Departamento de Asia y el Pacífico
Centro de Estudios Coreanos
Artículos
La importancia de enunciarse:
un vislumbre de poder a través de la narrativa contemporánea de Jang Ryujin
Martina Rocío Agosteguis
Camila Farías[1]
El presente trabajo tiene como objeto de investigación el reflejo de la mujer coreana contemporánea en la literatura de Jang Ryujin. A partir de su propia voz y representaciones en la ficción, la autora brinda un retrato de la sociedad coreana contemporánea donde los roles de género, las clases y los deseos ensamblan el escenario del siglo XXI.
Nuestra propuesta toma como narración guía y protagonista “Las penas y las alegrías en el trabajo” y revisa “Mi guía de Fukuoka” y “Seremos felices y comeremos perdices” en pos de enriquecer el corpus. En ellos se analizará la configuración de los estratos sociales, la realidad cotidiana que envuelve a los personajes y cómo los roles de género disputan distintas posiciones de poder en el entramado social. La importancia de estudiar las voces autóctonas contemporáneas surge de la necesidad de conocer una nueva generación de escritores que, inmersos en la globalización, abordan la realidad desde nuevas estéticas distintas de las generaciones pasadas. No obstante, es importante reconocer que esta nueva generación de escritores retrata la sociedad en la que vive según sus propios códigos, lo cual no debe interpretarse en todos los casos como una denuncia hacia el sistema en los términos realistas de antaño.
En la actualidad, a Corea del Sur se la relaciona con grupos como BTS, Blackpink, y las producciones audiovisuales que alcanzaron gran éxito como Parasite y El juego del calamar. En estas dos últimas producciones, la narración del orden social posee una estructura similar: una sociedad representada en blancos y negros, ricos y pobres, donde la clase baja, sublevada históricamente por los que concentran las riquezas, buscan cambiar su status incluso asumiendo el costo de su propia vida. No ha de ser coincidente que el panorama social planteado sea similar, sino que lo leemos como parte de un movimiento de nuevos creadores que reflejan su realidad/sociedad actual a través del arte, y lo que nos compete en el presente trabajo, específicamente la ficción.
El período post-globalización, es una era donde la sociedad de Corea del Sur muta hacia una mayor hibridez entre lo propio y lo ajeno. Si tomamos la premisa de que la hibridez es uno de los rasgos que permite que la cultura surcoreana sea consumida globalmente, creemos que éste, es un punto fundamental para la lectura de la actualidad del país. A través de la lectura de los cuentos de Jang Ryujin encontramos un reflejo acorde para demostrar esta nueva realidad que posee un carácter “universal”, con problemas y escenarios del siglo XXI compartidos por distintas comunidades en el mundo.
La hibridez de la sociedad surcoreana
La hibridez como factor de encuentro
Si partimos de un pensamiento orientalista llama la atención que los cuentos de Jang Ryujin y sus historias nos sean tan cercanas. El encuentro con paisajes, personajes y su vida cotidiana reflejan escenarios que no contrastan con un “otro” donde lo distinto y lejano se despliega sobre nuestra imaginación al leer las historias. Quizás sea por la espera de lo particular, que nuestra mente se acostumbró a buscar aquello distintivo al aproximarnos a una cultura que no es la nuestra.
Con Jang Ryujin no solo hay cercanía, sino que en muchos casos existe similitud. Los cuentos remiten a espacios conocidos como oficinas, cafés y redes sociales donde los temas tratados refieren a lugares comunes del siglo en el que vivimos. La sociedad retratada en cada uno de ellos es producto de la globalización y llevan a pensar que el cuento podría suceder tanto en Buenos Aires, Londres o Bangkok. Sin embargo, las historias de Jan Ryujin no se diluyen por completo en la igualdad impuesta por la globalización. La riqueza de estos reside en el encuentro entre lo igual y lo distintivo. En cada uno de ellos existen elementos propios de la sociedad de origen que se superponen con dinámicas universales.
