Proximamante Ver PDF aquí
por Sebastián Schulz
La XVI Cumbre de los BRICS celebrada entre el 22 y el 24 de octubre de 2024 en Rusia contribuyó a clarificar la estructura de gobernanza global planteada por el bloque. Bajo el lema “Fortalecimiento del multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales justos”, los líderes de Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Irán, Arabia Saudita[1], Egipto, Etiopia y Emiratos Árabes Unidos se reunieron para abordar las crecientes desigualdades y los desafíos que enfrenta el sistema internacional actual.
En la Declaración de Kazán, documento final de la cumbre, se recalcó la necesidad de un orden mundial más inclusivo, justo y multipolar y se reclamó por un mayor protagonismo de los países emergentes y en desarrollo en la toma de decisiones globales, planteando un desafío explícito a la hegemonía de las potencias del Norte Global (XVI BRICS Summit, 2024).
A su vez, se avanzó en el proceso de institucionalización del bloque, incorporando la novedosa categoría de “país asociado”, y se propuso la incorporación como tales de trece nuevos países: Turquía, Nigeria, Indonesia, Malasia, Tailandia, Bolivia, Cuba, Argelia, Kazajstán, Bielorrusia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Con esta nueva ampliación, en el caso de materializarse, el BRICS pasará a representar casi un tercio de la economía mundial y al 57% de la población mundial. Además, los BRICS contendrán no solo a países diversos de los cinco continentes, sino que en su interior coexistirán los países con mayor cantidad de población católica (Brasil), ortodoxa (Rusia), musulmanes (Indonesia), budistas (China) e hinduistas (India).
Nueva conformación del BRICS
Entre los puntos destacados de la declaración, los BRICS reafirmaron su compromiso con la reforma integral de las Naciones Unidas, principalmente la democratización del Consejo de Seguridad, y pidieron una mayor representación de África y América Latina en las instituciones internacionales. Además, se abordaron temas clave como la desdolarización y el fomento del uso de monedas locales para reducir la dependencia del dólar en las transacciones internacionales, junto con la expansión del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) como una alternativa al FMI y el Banco Mundial para financiar proyectos sostenibles en el Sur Global.
En el presente trabajo, y a partir de un análisis del contenido de la Declaración de Kazán, se busca aportar elementos para analizar el nuevo modelo de gobernanza global propuesto por el BRICS, al que definimos como “multilateralismo pluriversal”. En un contexto de tensiones geopolíticas crecientes, la cumbre de Kazán no solo reafirmó la relevancia del BRICS como un bloque estratégico, sino que también dejó planteados principios para la construcción de un nuevo orden internacional.
BRICS y Nuevo Multilateralismo
En la Declaración de Kazán, comienzo destacando una afirmación que considero determinante: “Tomamos nota del surgimiento de nuevos centros de poder, adopción de decisiones políticas y crecimiento económico, que pueden allanar el camino hacia un orden mundial multipolar más equitativo, justo, democrático y equilibrado” (XVI BRICS Summit, 2024: punto 6). De forma explícita, se plantea que la configuración del poder mundial ha cambiado, y que es necesario que los organismos multilaterales tomen nota de tal situación y se adapten a los nuevos tiempos globales.
Los BRICS, en este marco, subrayaron su compromiso con el fortalecimiento del multilateralismo y la promoción de un sistema internacional más justo y equilibrado. Sin embargo, la declaración no estuvo exenta de una solapada crítica al multilateralismo actual, el cual no ha podido dar respuestas a la múltiples crisis, conflictos y amenazas que ha atravesado el orden internacional en los últimos años. Por el contrario, el multilateralismo actual ha legitimado las desigualdades y ha obturado las iniciativas de los países emergentes y en desarrollo en la resolución de los desafíos globales.
En este sentido, los BRICS reafirmaron su apoyo a un orden internacional basado en la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, destacando la importancia de la cooperación multilateral para abordar los desafíos globales (XVI BRICS Summit, 2024: punto 6). Como en otras ocasiones, uno de los puntos clave de la declaración estuvo referido específicamente a la propuesta de reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mencionando la necesidad de una mayor representación en el mismo de los países de África, Asia y América Latina, aunque sin mencionar países en concreto (XVI BRICS Summit, 2024: punto 8).
