A pocos días del fin de la administración de Andres Manuel López Obrador (AMLO) es ocasión propicia para revisar algunos de los logros alcanzados en estos seis años, y al mismo tiempo, identificar las acciones pendientes que deja para la gestión de Claudia Sheinbaum.
Como preámbulo vale la pena destacar que en estos seis años se ha vivido en dos Méxicos en paralelo. Uno el de los llamados “otros datos” que dice tener Andrés Manuel López y que son la única verdad para él y sus abyectos seguidores. Esos datos son los que se dan a conocer en el espacio de las conferencias matutinas que el ejecutivo ha mantenido durante estos seis años llamadas “mañaneras”. Por otro lado, se tienen los llamados “datos de los adversarios” que el presidente adjudica a los enemigos del régimen, a agencias nacionales e internacionales, organismos internacionales, medios de comunicación, periodistas y otros actores que, a decir del presidente, lo único que buscan es desacreditarlo.
En el México de Andres Manuel su sexenio se ha caracterizado, como ningún otro de la historia nacional, por la honestidad, el combate abierto y decidido a la corrupción y el rechazo total al nepotismo, el influyentismo, el racismo, y otros lastres. Incluso, en las filas de sus seguidores hay quienes lo han calificado como el mejor presidente en toda la historia nacional sólo equiparable a Lázaro Cárdenas, tal y como lo refiriera la presidente ahora en funciones, Claudia Sheinbaum, en su discurso de toma de posesión.
En su último mensaje a la nación, con motivo de su sexto informe de gobierno AMLO aseveró, que, si bien había prometido tener un sistema de salud como el de Dinamarca, a seis años de gobierno no solamente se había alcanzado esa meta, sino que ahora el país contaba con el mejor sistema de salud en el mundo.
En ese México ideal que sólo existe en la mente del ahora expresidente y de su séquito se combatió la pobreza como nunca y se sacó a más de 9 millones de personas de la pobreza, se dotó de educación, se dio acceso a la salud a toda la población, no aumentaron las gasolinas, no hubo inflación y se mantuvo un gasto público austero tal y como se ofreció al inicio de su mandato, señalando como prioridad, finanzas públicas sanas con la llamada austeridad republicana. En ese México además se ha garantizado la seguridad y se ha combatido al crimen organizado con una sólida y eficaz estrategia de seguridad, denominada “abrazos no balazos” que ha dado excelente resultados.
Diversos sectores de la sociedad en México nos preguntamos dónde está ese México enaltecido en las mañaneras toda vez que a lo largo y ancho del país se observa el creciente poder del crimen organizado y de las bandas delincuenciales al grado que esta administración termina como la más sangrienta de la historia reciente del país con un saldo de casi doscientos mil homicidios dolosos y con más de cincuenta mil desaparecidos.
Muchos medios e investigaciones periodísticas describen con gran detalle los vínculos del presidente con los carteles de la droga al punto en que se le ha llamado narco presidente. Estados como Sinaloa, cuna de los más poderosos cárteles de la droga, se ha visto en las últimas semanas sumido en una violencia de amplias magnitudes con una respuesta casi nula de las autoridades. Estados como Guerrero, particularmente Acapulco y otras zonas están devastadas, ya no sólo por la inseguridad propiciada por estos grupos del crimen organizado, sino por el azote de fenómenos meteorológicos: hace unos meses el huracán Otis y recientemente el John que han devastado la infraestructura y que el gobierno no ha atendido.
En el México de la mayoría los sistemas de salud públicos están colapsados: el acceso a medicinas es muy deficiente y las continuas demandas de padres con hijos que padecen cáncer para poder obtener medicamentos y tratamiento no han sido escuchadas por el gobierno y tampoco las peticiones de audiencia con AMLO. Aunque para Andres Manuel López se logró contar con el mejor sistema de salud del mundo, en la realidad es un sistema deficiente y anacrónico.
En cuanto al precio de las gasolinas y pese a la promesa de bajar el precio a 10 pesos el litro, lo cierto es que hoy el precio supera los 26 pesos por litro siendo que el precio al inicio de la administración obradorista era de 19 pesos. El aumento de las gasolinas, lo mismo que los aumentos a los precios de la canasta básica los padecen todos los mexicanos lo cual también se refleja en los índices de inflación. El México de los “otros datos” parece estar solo en el imaginario del hoy expresidente, cuya megalomanía le hace vivir en una realidad paralela a la que viven millones de mexicanos.