Los cuentos reflejan una característica central de la sociedad surcoreana actual: su hibridez. La hibridez de la cultura popular surge de la influencia de culturas extranjeras a través de flujos transculturales facilitados por la tecnología (Jung, 2011). A diferencia de lo que se piensa, la cultura coreana no fue hermética desde su origen y es abierta en la integración de aspectos culturales de otras regiones. No obstante, el proceso de rápido crecimiento económico y conectividad que vivió el país a fines del siglo XX, gracias a las tecnologías de la comunicación, aumentó la interacción y contribuyó a que la cultura popular tomara un aspecto híbrido que le permite ser consumida globalmente.
Este factor permite el consumo de los productos culturales surcoreanos sin que sean etiquetados bajo una única característica como “nacional” o “global”. El concepto clásico de globalización conlleva la dicotomía entre lo local y global donde la última esfera influye en las culturas locales imprimiendo su huella identitaria. Esta idea no permite entender el fenómeno de la hibridez surcoreana y el consumo de sus productos fuera de su país. La globalización ya no es solo la expansión de la cultura occidental. Iwabuchi (2002) establece que, si bien las formas culturales populares en Asia están imbricadas de imaginarios culturales de Estados Unidos, no son ni de Asia ni una copia de lo americano, son Asia y globalizadas al mismo tiempo, representando una composición entre la homogeneización y la heterogeneización (p.16). En igual sentido Jung (2011) menciona que, a través de procesos de adaptación selectiva por medio de la transculturación, la cultura popular de Corea del Sur se convierte en un híbrido que no es exclusiva y puramente “coreana/propio” ni absolutamente “extranjera/otro” (p.17).
En la hibridez de la sociedad podemos encontrar el fundamento de porque estos cuentos nos permiten habitar lugares cercanos y al mismo tiempo distintivos. Corea del Sur forma parte de las nuevas dinámicas de globalización como un agente de exportación y, como establece Roland Robertson, estas se formulan como un doble proceso que involucra la universalización de lo particular y la particularización de lo universal (Park, 2021, p. 29). En Jang Ryujin Corea del Sur es una sociedad globalizada, conectada y atravesada por la tecnología. Moldeada por los procesos de globalización, tiene escenarios y lenguajes universales (emojis, fotos, likes) que se mezclan con lo tradicional. El proceso de igualdad que proponía la globalización a fines del siglo XX mutó a un contexto donde existe un doble proceso: la globalización de la cultura y la cultura de la globalización (Cicchelli & Octobre, 2021, p. 75).
Literatura contemporánea en la sociedad hiperconectada
A partir de la década de 1990 en Corea del Sur comenzó un cambio en la forma de entender y producir literatura. Desde estos años la literatura coreana muestra una tendencia estética a escapar del paradigma convencional de lo “políticamente comprometido”, en sintonía con un contexto cultural más liberal que coincidió con el crecimiento de la industria cultural pop después de la democratización (Yi, 2007).
Esto permitió que las nuevas generaciones se alejaran de un realismo nacido al fulgor del socialismo revolucionario y se adentraran en nuevos géneros literarios con temas no abordados hasta el momento “por su falta de compromiso con el contexto histórico”. Esta etapa brindó los condicionantes necesarios para el crecimiento de nuevas autoras que encontraron en la literatura el mejor medio para exponer sus vivencias como Kyung-Sook Shin y Gong Ji-Young, entre otras.
La distancia tomada por estos autores, con las narrativas de generaciones anteriores, no implicó una despolitización de sus escritos. Fueron consecuencia de un contexto histórico diferente donde la experiencia de la colonización, la división nacional y la dictadura militar no imprimieron en ellos un sentimiento de “culpa histórica” como si les pasó a sus antecesores (Yi, 2007). El contexto de la época respondía al auge económico de la nación y su hiperconectividad donde los productos culturales como el k-drama y k-pop comenzaron a tener mayor relevancia. La influencia de otras culturas en la industria cultural propició un escenario de encuentros que también generó repercusiones en la literatura.
A diferencia del k-pop y k-drama, poco se ha analizado la literatura contemporánea como otro aspecto del fenómeno hallyu donde el consumo de lo local trasciende a lo global. Si bien no es posible equiparar con el auge desplegado por los idols o series, forman parte de los productos culturales consumidos en el mundo y, por lo tanto, se encuentran inmersos, con matices, en la hibridez.
