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Análisis de coyuntura N 49 – La alianza de los estados del sahel y la reconfiguración subregional

AÑO 2024 / MES: Septiembre / Nº 49

El Centro de Reflexión en Política Internacional fue creado en 1995 y tiene como objetivos principales: promover e impulsar una instancia de análisis, discusión y seguimiento de la política internacional argentina, analizada en sus diversas fases pasadas, presentes y futuras; y constituir un ámbito de capacitación, actualización y producción académica en Política Exterior Argentina.

Coordinador: Alejandro Simonoff,
Secretarios: Abril Bidondo, Sebastián Russo
Integrantes: Juan Gutauskas, Lucrecia Pasos, María Delicia Zurita, Matías Mendoza, Micaela Rognone, Pablo Bezus, Sebastián Schulz, Viviana Viublioment

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La alianza de los estados del sahel y la reconfiguración subregional

Prof. María Viviana Viublioment

En el coyuntural realizado en septiembre del año 2023, presentamos la problemática que planteaba la multicausalidad que entendíamos que generó el último Golpe de Estado en el Sahel, producido en Níger. En este escrito, pretendemos seguir el curso de los hechos posteriores que se produjeron en la zona y que llevaron a la actual situación en la región africana.

Cuando nos referimos a los Golpes de Estado producidos en la zona, debemos tener en cuenta que se desarrollaron entre 2020 y 2023 en Malí,  Burkina Faso y Níger. Durante estos  Golpes de Estado, quedó al desnudo la forma en la que había sido ejercido el poder y en la que habían sido sostenidas las diferentes formas de democracia liberales de estilo occidental en el continente africano, y específicamente en la zona del Sahel, las que, en palabras de Marisa Pineau, especialista en África y colonialismo debemos plantear que “las causas en común de todos estos golpes de estado tienen que ver con las no respuestas que da la democracia liberal a los africanos después de 60 años. (…) Hay una cuestión que todavía está pendiente en los países africanos y es dar respuestas a las expectativas que generaron las independencias” (UNESCO)

Intentaremos, de aquí en adelante, responder a las preguntas que se nos plantean ¿cómo se ha ido reconfigurando la zona en la que se han desarrollado estas tomas de poder por la fuerza? ¿Cuáles han sido las reacciones, a largo plazo, de los diferentes organismos de la región? ¿Cómo se establecieron, o no, las relaciones posteriores a las rupturas de las democracias con los actores internacionales?

Para llevar adelante este análisis, es que invitamos a poner en juego el análisis pronunciado por Mary Kaldor. De esta autora ,tomaremos su concepción sobre las Nuevas Guerras, como parte del cambio de las relaciones sociales de la guerra y  la relación de estas con la construcción de las políticas de identidades, como el primero de sus aspectos. Esta conceptualización de la política de identidades está centrada en que, al momento de producirse un conflicto que derive en conflicto armado, tiene relación con la forma de estructurar a grupos que toman reminiscencias del pasado y son exacerbadas en el contexto para poder generar una identificación con, por ejemplo, proyectos emancipadores que plantean la reaparición de antiguos odios A su vez, tendremos en cuenta también su planteamiento de socavación del poder de los Estados desde la privatización de las fuerzas en tanto el Estado no tiene la capacidad económica para ejercer la coerción y el monopolio de la violencia que antaño le era intrínseco. Como tercer punto Kaldor plantea la cuestión de la Nueva economía globalizada de guerra, que sostiene que las economías están altamente descentralizadas, con una producción interior en disminución y una alta dependencia de recursos externos. (Kaldor, 2001)

Ante los conflictos dados en el Sahel a partir del 23 de julio de 2023, entendemos que las conceptuaciones de Mary Kaldor nos son muy útiles como herramientas de análisis al momento de pensar la reestructuración de la región a largo plazo y bajo las nuevas reglas que se han presentado.

Poniendo en contexto estos episodios, debemos dar cuenta de que en la región del Sahel se había concretado una unión grupal conformada por cinco países: Malí, Burkina Faso, Chad, Mauritania y Níger, conocido como el G5 Sahel. Estos países habían acordado en 2017 la conformación de un Grupo que aunaba los esfuerzos de protección y seguridad en una zona altamente desestabilizada por los ataques terroristas, yihadistas y el crimen organizado. Este grupo había sido avalado por el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana y por la resolución 2359 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

A su vez, la zona es heredera de la colonización francesa que, aún habiendo sido desplazada al momento de las descolonizaciones africanas, ha permanecido como una especie de regente de la zona en cuestión.

