En este momento estás viendo Democratización del conocimiento. Floricultura nikkei en Argentina

Democratización del conocimiento. Floricultura nikkei en Argentina

Departamento de Asia y el Pacífico
Centro de Estudios Japoneses

Artículos

Democratización del conocimiento. Floricultura nikkei en Argentina[1]

Cecilia Onaha[2]

Foto: Primeros condecorados nikkei, de izquierda a derecha, Kurajiro Ishikawa, Shigeru Takaichi, el Primer Ministro Nobusuke Kishi, Ryohei Katayama y Kuhei Gashu. Colección: Asociación Japonesa en Argentina.

Se puede llegar a afirmar, que una de las razones por las cuales la comunidad nikkei cumplió un importante rol en el desarrollo de la floricultura en Argentina fue precisamente el perfil de quienes le dieron el primer impulso y la forma en que se organizaron y desarrollaron el trabajo en esta actividad económica.

La foto elegida para esta nota es de 1959, con motivo de la visita del Primer Ministro Kishi a nuestro país. Era la primera vez que un jefe de estado en funciones lo hacía. Y fue también la primera vez que se entregaban condecoraciones en nombre del Emperador del Japón. De los cuatro condecorados, tres fueron importantes personalidades de las actividades agrícolas, Ishikawa, en la horticultura, Gashu y Takaichi en la floricultura y Ryohei Katayama, sastre, es decir un artesano, con lo que significa y se valora el trabajo productivo en la cultura japonesa.

En el caso de Takaichi, es muy interesante de su perfil. Publicado en el primer tomo de Historia del Inmigrante Japonés en Argentina, en el testimonio de Kohei Shibahara, vale la pena reproducir: “(describía a Takaichi como) un gran entusiasta del mundo hortícola argentino”… “Era el mes de febrero de 1917, Takaichi con el nombre de Martín Takaichi y yo, como Antonio Shibahara, él como señor feudal del Japón, y yo, como joven noble, solicitamos una entrevista con el Intendente de la ciudad de Buenos Aires, Capital de la Argentina.” Pese a que ambos llevaban sólo una estadía de tres meses y no hablaban bien el español, con palabras sueltas irrumpieron con valentía expresándole que habían viajado hasta aquí atraídos por la Argentina, y que tenían interés en trabajar por la Argentina. Sin embargo, desde que habían llegado, aún no sabían qué es lo que podían hacer. Por lo tanto, solicitaban al señor Intendente que gobierna la Ciudad de Buenos Aires, si podría emplearlos en calidad de prueba. Relataron que, en Japón, ambos tenían gran interés en la floricultura y habían acumulado mucha experiencia en materia de investigación. Entonces exhibieron el diploma de graduación de la Universidad Agrícola de Tokio de Takaichi y su nombramiento como profesor de la Escuela de Agricultura de Matsuyama, prefectura de Ehime, donde Takaichi estuvo trabajando durante dos años después de la graduación, como si el primero fuese el de Shibahara y el segundo el de Takaichi. Aprovechando que el Intendente no entendía el japonés, se hizo la presentación de los antecedentes con una traducción precaria. Así en la Historia del Inmigrante Japonés se transcribe el testimonio de Shibahara.

Esta anécdota finalizó bien, de ello dependía su supervivencia en un país extraño y seguramente algo de la pasión y entusiasmo conmovió al Intendente, quien decidió incorporarlos al plantel del Jardín Botánico de Buenos Aires.

Podemos imaginar la alegría experimentada por estos dos jóvenes en ese momento, cuando Shibahara dice que la ciudad de pronto se mostró alegre y acogedora. Al día siguiente se convirtieron en obreros municipales, trabajando ocho horas diarias, desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, usando la azada, fertilizando la tierra, en contacto con extraños en un país al que no estaban acostumbrados. Ya habían gastado los ahorros que habían traído, por eso durante ese primer mes de trabajo, la comida diaria sólo fue pan con té. La sorpresa con el primer sueldo fue que Shibahara había recibido más que Takaichi, quien tenía formación superior e incluso había sido docente, mientras que el primero recién comenzaba a conocer el trabajo. Cuando consultaron la razón, la respuesta fue que no dominaba del mismo modo el idioma y que cuando lo hiciera le pagarían el mismo salario. Desde ese momento pusieron más empeño en aprender el español, incluso asistiendo a escuelas nocturnas.

Luego de este comienzo, los testimonios coinciden en ponderar la actitud de Takaichi, de generosidad con todos los jóvenes que habían trabajado con él apoyándolos en el momento de independizarse.

Takaichi había nacido en Ehime el 30 de agosto de 1892. Estudió en la Escuela de Agricultura de Matsuyama y en el Colegio Superior de Agricultura de Tokio, para luego desenvolverse como profesor de floricultura en el primero de los establecimientos educativos. Llegó a la Argentina en 1916 con 24 años y aunque había venido atraído por la ganadería, siguió el camino de la floricultura motivado por los trabajos realizados en el Jardín Botánico.

