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Análisis de coyuntura N 46: ¿Es posible la consolidación de la unidad latinoamericana sin Argentina?: entre la política exterior de Javier Milei y la añoranza de la Marea Rosa por Micaela Rognone

AÑO 2024 / MES: JUNIO / Nº 46

El Centro de Reflexión en Política Internacional fue creado en 1995 y tiene como objetivos principales: promover e impulsar una instancia de análisis, discusión y seguimiento de la política internacional argentina, analizada en sus diversas fases pasadas, presentes y futuras; y constituir un ámbito de capacitación, actualización y producción académica en Política Exterior Argentina.

Coordinador: Alejandro Simonoff,
Secretarios: Abril Bidondo, Sebastián Russo
Integrantes: Juan Gutauskas, Lucrecia Pasos, María Delicia Zurita, Matías Mendoza, Micaela Rognone,
Pablo Bezus, Sebastián Schulz, Viviana Viublioment

sobre el CeRPI

¿Es posible la consolidación de la unidad latinoamericana sin Argentina?: entre la política exterior de Javier Milei y la añoranza de la Marea Rosa

Micaela Rognone[1]

En las próximas líneas intentaré bosquejar una reflexión acerca de la situación actual de América Latina y el lugar que Argentina ocupa en ella de cara al nuevo gobierno de Javier Milei. En los últimos años América Latina fue un territorio en disputa entre el progresismo y los gobiernos de derecha, y Argentina no quedó atrás. Tras la victoria del libertario, la sensación generalizada es que la extrema derecha tiene viento en popa en el globo. Sin embargo, América Latina parece desplazarse a contracorriente con sus gobiernos de izquierda, por eso cabe preguntarnos: ¿Dónde se posiciona el nuevo gobierno de Milei y qué lugar ocupará en el regionalismo latinoamericano?
La gestión de Milei se puede considerar una excepción en la historia más reciente de América Latina, ya que esta región habitualmente se vincula con rasgos paternalistas del ejercicio estatal. La región atraviesa actualmente un período de profundos cambios políticos y sociales, un crecimiento económico golpeado por la pandemia y problemas estructurales heredados del siglo XX como pobreza, desigualdad, informalidad y violencia (G.Benza y G Kessler 2021). Es en esta coyuntura compleja que cabe preguntarnos ¿qué sucede con el regionalismo que supo formarse y compactarse a principios de los años 2000?
Las preguntas que dispararon la reflexión y la elaboración de este trabajo son las siguientes: ¿acaso aquél regionalismo/integracionismo latinoamericano que supo ser a comienzos de este siglo, está actualmente en crisis? ¿Sigue vigente aquél espíritu de hermandad latinoamericana como lema de la unidad regional? ¿Qué proyectos en común tienen los países hoy en día para la región? Ese regionalismo que se supo plasmar en la denominada Marea Rosa, conocida también como Pink Tide, hace alusión a la oleada de victorias electorales de gobiernos de izquierda  y presidentes de corrientes  políticas afines a la centro izquierda y el progresismo en Latinoamérica de 1998 en adelante. Con la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela se dio inicio a esta nueva etapa en la región, seguido por Ricardo Lagos en  Chile (2000), Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2002) Néstor Kitchener en Argentina (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004). Posteriormente, llegaron Evo Morales en Bolivia (2005), Rafael Correa en Ecuador (2006), Daniel Ortega en Nicaragua (2006), Fernando Lugo en Paraguay (2008), Mauricio Funes en El Salvador (2009). Cabe destacar que no en todos los países de la región han triunfado candidatos de izquierda o de tinte progresista. Por ejemplo, en Colombia gobernó Álvaro Uribe y en México el candidato de centro izquierda Andrés Manuel López Obrador fue derrotado por su rival de derecha Felipe Calderón.
La Marea Rosa, también denominada como la “vuelta hacia la izquierda” cambió la forma de gobernar en los países de América Latina. En la época citada, muchos partidos de izquierda o también catalogados como progresistas comenzaron a concebir su proyecto político como un proceso de transformación social, apostando, sobre todo, por la justicia social. A modo de ejemplo comparativo, escogí el índice de pobreza del informe Panorama social de América Latina y el Caribe de la CEPAL, de los años 2002-2003 y 2014. Según éste en el año 2002, 221 millones de latinoamericanos y latinoamericanas, es decir, el 44% de la población de la región, vivían en situación de pobreza (CEPAL, 2004). En contraposición, la pobreza promedio de la población latinoamericana descendió a 28 % en el año 2014 (CEPAL, 2014) dando cuenta que el panorama regional de los primeros quince años del siglo XXI puso en evidencia a las distintas correlaciones de fuerzas políticas a favor de ciertos niveles de redistribución, como así también la reposición del Estado asumiendo un rol activo en distintas arenas de políticas sociales, particularmente en la disminución de los niveles de pobreza.
La batalla contra el neoliberalismo y  la deslegitimación de las instituciones estatales fueron un principio unificador para aquellos gobiernos. Estos tuvieron la particularidad de recuperar en el discurso y en la práctica al Estado como instrumento de intervención y transformación social. Entre 1998 y 1999 el gasto social promedio regional representaba 50 % del gasto total, registrándose incrementos para el período 2010-2011 que supusieron un ascenso que alcanzó 65.9 % (CEPAL, 2014).
