El Tratado de Maastricht
CONSIDERACIONES ECONOMICAS.
1- EL MERCADO COMUN.
Según el Tratado de Roma firmado el 25 de Marzo de 1957 (Art.2), la Comunidad Económica Europea se establece como objetivo "promover, mediante el establecimiento de un mercado común y la progresiva aproximación de las políticas económicas en el conjunto de la Comunidad, una expansión continua y equilibrada, una estabilidad creciente, una elevación acelerada del nivel de vida y unas relaciones más estrechas entre los Estados que la integran.
Complementan este objetivo los mecanismos de apertura de las fronteras (libre circulación de capitales, de personas, de bienes y servicios) y la organización de la solidaridad, a través de la adopción de políticas comunes y de instrumentos financieros. Cuando una unión aduanera decide el libre movimiento de todos los factores de producción estamos ante un "mercado común". Los países miembros de la comunidad suprimen todas las restricciones a su comercio mutuo y establecen un arancel externo común.
Luego de un largo proceso de integración, el gran mercado europeo se inauguró oficialmente el 1º de enero de 1993. En un período de casi 40 años la Comunidad intentó superar las dificultades que planteaban la fiscalización, las normas de las profesiones liberales y el proteccionismo económico de algunos Estados miembros afectados, por ejemplo, por las crisis económicas del petroleo de 1974 y 1980. Este retraso ha provocado el llamado "coste de la no Europa".
Sin embargo, el "europesimismo" reinante al inicio de los años 80 alimentado tanto por los efectos de la crisis económica mundial como por la difícil discusión interna sobre el reparto de las cargas financieras y la contribución británica al presupuesto comunitario, da lugar, a partir de 1984, a una nueva esperanza de relanzamiento de la dinámica europea. Sobre la base de un proyecto presentado en 1985 por la Comisión, la Comunidad decide completar la construcción del gran mercado interior antes del 1 de enero de 1993. Esa fecha y las disposiciones legislativas que hicieron posible la concreción de ese ambicioso objetivo quedaron consagradas en el Acta Unica Europea, que entró en vigor el 1 de julio de 1987.
La estrategia de la Comisión consistía en el eliminar tres tipos de barreras que impedían la libre circulación: físicas, técnicas y fiscales. A pesar de la temprana eliminación de los derechos de aduana y de las cuotas, estas otras barreras mantenían fragmentados a los Estados miembros, e impedían la libre circulación de los ciudadanos cumunitarios. Durante los siguientes seis años se han eliminado, uno por uno y de forma cuidadosa, la mayoría de los obstáculos. La comisión asegura que más del 95% de las medidas que se propuso en 1985 han sido ya aceptadas. Entre ellas estan las siguientes:
- apertura de los contratos públicos.
- supresión de las disparidades fiscales mediante la aproximación de las disposiciones nacionales en materia de fiscalización indirecta, impuesto sobre el valor añadido e impuestos sobre consumos específicos,
- liberalización de los mercados de capitales y de los servicios financieros.
- normalización de textos y certificados nacionales (principio de equivalencia de normas nacionales),
- supresión de obstáculos técnicos y físicos,
- creación de un marco favorable a la cooperación industrial (armonización del derecho de sociedades y aproximación de las legislaciones en materia de propiedad intelectual e industrial).
- supresión de controles de fronteras (políticas de inmigración, lucha contra la criminalidad y la droga, controles veterinarios y fitosanitarios).
Muchas decisiones tienen aún que ser concretadas y habrá demoras de algunos meses antes de que se introduzcan ciertas reformas. Por ejemplo, Gran Bretaña, Dinamarca e Irlanda se resisten a abolir las verificaciones de pasaportes en fronteras entre los Estados de la CE, en especial Londres, preocupada por turistas e inmigrantes ilegales.
El camino del mercado común, en especial a partir del Acta Unica, ha dado lugar al desarrollo en diversos campos de las llamadas políticas comunes. Las características de algunas de ellas son las siguientes:
A. POLITICA REGIONAL.
La diferencia entre países comunitarios ricos y pobres es del orden de uno a seis y luego de la adhesión de España y Portugal, seguida de la reunificación alemana, el número de habitantes cuya renta no excede el 75% de la renta media comunitaria se ha duplicado.
Por ello es de que desde 1989 y hasta 1993 los Estados miembros decidieron dedicar 14.000 millones de ecus por año para el desarrollo de las regiones más pobres, a la reconversión de determinadas zonas industriales, a la ayuda al desempleo de larga duración y a la inserción profesional de jóvenes, a la modernización de la estructura agraria y las zonas rurales desfavorecidas.
B. POLITICA SOCIAL.
En 1961 se creó el Fondo Social Europeo (FSE) para fomentar el empleo y la movilidad profesional y geográfica de los trabajadores. De 1954 a 1988, la ayuda comunitaria permitió, mediante unas cantidades acumuladas de 3.000 millones de ecus, el retiró anticipado de decenas de miles de mineros y la creación de 180.000 nuevos puestos de trabajo. El Fondo Social Europeo constituye una pincelada distinta del Tratado, que por lo demás es muy duro en lo relativo a los gastos fiscales.
El Tratado además contempla una "plataforma" de derechos mínimos a través de una serie de normas como la igualdad de remuneración por un trabajo igual entre hombres y mujeres, y la protección de los trabajadores (higiene y seguridad).
Al adoptar, en Maastricht, un protocolo de aplicación de la Carta Europea de Derechos Sociales Fundamentales, el Consejo Europeo (excepto para el RU), estableció los derechos de los que gozará en toda la Comunidad el mundo del trabajo.
- libre circulación,
- remuneración justa,
- mejora de las condiciones de trabajo,
- protección social,
- asociaciones y negociaciones colectivas,
- formación profesional,
- igualdad de trato a hombres y mujeres,
- información, consulta y participación de los trabajadores,
- protección de la salud y la seguridad en el trabajo,
- protección de los niños, mayores y minusválidos.
C. POLITICA AGRARIA COMUN.
El Tratado de Roma estableció el arancel externo común de la CEE, haciendo el impuesto aritmético de los impuestos de importación de los países miembros. Este simple promedio resultó en aranceles más bajos para Francia e Italia y más altos para los países del Benelux. Sin embargo, uno de los más difíciles problemas de la CEE ha sido el establecimiento de una política agrícola común (PAC), debido a que los programas agrícolas nacionales de los miembros originales eran marcadamente diferentes entre sí.
La CEE adoptó un sistema único conocido como el "impuesto variable". La idea básica del sistema es simple. Primero, la Comunidad determina por adelantado el precio interno deseado para cada producto agrícola que desea mantener (precio de sustentación o precio objetivo). Este precio determina el nivel del consumo y la producción interna y, por lo tanto, el volumen de importaciones de cada bien. Segundo, la Comunidad impone un arancel variable (o impuesto variable a las importaciones), igual a la diferencia entre el precio más bajo del mercado mundial y el precio objetivo. Cualquier cambio en el precio mundial o en el precio objetivo, da lugar a un cambio correspondiente en el impuesto variable. El impuesto variable desplazaría así todo el peso del ajuste de las variaciones en el consumo y la producción en la Comunidad a los proveedores de terceros países.
Un acuerdo en el sistema del impuesto variable fue relativamente fácil de establecer. Sin embargo, el acuerdo sobre los niveles deseados de precios de sustentación, fue mucho más difícil. En particular Alemania, que es relativamente ineficiente en la producción de trigo, demandaba un precio de sustentación alto para el trigo. Por otra parte. Francia con un sector agrícola más eficiente solicitaba un precio más bajo. Eventualmente, la Comunidad logró un acuerdo sobre un precio de sustentación entre los dos extremos.
