Gonzalo Salimena[1]
El mundo actual profundiza aún más la conflictividad y las tensiones. La guerra de Ucrania no construyó un nuevo orden internacional. Su retraso y la falta de consulta entre los grandes jugadores de la política internacional en temas de seguridad, avecinan y potencian el enfrentamiento y la contienda. Las amenazas convencionales y transnacionales proliferan y se potencian en todas las regiones. El término seguridad parece expandirse hasta incluir ejes temáticos que antes no pertenecían a esta esfera, de manera que parece que todo es seguridad y nada es seguridad, diluyendo de esta manera la connotación de la misma. La interdependencia económica no sólo ha impartido efectos de costos recíprocos en los actores, sino que también puede ser utilizada como un arma, al igual que la tecnología cumpliendo una función útil de posicionamiento y poder para los Estados. La consecuencia de este escenario conflictivo e interdependiente en los cual lo doméstico se mezcla con lo internacional y viceversa, es una complicación de la política exterior dada por los múltiples canales que conectan las sociedades y los contactos multiniveles. De ello se desprende, que frente al nuevo contexto se dificulta su abordaje desde las perspectivas tradicionales que concentraban la planificación, elaboración y ejecución de la política exterior en un solo actor protagónico.
En los últimos años la diplomacia parlamentaria enfrentó un crecimiento notable. Ya sea a través de vínculos entre parlamentarios y Congresos entre sí, así como a través de parlamentarios con organismos internacionales y regionales de carácter parlamentario, la diplomacia parlamentaria creció desde lo cualitativo y lo cuantitativo y potenció lazos entre diversos actores fortaleciendo esferas de cooperación e integración. Creo que la diplomacia parlamentaria brinda cierta flexibilidad en el accionar en ciertos ámbitos en detrimento de la rigidez que puede aportar la diplomacia tradicional. Ello puede ser un elemento atractivo que permita el acercamiento para la resolución de problemáticas que hacen al interés políticos y comercial económico entre Estados. Una primera diferencia con la diplomacia tradicional es la pluralidad representativa. Ella implica que tanto en la composición de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto del Senado y diputados, así como en los vínculos con organismos internacionales y regionales, la minoría debe estar representada. De esta manera, la búsqueda de consensos transversales se trasforma en un elemento clave para la política exterior del Poder Legislativo asignando un valor trascendente a los posibles entendimientos entre legisladores de diversas facciones políticas, que ayuda a configurar una imagen positiva del país en el mundo que siente las bases para una reinserción internacional inteligente.
Otro elemento a destacar se refiere al abordaje previo al Poder Ejecutivo. Esto significa que el Poder Legislativo se puede acercar a cierta problemática naturalmente e iniciar contactos para encausar esa controversia para que sea solucionada y finalizada por el Poder Ejecutivo nacional, en una instancia previa a que sea abordado por este. En un sistema presidencial donde hay una concentración en el manejo de la agenda de política internacional por parte del Poder Ejecutivo, puede ser un elemento que aporte claridad y diálogo constructivo necesario para impulsar la solución de disputas que atañen a los actores permitiendo una interacción de multinivel entre actores gubernamentales.
La informalidad de la metodología nos conduce sobre un elemento distintivo de la diplomacia parlamentaria, hacemos referencia a la confección de un entorno menos rígido y no tan protocolar que permite un acercamiento y el planteo de inquietudes y problemáticas, donde en algunos casos las mismas podrían no ser parte de una agenda. Por esta razón, el entorno distendido y más cercano entre los legisladores puede transformarse en la instancia donde se articulen acercamientos vitales para disminuir la conflictividad e incrementar la cooperación. Finalmente, y entre otras virtudes de la diplomacia parlamentaria, contamos con su tarea histórica tradicional del control parlamentario que supone la interpelación de funcionarios sobre diversos ejes temáticos que hacen a las relaciones internacionales en las diversas Comisiones pertinentes.
En síntesis, en un escenario internacional en el cual se acrecientan tensiones y problemáticas, la diplomacia parlamentaria puede constituirse en una herramienta útil que puede aportar un dialogo constructivo y flexibilidad necesaria para acompañar la inserción internacional del Poder Ejecutivo en temas sensibles que requieren la confección y el abordaje multifacético.
[1] Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Estudios posdoctorales realizado en la Universidad di Reggio Calabria Italia (URC) y en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Miembro del Consejo Asesor del Doctorado del IRI-UNLP. Profesor del Doctorado IRI-UNLP. Miembro del Departamento de Seguridad Internacional y Defensa del IRI-UNLP y Secretario del Observatorio de Terrorismo IRI-UNLP.