dos motivos: la guerra civil en Afganistán y los esfuerzos de Estados Unidos por capturar a Osama bin Laden (Qamar & Sumera, 2014).

Una segunda etapa emerge con la Guerra contra el Terrorismo impulsada por George W. Bush tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Asia Central ocupó un rol clave tanto operacionalmente, así como en la lucha contra el crimen organizado (trafico de humanos, drogas y narcóticos) así como contra el terrorismo y la radicalización religiosa (Qamar & Sumera, 2014). El principal interés de Estados Unidos en la región fue motivado por la necesidad de estabilizar regiones adyacentes, en este caso Afganistán. Asia Central proveyó bases militares, apoyo logístico en tareas como el aprovisionamiento de combustible y suministros y cooperación fronteriza en la Operación Libertad Duradera (Operation Enduring Freedom) (Cooley, Great Games, Local Rules: The New Great Power Contest in Central Asia, 2012).

Proponemos una tercera fase la cual está marcada por dos eventos: por un lado, la retirada de Estados Unidos de Afganistán y la guerra en Ucrania (2022). Como consecuencia de estos sucesos se llevó adelante una aceleración y profundización de los procesos dentro de la dinámica Euroasiática y, por lo tanto, de Asia Central. Esta nueva realidad está marcada por: el liderazgo de Rusia y China en Asia Central, la profundización del giro hacia el este de Rusia, un mayor énfasis en las instituciones regionales como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y la Unión Económica Euroasiática, la expansión de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) y el mayor desarrollo de redes de conectividad y comercio dentro de Asia Central con Europa y el resto de Asia, así como la incorporación de la BRI a las principales organizaciones internacionales euroasiáticas.

La retirada estadounidense de Afganistán que comenzó a principios del 2020 y culminó en agosto de 2021 significó la culminación de la presencia militar estadounidense en Asia Central. Las bases que habían sido utilizadas al principio de los 2000 para servir de apoyo a la Guerra contra el Terrorismo, fueron paulatinamente quedando en desuso. La última de ellas fue la ubicada en Kirguistán en 2014.

Por otra parte, la Guerra en Ucrania y el endurecimiento e imposición de nuevas sanciones por parte de occidente tuvieron como consecuencia la aceleración del giro hacia el este o povorot na Vostok, en el cual se prioriza la orientación hacia el pacífico y según los Conceptos de Política Exterior de 2013 y 2016, el potencial y el poder global se encuentran en una creciente descentralización y desplazamiento hacia Asia y el Pacífico (Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, 2016). Asimismo,

Es por lo tanto que nuestro análisis de las dinámicas actuales de Asia Central se centrará en dos aspectos: por un lado el geoeconómico y por el otro el geopolítico y de seguridad.

China

La importancia de Asia Central para China es histórica. La antigua Ruta de la Seda de los siglos II – XV transitaba en gran parte por estos territorios, sin embargo, dada la realidad de Asia Central en buena parte del siglo XX, el acercamiento de China no ocurriría hasta después de la caída de la Unión Soviética. Además de su posición geográfica, China poseía dos intereses concretos por un lado económicos y por otro de seguridad. Respecto al primero, Beijing estaba interesada en los recursos energéticos de la región, específicamente el gas y el petróleo (Liao, 2019). Por otra parte, los intereses en materia de seguridad estaban relacionados a la estabilidad regional, en particular la provincia de Xinjiang, al noroeste de China en la frontera con Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán. Respecto a esto, su principal preocupación ha sido las actividades de los movimientos Uigures, vistos como una amenaza a su integridad territorial, es por tanto que ha mejorado la infraestructura de la región circundante para promover el desarrollo económico regional que considera clave para garantizar la estabilidad política futura (Cooley, Great Games, Local Rules: The New Great Power Contest in Central Asia, 2012).

China ha establecido relaciones particulares con cada uno de los Estados de Asia Central. Por ejemplo, en Kirguistán se han establecido rutas de transporte y un centro de reexportación para el resto de la región, en Tayikistán, China se ha enfocado en la reconstrucción de la transmisión y distribución de las redes eléctricas a través de los enlaces por carretera. En Kazajstán y Turkmenistán, los mayores productores de hidrocarburos de la región, se llevaron a cabo asociaciones para el desarrollo de nuevas tuberías para proveer de gas y petróleo al mercado chino (Cooley, Great Games, Local Rules: The New Great Power Contest in Central Asia, 2012).