El artículo 39 del Tratado de Roma establecía para la política agraria común tres objetivos, hoy alcanzados ampliamente:
- garantizar el nivel de vida equitativo de la población agraria,
- estabilizar precios razonables para los consumidores,
- modemizar las estructuras agrarias.
Los principios de unidad de mercado, de preferencia comunitaria y de solidaridad financiera han funcionado correctamente en el marco de una agricultura deficitaria. El éxodo rural y la modernización de la profesión agraria han permitido que el porcentaje de la población agraria entre la población activa de la CEE haya pasado del 20% a menos del 8%, creando así un sector agrario competitivo. Sin embargo, hoy la PAC tiene que volver a definir sus métodos para limitar un crecimiento de producción (2% anual), que supera el porcentaje de crecimiento del consumo (0,5 % anual), y que genera costos en forma de subsidios a las exportaciones, a cargo del presupuesto comunitario, de una importancia tal (el 70% del referido presupuesto) que compromete el desarrollo de las otras políticas.
Los objetivos de la reforma consisten en separar las ayudas del volumen de producción, a han de estimular la calidad, en conseguir una mayor correspondencia entre la producción y la demanda, y en desalentar la producción intensiva dañina para el medio ambiente.
Dichas reformas a nivel comunitario, como la reducción del 30% en los precios de los cereales a fin de bajar los subsidios, afectarán a los sectores agropecuarios europeos. La incertidumbre acerca del futuro de la política agrícola redujo, por ejemplo, la cantidad de jóvenes germano-occidentales que comienzan a capacitarse en agricultura a 3.000 en 1992, desde mas de 10.000 a fines de la década del 80.
2- LA UNION ECONOMICA Y MONETARIA (UEM).
Técnicamente el mercado común y la UEM son procesos separados ya que mientras el primero sigue los lineamientos trazados en el Acta Unica, la UEM tiene como guía al Tratado de Maastricht. Pero a nadie se le oculta que la puesta en marcha eficaz del mercado común depende indirectamente de la estructuras comunitarias contempladas en Maastricht, así como también resulta evidente que un buen funcionamiento del mercado común facilitará el camino hacia la UEM.
La unión económica y monetaria será el complemento lógico del mercado interior que habrá de dar a la unificación europea un verdadero salto político. La moneda única sustituirá a las distintas monedas nacionales y ayudará al ciudadano a confirmar sus sentimientos de pertenencia a una nueva entidad. La unión económica es la forma más completa de integración económica por la que los Estados miembros, además de haber formado un mercado común proceden a unificar sus políticas fiscales, monetarias, y socioeconómicas.
La UEM significará la total libertad de circulación de las personas los bienes. Los servicios y los capitales en toda la Comunidad Europea. Pero, para alcanzar tal grado de unión deberán reunirse una serie de condiciones tales como que las políticas económicas de todos los Estados miembros de la Comunidad sean compatibles entre sí, y que se alcance un alto grado de coherencia en lo que se refiere a las políticas presupuestarias nacionales, por último será indispensable una política monetaria única.
La unión monetaria exige sobre todo los siguientes aspectos:
- convertibilidad total e irreversible de la moneda,
- eliminación de los margenes de fluctuación de los tipos de cambio,
- fijación irrevocable de las paridades de cambio,
- liberalización total de los movimientos de capitales.
EL SISTEMA MONETARIO EUROPEO (SME).
En 1972 se crea el sistema europeo de cambio (serpiente monetaria). Pero en 1974, y a pesar de las directivas del consejo respecto a la estabilidad, el crecimiento, y el pleno empleo, la inestabilidad económica minó las bases del sistema, y el franco francés, la libra esterlina y la lira italiana debieron abandonar la serpiente monetaria. Es entonces que el 7 de julio 1978, los jefes de Estado decidieron crear el Sistema Monetario Europeo (SME), que entró en vigor en marzo de 1979.
El SME es un mecanismo de compromiso voluntario, basado en la necesidad de un paralelismo entre factores ligados entre sí, el mantenimiento de cierta paridad entre las monedas y la convergencia económica en el progreso. Además el SME constituye el principal instrumento de cooperación financiera de la CE, y desempeña una importante función en el progreso de la Comunidad hacia la Unión económica y monetaria.
Por medio de este sistema los estados miembros están obligados a mantener los tipos de cambio de sus monedas dentro de unos márgenes de fluctuación fijos. Su implementación ha contribuido a la estabilidad de los precios en los estados participantes y al mantenimiento de tipos de cambio estables dentro de la CE y frente al exterior. También ha contribuido en la convergencia de las economías de los estados y en la disciplina de las políticas económicas.
El SME se basa en los siguientes tres elementos:
A. El ECU.
Será la moneda única europea. El ECU (European Currency Unit) deberá convertirse en una moneda de pleno derecho que pueda suplir a las monedas nacionales europeas. Su nombre, "escudo" en español, procede de una moneda medieval francesa que circulaba en el S XIII. Hoy, surge de la necesidad de disponer de una unidad de cuenta única a escala comunitaria. Su forma actual fue creada en 1979 junto con el SME mediante el depósito del 20 por ciento de las reservas de oro y dólares de los Estados miembros en el Fondo Europeo de Cooperación Monetaria (FECOM), y se define por ser una cesta compuesta por distintos porcentajes de la moneda de los dos Estados europeos. El ecu ha adquirido su mayor trascendencia como, moneda de empréstitos y transacciones monetarias entre los bancos. Además ,ha tenido un papel importante en la evolución de las instituciones comunitarias. El Banco Europeo de Inversiones, por ejemplo, emite sus propios empréstitos en ecus.
El papel del ecu en el Sistema Monetario Europeo es el siguiente:
- es el punto de referencia para fijar los tipos centrales a partir de los cuales se calculan las fluctuaciones permitidas,
- es el punto de referencia de un sistema de alerta destinado a incitará los Estados miembros a adoptar las medidas económicas pertinentes antes de llegar al límite de las oscilaciones permitidas,
- es la unidad de cuenta para los pagos entre bancos centrales, así como para el pago de compras y ventas de dinero efectuadas para sostener los tipos de cambio,
- es la unidad de cuenta para las ayudas a las balanzas de pago de los Estados miembros en situación económica difícil.
Una moneda única antes del año 2000 supondrá la desaparición de los gastos de cambio, fomentará el comercio y aumentará el nivel de bienestar. Además, significará mas poder y estabilidad respecto del dólar estadounidense y del yen japonés cuyos tipos de cambio están expuestos a oscilaciones considerables.
Para que el ecus sea una moneda fuerte y estable, los Estados miembros se han puesto de acuerdo en algunos principios fundamentales, entre ellos la estabilidad de precios como meta económica y linea directriz de la política monetaria del SEBC, (responsable de la moneda europea), y el mantenimiento de la disciplina presupuestaria.
B. LOS MECANISMOS DE CAMBIO Y DE INTERVENCION.
En el SME, los Estados miembros mantienen los tipos de cambio de sus monedas dentro de una banda de fluctuación del 2.25% por encima o por debajo del tipo de cambio central. En algunos países se aplica de forma transitoria un margen de fluctuación del 6%.
Los responsables de que se observen los límites de fluctuación son los bancos centrales, mediante la compra de monedas débiles y la venta de monedas fuertes en los mercados de divisas (intervenciones).
En el centro del SME esta el ecu, conjunto que contiene las monedas de la CE en proporción a la importancia económica de los Estados miembros. Para cada moneda se establece un tipo central de cambio con el ecu, y a partir de estos pueden calcularse los tipos centrales de cambio de todas las monedas entre sí.
En caso de que se superen los márgenes permitidos por el SME, los bancos centrales deben intervenir en el mercado. Para ello, el banco emisor de la moneda fuerte venderá su propia moneda a cambio de la moneda débil, y en el banco emisor de la moneda débil la retirará del mercado, sustituyéndola por la moneda fuerte. Para llevar a cabo las intervenciones los bancos emisores implicados se conceden créditos por un importe ilimitado con el vencimiento de 45 días, aunque pueden ser prorrogables a 3 meses más. Los pagos se satisfacen a través del Fondo europeo de cooperación monetaria (FECOM) que lleva la contabilidad en ecus.
