Repensando la dimensión espacial
a) De una lógica topográfica a una lógica topológica.
Los cuatro modelos reseñados anteriormente
describen procesos que, pese a ser contradictorios, están fabricando el mundo
constantemente.
Son relevantes en cada uno de los modelos
los valores de distancia que separan las sociedades, los tipos prevalecientes
de relaciones entre sociedades, el modo de organización de los espacios y
el tipo de construcción de la vida social; por último, la producción de mundialidad,
es decir, la contribución a la configuración del mundo que aporta cada uno.
Así,
en cuanto a la distancia entre sociedades se puede decir que en el modelo
1 “el mundo como conjunto de mundos”, esa distancia es infinita.
En
el modelo 2 “campo de fuerzas” geopolíticas, cada estado-actor define su propia
jerarquía de las proximidades (amigos o enemigos) sin que exista una medida
común.
En
el modelo 3 “economía -mundo”, una distancia diferenciada se construye en
función de las jerarquías (centro -semiperiferia- periferia) existentes en
la red.
En
el modelo 4 “sociedad-mundo”, la distancia por definición no existe, porque
todos los puntos de la tierra pertenecen a una misma sociedad; lo que no quiere
decir que no existan en su seno otras sociedades, como sucede con la existencia
de sociedades locales dentro de una sociedad nacional.
Estos
valores se expresan por los tipos de relaciones elementales que funcionan
entre las sociedades: separación, dominación, transacción, comunicación. Las
unidades de base de estas configuraciones poseen un principio estructurante
adaptado a las relaciones con el exterior. (comunidad, imperio, mercado, sociedad)
y que supone un tipo específico de espacio interior.
Características
espaciales de los modelos de Jacques Levy46
Distancia Intercambio Espacio Tipo de Producción
a
intersocietaria inter-societario intra-societario construcción escala mundial
elemental tipo societaria
Conjunto de mundos Infinita Separación Horizonte Comunitaria Integrismos
Campo de fuerzas D1-D2-D3 Dominación País Imperial Geopolítica
Cada estado
concibe distintas
distancias (relaciones
amigo-enemigo)
Red jerarquizada D=n
Transacción Red-”network” Mercantil Desarrollo
En función de desigual
jerarquía
centro-periferia
Sociedad-mundo Compresión
- Comunicación Global. Sistemática-abierta. Sociedad
del espacio El globo terráqueo
Achicamiento de distancia ya no es
solo metáfora.
La lista de espacios presentada por Levy, resulta
de la oposición entre la distancia topográfica, mensurable según una serie continua
e infinita de números reales, y la distancia topológica, caracterizada por la
existencia de umbrales que hacen cambiar bruscamente el valor de la separación
entre dos puntos. El primer sistema de medida piensa los continuos, el segundo
los límites.La oposición entre
territorios y red constituye la pareja estructurante de este esquema.
La territorialidad es típica del modo agrícola
de ocupación del suelo: presencia permanente sobre toda la superficie. El
país es su forma realizada con una división entre explotaciones, mientras
que el horizonte traduce la fluidez de las migraciones.
El estado procede también a una ocupación
de la superficie hasta límites claramente establecidos, cultiva la territorialidad
como forma de control, de cumplimiento de fines sociales, de defensa y también
simbólicas (la superficie como imagen del poder).
El
espacio estatal es entonces un continuo formado por puntos medibles en valores
iguales y claramente delimitado entre fronteras.
Las
redes, por el contrario, se fundan en un principio según el cual la existencia
o no de una relación entre dos puntos permite una medición “discreta” con
puntos de distintas jerarquías según su ubicación en la red que puede ser
mas o menos vasta, mas o menos densa, mas o menos jerárquica.
Finalmente,
según Levy, los cuatro modelos pueden analizarse desde la perspectiva histórica
o diacrónica y obedece a la hipótesis de que el desarrollo humano engendra
interdependencias crecientes que tienden a producir una aglomeración de sociedades
en unidades cada vez mas grandes.47
Una
de las etapas de ese proceso ha bloqueado considerablemente su desarrollo:
el estado se ha convertido en muchos casos en una estructura rígida que de
alguna forma parece retardar o bloquear el desarrollo de estructuras mas amplias,
especialmente cuando se apoya en holismos comunitarios biológicos, físicos
o religiosos que constituyen identidades étnico -territoriales en forma de
nacionalismos.
