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Integración subnacional e inserción global: IMPSA, INVAP y las bases materiales para la proyección argentina

Grupo de Estudios Espaciales y Nucleares

Artículos

Integración subnacional e inserción global: IMPSA, INVAP y las bases materiales para la proyección argentina

Lucio Marinsalda Pastor

A lo largo de 2024 se ha avanzado con el proceso de desprendimiento de la participación pública en la firma IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona, rescatada en 2021 conjuntamente por la Nación y la Provincia de Mendoza) para que su control total pase, en principio, a una compañía estadounidense centrada en el sector energético. Sin detenernos en las motivaciones de las autoridades nacionales, vale preguntarnos por las decisiones de las autoridades provinciales para el aprovechamiento de esta firma emblemática: provee tecnología, cuenta con certificaciones internacionales para la exportación de productos de alto valor agregado (que pocas empresas poseen), es actor de las industrias de la defensa, del sector nuclear y del energético. De momento, el Estado Provincial cuenta con poco más del 21% de la participación accionaria. Y resulta razonable argüir el rol estratégico del Estado en estos sectores. Si el Estado Nacional ha optado por retirar su participación en la empresa, ¿es necesario que también lo haga el Provincial? Se puede conservar este grado de participación asociado con el nuevo comprador extranjero de la parte estatal nacional, con el actual rol menor en la dirección, pero aun siendo parte.

Pensemos un poco más allá, en otro caso, el de INVAP (Investigación Aplicada): esta firma modelo, administrada entre Río Negro y la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), es parte fundamental de algunas de las ramas productivas más avanzadas creadas en el país. No solo ha desarrollado un amplio conjunto de proveedores privados (y genera exportaciones de vanguardia) sino que participa en proyectos de avanzada, justamente, del sector nuclear, del sector aeroespacial, de la defensa, de la medicina… sin necesidad de ser INVAP, se puede aprender y ser como INVAP. Y es que, encima, no nos queda tan lejos: después de todo, el surgimiento de esta empresa hasta tiene algo de Mendoza. No tenemos tan presente el hecho de que el Instituto Balseiro -del Centro Atómico Bariloche-, donde emergió el proyecto de INVAP, depende de la Universidad Nacional de Cuyo. Esto es, no les ha faltado, a organismos cuya sede está en Mendoza, la ambición para generar cosas nuevas (que no surgen solas) y que finalmente destacaron al país entre sus pares de la región (y del mundo) en cuanto a tecnología e innovación.

Volviendo a IMPSA, ¿por qué, entonces, en la Provincia no hay interés por preservar la participación en una firma cuyas ganancias, una vez reordenada la empresa, pueden ser reinvertidas en seguir incrementando las capacidades productivas con alto valor agregado dentro de su territorio? Una importante virtud de este tipo de iniciativa es que también coloca a Mendoza en una relación distinta, de mayor integración, con el país. Así es que, por ejemplo, se avanza en la fabricación de insumos para impulsar las exportaciones de Dioxitek S.A., empresa del sector nuclear radicada en Córdoba y en la que Mendoza también tiene una participación accionaria (en este caso, el 1%) junto a la CNEA y el Estado Nacional, socios mayoritarios. En cierto modo, en las negociaciones que todas las Provincias vienen sosteniendo con el Estado Nacional debido a los lineamientos propuestos por el actual gobierno, Estados Provinciales como el nuestro han ido abandonando la visión de su rol integrado al resto del país. Así, se obvia la relación de la Provincia con grandes proyectos que están distribuidos más allá de su territorio (en algunos, precisamente, IMPSA se desenvuelve) y no se defiende de manera unívoca la continuidad del funcionamiento de entidades nacionales situadas en Mendoza como la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad Tecnológica Nacional, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, entre otras tantas. Esta falta de visión actúa como un búmeran: conduce a que se degrade y pierda capacidades (y dinero, y negocios).

Una orientación auténticamente estratégica que, además, no perciba como alienígenas a las entidades nacionales en su propia Provincia puede, decíamos, pensar como INVAP. O mejor aun, en nuestro caso, reconocer esa relación entre el origen de INVAP y Mendoza para inspirar acciones bien pensadas, capaces de razonar que Mendoza no tiene por qué no participar en nada. Preservar la participación en IMPSA haría partícipe en otro nivel a la Provincia en diversos proyectos y estimularía lo que habitualmente entendemos por desarrollo: cabe desde allí seguir fomentando la asociación con nuestras universidades y centros de investigación, incorporar tecnologías y soluciones desarrolladas por nuestras propias instituciones y participar en las ganancias que estas ramas industriales avanzadas producen. Hace tiempo que los decisores de la Provincia se centran en sostener que lo que hay que hacer es, de alguna manera, “quitar frenos” a la actividad civil, que con eso basta para estar a tono con los tiempos que corren. Observando a nuestro Jefe de Estado en el desfile en Buenos Aires por el 9 de Julio montado a un Tanque Argentino Mediano modernizado en Mendoza por IMPSA, podemos pensar que quizás no sea solo cuestión de quitar frenos. Tal vez hay que animarse a pensar que vale la pena sumar y conservar motores.

La preservación de esquemas de participación de los estados subnacionales en proyectos que finalmente se articulan a una escala nacional podría ordenar esfuerzos de gobernanza para prevenir posibles dinámicas de enclave. Esto es, ante la priorización de la orientación de esfuerzos entre unidades que actualmente tienden al abandono de estos horizontes más amplios, se puede potenciar un perfil nacional de inserción regional más estratégica. Aunque lo anterior pueda parecer abstracto, sus consecuencias son bien concretas: en agosto de este año, Argentina avanzó en acuerdos con El Salvador para la transferencia de tecnología nuclear. Es, en definitiva, en la conservación de proyectos de vanguardia que integren razonablemente las diferentes regiones subnacionales donde se puede encontrar potencialidad para la consolidación de Argentina como socio en medio de discusiones sobre desacoplamiento, fragmentación geopolítica y preminencia de una conflictividad tecnopolar.