Teniendo en cuenta todas estas características, nos adentraremos en el proceso posterior a que fuera depuesta la democracia en Níger.

Organismos Internacionales y negociaciones

Inmediatamente posterior a la producción del Golpe de Estado, los organismos internacionales se ponen en alerta y tratan de generar varias intervenciones. La más directa intentó ser la de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), que, a través de declaraciones y un ultimátum, plantea la intervención militar del país en conflicto. Estas declaraciones, la Comunidad Económica las realiza no solo con la venia de los países que la integran, sino con la de la UA (Unión Africana), que acompaña en las tomas de decisiones al organismo regional.

Previo a la llegada del Golpe de Estado y con la existencia de gobiernos de juntas militares en Burkina Faso y Malí la relación de la CEDEAO con estos Estados era bastante endeble; aún así, se mantenía un diálogo y se estaba intentando generar una posibilidad de camino a largo plazo hacia la democratización de los mismos. Así podemos verlo a través de los informes semestrales presentados por los reportes del Secretario General sobre las actividades de la Oficina de Naciones Unidas para África Occidental, en los que explícitamente se habla de la situación de los países de la región y puntualmente en Burkina Faso y Malí se comunica sobre el proceso hacia el llamado a elecciones, que en el caso de Malí se preveía para los primeros meses de 2024. Estos informes también dan cuenta de la inestabilidad a la que recurrentemente se enfrenta la región y cómo esa característica alienta las olas migratorias difíciles de contener en las fronteras del Sahel (Security Council, ONU, 2023)

Ante la declaración de intervención de la CEDEAO, tanto Malí como Burkina Faso deciden oponerse a las expresiones del organismo regional y expresan su defensa y acompañamiento a las Fuerzas que se habían hecho con el poder en Níger.

La Unión Africana, como organismo continental, y la CEDEAO, como organismo regional, contribuyeron a la organización del grupo subregional del G5 Sahel, que tenía como objetivo prioritario la defensa territorial, pero también se pensaba con un objetivo más trascendental que lo llevara a erigirse como un bloque que permitiera las negociaciones colectivas y cooperativas con otros bloques del continente y hacia afuera del mismo.

También debemos decir que, en lo económico, la CEDEAO imponía las reglas de juego, implantando la moneda de circulación en toda su comunidad, que es el Franco CFA. Esta moneda no solo está atada al Euro, sino que claramente es un resabio colonialista aceptado en el continente y que marca la presencia aún de Francia como rectora de la vida de los espacios post coloniales.

Teniendo en cuenta la acción coercitiva que plantea, en primera instancia, el organismo regional y entendiendo su filiación occidentalista ,es que, ya en septiembre de 2023, los tres países gobernados por las fuerzas militares rompen todo tipo de diálogo con la CEDEAO, con la UA y con la ONU. En este sentido, es que el Grupo de los Cinco para la Fuerza Conjunta del Sahel (FC-G5S) es disuelto junto con la evacuación de las oficinas dependientes de la ONU y de todo representante de organismos regionales. A su vez Burkina Faso, Mali y Níger declaran su salida voluntaria del G5 Sahel y con esto se prescinde de su existencia. Generando así toda ruptura de lazos con los organismos que hasta el momento estaban destinados a sostener y promover la existencia de democracias liberales de estilo occidental en la región.

Nueva alianza, nuevos actores

La desvinculación oficial que se produce en septiembre de 2023 no solo implica el corte de diálogo con los organismos regentes de la región, sino que también plantea una reconfiguración de las relaciones políticas y económicas subregionales.

