El Papa Francesco falleció el 21 de abril, una fecha cargada de profundo simbolismo: aniversario de la Fundación de Roma y, este año, también Lunes de Pascua, jornada que sigue a la Resurrección, núcleo del cristianismo católico y signo de renovación y renacimiento.
El 25 de abril, día de la Liberación de Italia del fascismo, la Plaza de San Pedro fue cerrada a las 17 horas mediante un mensaje de alerta difundido a todos los teléfonos móviles en territorio italiano.
En Roma, aproximadamente 250 mil fieles rindieron homenaje a los restos del pontífice antes del cierre del féretro, ocurrido a las 20.00 del mismo día. Mientras se conmemoraban los 80 años de la liberación del fascismo, el país despedía también al Papa Francesco, en pleno Año Jubilar y en los días dedicados al Jubileo de los adolescentes.
Abril de 2025 concluye con un profundo dolor, mientras una Roma soleada y silenciosa acoge los últimos momentos de despedida a Francesco, cuyo funeral contó con la presencia de más de 170 jefes de Estado y delegaciones internacionales.
Desde la Plaza de San Pedro hasta la Basílica de Santa María la Mayor, el último viaje del Papa Francisco recorrió seis kilómetros: tras la ceremonia, el cortejo fúnebre avanzó por la Via del Corso Vittorio Emanuele hasta la Plaza Venezia, para luego continuar por los Foros Imperiales y alcanzar finalmente la plaza de Santa María la Mayor, donde fue sepultado.
Como San Francesco de Asís, el Papa Francesco fue una figura de ruptura, revolucionaria. Durante su pontificado promovió una Iglesia abierta, solidaria con los pobres y los marginados, y crítica frente a los poderosos y a los arribistas de rostro amable. Su encíclica Laudato si’, inspirada en el Cántico de las Criaturas de San Francesco, incluyó el medio ambiente y el desarrollo sostenible entre las prioridades esenciales de la humanidad cristiana.
El Papa Francisco fue un don para la humanidad: abrió los brazos con humildad, claridad y firmeza a las parejas homosexuales y a quienes viven en la diferencia. Introdujo en el pensamiento eclesial las problemáticas reales del siglo XXI, especialmente las de los pueblos del Sur Global, cuestionando los privilegios burgueses de matriz occidental, a menudo reforzados por formalismos vacíos y rituales sin alma.
No es casual que haya sido amado, desde el primer momento, por muchos no creyentes y no católicos, mientras que fue frecuentemente rechazado por sectores del clero y de la política eclesiástica.
Se marchó el Papa del “Fin del Mundo”, que en realidad ha marcado el comienzo de una nueva humanidad.
Maria Francesca Staiano
Departamento de Europa
IRI-UNLP