¿Visiones de la India sobre el futuro de Bharat?
El año 2023 será recordado como uno de los más importantes en la historia de la India post independiente. Desde comienzos de la segunda década del siglo XXI, el país transita una senda de crecimiento económico sostenido, ocupa la primera posición mundial en población -relegando a China al segundo lugar (Naciones Unidas, 2023)- garantizando un futuro con segura disponibilidad de mano de obra joven, capacitada, creativa e innovadora en diferentes sectores tecnológicos. India disfruta de una imagen internacional positiva, despliega una activa política internacional de alto perfil en foros multilaterales, gracias a los aportes del complejo industrial-militar nacional y alianzas externas enfrenta con mayor seguridad y autonomía la escalada de tensiones militares en el Indo-Pacífico con su vecino China. Recientemente, en contraste con la fracasada experiencia rusa, la agencia espacial nacional ISRO concluyó exitosamente el alunizaje de una sonda en el “polo sur” del satélite terrestre.
Sus nuevos atributos de poder (demográfico, tecnológico, económico y militar) sostienen sus ambiciones por ganar representatividad ante el Sur global y, así, lograr reformas en la arquitectura institucional mundial propia de la Guerra Fría. Como resultado, la voz de sus líderes resuena con más fuerza en foros multilaterales como, por ejemplo, el G-20 cuya presidencia India ejerció durante el corriente año. Aprovechando su momentum, en la persona del Premier Modi, la India expuso una –su-visión del mundo hasta mediados de siglo, destacando la importancia de alcanzar el desarrollo y la necesidad de asumir mayores compromisos sobre gobernanza global por parte de las principales potencias planetarias, desarrolladas y en desarrollo.
Las ideas-fuerza expuestas en las conclusiones del G-20, ratifican la necesidad de impulsar una “agenda social mundial” que degrade las asimetrías norte-sur y aporte a una mayor estabilidad sistémica; y privilegiar la gestión de conflictos internacionales por medios pacíficos (clara alusión al conflicto ruso-ucraniano); un principio de acción internacional enraizado tempranamente en la India independiente. La histórica adhesión de India al multilateralismo es una constante en su política exterior. Y así como en el pasado desempeñó un rol protagónico como miembro fundador de organizaciones multilaterales como, por ejemplo, el Movimiento de Países no Alineados (MNOAL), en esta etapa de su historia, similares aspiraciones canalizan recursos de poder hacia objetivos sobre reformas en la arquitectura institucional mundial heredada de Bretton Woods. En este sentido, India comparte con China, Brasil y mayoría de naciones en desarrollo, similar concepción respecto de una correlación global de fuerzas estructuralmente diferente a la de mediados del siglo XX que, por ende, exige ampliar la participación del Sur Global en nuevas organizaciones e instituciones multilaterales.
Otras notas destacadas de esta –nueva- narrativa que mira el mediano y largo plazo, fueron las apelaciones del Premier sobre la necesidad de reforzar un trabajo en conjunto con el fin de “…lograr una globalización centrada en el ser humano…”. Asumiendo que, en sus palabras, “…el mundo es una familia.” (Modi, 2023, VasudhaivaKutumbakam), esa búsqueda debe descartar prejuicios y preconceptos ideológicos, religiosos e incluso idiomáticos, para así servir al establecimiento y sostén de pacíficas y estables relaciones interestatales. Un enfoque que se corresponde con la historia y tradición de un país cruzado por históricos clivajes religiosos, persistentes conflictos fronterizos con China y con pretensiones de liderar la competencia simbólico-axiológica entre democracia y autoritarismo.
El discurso que señala un futuro posible, convoca a promover – aún más- una economía ecológica (circular) que preserve la diversidad, administre de manera racional recursos naturales y revincule prácticas de mercado con demandas sociales sobre justicia, equidad y bienestar general. Sobre este punto, es interesante observar que, en términos amplios, esta concepción coincide con la del presidente chino Xi Jinping (ausente en el G-20) quien aspira, desde su posición al comando de la segunda economía mundial, construir una “comunidad de destino compartido para la humanidad” (Staiano, 2022) que rescate la esencia de un humanismo de raíz confuciana facilitador de la convivencia pacífica entre pueblos y naciones.
Por lo tanto, uno los principales ejes de acción en los que deberá expresarse una mayor densidad cooperativa es sobre el capítulo referente al cambio climático. Tópico de la agenda global que conlleva repensar estrategias de crecimiento, políticas de industrialización, organización del trabajo, incorporación de innovaciones tecnológicas, atendiendo a los fines y determinantes de una economía mundial “centrada en las personas”. En consecuencia, acciones comunes deben servir para preservar modos de vida, garantizar la calidad del agua, reducir la deforestación, impulsar el empleo de energías alternativas (biocombustibles, hidrógeno verde, energía solar) y garantizar la seguridad alimentaria de las naciones.
En suma, cabe plantear ciertos interrogantes: ¿serán estas concepciones-guía las de una Nueva India, que intenta romper con su pasada historia colonial atada al dominio extranjero adoptando un nuevo nombre: Bharat? ¿Subyacen en la adopción de un nuevo nombre, intentos por sortear barreras materiales y mentales que den cauce a un nuevo imaginario centrado en la “renovación” del país” que atraviesa un particular ciclo histórico?
La narrativa sobre su nuevo rol como potencia emergente, la mayor representatividad que asume ante el mundo en desarrollo, y las ganancias de reputación internacional, parecen legitimar aspiraciones que, bajo la guía de un espíritu vivificador, confirman la centralidad que Bharat ha de tener en el sistema internacional del siglo XXI. No obstante, más allá de los cambios de nombre, la “vieja” India pervivirá en la “naciente” Bharat.
Sergio Cesarin
Secretario
Cátedra de la India
Departamento de Asia y el Pacífico
IRI – UNLP