Como personalidades que lideraron la floricultura y contribuyeron a su desarrollo debe citarse además a Kuhei Gashu. Había nacido en Hokkaido el 15 de diciembre de 1896. Se había graduado en el Colegio de Agricultura de Akita. Después de haber sido investigador del Instituto Nacional de Floricultura durante dos años y luego haber trabajado como técnico del Instituto de Agricultura de la prefectura de Hyogo viajó a la Argentina en 1918. Aquí intentó dedicarse a la fruticultura en Mendoza, pero al tener que enfrentar el problema del granizo y el transporte, regresó a Buenos Aires para dedicarse a las flores. Realizó cultivo experimental estadístico. Su rasgo característico fue su inclinación a la investigación.

La socialización del conocimiento, es una práctica tradicional en Japón que los inmigrantes también introdujeron aquí. Un ejemplo son los grupos de estudios que muy tempranamente se formaron. En la calle Patricios 474 estaba la oficina de Benrisha, lugar donde se reunían los japoneses, muchos de ellos jardineros o peones de estancia. En 1917, un grupo de ellos reunidos allí iniciaron investigaciones relacionadas con la floricultura. Para registrar y difundir lo conversado, se organizó el Grupo de Investigación Florihortícola en la Argentina siendo su primer presidente, precisamente Shigeru Takaichi. Al año siguiente publicaron el Boletín de Investigación Florihortícola.

Por otra parte, como el principal problema era la falta de capital, la sociedad creó en 1924, la Sociedad de Crédito Mútuo, para desarrollar actividades financieras.

Al entrar en la década de 1930, a medida que iban expandiéndose las zonas urbanas en Buenos Aires, fue creciendo la demanda de flores por parte de la población: Se inició la costumbre de ofrendar coronas de flores vivas en los funerales y la compra de ramos entre los que iban al cementerio de la Chacarita. Los casamientos en las iglesias se adornaban con vistosas flores y se arraigó el hábito de obsequiar ramos en cumpleaños y aniversarios. Aunque las flores eran caras, paulatinamente se fueron popularizándose cuando los japoneses comenzaron a comercializarlas.

Con la inauguración de los mercados de Retiro y Once, se hizo evidente la necesidad de los cultivadores de agruparse para enfrentar la ofensiva de las florerías. Así Itaru Utsunomiya y Kijo Ikeda se esforzaron para ello y en 1933 abrieron la Asociación Cooperativa de Floricultores Japoneses en la Argentina, ubicada en el segundo piso del Mercado de Concentración de Retiro. Utsunomiya fue el primer presidente. Un año después editaron la Revista de la Cooperativa de Floricultores. Como anexo de la entidad en 1937 crearon el Departamento de Investigación del Clavel, principal producto de cultivo de los japoneses. La institución tenía como asociados, 54 patrones y 60 empleados.

Fueron notables las presentaciones de los japoneses en los concursos de flores que comenzaron a celebrarse a partir de 1934 Una sucesión de productores nipones ganaban el primer premio en el rubro de macetas y flores cortadas. Shigeru Takaichi en 1935 y Kuhei Gashu en 1936, pudieron obtener el Premio Presidente de la Nación.

Con el tiempo surgirán nuevas cooperativas, vinculadas a la provisión de insumos para la producción, para la comercialización, y la constante será la socialización del conocimiento para el desarrollo de los productores.

El caso de la Fundación Sadao Ando y la promoción de la formación general y técnica de las jóvenes generaciones de nikkei a través del apoyo económico con sus becas y apoyo técnico a través de su importante biblioteca en idioma japonés.

Sin embargo, las actividades agrícolas en la comunidad nikkei no generaron terratenientes o grandes empresas de capital. Incluso aquellas firmas formadas por profesionales con educación en Japón, desarrollaron sus emprendimientos en contacto directo con el trabajo y los trabajadores, aun siendo propietarios o administradores.

Jóvenes que en la década de 1960 comenzaron como jornaleros, sin siquiera tener la propiedad de la tierra, hoy no solo son propietarios, tienen hijos con educación superior y dedicados a sus propios emprendimientos.

La importancia en la formación técnica dio frutos y jóvenes nikkei hoy se destacan por su trabajo en organismos como el INTA.

Tal vez sí, la comunidad japonesa siga teniendo como característica su bajo perfil, pero es innegable su importante contribución al desarrollo de esta parte del sector productivo de nuestro país, la Argentina.

[1] Artículo publicado en La Plata Hochi en junio de 2023.

[2] Coordinadora del Departamento de Asia y Pacífico e integrante del Centro de Estudios Japoneses (IRI-UNLP).