Tras la caída de la Unión Soviética surgieron una serie de desafíos para China, el primero de ellos fueron las fronteras inestables. China comparte más de 3 mil kilómetros de fronteras con tres de los cinco Estados de Asia Central, de las cuales la más extensa es con Kazajstán. Por lo que la delimitación fronteriza era una de las prioridades para Beijing (Liao, 2019). Tal es así que un antecedente directo de la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái es la firma del Tratado sobre la Profundización de la Confianza Militar en las Regiones Fronterizas en 1996 dando origen a los Cinco de Shanghái[2] que posteriormente, junto a Uzbekistán crearían la OCS en 2001.

Por otra parte, los lazos étnicos de Asia Central con las minorías de la provincia de Xinjiang, sumado a la resurgencia islámica y del pantrquismo nacionalista era considerado una amenaza a la unificación nacional de China. A principios de los 90 hubo un resurgimiento de los movimientos nacionalistas en especial de los Uigurs, el Movimiento por la Independencia del Turquestán Oriental. Por último, debía construir lazos con las nuevas naciones de Asia Central luego de un distanciamiento en su época soviética (Liao, 2019).

Podemos establecer tres objetivos concretos de la política exterior de China hacia los Estados de Asia Central en los primeros diez años desde la disolución de la Unión Soviética. En primer lugar, garantizar y reforzar la seguridad nacional y la estabilidad regional, en segundo lugar, el desarrollo de lazos económicos y políticos para mejorar las relaciones con los Estados de Asia Central e impulsar el desarrollo económico para asegurar la estabilidad regional y, por último, asegurar el control del gas y petróleo regional para reforzar su seguridad energética. La mejora de las relaciones se vio reflejado en la firma del Tratado de Buena Vecindad, Cooperación y Amistad en 2001 (Indeo, 2010).

Una de las políticas más importantes llevadas a cabo desde China hacia la región es sin dudas la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI por sus siglas en inglés). Esta política fue anunciada en 2013 por el Presidente, Xi Jinping en Kazajstán y busca conectar a China con el sudeste asiático, el sur de Asia, Asia Central, Rusia y Europa por tierra, y una Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI que conecta las regiones costeras de China con el sudeste y el sur de Asia, el Pacífico Sur, Oriente Medio y África Oriental, hasta llegar a Europa. Asimismo, identifica cinco grandes prioridades: la coordinación de políticas, conectividad de infraestructuras, comercio sin trabas, integración financiera y conectividad de las personas (Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, 2023). Incluye la realización de proyectos de infraestructura como carreteras, vías férreas, tuberías, parques industriales y zonas económicas especiales. En este marco, los cinco Estados de Asia Central tienen un relevante rol geográfico (Vakulchuk & Overland, 2019).

Para llevar a cabo la adhesión de estos Estados a la BRI, China tuvo que trabajar en las percepciones de Asia Central. Por lo general, las elites políticas y económicas de la región tienden a ser favorables a la inversión y aumento de influencia china, sin embargo, la mayoría de la población es escéptica sobre esto. Existen varias causas que pueden explicar este comportamiento. Por un lado, durante la era soviética, China era presentada como una amenaza, en segundo lugar, no poseen información suficiente sobre la BRI, lo cual remarca la primera hipótesis, en tercer lugar, el flujo migratorio chino es una fuente de preocupación para la población de Asia Central y en último lugar, la religión es relevante para los Estados de la región, la población musulmana ve con preocupación las políticas de Beijing hacia la zona de Xinjiang (Vakulchuk & Overland, 2019).

Las principales fuentes de financiamiento de la BRI son la New Silk Road Fund y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB) (Cooley, 2015). De este último, son miembros Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Existen varios proyectos del banco en la región, por ejemplo, Kazajstán posee dos que ascienden al valor de USD 796 millones destinados a la creación de una central eólica y resiliencia económica post covid-19. Por su parte, el banco aprobó un préstamo soberano de USD 50 millones de apoyo de emergencia para el sector privado y financiero. Tayikistán también posee dos proyectos que ascienden a los USD 87 millones destinados a los sectores de energía y transporte. Quien posee la mayor cantidad de proyectos en la región es Uzbekistán, con un total de trece y un monto de USD 2,5 miles de millones, destinado a los sectores de energía (4), resiliencia económica (2), transporte (3), Agua (2), desarrollo urbano y rural (2), salud pública (1) (Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, 2023).

