Sobre la última Cumbre del MERCOSUR y sus resultados

El 6 de diciembre de este año finalizó la 65° Cumbre del MERCOSUR, en Montevideo (Uruguay) marco en el cual el presidente anfitrión, Luis Lacalle Pou, le otorgó la presidencia Pro-Témpore al presidente argentino, Javier Milei. En el Comunicado Conjunto de los Presidentes de los Estados Partes del MERCOSUR y Estados Asociados, destacaron la importancia de la integración regional y manifestaron la necesidad de buscar la convergencia entre los diferentes esquemas de integración, particularmente en los ámbitos de la infraestructura, la salud, la educación y la seguridad, lo cual suena consistente con la historia del principal proyecto de armonización económica del Cono Sur, pero que se da de bruces con lo manifestado durante la Cumbre por parte de algunos de los participantes. El presidente Milei, por ejemplo, tras un frío saludo con su par brasileño, Luis Inacio “Lula” Da Silva, dijo en su discurso que el Mercosur fue «un escollo para el progreso de los argentinos», a la vez que una mayor apertura del bloque regional al considerar que «este modelo está agotado»[1]. No es el primero ni el último de los fuertes ataques que el Mercado Común recibe por parte de quienes se hallan “integrados” en él. Hace un par de años, el propio Lacalle Pou, declaró «Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Nosotros vamos a insistir llevando el cántaro porque no es caprichoso el planteamiento de Uruguay hacia dentro y fuera del Mercosur». En su intervención, reforzó la necesidad de flexibilizar el Mercado Común del Sur (Mercosur) y «abrirse al mundo» de forma conjunta. «No somos tontos, es mejor ir juntos», pero «el inmovilismo es lo que nos preocupa… Si no podemos hacerlo de esa manera, lo vamos a hacer unilateralmente»[2], sentenció, en el contexto del coqueteo uruguayo con el coloso oriental, la República Popular de China, con el cual busca la firma de un acuerdo de libre comercio.

La pérdida de la afectio societatis por parte de algunos de los socios, a los cuales la sociedad ya no les siente bien se ve agravada por declaraciones fuera del marco de estas cumbres, que indican una consistencia en lo que, entendemos, es la insensatez. Durante el discurso por el primer aniversario de la presidencia de Milei, el presidente afirmó:

“… Para acelerar la recuperación, también es fundamental romper las cadenas del comercio exterior que hoy nos asfixian, para poder exportar e importar más bienes y servicios de mejor calidad y a un mejor precio. Por eso, como anuncié en la Cumbre del Mercosur, estamos avanzando en una propuesta para eliminar trabas arancelarias que dificultan el comercio dentro del bloque, pero también buscaremos reducir el arancel externo común que nos encarece la vida a todos sin ningún beneficio en contraprestación. Nuestro objetivo último en el Mercosur es aumentar la autonomía de los integrantes del organismo de cara al resto del mundo, para que cada país pueda comerciar libremente con quien quiera según les convenga. En esa línea, nuestro primer objetivo será impulsar durante el próximo año un tratado de libre comercio con Estados Unidos… [3]”

Es pertinente recordar que la búsqueda de acuerdos de libre comercio con los países de América Latina es un objetivo estratégico de Washington desde 1889 (unión aduanera panamericana), aggiornado a principios del siglo XXI con la idea del ALCA[4] presentado por el presidente George Bush en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata (Argentina)[5] en 2005, torpedeado por el eje Buenos Aires – Brasilia, por la misma razón que Argentina desactivó las iniciativas de los Estados Unidos durante la Primera Conferencia Panamericana en Washington (1889 – 1890): la economía de la potencia de América del Norte y de los países de América del Sur no son complementarias. Al respecto, cabe hacerse algunas preguntas: ¿Qué pudiéramos venderle a un país que es una potencia alimentaria, energética, industrial y tecnológica? Probablemente, nada. ¿Qué pudiera vendernos esa misma potencia? Probablemente, todo, eliminando cualquier sector productivo de carácter nacional. ¿Se es consciente en la Casa Rosada que, dinamitando el MERCOSUR, perdemos un socio, al cual convertimos (de la noche a la mañana) en competidor (Brasil) que es un global player y que cuenta con atributos muy superiores a los escasos recursos con los cuales cuenta nuestro país hoy día?

Si bien nuestro principal socio regional, Brasil, también tiene una matriz productiva que, a grandes rasgos, tiene puntos de contacto con la nuestra, hay sectores económicos profundamente integrados (la industria automotriz y el sector agroindustrial, por dar un par de ejemplos) y, en términos políticos, salir a competir al mundo en bloque es mucho mejor que enfrentar ese desafío en soledad. Y aquí es válida recordar la dicotomía que el liberalismo (en términos de la teoría de las relaciones internacionales) nos presenta respecto a los incentivos para la integración: ganancias absolutas vs. ganancias relativas.

Preocupa enormemente esta sobreactuación en el alineamiento con Washington. No proponemos la confrontación ni el choque. No proponemos cerrarnos al mundo. Entendemos que el MERCOSUR es susceptible de ser mejorado, pero también entendemos que una Argentina fuera de la más ambiciosa iniciativa de integración regional en el continente americano es más débil y vulnerable.

Invitamos a una profunda reformulación del MERCOSUR, a su modernización para que recupere el dinamismo que tuviera en la década de los ´80 del siglo pasado, para insertarnos al mundo desde nuestra región, y no navegar hacia los arrecifes embriagados por los “cantos de sirena”. Y pedimos parar la pelota, levantar la vista y hacer la jugada pertinente, sin buscar inexorablemente el jugador que más nos simpatice en un momento concreto, sin pensar en lo que es mejor para el partido. Se trata de pensar con la cabeza, no con los pies. Lisa y llanamente.

Juan Alberto Rial
Secretario
IRI – UNLP