BRICS y Nueva Gobernanza Económica Mundial
La Declaración de Kazán reforzó la intensión del bloque de avanzar hacia un nuevo sistema de gobernanza económica global. Uno de los puntos destacados fue la exigencia de reforma de la arquitectura financiera internacional para que pueda hacer frente a los nuevos desafíos globales de forma más equitativa e inclusiva. En este sentido, los BRICS señalaron que las actuales estructuras de gobernanza financiera no reflejan la realidad económica contemporánea, caracterizada por el creciente peso de los países emergentes y en desarrollo en el producto bruto global. En este sentido, manifestaron la necesidad de un aumento en la representación de estos países en las decisiones del Fondo Monetario Internacional y otros organismos internacionales (XVI BRICS Summit, 2024: puntos 9 y 59).
Otro aspecto relevante de la declaración es la reafirmación del compromiso del bloque por reducir la dependencia del dólar estadounidense en el comercio internacional. Los líderes de los BRICS propusieron un mayor uso de monedas locales en las transacciones entre sus miembros, buscando así fortalecer la soberanía económica y disminuir la vulnerabilidad ante las fluctuaciones del dólar y la manipulación de tasas de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Esta medida no solo apunta a diversificar las opciones financieras disponibles para los países del Sur Global, sino también a fomentar un sistema económico menos expuesto a las sanciones unilaterales impuestas por potencias occidentales (XVI BRICS Summit, 2024: puntos 63, 65 y 67).
En línea con lo anterior, la declaración reivindicó el papel creciente del Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS en el financiamiento de proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en países emergentes. Durante la cumbre, se anunció la expansión de las operaciones del NDB, con un enfoque particular en las necesidades del Sur Global (XVI BRICS Summit, 2024: punto 62).
La crítica a las sanciones unilaterales fue un tema central en la Cumbre del BRICS. Los miembros del bloque señalaron su preocupación por el impacto negativo de estas medidas en la economía global, afirmando que las mismas socavan los principios de la Carta de las Naciones Unidas y obstaculizan el desarrollo económico de los países afectados (XVI BRICS Summit, 2024: puntos 10 y 22).
Justicia Social y Desarrollo Sostenible
La Declaración de Kazán resaltó el compromiso del BRICS con la justicia social y el desarrollo sostenible y reivindicó los objetivos planteados en la Agenda 2030, entre ellos la lucha contra el cambio climático y la reducción de las desigualdades globales. A su vez, hubo un apoyo explícito del bloque a la Alianza Global contra el Hambre preparada por Lula da Silva para la Cumbre del G20.
En este sentido, en primer lugar, los BRICS reafirmaron su adhesión a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aunque subrayaron la necesidad de tener en cuenta las diversas capacidades y niveles de desarrollo de los países miembros a la hora de exigir su aplicación (XVI BRICS Summit, 2024: punto 13). Asimismo, los miembros del bloque afirmaron que para alcanzar estos objetivos se requiere una cooperación internacional más intensa y un financiamiento adecuado, criticando aquellas prácticas que utilizan la asistencia para el desarrollo como arma geopolítica.
En segundo lugar, la Declaración de Kazán enfatizó la cooperación climática como una prioridad estratégica del bloque para alcanzar transiciones energéticas justas, destacando la importancia de la justicia climática y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas (XVI BRICS Summit, 2024: puntos 15 y 82).
Finalmente, los BRICS hicieron hincapié en la necesidad de reducir las brechas sociales y económicas dentro y entre los países miembros. La Declaración, en este sentido, señala la importancia de erradicar la pobreza y la desigualdad a través del fortalecimiento de las cadenas de suministro, la seguridad alimentaria y la inversión en sectores clave como las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES). También se señaló la necesidad de promover la innovación tecnológica y la conectividad digital como herramientas para fomentar la inclusión social y económica (XVI BRICS Summit, 2024: punto 13).
