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El grito estudiantil del siglo vs la represión silenciosa por Maria Agustina Alfaro

Departamento de Asia y el Pacífico
Centro de Estudios Coreanos

Artículos

El grito estudiantil del siglo vs la represión silenciosa

Maria Agustina Alfaro[1]

La reputación de un país se ha establecido en los últimos años como un activo valioso para los países. La ventaja competitiva que implica una buena reputación se puede observar en las decisiones y percepciones de la audiencia extranjera como lo es la decisión de viajar, invertir e incluso comprar bienes locales. No obstante, a pesar de la creciente relevancia que la reputación internacional posee en la agenda nacional, solo unos pocos han dedicado sus esfuerzos a examinar la gestión de la reputación del país desde la perspectiva de las relaciones públicas (Kiousis & Wu, 2008; Yang, Lee & Wrigley, 2008).

La reputación de un país está descrita por las creencias colectivas que existen sobre su imagen, identidad, su comportamiento y desempeño futuros. Los hallazgos respecto de este tema resaltan la importancia de los canales de comunicación que el público utiliza para formar una opinión respecto de cierto tema (Bromley, 1993; Jain & Winner, 2013). En búsqueda de mejorar la percepción de la audiencia, es fundamental conocer los canales de comunicación que son utilizados con frecuencia por el público internacional. El presente trabajo analizará específicamente el rol que los medios de comunicación tuvieron en la cobertura de dos hechos trascendentales a fines del siglo XX: La masacre de Gwangju y el levantamiento de Tiananmen.

Lo sucedido en Tiananmen en 1989 fue un movimiento no violento a favor de la democracia dirigido por estudiantes chinos en su mayoría residentes en la cercanía con Beijing. Estas protestas de índole pacífica se convirtieron en uno de los acontecimientos más violentos y devastadores de la década que conmovieron al mundo (Mitchell, 2012). En la década de los 80, en Corea del Sur también había comenzado a gestarse un movimiento nacional similar. El estado de alerta que se vivía por la amenaza permanente de guerra después de los 50’, promovió un clima de enorme incertidumbre y desconfianza que legitimó, en gran medida, la represión estatal (Shin, 2003). Entre 1979 y 1980 las protestas y manifestaciones en favor de la democracia se realizaron en todo el país y un gran número se concentró en la ciudad de Gwangju. En consecuencia, el gobierno estableció la ley marcial y las fuerzas militares invadieron el territorio desconectando la ciudad del resto del país anticipando el nivel de violencia y represión que devino. Producto de la radical censura, los medios nacionales tuvieron una escasa cobertura de lo que sucedió en Gwangju (Lewis, 2002; Ambrose, 2020), y en consecuencia, los medios internacionales tampoco tuvieron mucho que agregar a esta represión silenciosa.

En primer lugar, podemos mencionar que ambos movimientos producidos en Asia en la década de 1980 presentan fascinantes similitudes: ambos fueron dirigidos en un principio por movimientos estudiantiles y de gran apoyo ciudadano, los adherentes a la causa criticaron los tratos violentos y el arresto de los manifestantes y reclamaron por el cese de la Ley Marcial, ambos hechos sucedieron a la muerte de importantes figuras políticas en su país, y también involucraron a un contingente de muertes y víctimas de violencia significativo (Kim, 2000). No obstante, el rol que cumplieron los medios tuvo un impacto significativamente diferente: La oportuna visita del líder de la URSS Gorbachov a China y otros eventos relevantes sucedidos en simultáneo permitió a los estudiantes captar la atención de los medios a favor del movimiento (Calhoun, 1989). En Gwangju, el limitado acceso a la información local y la dura censura imposibilitaron la transmisión de las noticias hacia afuera de la ciudad, sumado a esto la escasa fidelidad del origen de las fuentes de información.

En este sentido la prensa extranjera también fue un reflejo de lo que sucedía al interior de cada país: El estudio de Kim (2000) en relación con la prensa estadounidense ilustran la forma en que Tiananmen 1989 y Gwangju 1980 se enmarcaron ante el público internacional:  la conclusión de su análisis refleja que ambos sucesos fueron reportados de forma diferente, en gran medida, influenciados por las relaciones exteriores y la política del gobierno norteamericano para con ambos países.

En relación con este último punto, el interés de la potencia norteamericana en ambas naciones fue notoriamente desigual. Si bien la potencia asiática distaba todavía del estatus internacional que posee el día de hoy, es indudable su liderazgo incluso en la década de los 80, como país comunista líder y, en consecuencia, un adversario y rival para los Estados Unidos. Por el otro lado, Corea del Sur permanecía fuertemente ligado a los intereses norteamericanos, en especial como centro de contención de propagación del comunista en el sudeste asiático. En este sentido y como sugieren Herman y Chomsky (2008), existió un “tratamiento dicotomizado” por parte de los Estados Unidos, es decir que, a pesar de la similitud de los eventos en ambos países, el énfasis y la representación que le dio la prensa norteamericana se dio, en gran medida, por la naturaleza de la relación política que ambos estados poseían con la potencia en aquel entonces (Kim, 2000).