C. LOS MECANISMOS DE CREDITO.
Son principalmente dos: créditos a corto plazo y mecanismos de ayuda a mediano plazo fuera del SME. Cuando una moneda alcanza el 75 por ciento de la divergencia permitida con respecto a la media de todas las demás monedas (indicador de divergencia), el país debe tomar medidas de política económica o, de mutuo acuerdo, pueden realizarse reajustes de los tipos de cambio (modificaciones en las paridades).
El sistema monetario europeo tiene por objetivo crear una zona de estabilidad en la que los aumentos de precios sean moderados y los tipos de cambio estables. En la fase final de la UEM deberá fjarse la forma definitiva de los tipos de cambio de las monedas de los Estados miembros. A continuación el ecu deberá reemplazar como moneda única europea a las monedas nacionales. Al inicio de la tercera fase el SME habrá cumplido su misión y desaparecerá automáticamente.
LAS ETAPAS HACIA LA UNION ECONOMICA Y MONETARIA.
Como veremos más adelante, una unión económica sólo es posible sobre la base de un mercado único, que a su vez debe estructurarse sobre una unión aduanera previa. En el caso europeo, el camino ascendente de la integración partió de la concreción en 1970 de la CEE (la unión aduanera), para seguir en 1993 con la inauguración del mercado común, habiendo comenzado ya la primera etapa que conducirá a la UEM.
En 1989 el Consejo Europeo de Madrid estableció los principios generales para la construcción de la UEM con el objetivo principal de una moneda única y a desarrollarse en tres etapas. Para la primera se establecieron las siguientes medidas:
I Etapa: A partir de julio de 1990.
Medidas en el ambito económico:
- eliminación de los obstáculos físicos, técnicos y fiscales a los intercambios que se realicen en el interior de la comunidad (hasta 1992),
- incremento de los recursos y mejora de los medios de actuación de los fondos estructurales de la comunidad,
- coordinación mas intensa de las políticas económicas y presupuestarias, basada en la supresión multilateral. Los Estados miembros se comprometen a presentar "programas de convergencia" destinados a aproximar y mejorar sus resultados económicos.
Medidas en el ámbito monetario:
- total liberalización de los movimientos de capitales, supresión de todos los obstáculos a la integración financiera de la Comunidad (libre prestación de todos los servicios bancarios, financieros y de seguros).
- participación de todas las monedas en el SME.
- eliminación de todos los obstáculos al uso del ecu.
- coordínación de políticas monetarias y de cambio.
Por el Tratado firmado en Maastricht se precisaron los puntos de las restantes etapas.
II Etapa: Comienza el 1º de enero de 1994.
Constituirá un período de transición en el que los esfuerzos de convergencia se mantendrán y ampliarán. Se creará el Instituto Monetatio Europeo (IME), cuyas funciones consistirán en reforzar la coordinación de las políticas monetarias, promover el papel del ecu, y preparar la creación del Banco Central Europeo para la tercera etapa.
III Etapa: comenzará el 1º de enero de 1997 (o como máximo el 1º de enero de 1999).
En 1996 los ministros de hacienda de los Doce determinarán, en función de los informes elaborados por la Comisión y el IME, que Estados miembros cumplen las condiciones que les permitan pasar a la moneda única. Si son al menos siete, el Consejo Europeo podrá decidir, por mayoría cualificada, el paso de dichos países a la III etapa. Si no se adopta tal decisión, el 1º de enero de 1999 pasarán automáticamente los países que respondan a los criterios de convergencia establecidos en el Tratado, cualquiera sea el número de tales países.
En esta etapa se creará el Banco Central Europeo que será independiente de los gobiernos y adoptará la política monetaria del conjunto de los Estados que hayan cruzado el umbral de la III etapa.
Recordemos que los criterios para pasar a la III etapa, que introducimos en el análisis de los artículos del Tratado (artículo 1093), son los siguientes:
1. estabilidad de precios: la tasa de inflación no deberá exceder en más de un 1.5 por ciento la media de las tasa de los tres estados que tengan inflación más baja.
2. tipos de interés a largo plazo no podrán variar en más de un 2 por ciento de la media de los tipos de interés de los tres Estados que los tengan más bajos.
3. déficit: deberá ser inferior al 3 por ciento del PNB.
4. deuda: deuda pública no podrá exceder del 60 por ciento del PNB.
5. estabilidad de los tipos de cambio: la moneda nacional no podrá haber sido devaluada durante los dos años anteriores y deberá permanecer dentro del margen de fluctuación del 2.25 por ciento previsto por el SME.
El cuadro anterior (página 25 abajo) es ilustrativo de las dificultades que afrontan los Estados miembros para cumplir con los criterios acordados. Los números que se citan plantean el interrogante de cuantos y cuales Estados conseguirán pasar a la tercera etapa e incluso si sse lograra el mínimo de siete, necesario para formar la UEM.
3. LAS FINANZAS DE LA COMUNIDAD.
Desde su origen en la Comunidad la CECA se financia mediante una exacción sobre el valor de la producción de carbón y acero directamente percibida por la Comisión mientras que la CEE y el EURATOM se han financiado con aportes de los Estados miembros.
La culminación de la Unión aduanera y la aplicación de la política agraria común, llevó a los jefes de estado o de gobierno en 1969 a crear un sistema de recursos propios que empezó a aplicarse gradualmente desde comienzos de 1971. Estos recursos se componían de:
- exacciones sobre las importaciones de productos agrícolas.
- derechos de aduana recaudados en las fronteras de la Comunidad.
- otros gravámenes aplicados en el marco de la política agraria común.
- un porcentaje hasta el límite de 1 por ciento del impuesto al valor añadido (IVA).
En 1988 se aprobó una reforma financiera global por iniciativa de la Comisión, que entro en vigor el 1º de enero de 1989. Esta reforma garantizaba la concesión de los recursos necesarios para el funcionamiento de la Comunidad hasta fines de 1992. Introdujo las siguientes innovaciones.
- el límite máximo de los recursos propios se fija en un porcentaje del producto nacional bruto de la Comunidad, que va del 1.15 por ciento para 1988 a 1.2 por ciento en 1992 (créditos de pago).
- una fracción del 1.4 por ciento del IVA recaudado en los Estados miembros se atribuye a la Comunidad.
- nuevos recursos: basado en el producto nacional bruto de los Estados miembros de acuerdo con su capacidad de contribución.
- los derechos de aduana sobre los productos de la CECA forman parte de los recursos propios.
En enero de 1992 la Comisión, aprovechando la oportunidad que le ofrecían las decisiones adoptadas en Maastricht y dado que tenía que formular nuevas propuestas financieras, hizo públicas sus prioridades en un documento títulado "Del Acta Unica al post-Maastricht: los medios de nuestras ambiciones", más conocido como "paquete Delors II", que preve las siguientes prioridades financieras:
- aumento del presupuesto comunitario a 21000 millones de ecus, en términos reales, de 1992 a 1957 a fin de alcanzar los 87.500 millones de ecus en créditos de compromiso,
- aumento de los recursos propios de la Comunidad desde el 1.2 por ciento actual hasta el 1.37 por ciento del PNB de la Comunidad, distribuidos en torno a tres objetivos principales.
1) desarrollo de las actividades de la Comunidad en el ámbito de las relaciones exteriores.
2) reforzamiento de la cohesión económica y social.
3) mejora de la competitividad de las empresas europeas.
La Comisión deberá introducir innovaciones que exigen las decisiones adoptadas en Maastricht como son:
- la creación de un fondo de cohesión en favor de determinados estados, nuevas orientaciones para la política de competencia,
- introducción de una política industrial común, promoción de la investigación y del desarrollo tecnológico.