En primer lugar, a dos meses de producido el Golpe de Estado se conforma la Alianza de los Estados del Sahel (AES). La creación de la AES se produjo el 16 de septiembre de 2023 cuando, luego de los anuncios y declaraciones sobre la salida de las organización continental y el bloque regional se produce la firma de la carta de Liptako-Gourma en la que exponen cuáles son sus objetivos y cláusulas para la conformación y desarrollo en el tiempo de la asociación. Los puntos más relevantes son:

  • “Establecer una arquitectura de defensa y asistencia colectiva”
  • “Luchar contra el terrorismo en todas sus formas y el crimen orgaizado en el espacio común de la alianza”
  • “Prevención, gestión y solución de cualquier rebelión armada u otra amenaza que afecte a la integridad del territorio y la soberanía”
  • “Cualquier ataque a la soberanía o la integridad territorial de una o más de las partes será considerada como una agresión contra las otras y comprometerá un deber de asistencia incluido el uso de la fuerza militar”
  • “La Carta está abierta a cualquier otro Estado que comparta las mismas realidades geográficas, políticas y socioculturales que acepte los objetivos de la Alianza. La solicitud de membresía es aceptada por unanimidad de los miembros”

Con la firma de esta declaración, la AES resuelve de manera oficial su salida del G5 Sahel y, además, da lugar a la nueva Alianza, encabezada por gobiernos representados por juntas militares, que intenta trascender en la región saheliana como parte de una nueva construcción de las relaciones con su alrededor y con el mundo.

En éste sentido comienzan a establecerse relaciones que ya previamente venían generándose en África con las potencias alternativas a occidente, como es el caso de Rusia, China y una incipiente jugadora de la región, Turquía. La AES, al romper con los organismos avalados por Estados Unidos y la Unión Europea debe afianzar nuevas alianzas hacia dentro y fuera del continente. Por lo tanto comienza a establecer lazos, siempre y cuando sean respetadas las cláusulas de su declaración de la conformación.

A este respecto, tanto hacia fines de 2023 como en los primeros meses de 2024, las relaciones de la AES con los países limítrofes ha sido ambigua y limitada por las sanciones impuestas por la CEDEAO, en las que impedían el comercio de países como Nigeria y Benín con los países disidentes de la organización. En el caso de Nigeria, hacia el mes de marzo de 2024 el comercio pudo reestablecerse y comenzó a ser una aliada comercial de la AES. El caso de Benín es más complejo, ya que la nueva Alianza saheliana alega que Francia aún mantiene bases militares en el país del litoral marítimo, por tanto persiste en el cierre de las fronteras por razones de seguridad interna de la Alianza de los Estados del Sahel. El distanciamiento de éste último perjudica a la AES y al propio Benin, ya que el último provee de salida al mar a los países del Sahel, pero además es dependiente del petróleo exportado por Níger. Esto hace que se limite la posibilidad comercial que es muy beneficiosa para la Alianza en tanto le genera ingreso de divisas.

Es por esta razón que también la AES está poniendo acento en las posibles alianzas extra regionales. Aquí es donde entran en juego los países que responden a la necesidad de estructurar alianzas por fuera de los países occidentales que hasta julio de 2023 han querido ordenar, bajo sus reglas, a los países africanos y más puntualmente a los países de la zona del Sahel.

Teniendo en cuenta estas nuevas alianzas es que comenzaremos por China. En los últimos 40 años aproximadamente, la República Popular ha comenzado a acercarse al continente africano como una agente de desarrollo territorial y económico. Tanto como lo ha hecho en otras partes del mundo ha sido, e intenta seguir siendo una gran inversora en las áreas de infraestructura de la región. Hasta el momento, ha desarrollado diferentes proyectos en el continente africano que le han permitido un acercamiento más directo a la región. En este contexto también es un agente cultural muy fuerte que se extiende a través de instituciones civiles como el Instituto Confucio y diferentes agentes de salud. A su vez sigue siendo el tercer proveedor de armas en África y se ha asentado con bases militares en algunos países de la región. En el caso puntual del Sahel, ha tomado relevancia al momento de que occidente ha sido desplazado de la región, y es una de las potencias alternativas que no impone restricciones a la nueva AES respecto del origen de sus gobiernos, ni de sus manejos internos para el lazo entre ambos.