En relación con este punto, China es la principal fuente de crédito en la región. Su participación en la deuda externa de Kirguistán y Tayikistán en 2020 fue del 45 y 52 por ciento, respectivamente, el equivalente a más del 20 por ciento de su PIB. Sin embargo, la deuda de Kirguistán y Tayikistán con China se ha estabilizado en los últimos años e incluso ha comenzado a disminuir. Kirguistán y Tayikistán dependen especialmente de la deuda externa; dichas obligaciones constituyen el 77 y el 86 por ciento de su deuda total, respectivamente. La situación es diferente en los países ricos en recursos naturales. Los préstamos de China representan el 16-17 por ciento del PBI de Turkmenistán y Uzbekistán. En comparación, la cifra de Kazajstán es la más baja con un 6,5 por ciento (Otorbaev, 2022).

En los últimos años, el gobierno de Uzbekistán también ha comenzado a atraer préstamos externos. Según su Banco Central, la deuda externa total del país al 1 de julio de 2020 alcanzó los $27.600 millones, y en comparación con principios de 2020, el volumen aumentó 12,7 por ciento. Turkmenistán actualmente se abstiene de atraer préstamos externos, excepto los chinos. A diferencia de Kirguistán y Tayikistán, Kazajstán atrae principalmente financiación de inversores privados en los mercados extranjeros. Sus principales inversores son Estados Unidos, Rusia, Suiza y China (Otorbaev, 2022).

El comercio bilateral ha visto un incremento en los últimos años. En 2021 el total del intercambio entre China y Asia Central ascendió a los USD 49, 9 mil millones. El principal socio regional de China es Kazajstán con el cual el comercio ascendió a los USD 25 mil millones (Administración General de Aduanas de la República Popular de China, 2023).  Respecto a la posesión de los recursos se centran en su mayoría en Kazajstán y Turkmenistán. El primero posee alrededor de 30 mil millones de barriles de petróleo (2020) mientras que Turkmenistán posee 13,6 billones de metros cúbicos de gas (2020. En comparación, Rusia posee 37,4 billones de metros cúbicos de gas, es decir 20% del total global, y 107 mil millones de barriles de petróleo, el 14,8% (British Petroleum, 2021).

China continuó con el desarrollo del sector energético de Asia Central, especialmente en el sector gasífero. La empresa estatal China National Petroleum Corporation (CNPC) tiene gran presencia en Asia Central. Una de las rutas más importantes es la tubería China-Asia Central que se origina en Turkmenistán, transita por Uzbekistán y Kazajstán hasta China y consta de las líneas A, B y C, una cuarta se encuentra en construcción (D). La particularidad de la línea en construcción es que pasará por Kirguistán y Tayikistán (Cooley, 2015).

Rusia

Rusia ha sido el poder predominante en Asia Central, habiendo incorporado a la región durante el zarismo y posteriormente, con la caída del Imperio Ruso, los territorios se integraron a la Unión Soviética (Krapohl & Vasileva-Dienes, 2019). Posterior a la disolución de la URSS y el surgimiento de las nuevas repúblicas independientes el interés ruso por la región no declinó.

La implosión de la Unión Soviética, además de sus grandes implicancias geopolíticas, significó un reordenamiento de las prioridades de la Federación de Rusia. Si bien se debió prestar más atención hacia la situación interna, tanto económica como política, la situación externa pasó a centrarse en el vecindario inmediato. Podemos identificar dos variantes en la política exterior de Rusia posterior a la disolución de la URSS. Por un lado, aquella llamada occidentalista, usualmente relacionada con aquella llevada adelante por el ex Ministro de Relaciones Exteriores de Yeltsin, Andréi Kozyrev, a quien también se lo conoce por la doctrina que lleva su nombre. En la misma, se establece que las prioridades para Rusia eran establecer relaciones en el vecindario inmediato, es decir las nuevas repúblicas que formaron parte de la URSS, apaciguar los conflictos en la periferia y mantener un nuevo tipo de relaciones con occidente considerándolos socios y aliados (Morales Hernández, 2020). Asimismo, para esta doctrina, era importante el rol que podría ocupar occidente en el desarrollo de una democracia liberal occidental, así como en el aspecto económico (Torús, 2022).