Seguridad y Estabilidad Global
En la Declaración de Kazán, en sintonía con las anteriores declaraciones de BRICS, se enfatizó la centralidad de promover activamente la resolución pacífica de los conflictos internacionales. A su vez, se señaló a la lucha contra las diversas formas de terrorismo y los delitos cibernéticos como los nuevos desafíos de la seguridad internacional.
El diálogo multilateral y la cooperación internacional para resolver los conflictos regionales e internacionales son el elemento nodal de la arquitectura de seguridad internacional planteado por el BRICS. En este enfoque, se llama a recuperar el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas y los principios de Coexistencia Pacífica heredados de la Conferencia de Bandung, que incluyen el respeto a la soberanía y los modelos de desarrollo nacionales y la integridad territorial de los Estados.
Un ejemplo clave es la atención dedicada a Oriente Medio y África del Norte (MENA), donde el BRICS expresaron su preocupación por la persistencia de la violencia y la crisis humanitaria en la Franja de Gaza. En la Declaración, exigieron con urgencia un alto el fuego y la protección de civiles, así como también la condena a las sanciones unilaterales que exacerban las tensiones, abogando por soluciones basadas en el derecho internacional. En África, en tanto, se reafirmó el principio de «soluciones africanas para problemas africanos», enfatizando la relevancia de las organizaciones regionales (en este caso, la Unión Africana) en la resolución de conflictos.
Otro de los puntos relevantes de la Declaración de Kazán fue el referido al terrorismo, el cual fue identificado como una amenaza global que requiere un enfoque amplio y coordinado. Los BRICS señalaron la necesidad de adoptar medidas colectivas contra la financiación del terrorismo, el movimiento de combatientes extranjeros y el reclutamiento radical. También enfatizaron la necesidad de evitar la politización de las estrategias antiterroristas, promoviendo respuestas basadas en el consenso internacional. Un aspecto importante en este sentido es la adopción del Plan de Acción contra el Terrorismo de los BRICS, el cual incluye medidas específicas para desarticular redes de apoyo financiero y tecnológico al terrorismo en los países miembro. Este acuerdo refleja la intención del bloque de consolidar su cooperación práctica y operativa, más allá de lo meramente declarativo.
La ciberseguridad, en tanto, fue presentada como una prioridad estratégica en los nuevos tiempos globales, destacando el impacto de los delitos cibernéticos en la estabilidad global. Los BRICS, en este marco, afirmaron la necesidad de promover un marco internacional que respete la soberanía digital y fomente la cooperación en la prevención y respuesta a incidentes cibernéticos. Además, destacaron la importancia de cerrar la brecha digital y garantizar un acceso equitativo a las tecnologías de la información y la comunicación.
La gobernanza global en debate
Los debates planteados por el BRICS nos invitan a reflexionar sobre la nueva arquitectura de gobernanza global que el bloque está proponiendo y construyendo para los años venideros.
Kissinger (2017) señala que todo orden internacional se sustenta sobre una naturaleza de acuerdos (legitimidad) y una particular distribución de poder. Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, Torrijos Rivera y Pérez Carvajal (2013) señalan que el “orden mundial” se configura a partir de una estructura (relaciones de poder entre los agentes), un tipo de gobernanza (sistema articulado de instituciones internacionales, que a su vez son resultados de correlaciones de fuerzas) y una forma de legitimación (patrones de comportamiento legítimos). La obra de Qin (2009), en tanto, habilita la posibilidad de pensar a las instituciones como estructuras históricas, expresión de las relaciones de fuerzas en un momento determinado, al señalar que la gobernanza global refiere no directamente a las instituciones sino a las relaciones sociales que configuran estas instituciones. Esto último se vincula con la idea de Cox (1993) de pensar a las instituciones como «campo de batalla» entre proyectos estratégicos en pugna, que pueden variar a lo largo del tiempo.