Para Yi (2007), la hibridez no produce una identidad propia, en el sentido de confrontar contra un orden simbólico dominante y es esto lo que diferencia la literatura contemporánea actual de la construcción del realismo literario coreano de generaciones anteriores. Esta nueva generación literaria no puede ser simbolizada en una experiencia histórica compartida ya que propone una nueva estética pluralista cultural como consecuencia de la conexión con nuevos textos culturales (Yi, 2007).
Esto no implica que toda la literatura de la actualidad es producto de la hibridez. Pero si, que este concepto forma parte la característica principal de la sociedad coreana contemporánea y de sus productos culturales consumidos globalmente, por lo cual la literatura no puede escapar de este aspecto. El convertir en “culturalmente menos específico” ciertos elementos culturales particulares sólo es posible gracias a los flujos culturales populares que posibilitan el mestizaje entre estos y los elementos culturales populares, situación que solo se da bajo el paradigma de la hibridez transcultural (Jung, 2011, p. 3).
Proponemos que el estudio de la literatura coreana contemporánea como parte de esta ola puede enriquecer el análisis y derivar en nuevas investigaciones sobre el consumo de la cultura en distintos ámbitos. Park (2021) menciona que existen dos casos de globalización de la literatura coreana: “La vegetariana” y “Malas amistades”. En el caso específico de “La vegetariana” lo que contribuye a su consumo es que la novela es temática vigente y universal (referida al ecofeminismo) y al mismo tiempo específicamente contextualizada (situada en Corea del Sur) (p. 26). Compartimos esta definición para adentrarnos a los escritos de Jang Ryujin, donde lo universal y particular tejen relaciones de sentido en una narrativa simple y al mismo tiempo provocadora.
Jang Ryujin: literatura coreana y escritura femenina en el siglo XXI
Jang Ryujin es una escritora contemporánea coreana, nacida en el año 1986, quien estudió sociología en la Universidad de Yonsei y más tarde continuaría sus estudios sobre literatura coreana en la Universidad de Dongguk. Su debut literario fue en 2018 con la publicación de «Las alegrías y las penas del trabajo» (일의 기쁨과 슬픔), el cual ganó el Premio Changbi de Nuevas Figuras en la Literatura. Las historias de esta autora ofrecen un retrato incisivo y jovial de jóvenes agobiados por las cargas diarias y de mujeres rodeadas de contradicciones sistemáticas en el marco de la representación de una sociedad coreana actual. Al poseer experiencia de trabajo en el sector de IT, los relatos consiguen en el lector una sensación de realidad y cercanía que fácilmente le permite identificarse con sus protagonistas.
Análisis de “Las alegrías y las penas del trabajo”
El cuento principal comienza con la mención de una problemática en torno a la manera de nombrarse en el lugar de trabajo. El CEO de la empresa propone utilizar nombres en inglés para todos los trabajadores, incluido él mismo, como medio de reemplazo de sus verdaderos nombres coreanos. La justificación de este accionar reside en “evitar el sistema de rangos jerárquicos”, alegando que es ineficiente. Desde las primeras líneas del cuento, la autora, intencionada o desintencionadamente, plantea la cuestión de los nombres y la forma de enunciar a las personas. En el caso de Kim Anna, la protagonista del relato, no se siente cómoda con el hecho de que su jefe haya decidido quitar la mención de los apellidos de los empleados en el trabajo, porque siente que le quita peso a su identidad: “Cada vez que me decían «Anna esto, Anna lo otro» sin más, sentía que me trataban sin ningún respeto” (Jang, 2021, p.32).
Si bien el mundo del trabajo coreano actual ha avanzado en términos de equidad y/o derechos adquiridos para los empleados de menor jerarquía en las empresas, los rastros de la herencia confuciana aún persisten. De hecho, como lectores nos enteramos de los sentimientos de la protagonista a través de su introspección y el diálogo del mundo interno de ella y no de una expresión directa hacia su jefe, el cual a pesar de no utilizar su nombre coreano mantiene su figura de autoridad. Es decir, que el cambio de nombre de un idioma a otro no produce un cambio en la estructura jerárquica.
