En el hemisferio norte la primavera llega aproximadamente cada 20 o 21 de marzo, cuando ocurre el equinoccio vernal boreal. Pero esta simbólica fecha, para unos 300 millones de personas representa igualmente el inicio de un nuevo año, que se celebra en la fiesta de Nowruz (Nuevo Día), el primer día del año en Irán, que a partir de esa fecha entrará al año 1404, según el calendario persa. El Nowruz es la fiesta más importante en Irán, pero también es fiesta oficial en Afganistán, Albania, Azerbaiyán, Georgia, Kurdistán iraquí, Kazajistán, Kosovo, Kirguistán, la provincia mongola de Bayan-Ölgii, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, y se celebra ampliamente en Turquía, India y otros lugares con población persa.
El año 2009 la UNESCO estableció esta efeméride como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por cuanto «promueve valores de paz y solidaridad entre generaciones y dentro de las familias, así como la reconciliación y la vecindad». Asimismo, el año 2010, la comunidad internacional, a través de la Resolución 64/253 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, reconoció el 21 de marzo de cada año como el Día Internacional del Nowruz, exhortando a los Estados miembros donde se celebra esta festividad a que estudien sus orígenes y tradiciones, con el fin de difundir tales conocimientos entre la comunidad internacional. El año 2023, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, planteó que Nowruz marca “nuevos comienzos” y que “mientras celebramos Nowruz, elijamos la esperanza y la compasión, aprovechemos las oportunidades que tenemos por delante y trabajemos juntos para construir un mundo más pacífico, más sostenible y más inclusivo para todos”.
Nowruz representa la tradición milenaria, pre-islámica del zoroastrismo, una religión practicada en la antigua Persia, según la cual la llegada de la primavera representa el triunfo de la luz sobre la oscuridad, difundiéndose hacia distintas regiones del mundo debido a la diáspora centenaria del pueblo persa. Nowruz da inicio así al mes de Farvardin, reflejando así toda la cultura milenaria del zoroastrismo y de su máxima deidad, Ahura-Mazda (Señor Sabio). La iconografía que sintetiza el zoroastrismo es el Farvahar: buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones (Humata, Huxta, Huvarshta), que definen el comportamiento ético de los seres humanos hacia la salvación de sus almas. De acuerdo al zoroastrismo, hay una lucha entre el Bien (Asha, la verdad) y el Mal (Druj, la mentira) y el ser humano “es libre” de escoger entre uno y otro.
Previo a Nowruz tiene lugar la celebración de Charshanbeh Suri (miércoles escarlata), que se celebra el último miércoles del año persa – este año 2025 el 19 de marzo. En esta celebración las familias limpian sus casas, compran ropas nuevas, preparan comidas especiales y apilan fuegos vivos en las calles para que las personas puedan saltarlos y así “purificar” sus pensamientos, palabras y acciones. El fuego (azar) es un aspecto insigne del zoroastrismo, cuyos sacerdotes (magis o magos) han construido “Templos del Fuego” para la adoración de Ahura-Mazda, con el deber de resguardarlos de toda contaminación.
En lo que respecta a la relación de Irán con el mundo árabe regional, ambos mundos son musulmanes y seguidores del profeta Mohammad. Sin embargo, difieren en que el primero adoptó el chiismo Duodecimano como rama del islam y los segundos, mayoritariamente, el sunismo en sus diversas vertientes. Además, difieren en la etnicidad: los iraníes son persas de origen indo-europeo. La herencia zoroástrica, reflejada en el Nowruz, es un elemento adicional de diferenciación entre el mundo árabe y el mundo persa. Ambos inician el año en meses y por razones diferentes, aunque ambos celebran las festividades musulmanas como el Ramadán y el Eid-al Fitr, así como Tasua y Ashura (los días 9 y 10 de Muharram).
En medio de un mundo azotado por guerras y nacionalismos, festividades como el Nowruz apuntan a rescatar los elementos de unidad, cooperación, solidaridad entre los pueblos y respeto por la naturaleza. Se trata de conceptos esenciales en un mundo donde las ideas del “Choque de Civilizaciones” -particularmente entre Occidente y Oriente- postulados por Samuel Huntington en 1993, están cobrando especial fuerza. Las ideas de Huntington ciertamente han tenido una notoria influencia en la política exterior de Estados Unidos y de otros países occidentales, con duros ataques sobre el islam y su visión del rol preponderante de los Estados Unidos en el escenario internacional. Por su parte, las críticas más relevantes hacia estas ideas han tomado como base el estudio de la construcción de la identidad del mundo musulmán como una relación de poder y dominación de Occidente sobre Oriente, que habría redundado en el desarrollo de una visión ideologizada y prejuiciada. En pocas palabras: Occidente ha creado al Oriente que se acomoda a sus intereses.
Como ha planteado Edward Said en su célebre libro Orientalismo (1978), históricamente Occidente ha pretendido dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente. Ciertamente, en momentos en que el mundo vive severas convulsiones y tiende a la fragmentación, festividades milenarias como el Nowruz significan un aporte a la convivencia internacional y contribuyen a construir unas relaciones internacionales basadas en la convivencia y el respeto mutuo, por sobre las ideas sustentadas en la confrontación, tan vigentes en el mundo de hoy. El mundo global exige la interacción y el enriquecimiento mutuo de las culturas y la historia ha estado plagada de estas fructíferas relaciones. Ninguna cultura se ha desarrollado en el aislamiento y sobre la base del nacionalismo.
Jorge Riquelme
Doctor en Relaciones Internacionales
IRI – UNLP
Sergio Toro
Diplomático chileno
LLM en el European University Institute (EUI, 1999)
MPA de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard (HKSG, 2015)