* Las Constantes Rusas
Sara Núñez De Prado Clavell[1]
La política exterior rusa a lo largo del tiempo ha estado y está condicionada por una serie de constantes que se mantienen y repiten. Tener presente la existencia de estas ayuda a explicar en un alto grado las cuestiones de actualidad que ahora afectan a la geopolítica. En este breve ensayo se va a intentar hacer un breve repaso de las más importantes.
Hay unas primeras cuestiones que son inmutables: la gran extensión del terreno, el ser una tierra de paso, la falta de fronteras seguras y las escasas y difíciles salidas al mar. Todo ello hace de Rusia una potencia terrestre. Estas realidades, ya sea durante el imperio zarista, la URSS o la actualidad, han condicionado no sólo la política exterior de este país, sino también la interior, pues como dijo el historiador británico Geoffrey Hosking, Rusia es antes un imperio que una nación[2]. El hecho de no tener fronteras seguras y ser tierra de paso anima a buscarlas y a considerar como un elemento fundamental la existencia de un extranjero próximo que esté controlado por Rusia. De ahí, la importancia de Ucrania para Putin y el conseguir que sea un estado-tapón neutral que garantice la seguridad rusa. E, igualmente, se deduce también que las ampliaciones de la OTAN hacia el Este hayan sido consideradas una amenaza a la seguridad rusa, pues invadían su extranjero próximo.
Lo anterior enlaza con otra característica histórica como ha sido su sentimiento de indeterminación hacia Occidente, que data desde Pedro el Grande hasta la actualidad. Geográficamente Rusia se sitúa a caballo entre Oriente y Occidente y a lo largo de la historia ha habido tendencias prooccidentales, ya que las ideas occidentales se consideraban fuente de progreso, a la vez que otras corrientes lo que veían en Occidente era una amenaza a la identidad rusa. No olvidemos que los rusos se consideran por encima de cualquier otra calificación, rusos. No son europeos ni tampoco son asiáticos. Ello los lleva a su vez, a defender ese sentimiento desde el afianzamiento nacional y el honor, que es lo que les hace ser más rusos (lo que podríamos denominar como “rusicidad”). En este sentido, hay que recordar que Putin, haciéndose eco de un viejo axioma ruso, recuerda muchas veces en sus discursos que los rusos unidos son fuertes, mientras que si se separan se vuelven débiles ante el enemigo. En la actualidad, políticamente hablando, la visión hacia dónde dirigirse, si a Oriente o a Occidente, también ha basculado. Cuando cae la URSS, tanto Yeltsin como su ministro Kozyrev, mantuvieron una tendencia occidentalista, pues consideraban que ese era el camino para la democratización y modernización de Rusia. Con la llegada de Vladimir Putin esta idea cambia y cada vez se va viendo a Occidente más como un enemigo que como un aliado.
Otro elemento que debemos tener en cuenta es la vocación de potencia mundial que tiene Rusia y que con el gobierno de Putin se ha intensificado aún más. Consecuencia esto de la caída de la URSS (la mayor tragedia del siglo XX para Putin) y de la debilidad rusa durante el gobierno de Yeltsin y de la posterior pérdida de protagonismo mundial, a la vez que el mundo se encaminaba hacia una unipolaridad protagonizada por los Estados Unidos[3].
Putin defiende un sistema multipolar en el que esté asegurado su flanco occidental, a la vez que va adquiriendo mayor protagonismo en su flanco oriental. Paralelamente, también quiere extender su predominio en otros lugares, como pueda ser el Mar Arábigo. Por ejemplo, la creciente presencia militar rusa en el Mar Rojo es un claro esfuerzo por intensificar su influencia geopolítica en esta región. En la misma línea se encuadra el acuerdo que firmó con Sudán para establecer lo que será la primera base militar en África, a orillas del Mar Rojo. Ello le permite, entre otras cosas, mantener buques propulsados con energía atómica y hasta cuatro barcos de guerra[4]. Aquí, volvemos además al tema de la salida al mar, tan necesaria para Rusia. De esta manera tiene presencia en una de las rutas comerciales y de movilidad de buques más importante del mundo (camino hacia el canal de Suez y hacia el golfo de Adén) y en igualdad de condiciones con otros países que ya tienen bases en la zona (Estados Unidos, Gran Bretaña, Emiratos o Francia).