Las
conquistas, las alianzas, las solidaridades han permitido una cierta dinámica
y hecho posible la constitución de estados mas grandes que los que hubiera
permitido el rompecabezas estático y enmarañado de las naciones. Los estados
estabilizados actuales, son todos, de una manera u otra, multinacionales.48
El papel
del estado, consiste en ser a la vez motor y freno para la autoorganización
de las sociedades a escalas supra y subnacionales. Se observa entonces una
evolución no lineal sino hecha de empujes contradictorios.
La
dialéctica de la globalización permite asociar a cada movimiento en un sentido
otro movimiento inverso: afirmación de las sociedades pero también repliegue
hacia los particularismos, apertura hacia el mundo pero también desconexión
respecto del sistema de intercambios, globalización de los problemas pero
también diferenciación de situaciones.
Se
configura de esta forma una situación global de características fragmentarias.
Los
marcos de referencia topográficos sobre la base de los que construimos nuestra
percepción conceptual y espacial del anterior sistema (polaridades este-oeste,
norte-sur) parecen perder pertinencia para analizar el sistema actual.
Conceptos
como Tercer Mundo, o Sur deben hacer frente a una creciente diferenciación
y heterogeneidad estructural entre los estados que lo componen. Basta pensar
en el desgaje de los NIC’s de este campo, o la creciente diferenciación de
situaciones como la de China, el África subsahariana, para darse cuenta como
estos conceptos, construidos sobre una percepción topográfica del sistema
mundial dejan de tener sentido.49
La propia
concepción centro- periferia puede ser rescatada si se la utiliza en un sentido
topológico es decir la reproducción de procesos centralizantes periferializantes
tanto en las regiones desarrolladas como, en mayor medida, en las subdesarrolladas.
El
carácter fragmentario del nuevo orden se verifica en distintos planos, tanto
a nivel intra-norte como a nivel intra-sur, intra -este; a nivel interestatal,
como a nivel intraestatal.
Se
está formando, un mapa discontinuo y complejo de niveles de desarrollo, con
líneas de separación que no responden a las fronteras políticas y socioeconómicas
entre estados; sino que atraviesan las mismas, señalando la existencia de
bolsones de pobreza y marginalidad, y “enclaves” integrados al orden global
por doquier.
En
el marco de referencia de la globalización por vía del mercado, predomina
la idea de que distintos conjuntos políticos y sociales diferenciados estructuralmente
convergerían en un mercado mundial uniforme. Sin embargo, la realidad parece
estar mostrando que la diferencia entre esos conjuntos tiende a acentuarse.
La coexistencia de zonas integradas y periferias
que se van tornando cada vez mas zonas de pobreza y de marginalidad tanto
en el mundo desarrollado como en el subdesarrollado, implica creciente riesgo
de conflictos o lisa y llanamente la desconexión y el abandono a su suerte
de porciones crecientes de la humanidad.50
Si bien
las diferencias intranorte pueden ser atenuadas por políticas públicas de
los estados centrales con mayor capacidad de regulación, ese no es el caso
de las que se dan entre el norte y el sur o al interior mismo de los países
del sur y del este.
Estamos
en presencia de un globalismo contradictorio: que concentra los beneficios
de la acumulación de capital espacial y económicamente al mismo tiempo que
socializa a escala mundial sus riesgos y costos generando fragmentación
social, perdida de identidad y de sentido.
b)
Repensando el estatuto de “los lugares”.
En
la percepción espacial predominante hasta hace poco tiempo tanto en el sentido
común como en la reflexión teórica, la correspondencia entre orden político
y territorio definía una estructura cerrada.
En
esa estructura lo interno y lo externo, lo nacional y lo transnacional quedaban
claramente definidos.
Esta
visión del espacio aparecía como dominante, solapando y ocultando con la mistificación
del imaginario y el simbolismo del estado nación un proceso que comienza en
forma coetánea a la aparición de ese mismo estado: la extensión lateral de
las relaciones sociales de la economía-mundo capitalista mas allá de las fronteras.
El
espacio estatal aparece como una estructura abierta, contingente, donde se
hibridan las nociones de interno y externo, y la dialéctica entre lo transnacional
y lo nacional aparece tironeada y mediada por lo global y lo local.