La siguiente problemática a la que se enfrenta la protagonista gira en torno a la identidad de un usuario que se ha hecho famoso en la aplicación que desarrolla la start-up donde trabaja Kim Anna. Udong Market es un mercado virtual para realizar transacciones de productos de segunda mano. Este usuario es conocido como “Huevo de tortuga” y su principal problema reside en que realiza infinitas publicaciones de artículos (y además, nuevos) al día en la aplicación. Esto repercute en los programadores de Udong Market como en los demás usuarios para los cuales sus publicaciones quedan relegadas por las de “Huevo de Tortuga”. Es entonces que comienza la aventura de Kim Anna, siéndole encomendado que investigue sobre esta persona. Una vez más se puede reconocer, en este personaje misterioso, una fuerte presencia del tema de la identidad y la enunciación de los nombres como vehículos de poder. En este caso, se resaltan dos cuestiones: en primer lugar, que un usuario de internet permite la no identificación de una persona en su realidad, algo muy recurrente e importante post-globalización; y en segundo lugar, que “Huevo de tortuga” es otro personaje femenino. Esto nos lleva a otra característica de la cuestión de los usuarios de internet donde la “omisión” de la identidad de la persona real borra también las diferencias entre géneros.
A nuestra protagonista le es encomendado encontrarse con “Huevo de tortuga”, realizando una transacción que le permita encontrarse con dicha persona. No se plantea como una problemática seria, pero en este punto se puede analizar cómo en un entorno de trabajo, las tareas que se le asignan a un profesional pueden estar incluso muy alejadas de su puesto. Kim Anna es planificadora de servicios en esta start-up, pero si el CEO la envía a encontrarse con un usuario desconocido, ella debe acatar. Y así lo hace, concertando el encuentro.
La historia personal de Huevo de Tortuga
Una vez que se encuentran, Kim Anna reconoce que detrás del usuario misterioso hay otra mujer, llamada Lee Ji-hye, quien también trabaja en una empresa de servicios. Acatando la orden que le envió su jefe, y satisfaciendo en parte su creciente curiosidad, la protagonista le pregunta efectivamente la razón detrás de sus múltiples publicaciones y de su presencia en la aplicación. La respuesta de Lee Ji-hye llega cuando la invita a almorzar, mencionando que lo pagará con “puntos”. A partir de aquí, comienza el relato de la historia de esta mujer. Lee Ji-hye es la subdirectora del equipo de planificación en una empresa llamada “UB Card”, quien, debido a un descontento del presidente de su empresa, ahora se le es pagado el sueldo en forma de puntos; ¿qué son estos llamados “puntos”? Significa que su sueldo está facturado en gran parte como vales, váuchers, cupones. En la historia de Lee Ji-hye, se lee la exposición de un caso con un resultado inicuo, que roza lo injusto, pero que no se sale del marco realista; si bien es ficción, el caso de esta empleada podría ser fácilmente identificable para lectores jóvenes de Corea del Sur, y también de otras partes del mundo, como Argentina misma. Lo que ocurrió fue que a “Huevo de tortuga” se le asignó que consiga el concierto de una artista del cual su jefe profesaba fanatismo, y, de hecho, luego de grandes esfuerzos, “nunca trabajó tan duro durante sus quince años en la empresa como en ese período” (Jang, 2021, p. 42), lo consigue. No obstante, por algo que a su jefe no le gustó “caprichosamente”, no solo no es recompensada como se le había prometido, sino que, además, fue cambiada de puesto y se la penó con este medio de pagos. A través de esta forma de pago de su sueldo, leemos cierta vulneración a su independencia económica, y, por ende, a su valía en el mundo capitalista del que es parte.
Los personajes masculinos en “Las alegrías y las penas del trabajo”
Sin la intención de adentrarnos en el análisis particular de los personajes masculinos de este cuento, nos parece interesante mencionarlos en relación a sus puestos de trabajo, y por ende, al lugar de poder que ocupan.
