¿La política exterior del Wishful thinking? Descifrando a Milei
Matías Mendoza[1]
El objetivo de las líneas que siguen es ofrecer una breve evaluación de la política exterior desarrollada por el gobierno de La Libertad Avanza. Aunque brevemente, queremos examinar qué percepción tiene el actual gobierno del sistema internacional y el proceso de toma de decisiones asociado, especialmente cómo los deseos y sesgos del presidente y de su canciller pueden influir en el proceso decisorio, junto con los obstáculos que puede enfrentar ello.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el entorno internacional actúa como un claro condicionante para la planificación y el desarrollo de la política exterior de un país. El otro factor es la lectura y reacción que se haga ante el mismo por parte de los tomadores de decisión de un Estado.
Si bien los factores sistémicos nos ayudan a comprender las circunstancias bajo las cuales los estadistas toman decisiones, es mucho más probable que los mismos operen según sus percepciones acerca de la realidad antes que siguiendo un modelo de conducta propio de un actor racional, sopesando de manera objetivas las opciones disponibles. Dicho modelo fue ampliamente difundido por las teorías económicas clásicas y autores clásicos del campo de las RRII, como Kenneth Waltz, autor del influyente texto Teoría de la Política Internacional, o Henry Kissinger, ex secretario de Estado y Consejero de Seguridad Nacional estadounidense.
Los estadistas suelen guiarse en su accionar por sesgos motivados o por errores cognitivos sin motivo inherente (Renshon & Renshon, 2008, p. 512). Estos últimos son un resultado natural de las dificultades individuales en manejar y procesar información para tomar decisiones o calcular probabilidades. En cambio, los que nos interesan para este caso son los sesgos motivados.
Los mismos son una distorsión del procesamiento o aprehensión de información por parte del tomador de decisiones, ya que los mismos se hallan fuertemente comprometidos con una línea de pensamiento particular, sin prestar atención acerca de si los hechos la contradicen. Estas distorsiones producto del compromiso con una línea de pensamiento determinada se deben probablemente al hecho de que el tomador de decisiones encuentra que ésta satisface ciertas necesidades psicológicas-como la búsqueda de aprobación por parte de otros, por ejemplo.
Existe un segundo tipo de sesgo motivado, relacionado con los sistemas de creencias. La prevalencia de estos se debe a que dichos sistemas ofrecen un marco de referencia potente para entender el mundo, e influencian claramente cómo se procesa la información. De hecho, y como señala Jervis (2006, p. 650) la complejidad de la realidad y la imposibilidad de absorber y procesar toda esa información, lleva a una gran cantidad de gente-estadistas incluidos y otros participantes en la toma de decisiones-a manejarse por lo que señalan las creencias o teorías.
La aplicabilidad de los sesgos motivados para el caso que nos ocupa es pertinente, puesto que nos permite entender cómo se percibe el sistema internacional-aunque los datos empíricos puedan decir otra cosa tanto sobre la elección de alianzas preferenciales como de la posición de la Argentina en el mundo.
Revisando el plan de Gobierno de la Libertad Avanza en conjunto con las declaraciones realizadas por el actual presidente y Diana Mondino-la actual canciller y referente principal del libertario en política exterior-en múltiples entrevistas o con su participación en foros y conferencias, así como desde su campaña electoral, nos ofrecen una imagen del tipo de percepción sobre el sistema internacional y el rol que debe asumir la Argentina en el mismo.
El propio Milei explicó que su política exterior privilegiará una especie de alineamiento automático de la Argentina con Occidente, y de tendido de alianzas con cualquier gobierno que esté dispuesto a luchar contra la izquierda internacional. Con esta clave guiando su pensamiento, señaló que sus principales aliados serán Estados Unidos e Israel (Deza, 15 de agosto de 2023). Por su parte, Mondino aclaró que los dos pilares de la política exterior de su gobierno serían la apertura comercial, junto con la necesidad de garantizar que la República Argentina sea una democracia liberal abierta. Ambos pilares, aclara la referente en cuestiones de política exterior, parten de los valores que guían a este espacio político (Mondino, 5 de septiembre de 2023).