En el caso de Rusia, también es histórica la conexión con África, heredada de la existencia de la Unión Soviética y la disputa que la misma tuvo con Estados Unidos en la Guerra Fría, en la que se utilizó al continente africano como parte de su juego político. Aún así, la relación con la Rusia de Vladimir Putin ha profundizado la alianza y la presencia del país europeo en los últimos 10 años. La relación estratégica de ambos se da en torno a la privatización de la defensa territorial, con la presencia del Grupo Wagner, a la que la AES ha tenido que recurrir ante el fracaso de las fuerzas provistas por occidente, como la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) o la FC-G5S, que además habían sido entrenadas por Francia y la Unión Europea. Como contraprestación de esta relación, el Sahel tiende lazos comerciales con Rusia que dependen de la provisión de recursos naturales y el desarrollo para la explotación de los mismos y Rusia se plantea un desembarco más intenso en África, en tanto disputa la expansión territorial y diplomática frente a las potencias occidentales.

Además de los factores de acercamiento e influencia que se proponen con Rusia y China, también debemos tener en cuenta que se fortalecieron los lazos de cooperación para con los países africanos desde la colaboración sanitaria que los últimos recibieron en el momento de mayor desarrollo del COVID-19. Momento en el que Rusia y China proveyeron a varios países del continente africano de sus producciones de vacunas y elementos sanitarios, entre ellos a los países del Sahel. La “diplomacia de las vacunas” le otorgó tanto al país europeo como al asiático una presencia mucho más fuerte en el continente.

El último país que ha ingresado a la alianza como parte de quienes acompañan a la AES en su desprendimiento de la CEDEAO y la Unión Africana, y la expulsión de Francia del territorio, es Turquía. Aunque tiene un acercamiento al continente africano más joven en el tiempo, respecto de China y Rusia, cuenta con una gran ventaja para su despliegue en el territorio.

Cuando hablamos de Turquía, nos referimos a un país con muy fuertes raíces musulmanas, por tanto su acercamiento religioso y cultural es más directo hacia los países africanos. En este sentido, Ankara ha logrado un despliegue centrado más con los ámbitos civiles que con los militares o económicos. En este sentido, Turquía se ha propuesto llegar a la zona Saheliana con la creación de escuelas, centros de salud y construcción de mezquitas. Esto no empalidece la intención de la diplomacia turca de establecer lazos comerciales, pero que necesitará más tiempo para poder afianzarlos.

¿Nuevas guerras?

Habiendo planteado los hechos que rodean a la salida de Malí, Burkina Faso y Níger de la CEDEAO, UA y G5 Sahel, y la posterior creación de la nueva Alianza de los Estados del Sahel, les invitamos a pensar cómo podemos llevar adelante el análisis de los mismos a través de las conceptuaciones puesta en juego al principio.

En este sentido, entendemos que la zona en conflicto es ampliamente vulnerable y vulnerada, esto puede verse reflejado por los tipos de problemáticas precedentes a los Golpes de Estado de la región, al igual que las consecuencias humanitarias de los mismos, englobando en ellas las muertes masivas de civiles, la violación a los Derechos Humanos, la violencia terrorista desplegada, las migraciones y desplazamientos de los habitantes de la región.

Teniendo registro de estos sucesos, es que inferimos que las batallas que se libran en la región no son ni nuevas ni finitas; son de larga data y seguirán extendiendose en el tiempo. Ante ésto es que debemos tener en cuenta que no podemos analizarlas con categorías estancas que solo pongan el foco en cuestiones de relaciones interestatales, sino que necesitamos utilizar categorías más dinámicas.

En el marco que propone Mary Kaldor, es que podemos reflexionar sobre cómo comienza a producirse la cohesión de las relaciones internas de la AES y cómo, desde esa cohesión interna, se erige hacia la reconfiguración de su política exterior. En este sentido, se dan dos aspectos altamente destacables. El primero de éstos aspectos está relacionado con la legitimación identitaria que proveen las juntas militares ante la población de estos países y está relacionada al rechazo de Occidente, y en particular el sentimiento antifrancés por el rol de rectora de sus trayectos post coloniales. El segundo aspecto lo podemos entender en la forma en que se constituyen como una alianza que, en su declaración fundacional, se propone como objetivo común conformar una “arquitectura de defensa” y una lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. En este último aspecto es que entendemos que la reconfiguración de la región saheliana puede ser pensada desde la perspectiva de los conflictos que se plantean en el marco de las Nuevas Guerras que no dependen puramente de los conflictos interestatales, sino que se arraigan a cuestiones más intrínsecas y cotidiana que movilizan a la población para la generación de sentimientos de identificación que acompañen en dichos conflictos. En este sentido es que entendemos que el sentimiento anti-francés y anti-occidental proveen el elemento que alimenta el odio y se convierte el caldo de cultivo que provee de legitimidad social a las juntas militares que se hacen con el poder y proponen a la soberanía como uno de las cuestiones relevantes en su discurso público.

