Hacia una Política Antártica Nacional con Consenso Sudamericano
CAPITULO VII
EL DESARROLLO DEL TURISMO - EL TRANSPORTE TRANSPOLAR
Optimización del conocimiento del Continente Antártico y de la infraestructura nacional para la obtención de recursos para la ejecución de la Política Antártica.
El 22 de enero de 1958, en el Destacamento Naval Melchior, los primeros turistas polares de la historia fundaron la Asociación Antártica Argentina, entidad única en su género en todo el mundo. Su finalidad esencial es difundir el conocimiento antártico entre todos los habitantes del país, creando conciencia acerca de la importancia y valor patrimonial "para que sepamos amar y defender la "Patria Blanca", que representa un tercio del Territorio Nacional" (20).La Asociación arribó simbólicamente al Polo Sur con la bandera que donara a la primera expedición terrestre argentina que llegara el 10 de diciembre de 1965.
La República Argentina fue por lo tanto el país pionero en el turismo antártico, siendo imitado posteriormente por España, el Reino Unido, Australia, Nueva Zelandia y Chile. Sin embargo, esta actitud entusiasta de un primer momento careció de continuidad en el tiempo y más allá de incrementarse y perfeccionarse sufrió un notable retroceso. (21)
Desde esa fecha, y por invitación de los distintos organismos gubernamentales con competencia sobre la Antártida, un grupo de turistas calificados ha visitado el Sector Antártico Argentino. Uno de ellos, el Profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Buenos Aires, Domingo Sabaté Lichtschein, evoca de esta manera sus experiencias del verano antártico de 1961: "Solo los que la han visto podrían hablarnos de las maravillas de aquel desierto albo y helado. Podrían hablarnos del desfiladero de los glaciares en el canal Le Maire; de los picos rocosos que se proyectan, entre las nieves y las nubes, en el estrecho de Gerlache; de la paradisíaca visión del mar desde la isla Media Luna; del encantamiento de los colores, a la caída del crepúsculo, en cabo Primavera; de la pictórica fantasía de Melchior y puerto Paraíso; del espectáculo de Decepción, desdibujada entre la niebla y las nubes como una nueva Thule legendaria; de la heroica visión de nuestra bandera sobre las bases y destacamentos como sobre los mástiles de los navíos frente al panorama del desierto blanco. Y de tantos otros cuadros más". (22)
En el año 1969 la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (EL MA), realizó cuatro cruceros de turismo a la antártida a partir del mes de enero, en el buque "Libertad". Posteriormente la Subsecretaría de Turismo chartea el "Regina Prima" (un buque griego con bandera panameña que realiza varios viajes anuales con turistas). Luego los viajes se suspendieron por razones de tipo económico, realizándose solo algunos utilizando el transporte ARA "Buen Suceso".
En este interín otros países vienen desarrollando actividades turísticas por vía marítima: la Línea C, italiana, "Lindland Explorer", en ocasiones buques españoles; y por vía aérea: Australia y Nueva Zelandia.
En el verano de 1986 se realizó un viaje de turismo organizado por una empresa privada que contrató el buque polar "Bahía Paraíso". Durante esta campaña visitaron el Continente Antártico funcionarios de la Dirección Nacional del Antártico y del Instituto Antártico Argentino. Especialmente invitados viajaron también legisladores nacionales. Este buque siguió realizando viajes con una frecuencia anual, en los meses de diciembre, enero, y en muy contadas ocasiones en febrero, época en la cual el acceso a nuestro Sector es posible por vía marítima. Los mismos se interrumpieron a partir del 31 de enero de 1989, cuando se produjo su encasillamiento en las inmediaciones de la isla "Lichfield", que está designada como área especialmente protegida bajo las normas del Tratado Antártico. En esta ocasión 212 pasajeros de distintas nacionalidades fueron evacuados por los buques "Society Explorer", registrado en Nassau, e "Illiria", de bandera griega. Posteriormente los tripulantes del "Bahía Paraíso" fueron rescatados por el remolcador de bandera chilena "Cruz de Froward", de los registros de la Compañía Marítima de Magallanes. Tanto los pasajeros como los tripulantes fueron trasladados a la base chilena "Teniente Marsh" ubicada a 435 Km. al noroeste del lugar del siniestro, desde donde viajaron en aviones Hércules chilenos y argentinos a Punta Arenas y Río Gallegos, respectivamente. También llegaron al lugar con el objeto de prestar su auxilio, los buques "Las Palmas", de bandera española y el ARA "Almirante Irizar", sumándose posteriormente a las labores de salvataje y descontaminación los buques "Polar Duke", canadiense, fletado por la National Science Foundation, y la escampavía "Yelcho" de la Armada de Chile. La fuerza aérea de este último país también tuvo participación por intermedio de la motonave "Capitán Luis Alcázar".