La
espacialidad de todas estas tendencias no es lineal y unilateralmente global,
lo es solamente después de distintas articulaciones, mezclas, e incluso formación
de distintos niveles o escalas espaciales.
La
globalización y sus aspectos materiales, simbólicos e ideológicos, constituye
un universo transglósico, que está constituido y atravesado por tendencias
diversas mundiales, nacionales y locales.51
Lo
difícil no es determinar esos tres niveles sino como se interfieren, penetran
y enmarañan.
En
primer término, lo local nos remite a la familiaridad de las raíces de la
vida cotidiana, “el lugar” es donde están las raíces identitarias que son
refugio frente a la pérdida de sentido, la alienación de los procesos universalizantes,
en definitiva, el desarraigo.
De
ahí que el globalismo, universalismo, mundialismo, tendencias a través de
las cuales se pierden los marcos de referencia tradicionales; suponen necesariamente
el mecanismo compensador de cierre que funciona a través de la seguridad que
solo se encuentra en “el lugar”.
Nos
referimos a cada lugar, los “lugares” en plural no solo geográfico sino cultural
y de estilos de vida. Por consiguiente lugares significan identidades plurales.
Cada
lugar, es espacialmente una ruptura del continuo, un mecanismo de cierre y
de definición de un afuera y un adentro.
Un
mecanismo de contención y de arraigo que genera identidad y sentido.
Los
lugares pueden suponerse a distintas escalas; local, nacional, global.
Lo
nacional presupone un espacio mas amplio que lo local; construido en base
a relaciones de fuerzas históricas sancionadas, condensadas e instituidas.
En
relación con la pluralidad de lo local, la nación se define por su unicidad
construida trabajosamente en los planos geográfico y cultural, al compás de
los intereses del estado, el mercado, la geopolítica y la unificación lingüística.
En
relación con lo global, lo nacional deviene “local”. Se viste o intenta vestirse
con los ropajes de autenticidad y diversidad que eran atributos de lo local.
Ahora
bien, ¿como pensar las relaciones de estos tres niveles entre sí?
Un
error común sería verlos como entidades autónomas que interaccionan. De esta
forma quedaríamos atrapados en pares dicotómicos: local-nacional, nacional-global,
local-global.
Por
el contrario, la propuesta es considerar estas tres dimensiones como formando
un espacio tranglósico, considerarlas como el entrecruzamiento de distintas
líneas de fuerza en una situación determinada.
Un
concepto útil importado por Renato Ortiz de la lingüística para entender este
entrecruzamiento es el de transglosia.52
Los
lingüistas lo usan para analizar situaciones en las que coexisten idiomas
diferentes. Un mismo idioma atraviesa de manera diferenciada el espacio lingüístico;
a veces especializándose en determinados usos (ceremonias, burocracias públicas),
otras veces hibridándose con otras lenguas.
Analógicamente,
podemos decir que el lugar puede ser definido como una formación espacial:
espacio transglósico, en el cual se entrecruzan diferentes espacialidades
en líneas de fuerza que varían según diversas situaciones.
Ahora
bien, estas líneas de fuerza se concretan en cada situación no en forma aleatoria
sino como condensación de una relación de fuerzas siempre cambiante entre
las lógicas de alcance local, nacional y global.
Al
mismo tiempo es posible pensar cada una de esas tres dimensiones desde el
punto de vista de su movilidad, en un extremo lo local es como la raíz fija
e inamovible, en el otro lo global implica la movilidad de capitales, ideas,
personas, su lógica es la del desarraigo.
En
medio de estos dos extremos, tal vez la situación normal o tendencial de los
hombres ya no sea el arraigo total pero tampoco la pérdida de toda certeza
e identidad local-nacional.
Quizás
sea mas viable pensar en una movilidad con referencias o en una circulación
balizada.
La
movilidad es el dato, o la exigencia del tipo de civilización que se está
construyendo a partir de los procesos globalizantes.
Cuando
hablamos de movilidad esta no necesariamente es física, sino que queremos
señalar el hecho de una movilidad que se da crecientemente a través de la
mirada, nos movemos por el globo a través de la TV, o mas literalmente de
Internet.
