El pasado 4 de marzo, la Presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen, presentó el Plan denominado “ReArmar Europa” (“ReArm Europe”), que combina diferentes instrumentos que permitirán aportar unos 800.000 millones de euros en los próximos años destinados a reforzar la defensa y seguridad de todos los Estados miembros de la Unión para estar preparados ante una amenaza real. Esta presentación fue realizada por la mencionada alta funcionaria un par de días antes de que tuviera lugar una importante reunión Cumbre de los líderes del bloque regional.
Efectivamente, el 6 de Marzo tuvo lugar en Bruselas la Reunión Extraordinaria del Consejo Europeo, en la que se ha expresado que Europa debe ser más soberana y responsable de su propia defensa, y en consecuencia estar mejor equipada para actuar y hacer frente de manera autónoma a los retos y amenazas inmediatas y futuras. Además, se ha reconocido que la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y sus consiguientes repercusiones en la seguridad europea y mundial en un entorno cambiante constituyen un reto existencial para la Unión Europea.
Atento el complejo escenario europeo y global actual, el Consejo Europeo ha decidido que es necesario seguir aumentando de manera sustancial el gasto en defensa y seguridad de Europa, y en tal sentido receptó satisfactoriamente la propuesta realizada días atrás por la Presidenta de la Comisión Europea. Además, teniendo en cuenta las enseñanzas extraídas de la guerra en Ucrania, estableció que el incremento de la capacidad defensiva del bloque regional se dirigirá especialmente a los siguientes ámbitos prioritarios: la defensa aérea y antimisiles, los sistemas de artillería, los misiles y la munición, los drones y los sistemas antidrones, los elementos de apoyo estratégico (también en relación con el espacio y con la protección de las infraestructuras críticas), la movilidad militar, el espacio cibernético, la inteligencia artificial y la guerra electrónica. Asimismo, se destaca la importancia de la defensa de todas las fronteras terrestres, marítimas y aéreas de la Unión, y en particular su frontera oriental teniendo en cuenta las amenazas que plantean Rusia y Bielorrusia. Así también, se puntualiza que una Unión Europea más fuerte en materia de defensa contribuirá de manera positiva a la seguridad mundial y transatlántica, y que a la vez complementa a la OTAN que sigue siendo para los Estados que forman parte de ella la base de su defensa colectiva.
Con posterioridad, el 19 de marzo, la estonia Kaja Kallas, Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (y también Vicepresidenta de la Comisión Europea), junto con el lituano Andreius Kubilius, Comisario de Defensa y Espacio de la Comisión Europea, presentaron el “Libro Blanco sobre el futuro de la defensa europea” donde se explicitan detalles del “Plan ReArmar Europa-Preparación 2030” (“Plan ReArm Europe-Readiness 2030”), en línea con lo expresado previamente por la Presidenta de la Comisión Europea, que fuera receptado días después por el Consejo Europeo Extraordinario.
Es relevante conocer cuáles son los diversos instrumentos que permitirán obtener los 800.000 millones de euros destinados a financiar el aludido Plan de Rearme Europeo hasta el año 2030. El primero de ellos es a través de la activación por parte de todos los Estados miembros de la Unión y en forma coordinada de la “Claúsula de escape nacional” del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (que establece que los Estados que integran el bloque regional no pueden tener un déficit público superior al 3 % de su Producto Bruto Interno ni una deuda superior al 60 % del mismo). Esta excepción que representa la mencionada Cláusula fue activada en marzo de 2020 por la Comisión Europea para que los Estados miembros pudieran superar los límites normales de déficit y deuda debido al impacto económico de la pandemia Covid-19, y ahora se activa nuevamente ante otro desafío extraordinario para que la Unión se pueda rearmar. Los fondos que surgen de la mencionada excepción se limitan únicamente a financiar el aumento de los gastos de defensa, hasta un máximo del 1,5 % del PBI de cada Estado por cada año, y por un período de cuatro años. Gracias a la citada flexibilidad fiscal se estima que los Estados podrán realizar un gasto adicional en materia de defensa que asciende a unos 650.000 millones de euros en los próximos cuatro años. Esta medida excepcional será supervisada por la Comisión y el Consejo para garantizar que el dinero se use correctamente y no afecte la estabilidad financiera de la Unión a largo plazo.
El segundo mecanismo se denomina “Acción de Seguridad para Europa” (“Security Action for Europe”-SAFE). Consiste en que la Comisión Europea se endeudará en los mercados de capitales emitiendo bonos (lo que sería un empréstito conjunto como ya lo había hecho para obtener el dinero para la recuperación de la pandemia Covid-19) y luego los fondos obtenidos se distribuirán en forma de préstamos a largo plazo (no de subvenciones) que deberán ser reembolsados por los Estados miembros, lo que permitirá recaudar otros 150.000 millones de euros destinados al Plan de Rearme Europeo. Dichos fondos se desembolsarán a demanda de los Estados miembros interesados, y sobre la base de sus planes industriales de defensa nacional. La Comisión evaluará dichos planes y tomará una decisión basada en el impacto de los mismos en materia de defensa, el cumplimiento de normas de seguridad, y las necesidades financieras del país solicitante. Una vez que dichas solicitudes sean aprobadas, se suscribirá el contrato de préstamo y los acuerdos operativos con el Estado solicitante que contemplarán los tramos de los desembolsos del dinero facilitado. Los Estados también podrán solicitar el pago de una prefinanciación por un importe de hasta el 15 % de la suma prestada. Dichos préstamos tendrán un plazo máximo de 45 años, pero su aprobación a favor de los Estados miembros podrá efectuarse sólo hasta el 31 de diciembre de 2030. Con los fondos provenientes del SAFE solamente se podrán adquirir bienes elaborados por empresas establecidas en la Unión Europea o en Ucrania, y al menos el 65 % de los componentes de los productos adquiridos deben ser de origen europeo, (ello con el objeto de apuntalar a la industria europea de defensa), y además estarán exentos del pago de IVA.