El concepto de “gobernanza global”, en este sentido, tiene una doble connotación: una “material”, en tanto sistema de instituciones históricamente construido y que es producto de una correlación de fuerzas que le dio origen y que a su vez reproduce o, como sostiene Cox (1993:142) una “forma de estabilizar y perpetuar un orden particular [reflejo de] las relaciones de poder dominantes”; así como también una connotación “simbólica”, en tanto concepto normativo que expresa una visión más general sobre los valores y principios que deben regir las relaciones interestatales o, como le llaman Dingwerth y Pattberg (2006), la “visión de mundo”.
En la Declaración de Kazán, los BRICS hicieron recurrentes referencias al “compromiso de mejorar la gobernanza mundial mediante la promoción de un sistema internacional y multilateral más ágil, eficaz, eficiente, receptivo, representativo, legítimo, democrático y responsable” (XVI BRICS Summit, 2024: punto 7). Sin embargo, este planteo no es necesariamente nuevo. Desde su primera cumbre de mandatarios en 2009, el planteo de la necesidad de una reconfiguración de la gobernanza global ha ocupado un lugar destacado en las declaraciones del BRICS. Los planteamientos, en este sentido, han sido sumamente críticos de la gobernanza global hegemónica, principalmente en relación al funcionamiento, objetivos y forma de organización de espacios como las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio (Schulz, 2020).
Se cuestiona a estas instituciones una subrepresentación de los estados emergentes, que genera que no sean debidamente tenidos en cuenta en la toma de decisiones sobre asuntos globales. Asimismo, esta crítica sobre la ponderación de las representaciones expresa también una crítica a los objetivos de tales instituciones, que responden más a necesidades y demandas de las potencias centrales tradicionales que a la de los estados emergentes.
De este modo, en un sistema mundial caracterizado por una transición a la multipolaridad, los BRICS pugnan por transformar las instituciones de gobernanza global para que estas estabilicen una nueva relación de fuerzas internacional, y para que los valores y principios que guíen las relaciones interestatales contemplen las demandas de los estados emergentes. Para ello, los BRICS sitúan sus demandas desde el Sur Global y el mundo emergente y en desarrollo, con el objetivo de mostrarse como líderes de este grupo de países.
El Multilateralismo Pluriversal como nueva arquitectura de gobernanza global
La noción de “multilateralismo” aparece como un concepto clave en la nueva arquitectura de gobernanza global planteada por el BRICS. No solo aparece como un concepto destacado en el lema de la Cumbre («Fortalecimiento del multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales justos»), sino que es presentado como un principio indispensable para la construcción de un orden mundial más justo y democrático.
Uno de los teóricos más importantes del multilateralismo es Robert Keohane, quien define al multilateralismo como la práctica de coordinar políticas nacionales en grupos de tres o más Estados, a través de mecanismos ad hoc o por medio de instituciones (Keohane, 1990). John Gerard Ruggie, por su parte, amplía esta definición para entender al multilateralismo como una forma institucional que coordina las relaciones entre tres o más estados en base a principios generalizados de conducta, sin tomar en cuenta los intereses particulares de las partes o las exigencias estratégicas que puedan darse en cada caso concreto (Ruggie, 1993). Zambrano Jáuregui (2013), asimismo, señala que el consenso y la negociación entre partes son esenciales en el multilateralismo. Calduch (2012) afirma que la lógica del multilateralismo se corresponde con potenciar los intereses y valores comunes entre los polos internacionales a través de la negociación.
Costa Fernández (2013) señala que el multilateralismo no es un fenómeno estático, sino que el mismo se transforma en función de los cambios en la estructura del orden mundial. En este marco, algunos abordajes como los de González del Miño y Anguita Olmedo (2013) afirman que el Estado-nacional continúa siendo el actor protagónico del multilateralismo, ya que el Estado sigue siendo el sujeto principal de soberanía, ostenta el monopolio de la violencia legítima y tiene una alta capacidad de adaptación a las transformaciones de la globalización. Otros autores, como Costa Fernández (2013), sitúan el multilateralismo actual en el marco de una transformación del Estado-nación a nivel mundial caracterizado por el protagonismo cada vez mayor de actores no estatales supranacionales.