- reforzamiento de la política social de la formación profesional y de las redes de infraestructura.
Digamos finalmente que la Comisión basa todas sus propuestas en dos principios: la subsidiaridad (la Comunidad actua -excepto en aquellos ámbitos que son de su competencia exclusiva- cuando la intervención resulta más eficaz que la que se lleve a cabo a nivel nacional), y el de solidaridad (cohesión económica y social). El desafío consistirá en conciliar ambos conceptos y reducir las dispandades entre regiones en el contexto de una estricta disciplina presupuestaria y del limitado marco financiero de los Estados miembros que exige el éxito de la Unión Económica y Monetaria (UEM).
4- LA COMUNIDAD Y SUS VECINOS.
En la Declaración de Luxemburgo de abril de 1984, los ministros de los Estados miembros de la CE, los de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC, o en inglés EFTA) y la Comisión hicieron por primera vez hincapié en la necesidad de crear un Espacio Económico Europeo (EEE). Después de Maastricht. Los Doce abrieron la posibilidad de incorporar a las naciones componentes de la AELC: Austria, Finlandia, Islandia, Noruega,_Suecia, Suiza y Liechtenstein, a las políticas de desarrollo que se vienen llevando a cabo desde el Tratado de Roma. El objetivo era ampliar el mercado único de 12 a 19 miembros a partir de 1993. El proceso de negociación se inició en junio de 1990, y las principales dificultades que enfrenta el acuerdo tienen que ver con cuestiones institucionales (participación de la AELC en el proceso decisorio de la CE), y materiales (no aplicación, en determinados casos, por los países de la AELC de las cuatro libertades, cohesión y tránsito). El Tratado se firmó en octubre de 1991 y debía entrar en vigor el 1 de enero de 1993.
Sin embargo el tratado CE-AELC sufrió un duro golpe cuando el 6 de noviembre de 1992, los suizos decidieron decirle "No" al EEE en un referéndum. Sólo los cantones franceses y retrorromanos (el 18% de la población), fueron partidarios del voto europeo, mientras que los italianos y los mayoritarios alemanes se opusieron. Con esta resolución Suiza vuelve a su tradicional insularidad, mientras que la CE y la AELC, además de postergar el inicio de su integración, negociarán un protocolo lateral al acuerdo del EEE para incluir los cambios pertinentes en lugar de renegociar el texto íntegro.
Según un informe del Banco Mundal los países de la AELC superan el umbral del índice de desarrollo:
Suiza: 32.680 US per cápita
Suecia: 21.570 US per cápita
Finlandia: 22.120 US per cápita
Noruega: 22.290 US per cápita
Austria: 17.300 U$ per capita
Los países de la AELC exportan a la AELC explotan a la CE el 57 por ciento del total e importan un 60 por ciento a nivel comercial. Para la CE. la AELC constituye el 27 por ciento de su mercado con terceros países. La población total de la AELC es de 32,6 millones de habitantes, cubre el 6,6 por ciento de las exportaciones del comercio mundial y el 6,9 por ciento de las importaciones.
Por su parte la CE tiene 345 millones de habitantes y concreta el 38% de los mercados del mundo (frente al 11% de Estados Unidos y al 9% de Japón). La CE, Estados Unidos y Japón realizan el 60% de los Intercambios comerciales del planeta, que concentran un tercio del comercio mundial. Asimismo la CE exporta el 40 por ciento del comercio mundial e importa el 42 por ciento del mismo. En lo que se refiere al comercio interno de la CE representa por sí mismo una cuarta parte de las exportaciones mundiales (estimadas en tres billones de dólares), es decir 708 mil millones de dólares.
La Comunidad ha iniciado además un programa llamado PHARE de ayuda para los países de Europa Central y Oriental (PECO) con el objetivo de facilitarles la transición económica y social para permitirles participar en el proceso de integración.
También se están implementando "acuerdos europeos" con algunos PECO que estipulan que "las partes reconocen que los países asociados tienen como objetivo final convertirse en miembros de la Comunidad". Estos acuerdos tienen por principios generales la liberación por etapas, el cumplimiento de determinadas condiciones para el paso a la segunda etapa, la asimetría (cláusulas comerciales más favorables para los países asociados), y la clasificación por productos.
5- LA TEORIA LIBERAL CLASICA Y LA TEORIA DE LAS UNIONES ADUANERAS.
El principal objetivo del mercado interior europeo es el aprovechamiento de las ganancias del libre comercio, idea básica de la teoría de los economistas clásicos. Las cuatro libertades a las que se aspiró desde la creación de la Comunidad (libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales) consagradas en el artículo 3, apuntan en esta dirección. Se ha calculado ya que la eliminación de los controles aduaneros entre los países miembros permitirá a la CE ahorrar miles de millones de ecus anuales.
En el artículo 3 A se agrega como hemos visto, que los objetivos de la Comunidad deben darse de conformidad con los principios de una economía de mercado abierta y de libre competencia.
La teoría clásica afirma, en efecto que el flujo sin trabas del comercio internacional, libre de barreras aduaneras de cualquier tipo, y la consiguiente especialización de los países (de acuerdo a la ley de la ventaja comparativa), resulta ser la opción más provechosa para la comunidad internacional.
La tesis de que el libre comercio beneficia a todos los países que comercian nunca ha sido refutada. Dadas las ganancias mutuas del libre comercio, se esperaría que el flujo de comercios de bienes a lo largo de las fronteras nacionales estuviera libre de la interferencia del gobierno. Sin embargo, por cientos de años, las naciones del mundo han impedido el libre flujo del comercio internacional por medio de varios mecanismos, tales como aranceles, cuotas, reglas y procedimientos técnicos o administrativos. Tales políticas, cuando están designadas para afectar las relaciones comerciales de un país con el mundo, usualmente se conocen como políticas comerciales, que por lo general han sido influidas por consideraciones políticas, sociológicas y económicas.
El libre comercio permite a una economía abierta separar sus consumos domésticos de su producción doméstica maximiza su ingreso nacional (al producir en el punto en el cual su tasa marginal de transformación es igual a la relación de precios internacionales) y maximza su bienestar (al consumir en el punto de tangencia entre su frontera de posibilidades de producción y la curva de indiferencia social más alta).
Pero por otro lado, el tratado "asegura la existencia de las condiciones necesarias para la competitividad de la industria comunitaria" por medio de una política comercial de aranceles externos comunes. Llegado este punto examinaremos la teoría de las uniones aduaneras para analizar si el mercado común constituye un avance o un retroceso en la liberalización comercial postulada como optima por los clásicos. Primero diremos, como ya habíamos adelantado, que el mercado común es un tipo más fuerte de unión comercial entre Estados que una unión aduanera, ya que como señala el artículo 3, además de ser eliminadas todas las restricciones al comercio (aranceles y cupos) se permite el flujo de personas y capital que no son posibles en una unión aduanera. Es decir que dos o mas países forman un mercado común cuando forman una unión aduanera (establecen un arancel externo común) y, además, permiten el libre movimiento de todos los factores de producción entre ellos.
La CE intenta iniciar en 1993 un mercado común, y a más tardar a partir de 1999, constituir una unión económica, que es la forma más completa de integración económica. Una unión económica es un mercado común en el que además se procede a unificar las políticas fiscales, monetarias (un banco central y una moreda únicos) y socio-económicas.
Tanto el mercado común como la unión económica constituyen acuerdos de comercio Preferencial por lo que podemos aplicar en nuestro análisis la teoría de las uniones aduaneras, tal como aparece explicada en el libro de Chacholiades, Economía Internacional.