En primer lugar, tenemos a Park Dae-sik o “David”, como se hace llamar en inglés, el CEO de Udong Market. Es uno de los primeros personajes en ser introducidos por la narradora a raíz de esta idea “innovadora”, que consiste en dejar las formalidades que acarrea el uso de sus nombres en coreano por las distintas jerarquías, y reemplazarlo por el uso de nombres en inglés. Es interesante que esta obra de ficción comience con esta situación, ya que desde el principio es posible notar, o más bien jugar a hipotetizar, cuál será la postura personal de la protagonista en referencia al sistema de jerarquías que maneja el mundo coreano. Si bien representa una figura de autoridad, el personaje de David no provoca temor, es la representación benigna de un jefe para quien lee, mas no deja de ser alguien a quien se le debe acatar las órdenes. Lo interesante de la historia es como la inserción de dinámicas “globales” en el trabajo se toman como universales para la imagen que quiere dar la empresa al hacer un scrum o brainstorming y cambiar los nombres de los empleados.
Otro personaje masculino referente a la empresa de Kim Anna, es “Kevin”, un desarrollador que trabaja en el mismo círculo que la protagonista. El cuento dedica unas páginas para narrar una situación que vivieron ellos dos en el trabajo y si bien este también es un personaje abordable para el lector, posee un tono más caprichoso, con ciertos deslices de intentos de poder, pero que se deben -creemos- al conocimiento de su valía para el progreso de la empresa:
Había sido Kevin. Era el desarrollador de la aplicación para Iphone y, junto con el CEO y el director, era de los que tenían coronita en la empresa (…) Aunque normalmente era amable, su gran defecto era que cuando un código no funcionaba o no podía solucionar un bug, se ponía demasiado susceptible e histérico con las personas que estaban a su alrededor. Por supuesto, la gran víctima era yo, la “menor” de facto. (Jang, 2021, p.37)
Por último, otro de los personajes masculinos fuertes que tenemos es Cho Woon-beom, el presidente de UB Card. La narradora lo llama una “celebridad” de Instagram, con más de 200.000 seguidores, que atraía la atención de jóvenes a través de compartir sus viajes de negocio e interacciones sociales. Es quien está decepcionado por el hecho de que no pudo presentar en sus redes sociales la noticia de que la artista Liubov Smirnova, un fenómeno mundial de la música clásica, iba a dar un concierto en Corea gracias a su empresa. Aquí se demuestra otro caso donde el estatus del jefe y la importancia de las redes sociales, en cuanto sentido de reconocimiento, entran en juego para la creación de un personaje que toma decisiones arbitrariamente. El quid de la cuestión estaba en la imagen de este personaje en las redes, como así lo dice Lee Ji-hye: “La verdad es si me hubiera acordado de la imagen de nuestro presidente en Instagram, me lo habría pensado más” (Jang, 2021, p. 43). A través de la ilustración literaria de este personaje, podemos vislumbrar el lugar que ocupan las redes sociales en el siglo XXI, y particularmente la importancia que posee la imagen virtual para una sociedad hiperconectada.
El personaje femenino de “Mi guía de Fukuoka”
Jiyu Song es una abogada corporativa quien enviudó al poco tiempo de casarse. La trama gira a partir de que Jihu, un hombre que fue su compañero y amigo en la empresa y quien siempre se sintió atraído por Jiyu, ve la oportunidad de acercarse a ella tras la muerte de su marido. Para ello, aprovecha un viaje para visitarla en Japón e intentar tener un acercamiento más íntimo. Lejos de perpetuarse el desenlace estereotípico que podríamos esperar en este tipo de historias el personaje femenino elige otro camino. Jiyu demuestra en su accionar la liberación de su cuerpo femenino de las ideas de dominación externa, reafirmando la autodeterminación de sus deseos sexuales. Es por lo que mientras ella se siente cómoda exhibiendo su desnudez en las aguas termales que comparte con Jihu, este se siente shockeado al ver el cuerpo de esa mujer desnudo frente a él, dejándonos interpretar que su idea de desnudos trabaja solo ante la eventualidad de mantener relaciones sexuales con ellas. En contraposición a la seguridad de Jiyu, Jihu exhibe timidez e incluso momentos previos a entrar en las aguas decide realizar unos ejercicios de abdominales para que su cuerpo se tonifique.
