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La actualidad siria ante la formación de un nuevo gobierno

Pasaron dos meses desde que cayó el gobierno de Bashar Al Asad en Siria y empezó su gestión de facto Ahmed Al Shara, jefe de la organización radical Hayat Tahrir al Sham (HTS). Desde entonces, Siria atraviesa un periodo crítico de transformación e incertidumbre, situación que se intentó cubrir con la seguridad y confianza que demostraron los gobiernos occidentales, y también de la región, respecto a la llegada de Shara al poder.  Ha sido sorprendente el cambio de narrativa en la política occidental, así como también en los medios de comunicación, que aceptaron y dieron reconocimiento inmediato al nuevo líder sirio, otrora jefe de una organización terrorista, calificada como tal en diversas listas que promueven la lucha contra ese flagelo desde 2001 en adelante.

Tras la toma del poder, se han sucedido contactos con representantes de diversos países, como Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía, y Rusia, así como también con representantes de la Unión Europea. Ya sea en el marco de visitas recibidas, o de viajes realizados, el nuevo gobierno ha desplegado todos los recursos discursivos y políticos necesarios para hacer gala de un perfil inclusivo y “moderno”, dejando atrás la clandestinidad de “Al Golani”, para asumir una nueva personalidad con los típicos atuendos occidentales de traje y corbata.

La comunidad internacional observa estos desarrollos esperando que el nuevo gobierno pueda traer estabilidad y paz a una nación devastada por el conflicto. De hecho, el 15 de diciembre de 2024, el enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, llegó a Damasco para apoyar la formación del gobierno y respaldar el proceso de transición política en el país.

Sin embargo, persisten grandes desafíos internos, como la resistencia de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) integradas por los kurdos del norte, y la difícil integración de comunidades alauitas y cristianas, que temen represalias por su vinculación con el gobierno de Al Asad. Estas tensiones internas buscan ser disipadas con discursos donde se destacan las intenciones de inclusión y apertura. A modo de ejemplo, para responder positivamente a las exigencias de la comunidad internacional y en pos de contrarrestar polémicas previas sobre el papel de la mujer en la sociedad siria se creó un departamento especial para asuntos femeninos.

Entre las últimas novedades, se ha anunciado la formación de un nuevo gobierno a partir del 1 de marzo que garantiza dejar reflejada la diversidad del pueblo sirio. Al respecto, previamente el parlamento había sido disuelto, junto con el partido Baaz, que gobernó Siria durante décadas, mientras que Ahmed al-Shara había declarado que la organización de las elecciones podría tardar hasta cinco años. Por otro lado, se había anunciado la disolución de todos los grupos armados, incluido el HTS, para formar un nuevo ejército nacional. A su vez, se llevaron adelante reuniones con representantes del Consejo Nacional Sirio, en pos de desintegrar las instituciones formadas por la oposición en el exilio.

Francia y otros países occidentales impulsan conferencias de apoyo a la transición, pero el futuro de Siria aún depende de la estabilidad interna y la resolución de las disputas con los países vecinos. Recientes choques en la frontera con el Libano muestran lo inestable de la situación. Por un lado, fuerzas sirias se enfrentan a lo que serían grupos vinculados a Hezbollah y, por otro lado, continúan las tensiones con las fuerzas israelíes que debían haberse retirado de Líbano el 18 de febrero pasado, mientras mantienen su presencia en los Altos del Golan. Esta acción ha sido considerada por el gobierno libanés como una «ocupación» y una violación de la resolución de la ONU de 2006, que establece la presencia exclusiva de tropas de la ONU y soldados libaneses en la zona entre el río Litani. Estos conflictos reflejan no solo que las tensiones históricas siguen presentes, sino también los posibles efectos de un vacío de poder en las áreas fronterizas.

Para concluir, desde la salida de Al Asad y las manifestaciones de alegría plasmadas en las calles sirias, una serie de eventos pareció llevar al país a una senda de estabilidad. Sin embargo, la dilación en el llamado a elecciones, y algunos enfrentamientos registrados entre grupos extremistas con la comunidad alauita abren una incógnita respecto del futuro del pueblo sirio, así como también en torno a la posibilidad efectiva de que se instaure un gobierno que refleje la diversidad y riqueza cultural de un pueblo que viene sufriendo la violencia hace tantos años.

Leila Mohanna
Integrante
Departamento de Medio Oriente
IRI-UNLP