La teoría de las uniones aduaneras es una rama relativamente nueva de la teoría de los aranceles y trata principalmente los efectos de la discriminación geográfica, en particular los efectos del comercio preferencial. El hecho de que un grupo de países decida formar un acuerdo comercial preferencial significa que todos los países miembros se ponen de acuerdo para reducir sus respectivos aranceles sobre las importaciones entre si pero no sobre las importaciones provenientes del resto del mundo.
¿Cuales son los efectos de las uniones aduaneras sobre la asignación internacional de recursos?. La forrnación de una unión aduanera mejora o empeora la asignación de recursos y el bienestar?. Antes de la publicación del libro clásico de Jacob Viner, en 1950, generalmente se creía que la formación de una unión aduanera era un paso hacia un comercio más libre y que por lo tanto tendía a incrementar el bienestar. Viner demostró que este punto de vista no es necesanamente correcto. En particular, Viner argumentó que una unión aduanera (o cualquier otra forma de comercio preferencial) da lugar a dos tendencias opuestas. Por una parte una unión aduanera tiende a incrementar la competencia del comercio entre los países miembros de la unión, y esto representa un movimiento hacia un comercio más libre. Por otra parte, una unión aduanera tiende a proveer relativamente más protección en contra del comercio y la competencia del resto del mundo y este representa un movimiento hacia una mayor protección.
Las principales herramientas del análisis de Viner fueron los conceptos de creación de comercio y desviación de comercio. En particular, Viner demostró que la formación de una unión aduanera puede llevar ya sea a la creación de comercio o a la desviación de comercio, pero mientras que la creación de comercio es buena y tiende a incrementar el bienestar, la desviación de comercio es mala y tiende a disminuir el bienestar. El efecto final sobre el bienestar depende de cual de estas dos influencias opuestas, la creación de comercio o la desviación de comercio, es más fuerte. La formación de una unión aduanera, tal como la Comunidad económica europea normalmente desplaza el centro nacional de producción de algunos bienes. Cuando el desplazamiento en el centro nacional de producción de un cierto bien, es tal como para crear un nuevo comercio, se podría decir que las uniones aduaneras dan lugar a la creación de comercio. Por otra parte, cuando el desplazamiento de la producción nacional es tal que simplemente desvía un viejo comercio de un país a otro, decimos que la unión aduanera da lugar a la desviación de comercio.
Por ejemplo, tomemos el caso de que Francia y Alemania fueran autosuficientes en la producción del bien X, antes de la formación de la CEE. En particular que antes de la formación de la Comunidad y de la eliminación de los aranceles dentro de la comunidad comercial, puede suceder que Francia encuentre más barato importar bien X de Alemania, debido a que presumiblemente Alemania es más eficiente que Francia en la producción de X. En esta forma la producción nacional del bien X se desplaza del productor francés de más alto costo a los productores alemanes de más bajo costo, y como resultado se genera un nuevo comercio entre Francia y Alemania. Este es un caso de creación de comercio.
Se nota que la creación de comercio mejora la asignación internacional de recursos desplazando la producción nacional de un productor de alto costo a un productor de bajo costo. Así, la creación de comercio mejora el bienestar al reducir los costos o alternativamente, al incrementar el ingreso mundial. En este sentido la creación de comercio se concibe benéfica para el bienestar
Un ejemplo de la desviación de comercio puede tomarse, suponiendo que antes de la formación de la Comunidad Económica Europea, Francia importaba el bien Y de los Estados Unidos, presumiblemente debido a que los Estados Unidos era el productor más eficiente (de menor costo) del bien Y en el mundo. Pero supongamos que después de la formación de la Comunidad y siguiendo la eliminación de los aranceles en el comercio intracomunidad, Francia encuentra más barato importar el bien Y de Alemania, debido a que las importaciones de Alemania son libres de impuestos. Así, gracias a la nueva discriminación geográfica de aranceles, la producción nacional del bien Y se desplaza del productor de menor costo, los Estados Unidos al productor de mayor costo, Alemania. Las importaciones de Y de Francia se desvían de los Estados Unidos a Alemania. Este es claramente un caso de desviación de comercio.
La desviación de comercio empeora la asignación internacional de recursos al desplazar la producción nacional del producto de bajo costo (por ejemplo, Estados Unidos) al productor de alto costo (por ejemplo, Alemania). Así, la desviación de comercio reduce el bienestar al incrementar los costos o, alternativamente, al reducir el ingreso mundial. En este sentido la desviación de comercio es perjudicial al bienestar.
El efecto final sobre el bienestar es indeterminado. El bienestar mejora solamente cuando la creación de comercio supera a la desviación de comercio. Cuando la desviación de comercio supera a la creación de comercio, el bienestar se deteriora. Ciertamente, un país socio puede perder, aunque el otro socio gane.
6- EL ENFOQUE MONETARIO DE LA BALANZA DE PAGOS.
Toda la política económica y monetaria del tratado, es tributaria del neoclásico enfoque monetario de la balanza de pagos. Este enfoque es un derivado del monetarismo doméstico (el punto de vista de que la oferta de dinero es la clave determinante de la demanda agregada) y nieto intelectual del mecanismo precio - flujo en especie de Hume.
Surgido principalmente del trabajo de Mundell y Johnson, el enfoque monetario ve la balanza de pagos como un fenómeno netamente monetario. Más aún sostiene que los desequilibrios de pagos (déficits y superávits) reflejan desequilibrios de stock entre la oferta y la demanda de dinero. La balanza de pagos se ve como una válvula de escape que se abre automáticamente para liberar un exceso de oferta de dinero en forma de un déficit de la balanza de pagos o para permitir que ingrese al país una cantidad adicional de dinero, a través de un superávit en la balanza de pagos a fin de satisfacer un exceso de demanda de dinero existente.
Según el enfoque monetario las autoridades monetarias no pueden esterilizar los flujos monetarios asociados con superávit y déficit sino más bien permitirles que influyan en la oferta monetaria doméstica. Los desequilibrios de pagos serían fenómenos transitorios, un desequilibrio de pagos (que refleja un desequilibrio entre la oferta y la demanda de dinero) produce un ajuste en la oferta de dinero que tiende a eliminar el desequilibrio inicial en el mercado monetario y, por lo tanto, a corregir el desequilibrio en la balanza de pagos.
El Tratado dispone que, a partir de la tercera etapa las monedas de cada Estado miembro tendrán un valor fijo respecto al ecu, que será inmodificable. El ecu fluctuará con el resto de las monedas mundiales y su valor estará respaldado por el BCE, que Independientemente de la política de algún país deberá autorizar el volumen de emisión de los bancos del SEBC, además de observar el equilibrio fiscal de la unión.
Pero de acuerdo al enfoque monetario, la, política monetaria del Tratado es hija de la política fiscal, y los Estados miembros deberán cumplir una serie de condiciones (vistas en el artícculo 109 J) para pasar a la tercera etapa.
Las primeras etapas que los estados miembros deberán pasar con éxito para formar la unión monetaria se inspiran en el mecanismo de ajuste del enfoque monetario, con la modalidad del tipo de cambio fijo, y por lo tanto hace énfasis en la disciplina fiscal. En estas etapas, como vimos, el ecu cotizará de acuerdo a una canasta de monedas de la Comunidad (que tendrán una influencia proporcional a su peso en la economía comunitaria). Las monedas de los Estados miembros se encontrarán semifijas en pequeñas bandas respecto al ecu, que oscilará con las demás. Así los bancos centrales nacionales deberán comprar o vender ecus para mantener el valor establecido de sus respectivas monedas. Hay que hacer notar que la cotización respecto a una canasta de monedas ofrece ventajas sobre la que se hace respecto de una única moneda, ya que al no existir la moneda que no pierda valor, resulta más segura que aquella que la ata a un único parámetro.