El libertario, una vez ya como presidente, ha expresado en el Foro Económico Mundial de Davos o en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) realizadas respectivamente en enero y febrero, una preocupación por la seguridad de Occidente-identificado, según sus aliados preferidos, en la tradición judeo-cristiana y en el capitalismo de libre mercado-debido a la presencia de una supuesta amenaza socialista, representada por una izquierda que, según él, domina los medios de comunicación y universidades, e identificada en países tales como la República Popular de China, Brasil y otros emergentes. En cuanto a éstos, no ha ahorrado insultos o comentarios denostando a sus mandatarios.
Retomando la cuestión de los sesgos, vemos como los mismos tiñen la selección de aliados preferenciales, los discursos y la denostación de otros, respondiendo a ciertas necesidades de aprobación exterior, de hecho. Es aquí donde podemos hablar de un wishful thinking (pensamiento ilusorio) como guía para el accionar de Milei y asociados en su aproximación a la política exterior. Más que tomar en cuenta un entorno internacional que ha atravesado por diversos cambios, donde muchos actores parecen hallarse en una relativa decadencia mientras otros se disputan el centro del escenario, las acciones de Milei se conducen por el deseo o anhelo ante todo, imaginando un sistema internacional en el cual el tiempo parece haberse congelado en los momentos álgidos de la Guerra Fría. Un pequeño repaso por algunos eventos clave puede echar algo de luz al respecto.
Empecemos por el lazo con Washington. El mismo tiene un lugar central en la agenda de Milei, dado que ha realizado ya varias visitas a Estados Unidos e Israel, mientras que, en cambio, para contar sus visitas por el interior de la Argentina y los países del vecindario, sobran los dedos de una mano. En estas visitas al exterior se resalta la excitación demostrada por éste, en sus encuentros con figuras controversiales como Trump, el CEO de Tesla, Elon Musk o su emoción al punto de las lágrimas frente al Muro de los Lamentos en Jerusalén.
Las visitas con motivos diplomáticos y comerciales oficiales-asociadas a la esfera de la alta política tradicionalmente-guardan una menor prioridad entonces que reunirse con figuras asociadas a la alt-right estadounidense y satisfacer ciertas cuestiones asociadas con el interés del mandatario por el judaísmo, algo que también muestra en su constante uso de referencias o analogías bíblicas. Un detalle no menor es el uso de canales no oficiales para comunicar muchos de estos eventos y las reacciones que él genera, haciendo un uso constante de redes sociales como Instagram o X para postear al respecto.
La búsqueda de reconocimiento por estos actores-central quizás para la agenda personal del presidente-parece ser el centro de gravedad hasta ahora, incluso cuando puede parecer contraproducente contra posiciones históricamente sostenidas por la Argentina.
Los lazos con Washington en materia de defensa y el visto bueno de éste hacia el plan económico de ajuste del actual gobierno se han visto reforzados en hechos y palabras. Reuniones con oficiales del Tesoro y del Fondo Monetario Internacional han resultado en al menos declaraciones de apoyo a éste, mientras que, en seguridad y defensa, el presidente y sus ministros han sostenido múltiples diálogos al respecto, junto con la declaración presidencial de construir una base naval conjunta con Estados Unidos en la Patagonia, repitiendo nuevamente la necesidad de defender los valores occidentales.
Retomando la cuestión de la búsqueda de aprobación y contrastandola con el expresado deseo de tener un alineamiento automático con Washington, encontramos varios pasos en falso que el propio Milei ha realizado al respecto. Mientras sostiene múltiples reuniones con personal clave de la administración demócrata de Joe Biden, se muestra con Trump-el principal opositor al antedicho y en plena campaña electoral-y le expresa claramente su favoritismo por él, demostrando acá la repetición de ese patrón de búsqueda de aprobación y del modo tan informal y poco sagaz de la política exterior, pudiendo incurrir en costos que echaría por tierra la pretensión de sostener estas “relaciones carnales” (Simonoff, 25 de marzo de 2024).