Las preferencias domésticas al interior de los diferentes países también fueron definidas por la información que brindaron los medios. Un claro ejemplo fue la decisión del primer ministro canadiense Mulroney de imponer sanciones contra China como respuesta a la masacre en 1989 en donde las representaciones gráficas de violencia en las calles de Beijing solidificaron la opinión pública contra el régimen chino en aquel entonces (Gacelovsky, 2001).

Por otro lado, considerando que la capacidad de enviar corresponsales para cubrir eventos de tal magnitud en cualquier lugar del mundo y de tener una cobertura completa y alcance significativo, sólo es posible para algunos medios de gran renombre. Periódicos como el New York Times o The Washington Post son algunos de los medios de información más relevantes no solo para el público norteamericano sino también para los medios de noticias en los diferentes países de la región que recurren a los mismos para informar a la población local. Por estos motivos es posible pensar que el modo en que fueron descritos ambos sucesos y sus respectivas diferencias afectaron a la percepción internacional de ambos fenómenos.

En el estudio de Mitchell (2012), se puede deducir la manera en que la cobertura positiva de los medios internacionales de los eventos en Tiananmen 1989 puede haber ayudado a los estudiantes a permanecer en su carácter pacífico: por un lado, el conocimiento de los estudiantes respecto de la enorme cobertura que tenía el movimiento podría haber generado confianza en la capacidad de mantenerse pacíficos sintiéndose respaldados incluso si desafiaban a las autoridades del gobierno. Por otro lado, en el caso Gwangju, la cobertura menos positiva de los eventos sucedidos por parte de los medios internacionales puede haber contribuido a la dificultad de los estudiantes y ciudadanos para mantener la no violencia. Por un lado, el sentimiento de aislamiento y tergiversamiento por parte de los medios, podría haber incrementado el enojo y frustración de los ciudadanos hacia el estado represor. Por otro lado, Mitchell (2012) menciona que la visión negativa acerca de lo sucedido en Gwangju y la etiqueta negativa que los medios locales informaron respecto de los manifestantes, posiblemente contribuyó al sentimiento de desesperación de los ciudadanos y, por ende, el valor de seguir manteniendo un carácter pacífico careció de sentido.

Es importante, entonces, reconocer la importancia de la cobertura mediática internacional acerca de lo que sucede alrededor del mundo. Para todos aquellos que no poseen conocimientos suficientes acerca de la situación en cuestión el único sentimiento que se experimenta en relación con el hecho es el que la cobertura mediática diariamente comunica y genera en la audiencia a través del mundo.

Referencias bibliográficas

Gecelovsky, P. (2001). “The Canadian response to the Tiananmen square massacre: an interactive explanation”. Canadian Foreign Policy Journal, 8(3), 75-97.

Ambrose, E. (2020). “What Seoul Saw, What Gwangju Knew: Journalism and Censorship During the Gwangju Pro-Democracy Movement.” Honors Projects, 479.

Calhoun, C. (1989). “Tiananmen, television and the public sphere: internationalization of culture and the Beijing spring of 1989.” Public Culture, 2(1), 54-71.

Mitchell, L. (2012). Nonviolent discipline: A comparative analysis of Tiananmen Square 1989 and Gwangju 1980 (Doctoral dissertation, University of Otago).

Kim, S. T. (2000). “Making a Difference: U.S. Press Coverage of the Kwangju and Tiananmen Pro-Democracy Movements.” Journalism & Mass Communication Quarterly, 77(1), 22–36.

Yang, S. U., Shin, H., Lee, J. H., & Wrigley, B. (2008). “Country reputation in multidimensions: Predictors, effects, and communication channels.” Journal of Public Relations Research, 20(4), 421-440.

Jain, R., & Winner, L. H. (2013). “Country reputation and performance: The role of public relations and news media.” Place Branding and Public Diplomacy, 9(2), 109-123.

Kiousis, S., & Wu, X. (2008). “International agenda-building and agenda-setting: Exploring the influence of public relations counsel on US news media and public perceptions of foreign nations.” International Communication Gazette, 70(1), 58-75.

Bromley, D. B. (1993). Reputation, image, and impression management.Chichester, UK: John Wiley & Sons.

Shin, G, W. (2003). “Introduction.” In Shin, Gi-Wook and Hwang, Kyung Moon (eds.). Contentious Kwangju: The May 18 Uprising in Korea’s Past and Present, (pp.xi-xxxi), Rowman and Littlefield Publishers, Inc.

Lewis, L. (2002). Laying Claim to the Memory of May: A Look Back at the 1980 Kwangju Uprising. Honolulu: University of Hawaii Press.

Herman, E. S., & Chomsky, N. (2008). Manufacturing consent: The political economy of the mass media. London: The bodley Head.

[1] Integrante del Centro de Estudios Coreanos (IRI-UNLP).