La relación entre Irán y los gobiernos de izquierda en América Latina

*  La relación entre Irán y los gobiernos de izquierda en América Latina

Danilo Gelman[1]

Resumen

La relación entre Irán y los gobiernos de izquierda en América Latina ha sido compleja y en constante evolución, influenciada tanto por consideraciones geopolíticas como por afinidades ideológicas. Esta asociación ha llamado la atención debido a su potencial para desafiar las dinámicas de poder tradicionales en el sistema internacional, especialmente en el contexto de un orden mundial en cambio.

Contexto histórico: La relación entre Irán y los gobiernos de izquierda en América Latina cobró relevancia en la década de 2000, durante los mandatos de líderes como Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia. Estos líderes, junto con otros en la región, compartían posturas antiimperialistas y buscaban una mayor independencia de Estados Unidos en sus políticas exteriores.

Intereses comunes: Ambos actores, Irán y los gobiernos de izquierda en América Latina, comparten intereses en desafiar la influencia de Estados Unidos y promover un orden internacional más multipolar. Esto se ha traducido en acuerdos de cooperación en áreas como la energía, la agricultura y la tecnología.

Intercambio comercial y energético: Irán ha buscado diversificar sus relaciones comerciales y energéticas, en particular debido a las sanciones internacionales que ha enfrentado. Ha encontrado en algunos países de América Latina, como Venezuela, socios dispuestos a comerciar petróleo y establecer acuerdos en sectores estratégicos.

Apoyo político e ideológico: Los líderes de izquierda en América Latina a menudo han expresado su solidaridad con Irán en cuestiones internacionales, como el programa nuclear iraní. Esto ha contribuido a la construcción de una relación política más estrecha.

Cambios en el escenario internacional: La relación entre Irán y América Latina ha evolucionado en respuesta a cambios en el escenario internacional. La muerte de líderes como Chávez y cambios políticos en la región han llevado a ajustes en la dinámica de la relación.

Críticas: Esta relación ha enfrentado críticas y desafíos, especialmente por parte de Estados Unidos y algunos países de la región que ven la influencia de Irán como una amenaza a la estabilidad regional.

La relación entre Irán y los gobiernos de izquierda en América Latina ha sido una alianza basada en intereses comunes y solidaridad ideológica. Sin embargo, su dinámica ha experimentado cambios a lo largo del tiempo y está sujeta a las transformaciones de las condiciones políticas y económicas en la región y en el escenario internacional.

2. Breve historia de la relación Irán-América Latina

A lo largo de la historia, las interacciones entre América Latina e Irán apenas dejaban rastro. El Irán imperial sostenía relaciones diplomáticas formales con unos pocos países latinoamericanos: Argentina desde 1902, Brasil y Uruguay desde 1903, México desde 1937 y Venezuela desde 1947. El petróleo, principal fuente de ingresos iraníes, abrió una nueva vía de comunicación con la Venezuela de Carlos Andrés Pérez, la pionera en la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En 1975, el sha Reza Pahlevi visitó Caracas, y en 1977, Carlos Andrés Pérez viajó a Teherán. La Revolución Islámica de 1979, que derrocó la monarquía, no introdujo cambios notorios en esta relación. Apenas se registraron algunos contactos y proyectos incipientes, que, en retrospectiva, podrían verse como indicios de futuros avances.

Entre 1986 y 1991, Argentina e Irán establecieron una colaboración nuclear civil bajo la supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Este proyecto alcanzó su punto máximo rápidamente, pero perdió impulso por dos razones fundamentales. Por un lado, chocaba con otros proyectos llevados a cabo entre Argentina, Egipto e Iraq, especialmente el programa conocido como Cóndor II. Por otro lado, la guerra entre Irán e Iraq, la alineación política y militar de Argentina con Estados Unidos y su participación en la primera Guerra del Golfo llevaron al país sudamericano a poner fin a toda forma de colaboración con la Organización Iraní de Energía Atómica (AEOI) en 1991, bajo el gobierno de Carlos Menem.

En el año 2000, Irán participó de nuevo en una reunión de la OPEP celebrada en Caracas, esta vez con Hugo Chávez en el poder. A partir de este evento, comenzó una aproximación, aunque aún de alcance limitado. Esta relación bilateral se caracterizaba por su escasa profundidad.

El presidente Mohammad Khatami visitó Venezuela en tres ocasiones a lo largo de su mandato (1997-2005), ya que consideraba la cooperación en asuntos relacionados con el petróleo entre ambas naciones un tema central digno de promoción. Esta cooperación tenía como objetivo asegurar que los miembros de la OPEP estuvieran produciendo petróleo de acuerdo con los intereses de todos los países exportadores de petróleo.