En el caso de su visita a Israel, Milei anunció su intención de trasladar la embajada argentina allí a Jerusalén, una declaración controversial que ocasionó el reproche del grupo terrorista Hamas, y más teniendo en cuenta el clima controversial que rodea a la actual contraofensiva israelí sobre los palestinos. Previamente, el 12 de diciembre, con la nueva administración ya en el poder, la postura argentina en la votación dentro de la Asamblea General de la ONU fue de abstención ante el pedido de un alto al fuego en Gaza.
El otro elemento destacado de la actual política exterior, y que refleja esos intentos de congraciarse con “Occidente”, es el tratamiento del reclamo soberano sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Milei había expresado en campaña su admiración por Margaret Thatcher, y la canciller Mondino su intención de negociar la devolución de las islas mediante un acuerdo similar al que rige para Hong Kong, tratándose de declaraciones controvertidas. A estas se le suman la búsqueda de profundizar relaciones comerciales con autoridades inglesas, mientras que el reclamo ha pasado a un lugar tangencial en la agenda.
En el caso del relacionamiento bilateral con Washington, no puede obviarse el mantener un lazo fuerte con un país que es nuestro tercer socio comercial, y durante el último año fue el destino del 8% de las principales exportaciones, y el 12% de las importaciones de mercadería (INDEC, 5 de febrero de 2024).
Sin embargo, lo que tampoco puede obviarse tampoco son los cambios acontecidos en el sistema internacional: el porcentaje del PBI global representado por la economía estadounidense se ha reducido drásticamente desde el final de la Guerra Fría, puesto que entonces representaba casi un 26% del mismo y, para la actualidad, es del 16%; mientras que el dólar, aunque altamente relevante como moneda de cambio internacional por las próximas décadas, ha visto como las reservas del mismo en los bancos centrales alrededor del mundo han pasado de representar un 70% de las mismas a un 60% en el espacio de 20 años.
Por su parte, la República Popular de China se ha vuelto uno de los socios comerciales de más de 120 países, y su PBI-ajustado por paridad de poder adquisitivo-ha llegado a representar el 20% del PBI global (Mandilaras, 12 de enero de 2024). Mientras que Beijing está entre los principales tres socios comerciales del país y por delante de Washington en esta área, desde la asunción de Milei, sus comentarios previos acusando a China de ser un régimen que asesina a sus ciudadanos que demandan libertad y sus amenazas de cortar relaciones con “comunistas”, no le han hecho ningún favor al vínculo bilateral. Tampoco le ayudan las reuniones altamente publicitadas por redes sociales que han mantenido los diputados de LLA, Agustín Romo y José Luis Espert, con representantes comerciales de Taiwán, contraviniendo el compromiso argentino con la política de “una sola China”.
En un nivel más general, las economías del G-7-entre las que se encuentra la estadounidense, junto con las de Alemania, Canadá, Francia, Japón, etc- han visto como su porcentaje del PBI global ajustado por Paridad de Poder Adquisitivo ha sido sobrepasado por el de los BRICS, correspondiendo a los primeros un 29% contra el 32% de los segundos (Statista, 2023). Entre estas últimas se encuentra precisamente la economía de Beijing y la de varios países emergentes-entre ellos, Brasil; a estos últimos, así como a los otros países que componen el vecindario inmediato argentino, el presidente no ha ahorrado en insultos hacia sus mandatarios ni ha mostrado intención de realizar visitas oficiales a los mismos. El rechazo del ingreso argentino al Grupo BRICS en enero de este año, y la búsqueda de ingresar a la OCDE muestra ese pretendido alejamiento de los emergentes y del vecindario.
Por otro lado, tampoco parece tener una lógica de largo plazo o ser de vital interés nacional las declaraciones del presidente en su apoyo incondicional a Israel y a Ucrania en su guerra contra Rusia. Las promesas de ayuda militar y la dimensión dadas discursivamente-como otra señal del peligro que corre “Occidente”-resultan desmedidas, por lo menos.
En todo este accionar priman los anhelos de Milei: el anhelo por habitar un sistema internacional donde la división entre Capitalismo y Comunismo es maniquea; el anhelo por abrazarse con los pilares de ese imaginario Occidente y demostrarles con fervor su alineamiento indiscutido con éstos en la defensa de dogmas como el libre comercio, la vida y la herencia judeocristiana en general. Poco importan las transformaciones del sistema internacional o lo que la realidad pueda señalar, porque se trata de una política impulsada a base del deseo.