Posteriormente, el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores sería ocupado por Yevgueni Primakov, también bajo la presidencia de Boris Yeltsin. La Doctrina Primakov a menudo se la relaciona con el eurasianismo pragmático y la política exterior nacionalista. Propone que un mundo unipolar dominado por Estados Unidos es inaceptable para Rusia, por lo tanto, para sortear esto, se plantea una serie de principios para la política exterior: en primer lugar, Rusia, para contrabalancear a occidente, debe lograr un orden multipolar, segundo, Moscú debe reafirmar su liderazgo en el espacio de la ex URSS y, en último lugar, debe oponerse a la expansión de la OTAN. Este enfoque es el que persiste en la política exterior rusa (Rumer, 2019).

Para lograr sus objetivos de mantener al “near abroad” bajo su esfera de influencia tanto política, económica como militar, Rusia utilizó tanto medios bilaterales como regionales, como por ejemplo la integración bajo organizaciones como la Organización de Cooperación de Asia Central (que posteriormente sería reemplazada por la Comunidad Económica Euroasiática y luego conformaría la Unión Económica Euroasiática) en el ámbito militar, por otra parte, en el área militar se creó la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y en lo político, la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Sin embargo, dentro de los Estados de Asia Central surgieron diversas posturas, por un lado, Kazajstán y Kirguistán participaron siempre de las organizaciones impulsadas por Moscú, por otra parte, Uzbekistán buscaba poseer un liderazgo regional por lo que desconfiaba de las instituciones y, por último, Turkmenistán optó por una política exterior de neutralidad (Indeo, 2010).

La política integracionista de Asia Central por parte de Rusia obtuvo una profundización con la llegada de Vladimir Putin y como respuesta a las amenazas a la estabilidad regional, como los ataques en el Valle de Ferganá por parte del Movimiento Islámico de Uzbekistán y, por otra parte, el avance de Estados Unidos en el sector energético de la región. La voluntad integracionista también coincidió con la China lo que llevó a la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái para combatir los “tres males”: separatismo étnico, extremismo religioso y terrorismo, y para asegurar la estabilidad regional (Indeo, 2010).

Al principio de los años 2000, el incremento de la presencia militar estadounidense en Asia Central era visto con desconfianza tanto por parte de Rusia como de China. Sin embargo, al principio ambos toleraban su presencia dado que compartían un objetivo en común: prevenir las amenazas a la seguridad regional como consecuencia de un empeoramiento de la situación en Afganistán y la posibilidad de la expansión de la inestabilidad hacia sus fronteras causando un debilitamiento de la política interna, dañar el comercio regional y las infraestructuras energéticas. Asimismo, especialmente a partir de 2003 se comenzaron a implementar medidas para contrarrestar la presencia estadounidense a través de las organizaciones internacionales como la Organización de Cooperación de Shanghái (Indeo, 2010).

Por otra parte, desde Asia Central, dos hechos tuvieron como consecuencia un acercamiento hacia la región sobre Estados Unidos, por una parte, la Revolución de los Tulipanes en Kirguistán y los eventos de Andiján (Uzbekistán) (Indeo, 2010). La última base estadounidense era la ubicada en Kirguistán que fue desocupada en 2014, esto se suma a la retirada de la presencia militar efectiva de Estados Unidos de la región con la salida de Afganistán en 2021.

Una de las grandes herramientas que posee Rusia a la hora de ejercer su influencia es la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que se estableció en 2002 y está conformada por Rusia, Belarús, Armenia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán. La política de estrategia militar rusa es de particular importancia en Asia Central, ya que doce regiones de la Federación Rusa comparten una frontera con estos países, que se extiende por alrededor de 7.500 km. Además, un enlace de infraestructura vital que conecta Siberia y el Lejano Oriente pasa por la región. Por lo tanto, la política rusa tiene como objetivo reducir la presencia militar de terceros países en Asia Central, fortalecer la OTSC y mantener el estatus de las bases militares de Rusia en la región (Dorjpalam, 2023).