En tercer lugar, el Plan de rearme europeo contempla contar con fondos provenientes del Banco Europeo de Inversiones (BEI), el que deberá introducir cambios para ampliar el alcance de su financiación relacionada con la defensa. De esta manera, podría duplicar su inversión anual hasta unos 2.000 millones de euros dirigidos a financiar proyectos relacionados con diversas materias tales como: drones, espacio, ciberseguridad, tecnologías cuánticas, instalaciones militares y protección civil.
En cuarto lugar, se prevé flexibilizar instrumentos existentes en la Unión para permitir una mayor inversión en defensa. En tal sentido, las autoridades nacionales, regionales y locales podrán voluntariamente aplicar una revisión de sus políticas de cohesión para asignar fondos de sus programas actuales a otras prioridades como lo es el refuerzo de su capacidad de defensa y seguridad. Asimismo, el desarrollo de una industria europea de defensa fuerte incrementará la competitividad europea y promoverá el crecimiento económico de las diferentes regiones y localidades.
Finalmente, se considera que si bien el impulso de la inversión pública en materia de defensa es indispensable no será suficiente, por lo que las empresas europeas del sector deberán tener un mejor acceso a otra fuente de capital, debiendo el sector público ayudar a canalizar la inversión privada hacia la prioridad actual de la Unión, como lo es el aumento del gasto en defensa. Al respecto, se estima que los hogares europeos ahorran aproximadamente unos 1,4 billones de euros al año.
Al día siguiente de la presentación del “Libro Blanco sobre el futuro de la defensa europea”, es decir el 20 de marzo, se reunió el Consejo Europeo reafirmando sus Conclusiones del 6 de marzo en materia de defensa y seguridad, y a la luz de lo expuesto en el mencionado Libro Blanco, solicitó que se aceleren los trabajos en todas las líneas de actuación para incrementar de manera determinante la preparación de Europa en materia de defensa en los próximos años, y recordó nuevamente que una Unión Europea más fuerte y capaz en el ámbito de defensa y seguridad complementa a la OTAN que sigue siendo el basamento de su defensa colectiva. Además, la Comisión y la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad tienen la responsabilidad de informar regularmente al Consejo Europeo sobre los avances realizados en la aplicación de sus Conclusiones en el tema de defensa.
Hoy en día, la principal preocupación y prioridad de la Unión Europea es fortalecerse en materia de defensa y seguridad, ello porque se ve amenazada por una importante potencia militar como lo es Rusia, y también porque no tiene confianza en que Estados Unidos de América, bajo la administración actual de Donald Trump, cumpla con los compromisos asumidos en el marco de la OTAN para acudir a la defensa de Europa en caso de ser necesario. En miras de dicho objetivo, la Unión Europea ha asignado para los próximos años la cuantiosa suma de aproximadamente 800.000 millones de euros para poder hacerse cargo de su propia defensa y seguridad, sin tener que depender de la voluntad de otros Estados que no son miembros del bloque regional, adoptando por tal motivo el “Plan ReArmar Europa-Preparación 2030”.
La situación descripta, en principio trae a la memoria sucesos acaecidos en el continente europeo a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, un período histórico conocido como la “Paz Armada”, que se extendió desde el fin de la guerra franco-prusiana (1871) hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914), cuya característica principal fue una desenfrenada carrera armamentista entre las principales potencias europeas de la época, junto al gran crecimiento de su industria bélica y el excesivo gasto militar, que se produjo en el marco de grandes tensiones internacionales provocadas por rivalidades políticas y económicas, diversos intereses nacionalistas e imperialistas, y la existencia de sistemas de alianzas enfrentadas, todo ello desembocaría en esa enorme tragedia para la humanidad que fue la Gran Guerra (1914-1918). Pero esta “Nueva Paz Armada” no tiene nada que ver con la que se ha hecho referencia. El proceso de integración europeo que derivó en la existencia de la actual Unión Europea nació en el año 1950 para lograr la paz en Europa. La Unión no tiene ambiciones imperialistas ni se rearma con fines belicistas para agredir a otros Estados, lo hace para asegurar la vigencia de sus principios y valores, su estilo de vida y su integridad territorial. El Plan de Rearme Europeo persigue alcanzar la autonomía en materia de defensa con el fin de protegerse y disuadir a quienes estén dispuestos a atacar a alguno de sus Estados miembros que no lo hagan. Sin dudas, esta amarga respuesta, era la única posible ante la compleja realidad mundial de nuestros días en la que el Derecho Internacional y los organismos internacionales se encuentran en una profunda crisis. La Unión Europea se creó y existe para cuidar y asegurar la paz.
Juan Carlos Pérsico
Coordinador
Departamento de Europa
IRI-UNLP