Tenemos entonces que con el tipo de cambio fijo, el mecanismo de ajuste de la segunda etapa, para lograr el paso a la tercera, que describiría el enfoque monetario para la CE, sería el siguiente: si se parte de un superávit de la balanza de pagos, es decir cuando se exporta más de lo que se importa, se venderán más ecus al IME, aumentará la oferta monetaria y el tipo de cambio tenderá a subir. Al aumentar la cantidad de dinero comenzarán a aumentar las importaciones, se comprarán más ecus, la balanza irá cambiando de signo, se pasará a un déficit, y el tipo de cambio real tenderá a la baja (pudiéndose llegar a una baja en el nivel de actividad en el caso en que no se reduzcan los precios de los bienes no transables). En consecuencia se reducirá la oferta monetaria, las exportaciones volverán a primar sobre las importaciones y el acto se reiniciará.
El Tratado garantiza el equilibrio fiscal y el ajuste automático del sector real de la economía, al permitir el libre flujo de factores, logrando una aproximación adecuada a la moneda única.
Este mecanismo de disciplina y ajuste fiscal es análogo al que puede instrumentar la CE luego de la tercera etapa. Sólo que en lugar de comprar ecu el BCE deberá comprar aquella divisa que sea reserva de valor. En caso de que tal cual como pueda esperarse, el ecus se convierta en la nueva reserva de valor en reemplazo del dólar, tendrá la ventaja del señoraje y podrá darse el lujo de incurrir en déficits excesivos (aunque no parece que vaya a ser esta la política de la UE, sino más bien la continuidad del control de sus finanzas).
La CE se propone entonces la creación de un sistema que permita la estabilidad económica merced al control de la fluctuación de las variables descriptas. Los países que hallan cumplido los exigentes criterios de disciplina monetaria impuestos podrán pasar a la tercera etapa de la moneda única en la que se continuarán los lineamientos del enfoque monetario. En ese sentido resaltemos algunas disposiciones que ya tuvimos en cuenta al reseñar el Tratado:
-Entre los objetivos de la Comunidad esta un desarrollo armonioso y equilibrado de las actividades económicas mediante el establecimiento de una moneda única y la fijación de tipos de cambio con el "objeto primordial de mantener la estabilidad de precios respetando los "principios rectores" de la solidez de las finanzas públicas y condiciones monetarias y de la estabilidad de la balanza de pagos (artículos 2 y 31)
-Independencia del BCE y del SEBC.
-Los Estados miembros evitarán déficits públicos excesivos.
-El artículo 104 C exhibe los criterios mediante los cuales la Comisión examina los riesgos de un déficit excesivo y establece las medidas que ésta podrá tomar contra el Estado miembro que no lo evitare.
-Aprobación del BCE de los volúmenes de emisión de los bancos del SEBC.
-En general, todos los artículos analizados referidos a la unión monetaria se encuentran en relación con el tema.
7- LA CRISIS DEL SME.
El "No" del referéndum danés del 2 de junio de 1992 desencadenó una tormenta monetaria europea que concluyó con la salida del mecanismo de tipos de cambio del SME de la libra esterlina (que aún hoy permanece afuera) y de la lira italiana.
Luego del "No" danés, Francia afianzó la incertidumbre sobre el futuro de la unión europea al anunciar su propio referéndum sobre el Tratado. La perspectiva de un No francés ejerció una posición devastadora sobre los mercados cambiarios y las tensiones llegaron al punto de ruptura cuando Alemania se negó a introducir cambios importantes en su política de elevadas tasas de interés (que mantiene para afrontar los grandes gastos de la unificación, los créditos a Europa del Este y Rusia, y la tajada del león de los costos de la CE), a pesar de los ruegos de otros países de la Comunidad Europea. Los bancos centrales gastaron entonces dinero por valor de decena de miles de millones de dólares en una infructuosa batalla por mantener las monedas en la estrecha banda de flotación del mecanismo europeo de paridades cambiarias (MEPC o inglés ERM) del SME. Con el dólar en sus niveles más bajos, todos corrieron hacia el marco, lo que hizo que la libra esterlina y la lira, con sus márgenes de fluctuación atados al marco (la moneda de mayor peso económico de la canasta del ecu) sucumbieran fuera de control. La CE se vió entonces eventualmente obligada a dejarlas en libertad, en un intento por restaurar cierto orden en los mercados.
Sucede que, como dijimos, con el tipo de cambio fijo los países no pueden incurrir en déficits (como Inglaterra e Italia), ya que para paliarlos, se ven obligados a emitir, con el consecuente aumento de la base monetaria, de las importaciones, y la posterior caída de la balanza de pagos. El error de estos países fue hacer una discusión monetaria pero no fiscal, y así llegar a un desequilibrio fiscal pronunciado, causa de la debilidad de sus monedas frente al marco.
Como vimos, el SME limita las fluctuaciones de las divisas de los países miembros con el fin de crear estabilidad, para lo cual limita lo que puede subir o bajar una moneda ante otra. Cuando las monedas llegan a sus límites dentro del mecanismo, los bancos centrales se ven obligados a intervenir, a comprar o vender moneda, o a cambiar sus tasas de interés. Si eso no funciona se devalúa la moneda y esa medida fue la que se tomó con la lira italiana.
La crisis de, SME volvió a hacer recrudecer las críticas de aquellos que se oponen al Tratado, en especial de los que consideran exesivamente rígido el sistema de tipo de cambio fijo. Algunos, como Nicholas Ridley (antiguo Ministro de Comercio e Industria del Reino Unido forzado a renunciar por sus comentarios sobre la UEM), incluso encuentran en éste una maniobra del Bundesbank para someter a las economías europeas. Pero se han alzado también voces reclamando la pronta necesidad de una moneda única fuerte, que termine con el reinado solitario del dólar. El economista Jean Michel Charpin, jefe del Banque Nacionale de París reconoce, en una entrevista llevada a cabo en octubre de 1992, que la violencia de los sacudones puso senamente en peligro el edificio económico construido pacientemente y el hecho de que nadie quiera hablar de cotizaciones en ecus, pero conserva sus esperanzas en un sistema monetario común Charpin dice que no se puede hablar de un fracaso del SME porque se hayan devaluado dos monedas, "la devaluación sufrida por la libra y la lira era un resutado lógico. Pero si se puede hablar de fracaso cuando notamos que la devaluación de la libra esterlina no respeta la filosofía del SME que es la de no devaluar más del 70 por ciento de la diferencia entre tasas inflacionarias con otros países del área europea. Si una economía exporta sus problemas con el remedio fácil de la devaluación (como se ha hecho habitualmente en América Latina) no hay mercado común posible". Planteándose el interrogante de si existe contradicción entre la libertad de movimiento de capital y la idea de mantener un sistema de paridades fijas. Charpin contesta que "Hay que tener en cuenta tres factores para evitar esa contradicción. Ellos son libertad de flujos de capital, tasas de relaciones fijas y una política monetaria común. Si hay libertad de movimiento de capital nadie puede evitar una corrida si se produce volatibilidad, como el día en que se cayó la libra esterlina pese a los aumentos en las tasas de interés del Banco de Inglaterra. La única forma de evitar tensiones producidas por el flujo de capitales es tener una política monetaria uniforme entre todos los países del Mercado Común Europeo. Y está claro que no es fácil adoptar una política monetaria común ya que, en gran medida, eso significaría hoy alinearse con la política de elevadas tasas de interés del Bundesbank, y no todos los países están dispuestos a seguir esa línea rigurosa". Pero, a pesar de todo, como dijimos, Charpin conserva esperanzas en un sistema monetario común" porque sabemos que no hay forma de evitar la gran interdependencia de la distintas economías europeas. Aún Inglaterra depende abiertamente de sus intercambios con el resto de Europa Por lo tanto, sus responsables deberán, qradualmente, adoptar criterios de saneamiento fiscal muy rigurosos, como los que propone hoy el gobierno italiano". Agreguemos que según análisis de mayo de 1993, Italia es el único país de la Comunidad para el que se pronostica un crecimiento en la economía.
