El pasado 13 de enero se realizaron las elecciones presidenciales en la isla de Taiwán. A pesar de ser reconocida internacionalmente sólo por 12 Estados, los comicios atrajeron la atención de la comunidad internacional, principalmente por que los mismos se dan en el marco de una agudización de las pujas sistémicas por el rediseño del orden global contemporáneo, en las cuales Taiwán ocupa un lugar destacado.
El candidato del Partido Progresista Democrático (PPD) Lai Ching‑te (conocido popularmente como William Lai) se alzó con la victoria tras alcanzar el 40% de los votos, aventajando a Hou Yu-ih del Partido del Kuomintang (KMT) y a Ko Wen-je del Partido Popular de Taiwán (PPT), quienes obtuvieron el 33.4% y el 26.4% de los votos respectivamente.
De este modo, en una primera lectura, el PPD consolida su posición de liderazgo luego de ratificar sus victorias presidenciales en 2016 y 2020. Sin embargo, si ampliamos el radio de análisis, podemos hacer un balance menos optimista para el PPD y su futuro al frente del gobierno de Taiwán.
Si bien los resultados dieron ganador de forma clara al PPD, hay que destacar la merma sustancial de su caudal electoral. Si tomamos como referencia las elecciones de 2020, el Partido de Lai sufrió una sangría de más de 17 puntos porcentuales y de más de dos millones y medio de votantes, que fueron a parar en su mayoría al novel Partido Popular de Taiwán. El KMT, en tanto, sufrió una merma de poco más de 800 mil votos y casi 5 puntos entre una elección y otra.
Por otra parte, el PPD perdió la mayoría legislativa, por lo que deberá buscar consensos en alguno de los otros partidos para llevar adelante sus políticas. Pero, también, deberá evitar una alianza entre el KMT y el PPT que podría paralizar las iniciativas de Lai, teniendo en cuenta que ambos partidos de la oposición juntan el 60% de los votos y abogan por mantener el diálogo y la cooperación con Beijing y mantener la paz. El nuevo presidente rápidamente tomó nota de los resultados: “[Los taiwaneses] quieren un Gobierno efectivo y a la vez fuertes controles y equilibrios”, señaló (El País, 2024). Es decir, el PPD ya no podrá gobernar discrecionalmente, ni podrá tomar decisiones que generen el rechazo del KMT o del PPT.
Lo anterior nos arroja otra lectura que matiza los ánimos triunfalistas del PPD: la elección parece reflejar el descontento de un sector importante del pueblo taiwanés a las alternativas electorales disponibles. Es que el PPD y el KMT se disputan mano a mano la elección de forma casi ininterrumpida desde 1996 a la fecha. La emergencia del PPT, en este sentido, puede reconfigurar el escenario no solo electoral, sino principalmente político de la isla en el futuro.
Por otra parte, si bien gran parte de las encuestas previas daban como ganador a William Lai, no eran pocas las que preveían un acercamiento mayor (o incluso una sorpresiva victoria) del KMT. Lo antedicho expresa una situación compleja para la isla, y es la desesperanza sobre el futuro de que Taiwán no solo recupere el control político sobre la China continental (el objetivo último por el cual se exilió Chiang Kai-shek en 1949), sino incluso que pueda aumentar su reconocimiento diplomático por parte de la comunidad internacional.
Desde hace varios años (pero principalmente luego de las políticas de Reforma y Apertura iniciadas por Deng Xiaoping a fines de los años ´70), Taiwán ha dejado de ser una meca del capitalismo en el Asia oriental. Si alguna vez Estados Unidos proyectó y realizó una masiva inyección de divisas para desarrollar económicamente a la isla, que le permitiera contraponerla a una “China continental comunista atrasada y pobre”, esa situación ha virado notablemente. La economía de la República Popular China (RPCh) no solo es hoy veintitrés veces más grande que la de Taiwán, sino que incluso la República Popular ha crecido a tasas mayores que las de la isla. A su vez, la RPCh se ha consolidado en los últimos años como el primer socio comercial de Taiwán, expresando el 26,4% de sus exportaciones y el 22% de sus importaciones, muy por encima de los Estados Unidos (15% y 10% respectivamente), lo que habla de la interdependencia que existe entre ambos lados del estrecho. Además, la población de Taiwán está sufriendo un proceso de estancamiento, y hace más de 20 años que no crece. A esto, debemos sumar la insatisfacción de una parte importante del pueblo taiwanés con el aumento del precio de la vivienda, el estancamiento de los salarios y la reducción de oportunidades laborales en los votantes jóvenes (BBC, 2023).