También buscaron cambiar las estrategias y prioridades en sus relaciones internacionales, intentando una articulación conjunta de los países del Sur global con potencias alternativas a Estados Unidos, pretendiendo atemperar su influencia hegemónica, creando paralelamente mecanismos de integración regional: latinoamericanos, sudamericanos y caribeños, o incluso profundizando espacios que ya existían. Como corolario de ese cambio, bloquearon en la práctica el proyecto de integración económica continental (Alianza de Libre Comercio de las Américas, ALCA) que era propuesto por los EUA. En otras palabras, buscaron una mayor autonomía política y económica.
Esa unidad consolidada, dejó antecedentes valorables como el Mercado Común del Sur (Mercosur) y comenzó a institucionalizarse con la creación de la Unión de las Naciones Sudamericanas (Unasur), la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba), la Celac y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), entre otros acuerdos y acciones conjuntas. Por otro lado, la combinación generada entre la menor atención política de Estados Unidos y el ascenso económico de China como consecuencia de las prioridades estratégicas de la región, presentó un escenario favorable para que estas transformaciones se llevarán a cabo.
El año 2015 fue el punto de inflexión de estos gobiernos progresistas. Las olas de esta Marea por diversas razones (de las cuales mencionaré solo algunas) comenzaron a bajar hasta convertirse en espuma. Una de ellas fue el ascenso de grupos conservadores en parte de la región mientras que al mismo tiempo se daba el colapso de Venezuela. De esta manera, el descontento social se hizo eco en el alza de los precios de las canastas básicas, problemas de inseguridad y corrupción, aumento de impuestos y la acumulación de deficiencias en los servicios públicos. Fue así que las fuerzas de aquel movimiento que supo traer vientos de cambios en la región a comienzos del siglo se volvieron el establishment a cuestionar (Kessler y Vommaro,2024). Inició así una nueva etapa en donde predominó la  inestabilidad política generada en parte por ciclos electorales cortos como el golpe de estado en Bolivia o el golpe constitucional que derrocó a Dilma Roussef en Brasil. Paralelamente comenzó la pérdida de la confianza en los gobiernos y en la democracia, y el surgimiento en gran parte de la región de propuestas de derechas radicales. Estas transformaciones desencadenaron un incipiente quiebre en la integración interamericana.
Hoy en día el contexto político de América Latina es aún más complejo, caracterizándose por una doble crisis del regionalismo latinoamericano y del multilateralismo interamericano (Dacil Lanza, 2022). Si bien es parte del juego democrático que los ciclos se agoten, y que sean sustituidos, nos enfrentamos a una nueva relectura del liberalismo y del conservadurismo con elementos nacionalistas e individualistas. Además, se suma la rivalidad entre Estados Unidos y China post pandemia, con sus consecuencias geopolíticas, que han generado crecientes presiones sobre el resto del globo. Esta situación es un reflejo del complejo proceso de redistribución del poder con el descenso del país norteamericano, el ascenso del país asiático como nueva gran potencia, el resurgimiento de Rusia  y el extravío de Europa.
El presente latinoamericano presenta la singularidad de enfrentar fragmentada y “mal parada” a esta ola de transformaciones sistémicas[2] que agitan a las relaciones internacionales, tras un largo proceso de reducción de cooperación, sin una articulación de proyectos, sin una voz en común, ni liderazgos que encabecen la acción colectiva. Y es en esta coyuntura compleja, que cabe preguntarnos dónde se posiciona Argentina tras el ascenso del nuevo gobierno libertario en diciembre del 2023.
El jefe de Estado argentino, no ha comenzado de la mejor manera las relaciones con los presidentes de la región. Tras diversos exabruptos por parte del libertario contra varios presidentes latinoamericanos -entre ellos al mandatario del país vecino Brasil y principal actor comercial de Argentina-, Milei ha optado por su acercamiento a los Estados Unidos e Israel como faros de su política exterior. El gobierno argentino ha dado así un quiebre en la historia de los últimos 20 años del país y ha pateado el tablero regional.
Todo parece indicar que Argentina no va a ser actor participante del nuevo escenario político latinoamericano. Alejado del perfil del gobierno anterior, Milei ha decidido no oficializar la entrada en el grupo de economías emergentes BRICS al que Argentina había sido invitada en agosto pasado por impulso del presidente brasileño Lula, muy comprometido con la idea de integración latinoamericana. Da Silva, quien terminó brindando ayuda a la crisis energética que tuvo el gobierno libertario por la falta de gas en casi todo el país, refleja la necesidad de consolidar vínculos fuertes entre ambos países de la región.
