La 16ª cumbre BRICS+ en Kazán, Rusia, reunió nuevamente a jefes de Estado y gobierno de países miembros más líderes invitados con expectativas de integrarla, o bien ampliar sus vínculos con actores globales preponderantes como Rusia, China, India, y Brasil. En nuevo ejercicio de multilateralismo acotado, los países BRICS intentaron reafirmar su entidad internacional, minimizar las críticas a Rusia por la guerra en y con Ucrania, respaldar a Vladimir Putin en sus intentos por minimizar el acotamiento de margen internacional de acción y sostener objetivos respecto a la construcción de un bloque de poder alternativo que reemplace la primacía global occidental.
Aspectos todos incluidos de manera explícita e implícita en la Declaración final de la Cumbre cuyo lema fue Strengthrning Multilateralism for just Global Development and Security. Un conjunto de principios, objetivos, metas y acciones a futuro que el grupo aspira lograr asumiendo su creciente fortaleza y representatividad internacional. Al respecto, su lectura e interpretación brinda matices a considerar, expone con claridad la distancia entre discurso y realidad, verdad e hipocresía y sus omisiones confirman el compromiso por la unicidad discursiva a pesar del trasfondo de tensiones que atraviesan a varios de sus protagonistas. Es obvio que este tipo de manifiesto consensual trate de satisfacer a todas las partes, no obstante, dejan al descubierto la persistencia de brechas de consenso e intereses contrapuestos en un contexto de guerras abiertas en diferentes regiones como la periferia rusa, Medio Oriente, el Indo Pacífico y el Golfo Pérsico.
En primer lugar, la Declaración reafirma la “alianza estratégica” que amalgama al Grupo; una base común de principios e intereses construidos, básicamente, sobre posicionamientos anti occidentales que intenta dotar al Foro de resiliencia, pese a fluidas configuraciones cooperativas y tensivas que adoptan las relaciones intra foro. En segundo lugar, la declaración reafirma el compromiso de las partes por el entendimiento, igualdad soberana, democracia (?), apertura, inclusión y consenso como principios de acción internacional, con el fin de expandir su influencia para “beneficio de los pueblos” a través de la “promoción de la paz” y un orden internacional más equitativo. Declaraciones de principios por cierto loables pero que se dan de bruces con la realidad, en tanto prácticas democráticas son conculcadas sistemáticamente en algunos de sus principales miembros y la militarización de la diplomacia ha reemplazado la solución pacífica de controversias en aras de proteger los derechos de los más débiles.
En tercer lugar, la Declaración afirma que los BRICS encuadran sus actuales acciones y futuro desarrollo en el marco de normas internacionales, atribuyendo a las Naciones Unidas un rol central en el sistema internacional como órgano estabilizador pro paz adhiriendo específicamente a su Carta para intentar resolver disputas interestatales. En sucesivos puntos, la Declaración plantea buenas intenciones, pero no puede ocultar que el unilateralismo, políticas de poder, represalias bilaterales, y periódicos bloqueos a resoluciones del CSNU sobre pacificación y resolución mediante negociaciones por parte de Miembros permanentes del mismo que integran el BRICS; actitudes que al igual que la que suelen adoptar aliados Occidentales, bloquea la resolución pacífica de conflictos internacionales, va en contra de la “promoción y protección de la democracia” (?), y admite violaciones a los derechos humanos y libertades individuales, todo basado en el “mutuo respeto, justicia e igualdad”, según el texto bajo análisis.[1]
Los miembros en conjunto expresan su “insatisfacción y rechazo a la imposición unilateral de sanciones económicas y medidas coercitivas porque erosionan la Carta de las Naciones Unidas”; mención destinada a recordar que Rusia sufre una serie de sanciones occidentales por su invasión de Ucrania y cuyo líder enfrenta una orden de arresto de la CPI (Corte Penal Internacional). Estas líneas discursivas, sin dudas apuntan críticamente a los Estados Unidos y su política de sanciones contra empresas chinas e iraníes, pero en esta línea interpretativa, también vale mencionar, persisten situaciones en las que países promotores de la paz han invadido territorios vecinos (Ucrania), impuesto bloqueos económicos (puertos y corredores de exportación) tratando de sofocar al contendiente; asimismo, la escalada de presiones por parte de China sobre Taiwán apunta a hipótesis sobre bloqueo por medios militares y/o cuarentena como fases previas a una posible invasión.
Respondiendo también a las preferencias de Rusia, la Declaración expresa la “profunda consternación ante el continuo conflicto en el Medio Oriente y el Norte de África (MENA) así como la pérdida de vidas civiles”, brega por la protección de las mismas, denuncia la crisis humanitaria en los “Territorios Palestinos Ocupados” a raíz de la ofensiva militar de Israel que ha provocado muertes en masa de civiles, desplazamientos forzados y la masiva destrucción de infraestructura. En otros apartados menciona la necesidad de preservar la soberanía y la “integridad territorial” del Líbano y Siria. Una narrativa dirigida en honor a la presencia del presidente palestino, Mahmoud Abbas, en Kazán. Sin dudas, difícil es no acordar con estas prescripciones, las cuales podrían extenderse también, a la lógica destructiva impuesta sobre el territorio y población civil de Ucrania. La Declaración condena, además, la presencia de “efectivos militares extranjeros” en conflictos regionales porque incrementan su escalada con mayor riesgo de internacionalización; ¿habrán tenido en cuenta los integrantes del BRICS al momento de firmar la declaración, el –eventual- envío de tropas norcoreanas a combatir en Ucrania junto a tropas rusas?
Una mención particular reciben en la Declaración, los llamados a evitar la proliferación y promover el desarme; una expresión de deseos que la cruda realidad desmiente considerando el plan de modernización nuclear de los Estados Unidos y la OTAN pero también las periódicas amenazas de Rusia sobre empleo de armas nucleares tácticas y estratégicas en suelo europeo, el plan nuclear iraní, el aumento del arsenal nuclear chino y el mayor gasto militar de la India cuyo principal proveedor de armas sigue siendo Rusia.
Finalmente, pese al amplio espíritu de acogida de nuevos miembros por parte del BRICS, fueron rechazados los ingresos de Turquía y Venezuela; en el primer caso, India rechaza la posibilidad que un país aliado a Pakistán forme parte de la organización; en el caso de Venezuela, la opacidad de las últimas elecciones presidenciales inclinó a Brasil hacia el veto poniendo fin a una empatía política-ideológica presente desde el ascenso del chavismo. Una toma de posición que sirve para limar las tensiones con la Argentina de cara a la próxima reunión del G-20 en el vecino país.
Sergio Cesarin
Integrante del IRI-UNLP
Referencias
[1] “We reaffirm the need for all countries to cooperate in promoting and protecting human rights and fundamental freedoms under the principles of equality and mutual respect. We agree to continue to treat all human rights including the right to development in a fair and equal manner, on the same footing and with the same emphasis...”; XVI Cumbre de los BRICAS, Declaración de Kkazan.