En cuanto a la segunda dimensión, que es la que propone la privatización de la violencia, es claramente visible por la forma en que se da la relación de la AES con Rusia. La aparición del Grupo Wagner, relacionado al Estado ruso, que viene a sustituir a las fuerzas institucionalizadas provistas y organizadas por occidente, que resultaron ineficaces ante las violencias desatadas por la alta conflictividad social, el establecimiento de los grupos yihadistas y el crimen organizado ha sido uno de los aspectos más relevantes y prioritarios ante la reconfiguración de las alianzas extra continentales que la AES comienza a desarrollar en el poco tiempo transcurrido desde la toma del poder en Níger por parte de las fuerzas militares. Aquí toma significancia la pérdida de autonomía de los Estados frente a la forma de ejercer el monopolio de la fuerza que requiere la represión de los conflictos existentes en sus territorios y cómo esto lo hace dependiente de grupos paramilitares que ingresan al territorio a cumplir ese rol que el Estado no puede ocupar.

En cuanto a la tercera dimensión, que es la que responde a la nueva economía de guerra globalizada, es que planteamos que la reconfiguración de la zona saheliana responde a la necesidad del financiamiento que le es vedado por los organismos dependientes de occidente y la modificación en sus relaciones comerciales. Por tanto es necesaria una búsqueda de financiamiento que tanto Turquía, China como Rusia están dispuestas a ofrecer a cambio del afianzamiento de su presencia internacional en desmedro de los países occidentales que habían impuesto sus reglas hasta el momento. Claramente puede percibirse una dependencia económica de la AES al establecer estas alianzas y que, tiene como contraprestación el acceso a sus recursos naturales como parte de la relación establecida. Esta dependencia externa plantea que la zona del Sahel se encuentra en un constante reacomodamiento signado por su propia historia y que le ha impedido obtener autonomía y decisión respecto de su desarrollo económico. Ante esto, es que se le hace imperiosa la búsqueda de aliados que le permitan modificar su realidad en estas situaciones de persistente conflicto.

En síntesis, la reconfiguración de las alianzas internas y externas que se dan en la zona saheliana responderían a una existencia de conflictos que podrían ser interpretados como conflictos internos o de baja intensidad, pero que en realidad repercuten en todo su alrededor y modifican las estructuras económicas y políticas de la región y sus actores, por que, en palabras de Kaldor  “Son guerras libradas por redes de actores estatales, y no estatales, a menudo sin uniformes, a veces portando símbolos reconocibles…  Son guerras que exacerban la desintegración del Estado. Ante todo, cimientan nuevas identidades sectarias (religiosas, étnicas o tribales) que socavan el sentido de una comunidad política compartida” (Kaldor, 2021)

Con todo lo expuesto hasta aquí, tenemos la intención de comenzar a pensar cuál es el lugar que la zona del Sahel ocupa en el sistema internacional y cuáles son las intenciones tanto regionales como continentales a largo plazo respecto de este espacio en reconstrucción.

BIBLIOGRAFIA

Kaldor, M. (2001) Las nuevas guerras. La violencia organizada en la era global. Kriterios TusQuets, Barcelona

Kaldor, M. (2006) Un nuevo enfoque sobre las guerras. Encontrado en: PAPELES-94 (fuhem.es)

Security Council, ONU (2023) Activities of the United Nations Office for West Africa and the Sahel. Encontrado en: s_2023_490_sg_report_eng_june_2023_0.pdf (unmissions.org)

Babou Bassono, N. (2024) Liptako-Gourma: ¿Ruptura panafricanista o continuidad? Publicado en: Liptako-Gourma: ¿Ruptura panafricanista o continuidad? | Revista La Comuna