En este marco, las transformaciones del multilateralismo deben ponerse en relación con el conjunto de las transformaciones estructurales del sistema-mundial, las transformaciones en las estructuras de poder, la naturaleza del Estado, de las ideas imperantes, etc. Así dicho, el multilateralismo es la expresión institucional de una determinada estructura de poder mundial (Costa Fernández, 2013). En este marco, las tendencias a la conformación de bloques regionales e interregionales serían una de las apuestas de los Estados por la reafirmación de la multilateralidad, mientras que la interdependencia generada por la globalización señalaría a la multilateralidad como una respuesta efectiva a estos procesos.
Para calificar la propuesta de gobernanza global planteada por el BRICS en la Declaración de Kazán, proponemos el concepto de “Multilateralismo Pluriversal”, un enfoque de gobernanza global que contempla la diversidad de actores, sistemas y modelos de desarrollo, promoviendo un orden internacional que sea inclusivo, equitativo y multipolar, a diferencia del multilateralismo universalista tradicional, que suele estar dominado por las potencias del Norte Global y su ecosistema de instituciones internacionales (como el FMI, Banco Mundial y la OTAN).
La noción de “pluriversalismo” recupera los debates introducidos por la teoría decolonial (Dussel, 2014), que plantean la incompatibilidad entre un orden internacional justo y equitativo bajo los paradigmas del universalismo occidental. Autores como Zolo (2006), en este sentido, afirman la existencia de dos filosofías acerca del orden internacional: mientras que una “apunta a la unificación, a la homologación, a la simplificación de los universos simbólicos y de valores”, la otra “considera el pluralismo, la diferencia, la confrontación entre la diversidad, la complejidad como un precioso patrimonio evolutivo de la experiencia humana”. De este modo, el autor concluye que “el ideal de los unificadores del mundo es el universalismo. La idea de los defensores de la complejidad es lo que propongo llamar ‘pluriversalismo”.
El debate sobre la diversidad de civilizaciones ya había sido planteado por Samuel Huntington en su clásico libro “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” (Huntington, 2001). Huntintong señalaba que si bien, por lo general, “las organizaciones de una sola civilización hacen y consiguen más cosas que las organizaciones donde están representadas múltiples civilizaciones” (como puede ser el BRICS), eso no implicaba que la diversidad cultural y civilizatoria ponga en cuestión la creencia occidental, y particularmente estadounidense, en la validez universal de la cultura occidental. En este sentido, el intelectual norteamericano afirmaba que “en el mundo que está surgiendo, de conflicto étnico y choque entre civilizaciones, la creencia de Occidente en la universalidad de su cultura adolece de tres males: es falsa; es inmoral; y es peligrosa” (Huntington, 2001:305).
En este sentido, los BRICS plantean la necesidad no solo de construir instituciones internacionales más democráticas, sino también más abiertas y heterogéneas, que contemplen la multiplicidad de identidades culturales, sociales, políticas e históricas diversas que conforman la comunidad internacional.
El “Multilateralismo Pluriversal” de los BRICS pone el foco en la necesidad de impulsar el diálogo de civilizaciones, señalado por Guo (2018) como un nuevo paradigma en las relaciones internacionales planteado por el BRICS, a través del cual se busca el respeto, la comprensión e incluso la confianza y el reconocimiento entre pueblos, aumentar la tolerancia y la comprensión entre las diferentes civilizaciones, ampliar el consenso, resolver conflictos por la vía pacífica y promover la estabilidad en el progreso económico y cultural mundial.
El concepto de “Multilateralismo Pluriversal” se construye a partir de cinco principios: la democratización de las instituciones internacionales, el respeto por los principios de soberanía, la reivindicación de la cooperación sur-sur, la diversificación económica y financiera global y la búsqueda de la justicia social y ambiental internacional. Como puede observarse, asume una continuidad con los cinco principios de coexistencia pacífica formulados por lo que luego sería el Movimiento de Países No Alineados, aunque hay una redefinición del no alineamiento. Los BRICS se plantean, de forma más o menos explicita, como una alternativa a la gobernanza global construida por el Norte Global luego de la Segunda Guerra Mundial.