El nuevo presidente, con un discurso abiertamente anti estatista y una marcada lejanía con los gobiernos de la región, ha manifestado su apoyo indiscutido a Donald Trump y Jair Bolsonaro y ha participado en actos del partido español Vox. En uno de sus primeros discursos como presidente argentino, Milei delineó su mirada del mundo en su participación en el Foro de Davos. Allí afirmó que hay una civilización occidental –cuyos valores vitales son la propiedad privada y la libertad económica– que se encuentra amenazada por la expansión del socialismo y el comunismo. En palabras del presidente: “Las alianzas tienen que estar ancladas en una visión común del mundo y no deben someterse a los que atentan contra los valores de Occidente. Esto se funda en la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privadas de las personas. Occidente, tal como conocemos, corre peligro en parte por darle la espalda a estas ideas” (Milei, 2024). Sin embargo, lo que resulta llamativo de su discurso es que le habla a un Occidente que está lejos del discurso antiestatista. Y esto hace pensar que el posicionamiento de Milei en la arena internacional es sumamente ideológico.
Parece ser clara la orientación de la política exterior de Milei, sometida a los lineamientos de Washington y Tel Aviv. Este acercamiento se evidencia en su accionar. La visita de la generala estadounidense Laura Richardson a la Argentina, fue el escenario propicio para que el mandatario manifieste una afinidad natural entre ambos países, en medio de la construcción de una base naval integrada en Tierra del Fuego. Esta provincia cumple un rol estratégico no sólo por su cercanía con la Antártida sino también con las Islas Malvinas. El mandatario argentino en el contexto de la disputa geopolítica entre China y Estados Unidos expresó que  “hoy el mejor recurso para defender nuestra soberanía y abordar de forma exitosa estos problemas es precisamente reforzando nuestra alianza estratégica con los Estados Unidos y con todos los países del mundo que defienden la causa de la libertad” (Milei, 2024).
Por otro lado, el acercamiento a Israel se manifestó cuando Javier Milei reunió de urgencia un comité de crisis con motivo del bombardeo iraní. La decisión de respaldar a Israel frente a la guerra sostenida contra Palestina, se desarrolla a contramano de la alineación tomada por la gran mayoría de sus pares latinoamericanos, apoyando irrestrictamente al gobierno de Netanyahu. De esta manera, en medio del conflicto de Israel-Palestina Milei rompió la tradición histórica de Argentina de mantener la equidistancia y la neutralidad. Por otra parte, resulta menester señalar que su apoyo a Israel se basa en cuestiones alejadas de la geopolítica concreta: ha manifestado que su apoyo a Israel se debe a que “el máximo héroe de la libertad de todos los tiempos es Moisés” (Carin, 2024).
De esta manera, parece quedar claro el poco interés del presidente argentino de llevar a cabo una política regional. Asimismo, el distanciamiento con los países latinoamericanos puede verse reflejada también en los viajes que ha llevado a cabo como presidente de la República Argentina, de los cuales -hasta el momento- solo un encuentro fue realizado hacia un país de la región, en su primer visita al Salvador a la asunción del segundo mandato de Bukele.
En medio de la crisis de integridad latinoamericana, el nuevo encuadramiento de Milei catalogado como la nueva “doctrina de política exterior” de Argentina, verá su impacto con el correr del tiempo. Sin embargo, su ilimitado apoyo al país del norte no hace más que evidenciar que si el camino es la dependencia, los objetivos serán menores y muchos menores los logros. Parafraseando a Figari, no habrá un proyecto nacional concreto, ¿será a caso el proyecto foráneo el que se ponga en marcha? La identidad no existirá, no sabremos qué queremos, ni tampoco conoceremos nuestro lugar en la historia (Figari, G.M 2018). Y en el terreno internacional, las inclinaciones ideológicas y la economía política de gobierno impactan sobre la conducta externa, marcando los límites de lo posible y su distanciamiento de la región latinoamericana.
Llegando a las líneas finales de este incipiente análisis, tenemos la certeza del doble desafío que queda por delante no solo para Argentina sino también para la región, ya que si en los tiempos de la Marea Rosa la unidad latinoamericana parecía parte del espíritu de época, hoy se compone apenas de frases vacías. Con tiempos económicos y sociales distintos, los gobiernos latinoamericanos parecen apostar a resolver los problemas domésticos sin encontrar un incentivo en la región y Argentina no está exenta de esto. Lejos de la unidad de los años de aquella Marea, la región se encuentra en una crisis de integración y el lugar del país sureño en el mapa político latinoamericano pareciera estar ya marcado. Con problemas internos que resolver, una economía post pandémica compleja y una tensión social latente con diversos reclamos hacia la dirigencia política, un fuerte malestar ciudadano, la política latinoamericana tendrá el reto de revertir la crisis de representación actual que le dio el tono al “giro a la izquierda” de los años 2000.
En tiempos donde las principales economías latinoamericanas están gobernadas por movimientos progresistas y las derechas avanzan en distintas partes del globo, cabe preguntarnos si entonces queda lugar para la reintegración de América Latina. Argentina manifestó su posición en el nuevo e incierto tablero mundial, y lejos está de anhelar la unidad latinoamericana.
A modo de cierre, que ésta lectura y el análisis sirva para una reflexión sobre los rumbos de la región, si queda algo de aquél integracionismo latinoamericano, de qué tipo sería y para qué podría servir. Mientras escribo las últimas líneas, en México hay nueva mandataria: Claudia Sheinbaum, primera mujer en llegar a la presidencia de dicho país. ¿Una nueva oportunidad para la consolidación de los países progresistas en América Laitna? Un partido al que Argentina parece no jugar.