Si bien la política exterior de un país requiere de planeamiento y coordinación entre varias agencias internas e intereses en pugna, las decisiones del máximo mandatario y el entorno de Cancillería terminan representando e incidiendo en cuanto a lo que se hace y lo que se omite. Cada tweet o comentario vertido en entrevistas, la mayor parte de las veces de carácter controversial o demostrando la ignorancia de la Canciller y del presidente en la forma de conducir aspectos del comercio exterior-algo llamativo, teniendo en cuenta el énfasis puesto por éstos sobre el mismo a nivel discursivo-cuentan en este delicado balance.
Seguir sosteniendo una política exterior que parece más interesada en vanagloriarse de codearse con los actores de un orden internacional zozobrante, con celebridades de reputación dudosa, o en demostrar su pertenencia a un club exclusivo-el siempre difícil de definir “Occidente” y sus supuestamente amenazados valores por una izquierda internacional imaginaria-es insostenible en este contexto. Este alineamiento automático tenía cierta coherencia durante el menemismo, si miramos el contexto internacional de dominio estadounidense prácticamente indiscutido, pero ya durante el macrismo había empezado a demostrar su resquebrajamiento el orden hegemónico atlantista, e incluso demandó cierto pragmatismo en el relacionamiento con países emergentes y del vecindario.
En un contexto clave para el país, atravesado por las drásticas políticas internas tomadas por este gobierno y su impacto negativo sobre gran parte de la población, se requiere analizar la realidad y lo que la misma indica acerca de los intereses prioritarios para el país, y en realizar una elección inteligente y cuidadosa de socios, mientras se fomentan relaciones diplomáticas y comerciales dentro de canales oficiales con el adecuado respeto. No es el tiempo para una política exterior del wishful thinking al estilo del libertario-en la que el thinking brilla por su escasez y priman los deseos de ser reconocido y figurar para gloria propia-sino de pensar y actuar.
Bibliografía
Deza, N. (15 de agosto de 2023). Cinco definiciones de política exterior de Javier Milei, el candidato más votado de las PASO. Econojournal.: https://econojournal.com.ar/2023/08/cinco-definiciones-de-politica-exterior-de-javier-milei-el-candidato-mas-votado-de-las-paso/
INDEC (5 de febrero de 2024). Comercio Exterior, Vol. 8, No. 2. https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/i_argent_02_24A8B4B0A43E.pdf
Jervis, R. (2006). Understanding Beliefs. Political Psychology, Vol. 27, No. 5
Mandilaras, A. (12 de enero de 2024). Why the world is turning away from the US dollar. The Conversation.: https://theconversation.com/why-the-world-is-turning-away-from-the-us-dollar-220093
Mondino, D. (5 de septiembre de 2023) Diana Mondino explicó cuáles son “los dos pilares” de la política exterior de Milei. Clarín.: https://www.clarin.com/politica/diana-mondino-explico-pilares-politica-exterior-milei_3_dljEHJUWEW.html
Renshon, J. & Renshon, S. (2008). The Theory and Practice of Foreign Policy Decision Making. Political Psychology, Vol. 29, No. 4
Simonoff, A. (25 de marzo de 2024). La forma y el fondo de la actual política exterior. Opiniones IRI.: https://www.iri.edu.ar/index.php/2024/03/25/la-forma-y-el-fondo-de-la-actual-politica-exterior/ Statista (2023). BRICS and G7 countries’ share of the world’s total gross domestic product (GDP) in purchasing power parity (PPP) from 2000 to 2023.: https://www.statista.com/statistics/1412425/gdp-ppp-share-world-gdp-g7-brics/#:~:text=The%20BRICS%20countries%20overtook%20the,held%20by%20the%20G7%20countries.
[1] Matías Nahuel Mendoza. Profesor y Licenciado en Historia por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FAHCE-UNLP). Maestrando en RRII (IRI-UNLP). Integrante del Centro de Reflexión en Política Exterior (CeRPI-IRI UNLP). Correo electrónico: matiasnmendoza@gmail.com