Consultado sobre la idea de dividir el programa común en una Europa de dos velocidades. Charpin agrega que "Técnicamente no hay problemas. Podría ponerse en marcha una Europa de cinco países (Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) cuyas economías funcionan armónicamente y pueden tener políticas monetarias comunes. Pero políticamente no parece aceptable. Muchos dicen que sería una Europa dominada por el dúo Alemania-Francia, otros recuerdan que sería un desastre para Italia o España. "No es fácil".
Por otro lado, para el periodista Jean Claude Casanova, Gran Bretaña volverá al SME, para lo cual deberá apaciguar la inflación en un año. "Y la prudencia aconsejará a los conservadores hacerlo mucho antes de las elecciones de los Comunes para no tener que enfrentarlos en pleno desarrollo de un plan de estabilización". Agrega que "España, por su parte. ha seguido un camino diferente: ha devaluado sin salir del SME, dado que una desocupación muy alta, superior al 20%, le prohibía mantener tasas de interés demasiado elevadas". "Al devaluar sin desertar, España permanece fiel a la obra común. Al flotar fuera del SME, los británicos introdujeron un factor de desorden en Europa"
8- LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMIA ALEMANA.
En Alemania la situación tiene características particulares y merece ser tratada con detenimiento. Las elevadas tasas del 9,75% y la emisión en bonos tendieron a llevarla hacia un déficit fiscal excesivo, aunque parece difícil que surja la necesidad de una devaluación. Hasta este año los acreedores sabían que los alemanes podían sostener esas tasas en el tiempo debido a que la tasa de endeudamiento alemana era inferior a la de crecimiento. Una alta tasa de interés servía entonces para dos propósitos. Primero, financiaba el déficit atrayendo dinero internacional. Segundo, disminuía la creciente inflación doméstica reduciendo la oferta de dinero alemán y desacelerando un poco la actividad económica. Sin embargo. La continuación de esta política económica en el tiempo transformó esa desaceleración en una recesión, acompañada a su vez por un déficit fiscal cada vez más excesivo. A pesar de disifrutar de una enorme riqueza material y elevada calidad de vida, los alemanes se sienten intranquilos en 1993. Una encuesta de la televisión ZDF detectó que el 36% de los consultados para su "Politbarometer" de mayo se sienten descontentos. Especialmente preocupante ha sido el languidecimiento de la economía, que prosperó después de la unidad pero que se está contrayendo por primera vez en once años y a un ritmo pasmoso. Muchos economistas privados estiman que la economía se contraerá en por lo menos un 2% en 1993, luego de expandirse 1,5% en 1992. El desempleo está creciendo, lo mismo que los impuestos, otra de las armas con las que el gobierno pretende cubnr el déficit presupuestario. El desequilibrio de las cuentas fiscales de Bonn saltará a 69 mil millones de marcos (44 mil millones de dólares) este año, desde los 39 mil millones de marcos (24 mil millones de dólares) en 1992. La recesión está haciendo mermar los ingresos impositivos, mientras crecen ostensiblemente los subsidios por desempleo. A este cuadro, con decenas de empresas del anterior Este al borde de la bancarrota, hay que agregarle las recientes protestas y huelgas, que pudieron ser solucionadas luego de concesiones que los industriales consideraron "inaceptables" y "comprometedoras". Con los costos laborables que figuran entre los mas altos del mundo, varias grandes firmas alemanas han comenzado a exportar empleos construyendo plantas en otros países Daimler-Benz, el mayor emporio industrial de Alemania reducirá la fuerza laboral del grupo en 14.700 trabajadores, para situarla en 362.000 a fines de 1993. Las ganancias netas de este grupo disminuyeron, en el primer trimestre de este año un 95%, mientras que Volkswagen tuvo una pérdida de 773,5 millones en ese mismo tiempo.
¿Podría una debacle económica alemana arrastrar a toda Europa tras de sí? Creemos que sí, dado el peso relativo del marco en la economía europea, aunque la relación no aparezca como absolutamente necesaria. Tampoco las perspectivas apuntan por ahora en esa dirección. Sin embargo, es en el ámbito de la Comunidad y especialmente en el respeto de la disciplina fiscal establecida por el Tratado de Maastricht, donde Alemania deberá intentar resolver sus problemas, estableciendo nuevos órdenes de priodades económicas en lo que respecta a la unificación y al saneamiento de su economía (incluida una baja de las tasas para impulsar la reactivación).
En ese sentido, el ministro de Finanzas Theo Waigel declaró, en un discurso sin concesiones ante el Parlamento, que Alemania está sufriendo su peor crisis económica de posguerra y advirtió que los alemanes deben dejar de confiar en una prosperidad inaceptable. Waigel confirmó la afra de 20 mil millones de marcos (12. 350 millones de dólares) de reducciones de gastos en 1994 y la vigencia de la moratoria sobre nuevos gastos gubernamentales impuesta el año pasado. También manifestó que las elecciones claves que se celebrarán en 1994 no le impedirán imponer drásticas reducciones de gastos públicos que no perdonarán ni siquera a los beneficios sociales. "Tendremos que pagar el precio de la unificación y no trabajaremos sin sudor". "La única promesa electoral será que no hay nada más que distribuir".
9- BIENES PRIVADOS Y BIENES PUBLICOS.
Intentaremos ahora hacer una interpretación del Tratado en relación a la teoría económica de la elección colectiva, que Buchanan y Tullock presentan en su libro El cálculo del consenso.
La teoría arranca de la acción y la toma de decisiones del individuo en cuanto a que éste participa en los procesos a través de los cuales se organizan elecciones de grupos. Desde aquí la teoría económica que puede ser construida a partir de un análisis de la elección individual proporciona una explicación para el nacimiento de una constitución política a partir del proceso de discusión llevado a cabo por individuos libres que intentan formular reglas generalmente aceptables en su propio interés a largo plazo.
El enfoque parte de considerar a una sociedad como compuesta de individuos razonales e informados, definiendose a la acción (y a la elección) racional como a aquella que tiende a maximizar la utilidad del agente que la efectúa. Pero, si bien el individuo elige en función de sus objetivos individuales, ésto no significa necesariamente que otro sea perjudicado. Para los autores tanto la relación económica como la política representan cooperación por parte de dos o más individuos.
Tanto el mercado como el Estado son mecanismos a través de los cuales la cooperación se hace posible. Los hombres cooperan a través del intercambio de bienes y servicios en mercados organizados y la cooperación implica beneficios
recíprocos. Básicamente. La acción política o colectiva desde el punto de vista individualista del Estado es semejante. Dos o mas individuos encuentran mutuamente ventajoso unir sus fuerzas para lograr ciertos objetivos comunes, entrar en un "intercambio" político y dedicar algunos recursos para la construcción del bien común.
Pero, ¿en que medida el individuo elige bienes privados o bienes públicos? Si las hipótesis anteriores son vaálidas, el individuo representativo debería, al enfrentarse a alternativas relevantes, elegir más bienes públicos cuando el "precio" (los costos) de éstos bajen. El individuo votará más actividades colectivas cuando se reduzcan los impuestos que debe pagar, permaneciendo las otras invariables. Por el contrario si la cuota impositiva aumenta y se permite elegir al individuo, este seleccionará un nivel más reducido de la actividad colectiva. De un modo paralelo, si la renta del individuo aumenta y su presión fiscal no, él tenderá a optar por tener más bienes públicos.