Se
impone un tipo de territorialidad plural o de coexistencia.
Por
un lado la búsqueda de certidumbres, la demanda de sentido e identidad redefinen
el sentimiento de pertenencia. El vínculo con lo local se da generalmente
a una escala menor de la nacional con un sentido religioso o étnico.
Por
otro lado, los espacios donde se superponen lo local lo nacional y lo global
son típicamente transglósicos como los que configuran las grandes ciudades.
En
síntesis, en los lugares se producen el conjunto de mediaciones, resistencias,
negociaciones que se juegan entre lo singular y lo universal, entre la pluralidad
de las culturas y las fuerzas centrífugas de la economía-mundo, pero también
entre las distintas maneras de entender lo universal.
c) El desarrollo de las ciudades regiones como
nudos de la red global.
Un ejemplo de cómo
los procesos de globalización llevan anexos procesos de fragmentación lo constituye
el desarrollo de las ciudades regiones.53
A
la escala global y estatal debe agregarse una tercera configuración, como
espacio de interacción entre las otras dos: las ciudades regiones.
Las
mismas pueden ser definidas a partir de las siguientes características:
Concentración
demográfica.
Concentración
del poder económico.
Centros
o nudos de las redes de comunicación e información.
Centros
de tejido de decisiones estratégicas del sistema mundial.
A
los tradicionales centros de Tokio, Londres y Nueva York, hay que agregar
los nuevos centros industriales, financieros y tecnológicos, tales como Frankfurt,
Milan, Osaka, Lombardia, Waden Wutemberg, Orange County.
Estas
ciudades regiones son sede del 80% de las principales sociedades financieras
e industriales, y en ellas se negocian 2/3 partes de las transacciones financieras
mundiales.54
Como
ciudades regiones emergentes incorporadas o a incorporarse están obviamente
las de los NIC’s (Taipei, Seúl, Hong Kong, etc.), ciudades regiones de los
“mercados emergentes ” de América Latina (México D.F., San Pablo, Santiago
de Chile), y regiones desarrolladas de los grandes mercados de China y la
India (Pekín, Shangai, Nueva Delhi, Calcuta).
Frente
a la globalización del mercado, la fragmentación de la producción, la deslocalización
del trabajo y la flexibilidad de las tecnologías, las instituciones económicas
transnacionales se rearticulan, determinando lugares de comando de sus actividades
planetarias.
La
ciudad global constituye entonces, un núcleo articulador del capitalismo mundial.
Ninguna de esas ciudades puede ser entendida dentro de sus propias fronteras.
Internamente,
ellas se dilatan y abarcan el área metropolitana de sus propios países, externamente,
configuran una red compuesta de polos interactivos, complementarios e interdependientes:
algunas actividades faltan en Tokio; otras en cambio, son abundantes en New
York.
El
desarrollo de ciudades regiones aparece como consecuencia lógica de los procesos
globalizadores por un lado, y por el otro como estrategias deliberadas de
esas zonas; pero al mismo tiempo muestran la segmentación del desarrollo internacional
al expresar enclaves integrados al mercado mundial que contrastan con los
bolsones de pobreza y la tendencia a la dualización de sus zonas adyacentes
o periféricas.
Esta
tendencia esta indicando elementos nuevos para la comprensión de la configuración
espacial del capitalismo. Como vimos, de acuerdo a Braudel o Wallerstein,
toda economía -mundo se organiza a partir de un centro; la historia del capitalismo
consiste en el sucesivo desplazamiento de la hegemonía económica entre diversos
núcleos urbanos que cumplen la función de centros.
Sin
embargo, la situación actual -transitoria o no-, consiste justamente en que
no hay un centro; o que en todo caso es un centro configurado espacialmente
como una red interactiva e inteligente.
Del
conjunto de interacciones de esas ciudades resulta un poder de organización
de las relaciones capitalistas que escapa a la territorialidad de una única
zona urbana o país.55
Las
ciudades -regiones aparecen como el paradigma de espacios transglósicos entre
lo local, nacional y global.
Ellas
actúan como mediadoras entre la “integración transnacional y la desintegración
nacional.”
Redefinen
a partir de una lógica topológica y ya no topográfica la relación centro-periferia.
Constituyen
el margen entre la inclusión y la exclusión de la globalización.