La contracara del “estancamiento” relativo de Taiwán es el crecimiento que ha tenido la República Popular China en los últimos años, y su inflexibilidad de la política de “Una sola China” a nivel internacional. Para el pueblo chino, Taiwán es un territorio ocupado por rebeldes, por lo que no hay lugar para que ningún país tenga relaciones bilaterales con “representantes” de la isla. En este sentido, el gobierno de la República Popular exige a la comunidad internacional cumplir el Consenso alcanzado en 1992 por la China continental y Taiwán de que existe una sola China y que, en este sentido, Taiwán es parte de China. De hecho, en agosto de 2022 la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado y la Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China publicaron un Libro Blanco titulado “La cuestión de Taiwán y la reunificación de China en la nueva era”, en el cual se señala que “salvaguardar la soberanía nacional, la unidad y la integridad territorial es el deber común de todos los ciudadanos chinos (…) Somos una sola China y Taiwán es parte de China. Este es un hecho indiscutible respaldado por la historia y la ley. Taiwán nunca ha sido un Estado; su estatus como parte de China es inalterable. Cualquier intento de distorsionar estos hechos y cuestionar o negar el principio de una sola China terminará en fracaso” (China Daily, 2022).
Esto ha llevado a que Taiwán perdiera aliados de forma exponencial, sobre todo en América Latina y el Caribe, donde en los últimos diez años cinco países cambiaron el reconocimiento diplomático desde Taiwán hacia la República Popular (Honduras, Nicaragua, El Salvador, República Dominicana y Panamá). El último país en reafirmar su adhesión a la política de “Una sola China” y abandonar su reconocimiento a Taiwán fue la República de Nauru, el pasado 15 de enero.
Lo antedicho explica en parte el creciente sentimiento “independentista” que ha ganado lugar tanto en el PPD como en una parte importante de la población taiwanesa. Si no se puede avanzar en la reunificación bajo una vía capitalista (como sostiene el KMT), la única opción es la independencia. Este movimiento ha sido apoyado tácitamente por el gobierno estadounidense, que ve que un potencial conflicto entre China y Taiwán devendría en un enfrentamiento a gran escala que mermaría el ascenso estratégico que viene teniendo la RPCh en el ámbito internacional.
Cualquier movimiento hacia una “independencia” de Taiwán dispararía las tensiones geopolíticas en el Mar del Sur de China y en el mundo entero. La OTAN definió en 2022 en su reunión de Madrid que el Asia Pacífico será el epicentro de las disputas geopolíticas en el futuro (Ministerio de Defensa de España, 2022), y llamó a la organización a prestar atención a los movimientos geopolíticos en la región. Los Estados Unidos, en tanto, se han caracterizado por sostener una “ambigüedad estratégica’’, que combina el no reconocimiento oficial de Taiwán, pero señalan su compromiso de defender a la isla en caso de una invasión desde el continente (Riddik, 2021). Estados Unidos ha avanzado también en acuerdos de cooperación militar con Filipinas, Japón y Australia, intentando generar un cerco para contener a China. A su vez, la visita de Nancy Pelosi a Taiwán en agosto de 2022, sumado a la venta de armas y ayudas económicas que el país norteamericano brinda recurrentemente a Taiwán, han agravado los enojos en Beijing. Por otro lado, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, felicitó a Lai por su triunfo y ratificó el compromiso del país con la “paz y la estabilidad” en la región.
Las elecciones en Taiwán han dejado resultados interesantes, y es importante que desde la política exterior nacional les prestemos atención al proceso histórico y a sus tendencias futuras, más que a la fotografía del momento. La “cuestión Taiwán” puede ser un foco de conflicto en un futuro cercano, y es fundamental tener una estrategia y posicionamientos claros y precisos en materia de política exterior. El orden internacional contemporáneo oscila entre aquellos países o actores que buscan propiciar la confrontación y la inestabilidad y aquellos que proponen y trabajan cotidianamente para construir una comunidad de destino compartido para la humanidad, caracterizada por la paz, la cooperación de beneficio mutuo y el desarrollo compartido. La política de “Una sola China” está en sintonía con los principios de soberanía, integridad territorial y respeto por los principios establecidos en la Carta de Naciones Unidas, valores que Argentina ha defendido históricamente ante la comunidad internacional. En este sentido, y en el marco de la agudización de las pujas geopolíticas en curso, debemos ser certeros en la definición sobre la “cuestión Taiwán”.
Sebastián Schulz
Integrante
Centro de Estudios Chinos
Departamento de Asia y el Pacífico
IRI – UNLP
Referencias
BBC (2024). William Lai: Taiwan just chose a president China loathes. What now? https://www.bbc.com/news/world-asia-67920530
China Daily (2022). The Taiwan Question and China’s Reunification in the New Era. https://www.chinadaily.com.cn/a/202208/10/WS62f314b6a310fd2b29e71619.html
El País (2024). Taiwán vota continuidad y elige al candidato al que China considera “un peligro”. https://elpais.com/internacional/2024-01-13/el-candidato-al-que-china-considera-un-peligro-gana-las-elecciones-en-taiwan.html
Ministerio de Defensa de España (2022). Nuevo Concepto Estratégico de la OTAN. https://www.defensa.gob.es/Galerias/main/nuevo_concepto_estrat_gico_de_la_otan.pdf
Riddick, D. (2021). Más allá de los estrechos. https://cechinounlp.wordpress.com/2021/05/07/mas-alla-de-los-estrechos/