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Meloni-Milei: una alianza favorecida por la coyuntura internacional

Por quinta vez en lo que va del 2024, la primera ministra italiana Giorgia Meloni y el presidente argentino Javier Milei se encontraron cara a cara. El escenario fue Roma, a mediados de diciembre, y el motivo, además del fortalecimiento de sus vínculos políticos, tuvo un componente simbólico de gran peso: la entrega oficial de la ciudadanía italiana al presidente argentino.

Este gesto, aunque revestido de formalidad, no estuvo exento de polémica y cosechó un amplio rechazo en la opinión pública italiana[1]. Italia atraviesa desde hace años un intenso debate sobre las políticas de otorgamiento de la ciudadanía. La controversia surge especialmente al compararse la situación de decenas de miles de hijos de inmigrantes, nacidos y criados en suelo italiano, quienes aún enfrentan serias dificultades para acceder a los mismos derechos que aquellos nacidos de padres italianos. En este contexto, la ceremonia en la que Javier Milei y su hermana fueron reconocidos como ciudadanos italianos generó duras críticas en los medios de comunicación locales. La paradoja fue señalada con firmeza: mientras se mantiene restringido el acceso a derechos fundamentales para una parte significativa de la población italiana, el proceso que benefició al mandatario argentino y su familia fue percibido como un símbolo de las contradicciones del sistema vigente.

Sin embargo, más allá del gesto del gobierno italiano, cargado de un evidente significado político, la enésima reunión entre Milei y Meloni confirma una tendencia al acercamiento entre ambos gobiernos, motivada principalmente por factores coyunturales. Para Italia, Argentina constituye una puerta de entrada privilegiada a América Latina. Con cerca de un millón de ciudadanos italianos residentes, Argentina alberga la comunidad italiana más numerosa del mundo. Además, en el país operan más de 250 empresas italianas que generan empleo para más de 50.000 personas y alcanzan un volumen de negocios anual que supera los 11.000 millones de euros. Este tejido social, cultural y económico representa un capital estratégico para Italia, un activo que, aunque en los últimos años ha sido claramente descuidado, cobra renovada importancia en la actual coyuntura internacional.

Como se ha señalado en otras ocasiones[2], las relaciones bilaterales entre Italia y Argentina han estado, desde hace casi cuatro décadas, muy por debajo de su potencial y de las expectativas mutuas. Hoy en día, Argentina ocupa el puesto 61 como destino de las exportaciones italianas y el 63 como proveedor de productos, la mayoría de ellos materias primas. El volumen del comercio bilateral apenas supera los 1.500 millones de euros, una cifra considerablemente baja si se tiene en cuenta que ambos países firmaron acuerdos de asociación estratégica en 1989 y 1998.

En los últimos 38 años, sólo Matteo Renzi en 2016 y Giorgia Meloni en noviembre pasado han visitado oficialmente Buenos Aires en calidad de jefes de gobierno. Este dato refleja no solo el limitado interés diplomático de Italia hacia Argentina en las últimas décadas, sino también la necesidad actual de revitalizar la relación bilateral en un contexto global que exige nuevas alianzas y redes de cooperación más dinámicas.

Algunas variables, sin embargo, parecen haber cambiado, especialmente en Roma. En primer lugar, por la relevancia que la derecha italiana otorga a su diáspora en el mundo. Este es un rasgo ideológico distintivo de los sectores conservadores y nacionalistas italianos, que buscan resaltar la contribución de la italianidad en otros países y fortalecer la pertenencia de los grupos italodescendientes a la sociedad italiana. No es casual que haya sido precisamente el sector político que hoy gobierna en Roma el que redactó y aprobó la ley que introdujo el voto para los italianos residentes en el extranjero (conocida como la Legge Tremaglia, en honor a su promotor, Mirko Tremaglia, primer Ministro de los Italianos en el Mundo y ex combatiente en la Repubblica Sociale Italiana de Mussolini hacia el final de la Segunda Guerra Mundial). Este rasgo ideológico de la derecha italiana explica en parte el renovado interés por acercarse al gobierno del país que alberga la mayor comunidad italiana fuera de Italia.