Las reacciones a esto han sido diversas. Por ejemplo, el politólogo Andreas Heinemann-Grüder afirma que «los rusos están utilizando su estrategia del caos en varios Estados africanos, no sólo en Sudán, sino también en apoyo de otros golpistas, como en Mali, Chad, Burkina Faso y Níger. Allí, la cooperación con los golpistas no está contribuyendo a la estabilización sino, por el contrario, a la intensificación de los conflictos internos»[5]. Igualmente, también “las Fuerzas de la Libertad y el Cambio, la alianza de partidos políticos y agrupaciones civiles expulsadas del Gobierno en Sudán en el golpe de octubre pasado, calificaron como “un paso peligroso la disponibilidad de los militares golpistas para permitir que Rusia instale una base militar en territorio sudanés”. Añadiendo que podría ser un “paso peligroso que involucraría al país en ejes internacionales y provocaría una crisis con los países árabes y occidentales” [6].
La capacidad militar de Rusia es grande y está creciendo desde que Putin, una vez alcanzado el poder, modernizó las fuerzas armadas y las dotó de armamento y de una movilidad que el ejército ruso carecía. Pero, aun así, en un hipotético enfrentamiento con la OTAN, Rusia no tendría capacidad de imponerse a las fuerzas de la organización occidental. De ahí que, desde hace unos años, haya intentado complementar el hard power con el soft power. El origen de esta modelo que mezcla el sistema tradicional con nuevas técnicas tiene su origen en la doctrina Gerasimov sobre los conflictos híbridos y así llamada en alusión al nombre del Jefe del Estado Mayor General de Rusia. Además, a las técnicas propias de soft power en el caso ruso (aunque no es el único) se ha unido el uso de las fake news, la propaganda y el uso de medios de comunicación diseñados para exponer alrededor del mundo las ideas del Kremlin.
En conclusión, la historia de rusa, sus constantes realidades y sus ideas ancestrales son una herramienta imprescindible para poder entender tanto la doctrina de defensa rusa, como su comportamiento en la sociedad internacional actual.
[1] Doctora en Ciencias de la Comunicación, Historiadora y Licenciada en Derecho por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC, España). integrante del Departamento de Europa del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI UNLP). Correo electrónico: sara.clavell@urjc.es.
[2] Esteban, G. y Manrique, L. (29 de marzo de 2022). Rusia: ¿imperio o nación? Política exterior. Disponible en: https://www.politicaexterior.com/rusia-imperio-o-nacion/
[3] Esta idea de potencia mundial en un mundo multipolar es lo que se conoce como Doctrina Primakov, de acuerdo a la política que desde enero de 1996 y hasta septiembre de 1998 puso en marcha Yevgueni Primakov cuando era Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia.
[4] Ya en 2017, cuando se iniciaron las conversaciones para el establecimiento de la base militar, se firmó un primer acuerdo entre ambos países que permitía a Rusia participar en la explotación del oro en ese país.
[5] Knipp, K. (11 de junio de 2024). ¿Qué busca Rusia construyendo una base naval en Sudán? DW. Disponible en: https://www.dw.com/es/una-base-naval-en-sud%C3%A1n-pieza-de-la-estrategia-rusa-en-%C3%A1frica/a-69336640
[6] Agencia (03 de marzo de 2022). Oposición sudanesa critica la apertura de militares golpistas a una base rusa. SWI. Disponible en: https://www.swissinfo.ch/spa/oposici%C3%B3n-sudanesa-critica-la-apertura-de-militares-golpistas-a-una-base-rusa/47399550