La operación de mantenimiento de la paz en Kazajistán a principios de 2022 muestra que la OTSC es bastante capaz de realizar operaciones militares conjuntas contra cualquier ataque externo en nombre de sus intereses comunes. En la reunión del Consejo de Seguridad Colectiva del 6 de enero de 2022, los jefes de los estados miembros determinaron que la situación en Kazajstán era un ataque terrorista contra el país que implicaba una agresión externa, y decidieron enviar fuerzas conjuntas de mantenimiento de la paz de conformidad con el párrafo 4 de la Carta de la OTSC, alrededor de 3 mil efectivos fueron desplegados. La prioridad geoestratégica de Rusia en Asia Central, especialmente en Kazajstán, se ha convertido en una de las razones de esta operación de mantenimiento de la paz. La operación de mantenimiento de la paz en Kazajstán brindó una oportunidad histórica para elevar el perfil de la organización, en un momento en que la reputación estaba decayendo debido a algunos problemas internos, como la crisis en Kirguistán en 2010 y su no participación en el conflicto armado en Nagorno-Karabaj en 2020 (Dorjpalam, 2023).

Otro factor para tener en cuenta a la hora de analizar las relaciones entre Rusia y Asia Central es la población. La minoría rusa más grande reside en Kazajstán, donde constituían alrededor del 18% de la población total (2022), en Kirguistán, este número es un poco más del 5%. No se realizó ningún censo en Turkmenistán, sin embargo, según algunas estimaciones recientes, la proporción de la población rusa en el país asciende al 2%. Un porcentaje similar de rusos vive en Uzbekistán, mientras que la cifra de Tayikistán es del 0,5 %. La región experimentó una gran salida de rusos desde el colapso de la Unión Soviética (Berdiqulov, 2022). Sin embargo, Asia central siempre ha sido culturalmente diversa. A pesar del alto nivel de emigración, las minorías étnicas aún representan entre el 15% y el 30% de la población de las repúblicas de Asia Central, superando los 15 millones de personas. Estas minorías étnicas siguen viviendo compactadas en determinadas áreas, especialmente en las zonas fronterizas. Asimismo, el ruso es el idioma más hablado en la región además brinda acceso al mercado laboral ruso, la educación superior y la comunicación interétnica. Ejemplo de esto es que alrededor de 180 mil personas de Asia Central estudian en Rusia (Dankov, 2023).

Existen varias tuberías que conectan a Asia Central y Rusia, como el oleoducto Uzen-Atyrau-Samara, oleoducto Makhachkala – Tikhoretsk – Novorossiysk, el Consorcio del Oleoducto del Caspio, el Sistema de gasoductos de Asia Central-Centro y el Gasoducto Bujara-Ural. Además, Gazprom, la empresa estatal energética de Rusia es dueña de KyrgyzGas, la red de gas de Kirguistán, y está a cargo de la exploración y modernización del sistema gasífero de distribución. También se creó la empresa KazRosGas entre Rusia y Kazajstán para el procesamiento del gas entre ambos Estados (Kazantsev et.al, 2021).

Asimismo, el factor económico también es relevante en el vínculo regional. Rusia se encuentra entre los principales socios económicos de Kazajstán (1°), Kirguistán (2°), Uzbekistán (2°), Tayikistán (1°) (Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio de la República de Taykistan, 2023). En 2020 el comercio con los Estados de Asia Central ascendió a los 28 mil millones de dólares según las cifras del Servicio Federal de Estadísticas de la Federación de Rusia (2023). La participación de Asia Central en el volumen de negocios del comercio exterior de Rusia es de alrededor del 5% y se espera que aumente en los próximos años, ejemplo de esto es el aumento de la exportación de bienes rusos hacia Kazajstán un 25% en 2022, en 2022, la exportación de bienes de Kazajstán a Rusia aumentó un 25 %. En los dos primeros meses de 2023, el aumento fue del 32% interanual. Así, en comparación con 2021, el aumento fue superior al 60% (Salikhov, 2023).

Además de una mayor integración, este auge del comercio está relacionado en gran medida con las importaciones paralelas que ingresan a Rusia a través de los países vecinos. Para los propios países de origen, estos flujos crecientes representan ingresos adicionales y una oportunidad para desarrollar su propia logística. Por ejemplo, Rusia tiene un gran interés en el corredor de tránsito Norte-Sur; no solo a lo largo de la ruta occidental (que pasa por Azerbaiyán), sino también por Turkmenistán y Kazajstán. En un futuro cercano, este interés sólo crecerá, principalmente en términos de importar bienes de Asia. La razón es la logística relativamente buena del Sur – Centro de Rusia y la proximidad a los principales centros de consumo. Las rutas Oeste-Este siguen cargadas para la exportación en términos de transporte ferroviario y no tienen capacidad libre. La entrega de mercancías de China a Rusia ya ha comenzado a realizarse a través del ferrocarril China-Kazajstán. Esto permitirá a Rusia reducir la carga en el Ferrocarril Transiberiano y a Kazajstán aumentar la eficiencia del uso de su infraestructura (Salikhov, 2023).