Leemos en la forma de comportarse del personaje femenino de este cuento, que gozar de su cuerpo funciona como un proyecto de realización propia y no en pos de presentarse como un objeto de deseo y/o utilización. Hacia el final del cuento, cuando las intenciones de Jihu son reveladas, nos encontramos con una Jiyu que se niega ante el avance de su amigo, una vez más apartándose del prejuicio estereotipo de la mujer coreana como sujeto pasivo. Porque si bien ella no niega que la atracción es mutua, comprende que el mero deseo entre ambos es un elemento de interés suficiente. De esta manera, podemos ver una operación por reapropiarse de sus cuerpos, y con ello de su cuerpo.
Géneros y roles de poder en “Seremos felices y comeremos perdices”
Es quizás el cuento donde existen mayores referencias directas a la cultura coreana. Esto puede vislumbrarse en los distintos actos tradicionales que giran en torno a la boda: las invitaciones, los regalos, la comida que se le paga a los invitados, el dinero que se otorga, etc.
Lo que interesa indicar brevemente son las connotaciones «universales» que surgen en él, notando marcas de poder diferenciadas entre los géneros de los distintos personajes: 1. La protagonista no sabe cuánto gana el marido y cuando lo dicen en voz alta, él gana más; 2. Los ascensos laborales son más difíciles para las mujeres; 3. El paisaje es completamente de oficina; 4. Las comunicaciones por las redes y su nuevo lenguaje (ejemplo: la protagonista sabe que su compañera de trabajo se pelea con su novio cuando esta última cambia la imagen de Whatsapp); y 5. Las exigencias económicas de la actualidad: el personaje principal del cuento mide cuánto gasta la compañera en cada comida, se entera que los suegros de la otra chica les regalaron una casa, entre otros gestos.
Conclusión
Jang Ryujin ofrece un retrato fresco, divertido y sarcástico del mundo actual en el que vivimos. Inmersa en una generación libre de culpas y mandatos a la hora de escribir toma los problemas diarios de la vida cotidiana para nutrir sus cuentos. La sociedad descrita en cada uno proyecta el cambio de paisaje de una sociedad pre industrializada a una hiperconectada donde las oficinas y rascacielos son la escenografía actual de las relaciones inmersas en redes y mensajes por whatsapp.
Lejos de encontrar una lectura simplista la autora inserta las problemáticas estructurales con gran creatividad sin recurrir a un determinado tono de denuncia, pero dejando traslucir un sistema que todavía no se ha desligado del sistema de jerarquías verticales. Esto debido a que la globalización y la hibridez de la sociedad coreana no ha borrado las marcas propias que la tradición cultural imprime en cada sociedad. El confucianismo no se ha perdido, sino que se mantiene y nutre de las nuevas estructuras. La globalización no ha desterrado los problemas de género y/o clase, sino que en muchos casos los ha perpetuado. En los cuentos de esta autora la persistencia de ciertas réplicas y acciones hacen recordar a los tiempos de los antiguos reinos y al mismo tiempo nos permiten entender cómo es la vida empresarial y las dinámicas de trabajo. Es el humor con el que aborda la historia lo que interpela y llama al lector a una realidad que nos atañe a la mayoría.
La necesidad de conocer un país como Corea del Sur se vuelve día a día una necesidad más aclamada por el mercado, ya sea a través del consumo de su música, como también de sus producciones audiovisuales y literarias. En una época donde la diferencia y la distancia todavía parecen ser provocadores de discriminación, creemos menester seguir aprendiendo acerca del otro, desde la lectura, la escucha y el acercamiento.
Leer con libertad y con acceso a un conocimiento cuasi-universal son parte del privilegio que posee la generación actual, y con el que se han criado autores como Jang Ryujin. Con la globalización y la herramienta de Internet a la mano de la mayor parte del mundo universitario, queda en nosotros la decisión de seguir aprendiendo sobre otras naciones, y elegir un cambio de enfoque donde el encuentro cultural responda no ya a la diferencia, sino al encuentro.
Referencias bibliográficas
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Koichi Iwabuchi, Chua Beng Huat. East Asian Pop Culture.
[1] Integrantes del Centro de Estudios Coreanos (IRI-UNLP).