Bibliografía

Ariadna Dacil Lanza, “¿Para qué sirve la hermandad latinoamericana?”, Nueva Sociedad, agosto 2022. Recuperado de: https://nuso.org/articulo/integracion-america-latina/
CEPAL (2004). Panorama Social y Político de América Latina 2002-2003.  https://www.cepal.org/es/publicaciones/1217-panorama-social-america-latina-2002-2003
CEPAL (2014). Panorama social de América Latina (Santiago de Chile: Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
https://www.cepal.org/es/publicaciones/37626-panorama-social-america-latina-2014
S/A, Javier Milei explicó por qué considera fundamental el vínculo con Israel: “El máximo héroe de la libertad de todos los tiempos es Moisés”, Clarín (abril de 2024). Recuperado de: https://www.clarin.com/politica/javier-milei-explico-considera-fundamental-vinculo-israel-maximo-heroe-libertad-tiempos-moises_0_PaZiwCUc1A.html
Da Silva, Fabricio Pereira (2018). La bajada de la marea rosa en América Latina. Una introducción.  Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea Año 5, N° 8, Córdoba: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/RIHALC/article/view/20459
Figari, G. M. (2018). Los vaivenes de la Política Exterior Argentina ¿Autonomía o dependencia?. Relaciones Internacionales, 13(26). Recuperado a partir de https://revistas.unlp.edu.ar/RRII-IRI/article/view/1566.
1. Benza y G. Kessler (2021): La ¿nueva? Estructura social de América Latina, Capítulo 4, Siglo XXI Editores, Buenos Aires.
Palabras del presidente de la Nación, Javier Milei, junto a Laura Richardson en Ushuaia (abril de 2024). Recuperado de: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/50426-palabras-del-
Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la 54° Reunión Anual del Foro Económico Mundial, en Davos (enero de 2024). Recuperado de: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/50299-palabras-del-presidente-de-la-nacion-javier-milei-en-el-54-reunion-anual-del-foro-economico-mundial-de-davos
Verónica Smink (febrero 2024) “Qué busca Javier Milei al profundizar los vínculos entre Argentina e Israel”, BBC New Mundo: https://www.bbc.com/mundo/articles/c3g3p20v9keo
Kessler G. y Vommaro G (2024) ¿Cómo se organiza el descontento en América Latina? Polarización, malestar y liderazgos divisivos: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/235242

[1] Micaela Ailén Rognone. Profesora en Historia por la Facultad de  Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FAHCE-UNLP). Integrante del Centro de Reflexión en Política Exterior (CeRPI-IRI UNLP). Correo electrónico: rognonemicaela@gmail.com

[2] Tomado de la teoría de Kennet Waltz quien plantea que, un sistema es una forma de organización que adopta una Sociedad internacional en un tiempo histórico específico y su conformación es el resultado de la forma en la que se distribuye el poder entre los actores hegemónicos. Al romperse los equilibrios previos del orden social, en este caso a escala global, los liderazgos políticos enfrentan la necesidad de decantarse por alguna de las distintas opciones de reconstrucción de nuevos equilibrios o de adaptarse a las nuevas circunstancias. Y de una transición de poder en el plano sistémico en tanto que hay una disputa, entre una potencia en declive y otra en ascenso, por la distribución relativa de capacidades materiales, influencia y prestigio.