El individuo encontrará provechoso examinar la posibilidad de organizar una actividad colectivamente cuando espere que puede incrementar la utilidad individual a través de la acción colectiva de dos maneras distintas. En primer lugar, la acción colectiva puede eliminar alguno de los costos externos que las acciones privadas de otros individuos imponen sobre el individuo en cuestión. El policía local mantiene al ladrón lejos de tu puerta. En segundo lugar la acción colectiva puede ser necesaria para asegurar algunos beneficios externos o adicionales que no pueden asegurarse a través del comportamiento puramente individual. La protección individual contra el fuego puede que no sea provechosa. Buchanan y Tullock, en particular, hacen una distinción entre dos tipos de costes esperados. En primer lugar los costes que el individuo espera soportar como resultado de las acciones de los otros, sobre los que él no tiene control directo, y a los que llaman convencionalmente costes externos. En segundo lugar, los costes en los que el individuo espera incurrir como resultado de su propia participación en una actividad organizada, a los que llaman costes de la toma de decisión. La suma de estos dos tipos de costes es denominada costes de interdependencia social. El individuo racional tratará de reducir (minimizar) estos costes de interdependencia a la cifra más baja posible, siendo éste el objetivo de la organización social o política.
Así, los Estados surgen en respuesta al interés del individuo por colectivizar ciertas actividades. La colectivización de una actividad (que también puede introducir externalidades) será apoyada por el individuo maximizador de la utilidad cuando espere que los costes de interdependencia de esta actividad colectivamente organizada (beneficios de interdependencia), tal como él los percibe, se sitúen debajo (sitúen encima) a los relacionados con la organización individualista voluntaria de la actividad.
Podemos entonces interpretar el surgimiento de la Comunidad, de la misma manera en que Buchanan y Tullock interpretan el surgimiento del Estado. Digamos primero que de acuerdo con las características de cada país (en especial su grado de homogeneidad o de heterogeneidad), se establece un equilibrio entre bienes privados y públicos. Los bienes públicos fruto de la actividad colectiva (de un Estado o de una comunidad) pueden ser culturales, políticos o tecnológicos, y entre ellos, las uniones aduaneras y económicas aparecen como bienes públicos superiores. Según la presente teoría económica del "Public Choice", la Unión Europea sería el resultado de un exceso de bienes privados frente a una demanda de bienes públicos. Sucedió que, tanto los ciudadanos como los estados, advirtieron que con la creación de la Unión, con una moneda fuerte (que es un bien público), se reducían sus costes de interdependencia y consecuentemente se maximizaban sus funciones de utilidad. Había entonces, en los países que formaron la Comunidad, necesidad de bienes públicos europeos, cuya primera manifestación de utilidad fue la paz establecida entre los miembros.
En el inicio de este trabajo, al analizar la génesis de la CE dijimos que desde el principio de la integración, tanto el proyecto federalista como el funcionalista, coincidian en que junto con los poderes nacionales debía existir un poder europeo asentado en instituciones democráticas e independientes, capaces de regir los sectores en que la acción común resulta más eficaz que la de los estados por separado, como el mercado interior y la moneda. Además la posbilidad de acceder al señoraje, bien público superior que les permitiría beneficiarse a partir de la necesidad mundial de moneda de cambio (al poder emitir contra nada, sin inflación), surge como una expectativa interesante para Europa. Sin embargo, aparece como un problema desde a presente teoría, la necesidad de coordinación de la política fiscal de distintos estados con individuos de distintas preferencias de niveles de
consumo, es decir la imposición de los mismos criterios de equilibrio fiscal a esta dos con individuos más o menos "gastadores", lo que podría introducir fricciones que aumentarían el costo de la integración.
Podemos interpretar también, en este marco, la doble y aparentemente contradictoria tendencia que se observa en la actualidad tanto en Europa como en el resto del mundo, hacia una fragmentación de estados a partir de estados más grandes (por razones culturales), y por otro lado hacia uniones o bloques económicos (por intereses económicos). Lo que estaría sucediendo no sería la disolución del estado-nación como tal, sino de aquellos estados que aglutinan diversas naciones con intereses culturales contradictorios aquellos cuyos ciudadanos consideran "costosa" la convivencia. Se trataría de auténticas naciones que quieren constituirse en nuevos estados, para luego sí buscar integrarse económicamente (conservando sus propios intereses), y quizás también políticamente (en condiciones análogas a las de los otros miembros que no se tenían antes de la independencia). Por eso, no sería raro que Croacia, Bosnia y Servia, luego de independizadas y con sus fronteras establecidas, llegarán algún día a pertenecer a la Comunidad, a pesar de las luchas que hoy las enfrentan Recordemos que ya estuvieron unidas, y por momentos prósperamente, con el nombre de Yugoslavia (a pesar de siglos de rivalidades), o y que la disolución de esa unión se debió al rechazo de la hegemonía servia de parte de las naciones más ricas de norte que se negaron a seguir sosteniéndola. Así como dentro de un país no tiene el mismo peso político una provincia, (con su escudo y su relativa autonomía) que el departamento de una provincia, dentro de una comunidad económica o política de países tiene mayor importancia un estado miembro que una provincia de un estado miembro.
Otro aspecto relevante para nuestro análisis de la Comunidad es la afirmación de los autores de que los costes que una actividad organizada colectivamente imponen sobre el individuo dependen del modo en el cual vayan a tomarse las decisiones colectivas. La elección entre varias posibles reglas de la toma de decisiones no es independiente de la elección en cuanto al método de organización. Bajo ciertas reglas de la toma de decisión, el grupo puede tomar acciones contrarias al propio interés del individuo. En cualquier caso, la participación en la actividad colectiva es costosa para individuo, y el hombre racional tendrá en cuenta este hecho en el período de la elección constitucional. El análisis demuestra que la regla de la unanimidad posee ciertos atributos especiales, puesto que solamente a través de la adopción de esta regla el individuo puede asegurarse a sí mismo contra el perjuicio externo que le puede ocasionar las acciones de otros individuos, privada o colectivamente. Todas las demás reglas, incluso la de la mayoría, suponen mayores costos.
Si reemplazamos el papel del individuo por el de los estados miembros, encontramos explicación a las grandes discusiones instaladas durante tiempo en los distintos organismos comunitarios, respecto a la regla de la toma de decisiones. Especialmente en el Consejo, los Estados miembros son recelosos a la hora de asumir los costos y riesgos de la intearación, por lo que, pese a que en Maastricht se haya introducido mayor flexibilidad, las decisiones importantes se toman por unanimidad. Si las reglas de toma de decisiones propias de la Comunidad impusieran costos excesivos a algún Estado miembro, éste vacilaría en integrarse. En este sentido se explica que en la unión económica y monetaria, allí donde los beneficios a percibir por los miembros resultan más evidentes, se haya progresado más, y más rápidamente, que en la unión política, donde los estados deben resignar poder y donde la relación costos-beneficios no se vislumbra inicialmente de manera clara.
El análisis sugiere que el individuo elegirá cambiar más actividades al sector público a medida que sea más inclusiva la regla de la toma de decisiones. En nuestra interpretación podríamos decir que los Estados serán propensos a delegar derechos en la Comunidad, en la medida que las decisiones requieran un mayor consenso, y que los ciudadanos de Europa estarán más de acuerdo con la unión cuando la burocracia europea vaya dando paso a mecanismos e instituciones de gobierno más transparentes y participativos.
Buchanan y Tullock deducen también que los costes totales de la toma de decisiones serán más bajos en las comunidades con una población razonablemente homogénea que en las de población heterogénea. Parece razonable esperar que se invertirá más en la negociación en un grupo compuesto de miembros que tienen características externas diferentes que un grupo compuesto de miembros más o menos homogéneos. Cuando conoce a sus compañeros mejor, el individuo seguramente será menos obstinado en su negociación. Podemos decir entonces que
los cuarenta años de negociación comunitaria y las múltiples relaciones establecidas entre los Estados miembros han homogeneizado a los estados y ciudadanos europeos, reduciendo los costos de la integración y haciendo posible la creación de ese bien público superior llamado Unión Europea.