En primer lugar, la arquitectura actual de gobernanza internacional articulada en torno a instituciones como la ONU, el FMI y la OMC requiere reformas que reflejen mejor el peso de los países emergentes y en desarrollo, fomentando una gobernanza más inclusiva y democrática.
En segundo lugar, en un mundo donde las medidas unilaterales como sanciones económicas y políticas coercitivas siguen siendo recurrentes, respetar la soberanía de los Estados es crucial[2]. Reconocer el derecho de las naciones a determinar sus propios modelos de desarrollo y relaciones internacionales fortalece el respeto al derecho internacional y reduce las tensiones geopolíticas.
En tercer lugar, la colaboración de beneficio mutuo en ámbitos como la tecnología, la infraestructura y el comercio fomenta un crecimiento sostenible y equitativo, permitiendo a las naciones del Sur Global trazar sus propios caminos sin someterse a modelos externos que perpetúan la dependencia económica.
En cuarto lugar, la excesiva dependencia del dólar y de las instituciones controladas por potencias tradicionales limita la autonomía financiera de los países en desarrollo. Promover sistemas financieros alternativos y el uso de monedas locales no solo refuerza la estabilidad financiera, sino que también fortalece la soberanía económica.
Finalmente, un desarrollo verdaderamente sostenible requiere priorizar la equidad social y abordar las crisis climáticas desde una perspectiva de justicia social y ambiental. Esto incluye garantizar que los países más vulnerables tengan acceso a recursos y tecnología para implementar transiciones energéticas justas que reduzcan desigualdades y promuevan la resiliencia ambiental.
Reflexiones finales
La propuesta de los BRICS, articulada a través del concepto de Multilateralismo Pluriversal, representa un esfuerzo por redefinir las bases de la gobernanza global hacia un modelo más inclusivo y equitativo. Este enfoque no solo desafía la hegemonía de las potencias tradicionales, sino que también busca construir un sistema que refleje la diversidad cultural, política y económica del mundo contemporáneo.
El Multilateralismo Pluriversal promueve la redistribución del poder global al exigir una reforma en instituciones como la ONU y el FMI, que incorpore de manera significativa las voces de los países emergentes y en desarrollo. Esta redistribución no es un simple ajuste técnico, sino una transformación que reconoce el creciente peso político y económico del Sur Global. Paralelamente, este modelo defiende la soberanía y la autodeterminación, enfrentándose a prácticas unilaterales que limitan la autonomía de los Estados y fomentan desigualdades estructurales.
Además, el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur emerge como una herramienta central para romper las dinámicas de dependencia económica y política impuestas por las potencias del Norte Global. A través de proyectos conjuntos, como los financiados por el Nuevo Banco de Desarrollo, los países en desarrollo pueden diseñar estrategias propias de crecimiento sostenible y equitativo.
En el ámbito financiero, la diversificación mediante el uso de monedas locales y alternativas al dólar busca una mayor estabilidad y soberanía económica, mientras que, en el frente ambiental, el compromiso con la justicia climática y social refuerza la necesidad de transiciones energéticas justas que atiendan las desigualdades globales.
Con su ampliación, el BRICS pasa a contener un conjunto heterogéneo de países con intereses, expectativas y representaciones diversas sobre el futuro del orden mundial. El desafío consistirá en su capacidad de aunar y gestionar estas diferencias sin perder cohesión, en un contexto donde el Sur Global se perfila como una categoría geopolítica enfrentada al Norte Global, pero cuya consolidación como propuesta institucional concreta aún es incierta. A pesar de ello, el BRICS continúa fortaleciéndose, resistiendo las predicciones que desde hace años auguran su desintegración.
En definitiva, los BRICS no proponen un simple reemplazo del sistema actual, sino la construcción de un orden internacional donde la pluralidad de actores y perspectivas no solo sea reconocida, sino también legitimada. Este enfoque invita a pensar en una gobernanza global que priorice la equidad y la inclusión, posicionando al Sur Global como protagonista de un cambio histórico.
