Durante la sexagésima séptima reunión ordinaria de la Conferencia General de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), celebrada en septiembre de 2023, Rafael Mariano Grossi fue reelegido como Director General del organismo. El diplomático argentino tomó posesión del cargo como el sexto Director General el 3 de diciembre de 2019 y ahora se renueva por un segundo período.
Grossi se graduó en 1983 como Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica Argentina, luego ingresó al Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) argentina para convertirse en diplomático del país. También realizó una maestría en relaciones internacionales y un doctorado en historia y política internacional en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de la Universidad de Ginebra, Suiza. Grossi cuenta con casi 40 años de experiencia internacional, especializándose en las esferas de la energía nuclear, seguridad, no proliferación y el desarme.
Durante su formación en el ISEN, comenzó su capacitación en el área nuclear en INVAP[1], empresa argentina de alta tecnología. Desde allí, su carrera se volcó a los temas antes mencionados, convirtiéndose en un reconocido experto internacional. Entre los cargos desempeñados, encontramos que entre 1997 y 2000 fue Presidente del Grupo de Expertos Gubernamentales de las Naciones Unidas sobre el Registro Internacional de Armas y, luego, asesor del Subsecretario General de las Naciones Unidas en materia de Desarme.
Entre 2002 y 2007 fue jefe de gabinete de la OIEA (sede en Viena, Austria) y de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (La Haya, Países Bajos). Después, entre 2007 y 2010 fue Director General de Coordinación Política de la Cancillería Argentina, desempeñando también funciones en la embajada argentina en Bélgica y en la misión argentina ante la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.
Entre 2010 y 2013 fue Director Adjunto de la OIEA y, en ese último año, Cristina Fernández de Kirchner lo nombró como Embajador en Austria y de los organismos internacionales con sede en Viena, concurrente también en Eslovaquia y Eslovenia. Sin embargo, el gobierno de Mauricio Macri retiraría el apoyo con el objetivo de promover la candidatura de Susana Malcorra como Secretaria General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Entre el 2014 y 2016, Grossi fue presidente del Grupo de Abastecedores Nucleares y, en 2017, el gobierno de Macri lo postularía a la presidencia de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear a realizarse en 2020.
El 2 de agosto de 2019, la Cancillería Argentina presenta a Grossi como candidato para ocupar el cargo de Director General de la OIEA, llevándose a cabo la votación el 28 de octubre de 2019. Ninguno de lo candidatos obtuvo los dos tercios del sufragio necesarios para ser electo, por lo que el 29 de octubre se celebró una nueva ronda con dos candidatos, Grossi y el Director General interino del momento, el rumano Cornel Feruta. Así, Grossi obtuvo 24 de los 23 votos necesarios, convirtiéndose en el primer latinoamericano en dirigir la OIEA.
La elección de Grossi como presidente del organismo, además de su expertise en el campo, da cuenta de la larga tradición argentina en materia de usos pacíficos de la energía nuclear. Con sus altibajos, Argentina ha sostenido un desarrollo continuo en el área nuclear, desde los años 50 con la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica por el presidente Perón, hasta la INVAP y las exportaciones de reactores nucleares de investigación al mundo.
La OIEA se creó como organismo dentro del sistema de Naciones Unidas en 1957 como una respuesta a los profundos temores y las expectativas que infundían los descubrimientos y variados usos de la tecnología nuclear. La génesis del organismo se remonta al discurso “Átomos para la paz” pronunciado por el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, ante la Asamblea General de la ONU el 8 de diciembre de 1953. La OIEA está estrechamente vinculada a la tecnología nuclear y sus controvertidas aplicaciones, ya sea como arma o como instrumento práctico y útil.
Desde el inicio, los Estados miembros le otorgaron a la organización una doble función: promover el uso de las tecnologías nucleares como fines pacíficos, para la salud y la prosperidad; y controlar y fiscalizar el uso del átomo. La misión de la OIEA se asienta sobre tres pilares o áreas de trabajo fundamentales: seguridad tecnológica y física; ciencia y tecnología; y salvaguardias y verificación. Esta última función del organismo es una de las más reconocidas, ya que le otorga la facultad de fiscalizar, supervisar y verificar que el uso de la tecnología nuclear de la industria de un determinado país se orienta solo a fines pacíficos y no a un desarrollo militar para obtener armas nucleares, y si este cumple con las medidas de seguridad correspondientes para evitar un accidente nuclear. Por esto, se la conoce a la OIEA como el nuclear watchdog (perro guardián nuclear) de las instalaciones nucleares.
Durante su primera gestión, Grossi tuvo que enfrentar el desafío de la supervisión de la seguridad nuclear en Ucrania mientras se desataba la invasión rusa y la guerra. En una nota periodística del diario argentino La Nación[2], Grossi manifestó que “desde el punto de vista de la agencia, podía decir que había una guerra y que teníamos que esperar a que termine, y nadie lo hubiese criticado. Pero nuestra actitud fue todo lo contrario, decidimos agarrar el toro por las astas. Comencé a insistir, hablando con Rusia y con Ucrania, para poder ir a plantar bandera de la OIEA en las centrales, para evitar que se convirtieran en un blanco militar”. También agregó: “Siempre existen denominadores comunes, aún en situaciones conflictivas. Si bien hay dos enemigos que quieren matarse, encontramos tres elementos. Para los rusos se trataba de consolidar su presencia ilegítima, de acuerdo al derecho internacional, y quedarse allí, sin estar sujetos a ninguna ofensiva o ataque del otro sector. Por otro lado, querían reconocer la utilidad de que existiera una amnistía internacional. Y del otro lado, Ucrania quería recuperar lo que es suyo y lo quiere tener en buen estado. No quiere recibir una planta que haya sido saboteada o inutilizada. Por eso, se permitió la presencia del OIEA.”
El diplomático va más allá de la guerra poniendo a la seguridad nuclear como prioritaria en un territorio invadido por un conflicto militar. El interés está en evitar una catástrofe radiológica nuclear mayor, que podría ser dañino para todos. Cuenta también que hay un equipo que va rotando cada 40 o 45 días, pero que tal rotación no es fácil porque hay que atravesar la línea del frente.
Más allá de la guerra, Grossi también manifiesta que la energía nuclear es limpia, libre de emisiones de dióxido de carbono. Agrega que “en las grandes economías industrializadas, la energía nuclear está ganando mucho espacio y que el organismo tiene una función de guía, no solo de controlar que no se hagan armas nucleares, sino también en asegurar el funcionamiento de las instalaciones nucleares, como reactores nucleares y las centrales nucleares.”
Además, Grossi cuenta con el desafío de abordar el incremento del interés en la utilización de reactores pequeños y modulares, cuya construcción en más flexible y menos costosa.
Abundio Gadea
Departamento de Derecho Internacional
IRI – UNLP
Referencias
[1] INVAP S.E. es una empresa argentina de alta tecnología dedicada al diseño, integración y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico.
[2] Para más información ver: https://www.lanacion.com.ar/economia/rafael-grossi-como-piensa-el-argentino-a-cargo-del-organismo-que-inspecciona-todas-las-centrales-nid25092023/