La Unión Económica Euroasiática juega un papel relevante. Ejemplo de esto es el mercado laboral común de los Estados miembros que facilitó la migración de trabajadores hacia Rusia desde Asia Central, además de las facilidades a la hora de comercializar (Kazantsev, et.al (2021). Por otra parte, como consecuencia de la Guerra en Ucrania, el Corredor Medio pasó a tener mayor relevancia. Esta ruta multimodal también conocida como Ruta de Transporte Internacional Transcaspiana se extiende desde China, siguiendo Asia Central, el Mar Caspio, Azerbaiyán, Georgia, Turquía y continúa hasta Europa. Se espera que esta ruta aumente su presencia en la conectividad Euroasiática en los próximos años (Tuba, 2022).

Otra área prometedora es la energía. En el futuro, Uzbekistán y Kazajstán se convertirán en importadores netos de gas, mientras que Rusia actualmente tiene capacidad de producción libre. En el invierno de 2022/23, Uzbekistán enfrentó una escasez de gas, lo que provocó la desconexión de los consumidores. La industria del gas juega un papel importante en la economía de Uzbekistán. El gas representa alrededor del 90% de la generación de electricidad y el 7% de las exportaciones del país. La infraestructura existente permite aumentar las exportaciones de gas de Rusia a Kazajstán y Uzbekistán. Para estos suministros se consideró el gasoducto principal (MGP) Bukhara – Ural, pero este fue abandonado debido a su deterioro (Salikhov, 2023).

Conclusiones

En el siglo XXI Asia Central ha vuelto a recuperar su relevancia estratégica en el juego global. Dada su ubicación geográfica como puente entre Europa y Asia, su rol se ve resaltado con el ascenso de China, su necesidad de alcanzar los mercados tanto de África y Europa y, por otra parte, como consecuencia de la Guerra en Ucrania, en la búsqueda de rutas alternativas por parte de Rusia, tales como el corredor medio o el norte-sur.

Existen varios actores que hemos identificado, como son los regionales (Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán y Turquía), los mismos Estados de Asia Central (Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), Estados Unidos, China y Rusia. Aunque todos mantienen intereses en la región, a lo largo del trabajo nos enfocamos en los últimos dos Estados a la luz de distintos ejes, teniendo en cuenta las particularidades de los vínculos. Por su parte, Rusia mantiene un vínculo histórico y cultural que se remonta a la era zarista, cuando estos territorios fueron incorporados al imperio ruso. China también posee relaciones milenarias desde la Ruta de la Seda. Sin embargo, estos no se retomarían hasta la caída de la Unión Soviética.

Podemos afirmar que hay una especie de división del trabajo implícito actualmente entre las potencias analizadas. Rusia ejerce una influencia en los ámbitos políticos y militares, que se materializa en instituciones como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) o la Comunidad de Estados Independientes. Por su parte, China la ejerce de tipo económica, la cual se refleja en la Belt and Road Initiative (BRI), o Iniciativa de la Franja y la Ruta en español, y el financiamiento de las economías de Asia Central no solo en el área energética, sino en rescates financieros o en sectores como salud o sanidad. Esto no significa que para Rusia la cuestión económica no sea relevante, dado que, como hemos abordado a lo largo del escrito, Moscú mantiene importantes lazos comerciales y económicos con la región. Para China es central la cuestión de la seguridad energética así como la estabilidad regional para que no se expanda hacia sus fronteras.

Tanto Rusia como China tienen intereses compartidos que se muestran en la Organización de Cooperación de Shanghái, la institución más importante a nivel euroasiático no solo por su cantidad de miembros, sino porque incluye a los principales actores regionales y cuyo objetivo primordial es asegurar la estabilidad regional, más aún con la retirada de los Estados Unidos de Afganistán.

En la era de la competencia entre los grandes poderes y el corrimiento de los centros de poder hacia el este, Asia Central se convierte nuevamente en el tablero del nuevo gran juego.

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Notas

[1] Es considerada como la región entre el Mar Caspio y el desierto de Gobi en Asia Central. Atraviesa los territorios de los actuales Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, el norte de Afganistán y el noreste de China. Es tradicionalmente una región con pueblos de origen túrquico.

[2] Los Cinco de Shanghái consistieron de China, Kazajstán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.