La llegada al poder de Mahmoud Ahmadinejad en 2005 marcó un notable fortalecimiento de las relaciones entre ambas naciones. Ahmadinejad tenía la intención de cambiar las políticas gubernamentales previas que se centraban en mitigar las tensiones internacionales y, en su lugar, perseguía una visión que giraba en torno a un nuevo orden mundial. Consideraba que el orden global establecido desde la Segunda Guerra Mundial, liderado por Estados Unidos, necesitaba ser desmantelado para corregir una injusticia histórica. Esta creencia coincidía con las visiones revolucionarias del entonces presidente venezolano Hugo Chávez, acelerando la formación de un vínculo estratégico entre ambos países. Este vínculo no solo se basaba en el reconocimiento mutuo de intereses políticos y económicos compartidos, sino también en una alianza ideológica radical. Esto llevó al desarrollo de un discurso común entre el socialismo de Chávez y el islam chiíta mesiánico de Ahmadinejad. Ambos presidentes tenían como objetivo establecer un eje revolucionario que desafiara la supremacía de Estados Unidos.

En los dos primeros años de su presidencia, Ahmadinejad visitó Venezuela en dos ocasiones, mientras que Chávez, una de las figuras prominentes de la creciente izquierda en América Latina en ese momento, viajó a Irán en tres ocasiones y fue recibido con gran calidez por el líder supremo iraní Ali Khamenei, un honor reservado únicamente para los aliados más cercanos de Irán. Durante una conferencia de prensa conjunta en Teherán en julio de 2007, Ahmadinejad resaltó las similitudes entre la Revolución Islámica y la Revolución Bolivariana en Venezuela. Consideraba ambas revoluciones como portadoras de mensajes de esperanza y hermandad para todas las naciones, haciendo hincapié en la necesidad de una firme oposición al poder de Estados Unidos. Durante su visita a Venezuela en enero de 2007, Ahmadinejad expresó el compromiso de ambos países de difundir ideas revolucionarias a nivel mundial y responsabilizó a las superpotencias globales y a su deficiente gestión de los problemas mundiales. En una visita a Nicaragua en 2007, tras la victoria de Daniel Ortega en las elecciones presidenciales, Ahmadinejad afirmó que ambas naciones compartían intereses, metas y un enemigo común: Estados Unidos.

Cuando Ahmadinejad destacaba la ideología radical que compartían Irán y algunos regímenes de América Latina, no podía pasar por alto las diferencias entre el socialismo secular y el islam revolucionario. Aunque generalmente evitaba mencionar de manera explícita las diferencias religiosas entre los países, algunas de sus declaraciones insinuaban de manera indirecta estos contrastes. En una carta de condolencia tras la muerte de Chávez, Ahmadinejad lo describió como un hombre de fe, un revolucionario que abogaba por la justicia y que permanecía comprometido con los valores humanos y divinos, siguiendo el ejemplo de los profetas.

Otros altos funcionarios iraníes también se han esforzado por estrechar los lazos entre la izquierda socialista en América Latina y el islam revolucionario de Irán. Por ejemplo, el ex embajador iraní en Venezuela, Ahmad Sobhani, afirmó que Chávez se consideraba a sí mismo un católico devoto y que la nueva izquierda en América Latina abrazaba un enfoque patriótico que no entraba en conflicto con la religión.

Casi veinte años después, la visita del Presidente Raisi a América Latina podría interpretarse como otra manifestación de la percepción de Irán de sí mismo como uno de los líderes del Tercer Mundo, más comúnmente conocido como «El Sur Global». También refleja los esfuerzos de Irán por establecer un bloque radical antiestadounidense con países como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia. Esta autopercepción se ha fortalecido aún más a la luz de los cambios globales, ya que el régimen iraní entiende que el panorama internacional ha cambiado de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos a un mundo multipolar con un potencial significativo para naciones antiestadounidenses como Rusia, China e Irán.

Durante su discurso en el «Día Nacional contra la Arrogancia Global» en noviembre de 2022, el Líder Supremo Khamenei afirmó que Estados Unidos ya no ocupaba el nivel más alto de poder en el mundo. Aseveró que el mundo se dirigía hacia un nuevo orden global que se oponía al Occidente y a la hegemonía estadounidense.

En junio de 2023, el Presidente de Irán, Ebrahim Raisi, emprendió un viaje oficial a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Estas visitas dieron lugar a una serie de acuerdos de colaboración y entendimientos entre Irán y estas tres naciones en una amplia variedad de áreas, que incluyen agricultura, energía, comunicaciones, tecnología de la información, transporte marítimo, educación superior y cultura. Durante una conferencia de prensa conjunta con el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el Presidente Raisi anunció que ambos países habían acordado incrementar el volumen del comercio mutuo de 3 a 20 mil millones de dólares anuales. Enfatizó que la relación entre Teherán y Caracas no se limitaba a la diplomacia de bajo perfil, sino que tenía un carácter estratégico (Tasnim). La llegada del Presidente Raisi a Venezuela coincidió exactamente un año después de la visita de su homólogo a Teherán, durante la cual ambas naciones firmaron un acuerdo de cooperación de 20 años en los campos del petróleo, petroquímica, defensa, agricultura y cultura (Reuters).

La visita del Presidente Raisi a América Latina ha encendido el debate sobre las relaciones cada vez más estrechas entre Irán y ciertos países latinoamericanos que abrazan una ideología de izquierda radical. A simple vista, podría parecer que no tienen mucho en común: por un lado, los regímenes socialistas radicales, en su mayoría católicos, en América Latina, y por otro, la República Islámica de Irán, basada en el islam chiíta revolucionario. Sin embargo, durante más de dos décadas, lo que ha mantenido estas relaciones en crecimiento es su hostilidad compartida hacia los Estados Unidos y su hegemonía.