No obstante, existen también razones sistémicas que impulsan esta aproximación. El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca ha reavivado, en buena parte de los estados europeos, el temor a la imposición de medidas proteccionistas por parte de los Estados Unidos. Frente a este escenario, varios países europeos han comenzado a explorar otros mercados donde colocar sus exportaciones. Es en este contexto que debe interpretarse el relanzamiento y conclusión de las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea.

Si bien el gobierno italiano ha mantenido una posición ambigua respecto al acuerdo —intentando equilibrar el rechazo de las federaciones agrícolas y de algunos miembros destacados del propio ejecutivo, con el entusiasmo de la Confederación de Industriales—, en el entorno de Meloni se percibe el avance del tratado como una oportunidad estratégica. El acuerdo le permitiría acumular poder dentro de la UE, consolidando a Italia como un actor clave en las relaciones con América Latina. En efecto, Italia es el único país con la capacidad real de competir con España para posicionarse como el interlocutor natural entre Europa y América Latina. Roma ya había tratado de asumir ese rol durante los últimos años del régimen franquista y los comienzos de la frágil democracia española en la década de 1980.

Por ello, la profundización del vínculo con Buenos Aires, en el marco de una discusión clave para los equilibrios políticos europeos, como la del TLC con el Mercosur, ofrece a Giorgia Meloni la posibilidad de fortalecer su posición frente al resto del bloque comunitario. Esta estrategia se ve reforzada por la reciente elección de un hombre de confianza de Meloni, Raffaele Fitto, como vicepresidente de la Comisión Europea.

A esto se suma la afinidad política entre Giorgia Meloni y Javier Milei. La derecha italiana observa con curiosidad y hasta con cierta admiración al actual presidente argentino, como lo evidencia la invitación que recibió para participar en el evento anual de la juventud de Fratelli d’Italia, Atreju, donde Milei fue uno de los oradores destacados. Desde ese espacio, el mandatario argentino renovó su llamado a conformar una Liga de Naciones Conservadoras, una alianza que actúe como contrapeso a la denominada “Agenda Woke” y al progresismo global, que, según Milei, se manifiesta a través de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, las políticas de género, los derechos humanos y las estrategias internacionales para el combate al cambio climático[3]. Si bien Meloni, por razones institucionales y de coherencia política, no puede adoptar posturas tan vehementes, reconoce que las propuestas de Milei resuenan con fuerza en sectores de la opinión pública internacional a los que el gobierno italiano aspira a llegar.

Desde la perspectiva del gobierno argentino, reforzar las relaciones con las potencias del G7 resulta crucial. Tanto el acceso a nuevos créditos del Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros internacionales —indispensables para estabilizar la economía interna y cumplir con las promesas de dolarización y eliminación del Banco Central— como la concreción del ingreso de Argentina a la OCDE, requieren de un patrocinio político sólido. En este sentido, la coincidencia ideológica y las necesidades coyunturales acercan por primera vez desde los tiempos de la Alianza (1999-2001) a los gobiernos de Italia y Argentina, generando un terreno propicio para una colaboración más estrecha.

La gran incógnita que surge de esta situación es si esta cooperación logrará profundizarse también en otros campos y de manera duradera, trascendiendo la cercanía dictada por la coyuntura actual. O si, por el contrario, se tratará de una alianza efímera, orientada exclusivamente al logro de objetivos específicos por parte de los gobiernos de turno, como ha sucedido en el pasado.

Federico Larsen
Secretario
Departamento de Europa
Integrante
Centro de Estudios Italianos
IRI-UNLP

Referencias

[1]    https://www.theguardian.com/world/2024/dec/13/javier-milei-argentina-italian-citizenship

[2]    https://www.iri.edu.ar/wp-content/uploads/2018/10/Italia-Argentina-10-Ensayos-sobre-la-Relaci%C3%B3n-Bilateral-2018.pdf

[3]    https://www.casarosada.gob.ar/slider-principal/50821-palabras-del-presidente-de-la-nacion-javier-milei-en-el-festival-juvenil-fratelli-d-italia-atreju-italia