Referencias bibliográficas
Calduch, R. (2012). “Hegemonía, multipolaridad y multilateralismo: los casos de Estados Unidos y la Unión Europea” en Daniel Añorve, Ileana Cid Capetillo y Ana Teresa Gutiérrez del Cid (coords.), Los BRICS. Entre la multipolaridad y la unipolaridad en el siglo XXI, UNAM-Universidad de Guanajuato, México.
Costa Fernández, O. (2013). “Introducción: el multilateralismo en crisis”. Revista Cidob d’afers internacionals, n°101, pp. 7-25.
Cox, R. (1993) “Fuerzas sociales, estados y órdenes mundiales: más allá de la teoría de las relaciones internacionales”, en Morales, Abelardo (compilador) Poder y orden mundial. San José: Flacso.
Dingwerth, K. y Pattberg, P. (2006). “Global Governance as a Perspective on World Politics”. Global Governance 12 (2): 185-203.
Dussel, E. (2014). 16 tesis de economía política: interpretación filosófica. México: Siglo XXI.
González del Miño, P. y Anguita Olmedo, C. (2013). «Estado y multilateralismo, un enfoque teórico. Transformaciones en una sociedad internacional globalizada». JANUS.NET e-journal of International Relations, Vol. 4, N.º 2, noviembre 2013-abril 2014.
Guo, C. (2018). «El diálogo entre las civilizaciones de China y América Latina». En: Guo, C. y Mera, C. (eds.) La Franja y la Ruta y América Latina: nuevas oportunidades y nuevos desafíos. China Intercontinental Press, Beijing. p. 222-267.
Huntington, S. (2001). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Paidós.
Keohane, R. (1990). «Multilateralism: An Agenda for Research», International Journal, vol. XLV.
Kissinger (2017). Orden mundial. Buenos Aires, Debate.
Qin, Y. (2009) «Relationality and processual construction: bringing Chinese ideas into international relations theory», Social Sciences in China, vol. XXX, núm. 3.
RT (2024). “Aclaran el estatus de Arabia Saudita en los BRICS”. 25 de octubre de 2024. https://actualidad.rt.com/actualidad/527844-aclarar-estatus-arabia-saudita-brics
Ruggie, J. G. (1993). “Multilateralism: the anatomy of an institution”, en: Ruggie, John Gerard (ed.). Multilateralism matters. The theory and praxis of an institutional form. Nueva York: Columbia University Press, p. 3-47.
Schulz, S. (2020) “Diez años del BRICS: crisis de hegemonía occidental y construcción de un orden mundial multipolar”. Tempo Do Mundo, 1(1), 189-216. https://www.ipea.gov.br/revistas/index.php/rtm/article/view/242/192.
Torrijos Rivera, V. y Carvajal, A. P. (2013) “Repensando la teoría de la polaridad. Una aproximación al papel de Colombia en América Latina”. Revista Científica General José María Córdova, 11(11), 29-66.
XVI BRICS Summit (2024) Kazan Declaration. Strengthening Multilateralism For Just Global Development And Security. Kazan, Russian Federation. https://cdn.brics-russia2024.ru/upload/docs/Kazan_Declaration_FINAL.pdf?1729693488349783
Zambrano Jáuregui, C. (2013). “El multilateralismo actual: crisis y desafíos”. Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, 8(1), 45-60.
Zolo, D. (2006) “Universalismo y ‘pluriversalismo’ ante el nuevo orden mundial” (Entrevista de P. Ródenas Utray), Revista Internacional de Filosofía Política, 27, pp. 187-202.
[1] Según el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, Arabia Saudita participa en los BRICS con el estatus de país invitado (RT, 2024).
[2] De hecho, la expresión “integridad territorial” como principio que debe guiar la resolución de conflictos aparece mencionada por lo menos cinco veces en la declaración. Sin embargo, como era de esperarse, este principio no aparece en el punto referido a la situación en Ucrania, donde se expone la existencia de posturas diversas al interior del bloque. Sin embargo, se manifiesta un consenso en el llamado a actuar de manera coherente con los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas, mientras que también se reivindican las propuestas pertinentes de mediación y buenos oficios (de China, Brasil y Sudáfrica), encaminadas a una solución pacífica del conflicto mediante el diálogo y la diplomacia.