En el mismo orden, Irán tiene como objetivo expandir sus colaboraciones económicas con países antiestadounidenses como parte de su estrategia para eludir las sanciones internacionales. La intención ha sido incrementar el comercio con mercados que se consideraban menos vulnerables a estas sanciones, incluyendo aquellos en América Latina. Este movimiento tenía la intención de proporcionar a Teherán una mayor flexibilidad frente a las sanciones y compensar la pérdida de oportunidades comerciales en otros mercados, especialmente en los países occidentales y el sudeste asiático. En esta realidad, a pesar de que aún pueden existir diferencias ideológicas significativas entre la izquierda socialista y el islam revolucionario, la República Islámica continúa priorizando los intereses nacionales y el desarrollo, y enfatiza los intereses compartidos y las similitudes con sus aliados globales en el frente antiestadounidense.

El actual gobierno de Raisi ha tenido últimamente unos años intensos en el frente diplomático, en consonancia con su política claramente formulada de mejorar las relaciones, tanto con los países vecinos más cercanos de Irán como con el «Sur Global» y Oriente. A diferencia del pasado, los estados del Golfo, junto con naciones en África y América Latina, están más abiertos a la idea de «hacer negocios» con Irán y aceptarlo como un socio diplomático y económico legítimo. En el nivel declarativo, este proceso ha fortalecido la posición de Irán en el escenario internacional y ha contribuido a superar su aislamiento internacional. Este desarrollo forma parte de los cambios en el orden mundial existente liderados por China y Rusia, que están en conflicto con Estados Unidos y buscan promover un orden mundial que no sea unipolar y en el cual Washington tenga menos influencia. En la práctica, sin embargo, es dudoso si estos movimientos han ayudado a aliviar la grave situación económica en la República Islámica, ciertamente no a corto plazo, en parte porque algunos de los países involucrados todavía siguen aplicando sanciones estadounidenses. También parece poco probable en la actualidad que la nueva apertura internacional hacia Irán se traduzca en mejores relaciones entre el régimen y el público, siempre y cuando el gobierno siga negando a la población iraní sus derechos civiles y continúe aplicando leyes impopulares, como la ley que obliga a las mujeres a llevar el hiyab.

Concluyendo, las relaciones entre la República Islámica de Irán y algunos sectores de la izquierda latinoamericana se pueden dividir en los siguientes pilares:

Antiimperialismo y antiestadounidensismo:

Tanto Irán como algunos movimientos de izquierda en América Latina han compartido una retórica antiimperialista y antiestadounidense. Esta retórica se ha basado en la percepción de que Estados Unidos ha ejercido influencia excesiva en asuntos globales y ha intervenido en los asuntos internos de otros países, incluyendo Irán y países latinoamericanos.

Solidaridad con Palestina:

Irán ha expresado su apoyo a la causa palestina y ha mantenido relaciones estrechas con grupos como Hamás y Hezbollah, que son vistos como actores anti-Israel. Algunos sectores de la izquierda latinoamericana también han mostrado simpatía hacia la causa palestina y han criticado la política israelí en la región.

Cooperación económica y energética:

Irán ha buscado expandir sus relaciones comerciales y económicas con países latinoamericanos, particularmente en el ámbito de la energía. Ha firmado acuerdos de cooperación energética con naciones como Venezuela y Bolivia, proporcionando asistencia técnica y financiera en proyectos petroleros y de gas.

Alianzas políticas selectivas:

A lo largo de los años, Irán ha establecido alianzas políticas con gobiernos de izquierda en América Latina, como el de Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia. Estos líderes compartieron una retórica antiimperialista y buscaron diversificar sus relaciones internacionales más allá de Estados Unidos y Europa.

Diversidad de perspectivas en la izquierda:

Es importante señalar que la izquierda latinoamericana no es homogénea y presenta una diversidad de perspectivas. Algunos movimientos y líderes de izquierda han sido críticos con Irán debido a cuestiones relacionadas con los derechos humanos y la falta de democracia en ese país.

Cambios políticos en América Latina:

La relación entre Irán y la izquierda latinoamericana ha estado sujeta a cambios políticos en la región. Con la transición de gobiernos de izquierda a gobiernos de centro-derecha en algunos países latinoamericanos, las relaciones pueden haber experimentado cambios significativos.

En resumen, la relación entre la República Islámica de Irán y la izquierda latinoamericana ha sido influenciada por una combinación de factores ideológicos, geopolíticos y económicos. Aunque han compartido algunas afinidades ideológicas, no todos los actores de la izquierda latinoamericana han mantenido relaciones cercanas con Irán, y la dinámica de esta relación ha evolucionado a lo largo del tiempo y sigue siendo sujeta a cambios en el panorama político global y regional.

[1] Master or Arts en Terrorismo y contraterrorismo de la Universidad Reichman (Israel).