Aunado a lo anterior, hoy México vive tiempos de profunda incertidumbre. El triunfo de Morena en las urnas y la subsecuente mayoría lograda en las cámaras representa grandes retos para la democracia, la división de poderes, la supervivencia de las instituciones autónomas y el equilibrio de poderes, así como la autonomía de estos, particularmente por el futuro que le depara al Poder Judicial de la Federación.
Estos desafíos ponen en riesgo el desarrollo socioeconómico y con ello el bienestar de la población ya que no sólo basta generar programas sociales, sino que se deben establecer las bases reales para garantizar el crecimiento económico toda vez que en los últimos 30 años la economía mexicana apenas ha alcanzado tasas de crecimiento promedio de 2.5%, insuficiente para el tamaño del país y las necesidades de su población lo que obstaculiza lograr mayores niveles de bienestar.
El México republicano y austero que prometió a Andrés Manuel al inicio de su mandato hoy día se refleja en una realidad totalmente contraria. La deuda externa de México ya alcanzó casi 50% del PIB al cierre de su sexenio en tanto que el PIB per cápita se contrajo -2.70%.
Una agenda que urge trabajar es el retroceso que México ha tenido respecto al índice mundial sobre democracia. La transición democrática del año 2000 que despertó grandes expectativas y permitió a los mexicanos la alternancia desde la presidencia y otros cargos de elección popular así como la creación y consolidación de instituciones ciudadanas y órganos autónomos, entró en crisis en los últimos seis años tal y como se muestra en el más reciente reporte de Economist Intelligence Unit (EIU), en el que México se ubica como un país con un régimen híbrido en el que se combinan formas autoritarias con algunos elementos democráticos a partir de las 60 variables que toma en cuenta ese reporte agrupadas en 5 rubros: procesos electorales y pluralismo, función gubernamental, participación política, cultura política y libertades civiles.
América Latina, además de África y Medio Oriente son las áreas geográficas donde mayormente se observa el declive democrático. El caso de México es particularmente preocupante ya que desde el 2019 muestra una caída en su calificación considerando esos 60 indicadores, lo que denota su poca salud democrática. México es ahora un régimen híbrido con rasgos autoritarios, que la próxima presidencia deberá revertir restituyendo el absoluto respeto al estado de derecho y a la división de poderes; además deberá garantizar la existencia y respeto a los órganos autónomos. Sin embargo, esto se ve poco factible.
Otro de los temas apremiantes para la próxima administración es atender las causas estructurales de la pobreza y no sólo buscar paliativos como han sido los programas asistencialistas. La pobreza requiere ser atendida de manera integral toda vez que los datos oficiales publicados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, reporta que si bien desde el 2018, ha habido una ligera reducción en el porcentaje de población en situación de pobreza multidimensional, el porcentaje de población que vive en situación de pobreza extrema ha aumentado acercándose casi al 8% de la población mexicana. Este reporte también refiere que en el país se presenta un alarmante aumento en el porcentaje y número de personas que presentan carencia por acceso a los servicios de salud, lo cual pasó de 16.2%, a poco más de 40% en los años de la llamada 4T (Cuarta Transformación), sumando a más de 50 millones de personas que no tienen acceso a los servicios de salud básicos.
Los temas no resueltos y el agravamiento de otros que deja la administración de Andrés Manuel López incluyen, además de los ya referidos (crisis democrática, pobreza y violencia), una larga y urgente lista misma que deberá ser prioridad de la próxima presidente de México.
El gran reto de la presidente actual será generar un proyecto de gobierno propio, lo cual parece muy difícil de lograr dada la gran presencia e influencia que sigue mostrando Andres Manuel López, tanto en la integración del nuevo gabinete como en la definición de los llamados 100 compromisos de gobierno presentados por Sheinbaum en su toma de protesta… AMLO y el obradorismo seguirán siendo el poder real más allá de la presidencia.
Luz Araceli González U.
Doctora en Relaciones Internacionales de la UNAM-México
Profesora del Doctorado en Relaciones Internacionales (IRI-UNLP)
Invitada del IRI