El hundimiento del "Bahía Paraíso" generó repercusiones a nivel internacional produciéndose un debate sobre los posibles efectos en cuanto a la contaminación del medio ambiente, resultando en esa oportunidad la República Argentina blanco de acusaciones desmedidas ya que el buque, que escoró en 12 grados a estribor debido a un violento impacto con ronqueríos produciéndose un forado de más de 20 metros de su casco, no transportaba petróleo crudo sino combustible envasado, liviano y de pronta evaporación (lo que permite -en condiciones normales- evitar el bombeo desde el buque a la base, eliminando un factor de alto riesgo para la contaminación del medio ambiente).
Chile opinó que el siniestro había sido causado por una falla humana y que al producirse el buque transportaba 800 toneladas de petróleo que al liberarse produjeron la primer contaminación en la Antártida. Tal desastre ecológico afectaría las investigaciones en la zona y la cadena alimenticia de la región. (23). Olvidaban los expertos chilenos al vertir esta opinión que en septiembre de 1972 se produjo una pérdida de agua refrigerada en la central de energía nuclear instalada por EE.UU. en la base Mc. Murdo, y que durante diez años que la misma -apodada "Nukey Poo"- estuvo en operaciones existieron accidentes menores que entorpecieron su funcionamiento en forma constante, consistentes en detenciones, daños por fuego y pérdidas de radiación. El accidente ocurrido en 1972 obligó a cerrar la planta, transportándose la misma a EE.UU. por barco, junto con 101 tambores conteniendo tierra con radioactividad extraída del sitio en que estaba ubicada la central.
La" Marina de los Estados Unidos recomendando la Comisión de Regulación Nuclear estadounidense la remoción de otros 11.000 metros cúbicos de roca. El sitio se declaró descontaminado recién en 1978 (24), constituyendo el hecho un desastre ecológico real, con el cual el hundimiento del ARA "Bahía Paraíso" no tiene ni siquiera comparación.
La National Science Foundation, entidad que dirige y patrocina la actividad científica norteamericana realizó una evaluación del daño ecológico producido por este último accidente mediante el dictamen de dieciséis científicos invitados por ella para esta misión, trece de los cuales pertenecían a EE.UU., un brasilero, un chileno, y un argentino, especialistas en macroalgas, microbiología, química de hidrocarburos, fisiología de aves y ecología de peses. Asimismo analizaron las consecuencias del derrame de petróleo de la nave peruana "Humbolt", en la misma región.
Por su parte, las autoridades argentinas -luego de una inspección ocular llevada a cabo en la zona del hundimiento- lograron comprobar que no se observaba alrededor de la nave manchas de combustible, lo cual no quiere decir que en sus bodegas no se encuentre parte del fue oil que transportaba -la nave no consume petróleo, como ya lo adelantáramos- o tambores de fue oil antártico que se utiliza para el consumo de las bases.
Si bien los problemas creados en el área donde encalló el buque constituyen un llamado de alerta a la Comunidad Internacional para que se refuercen las normas de seguridad en navegación en el área antártica, y se arbitren medidas para evitar situaciones similares en el futuro, ya que la posibilidad de accidentes se acrecienta al ir aumentando la circulación y tráfico en la Antártida, principalmente por el auge del interés turístico de esta zona, también es cierto que la Comunidad Internacional debe comprender que se trató de un accidente como otros que ya hubo en la Antártida, como el derrame de petróleo en las bases norteamericanas, la filtración de entre 170.000 y 210.000 litros de combustible para aviones y gas oil contaminó el hielo y la nieve circundante. (25)
Prácticamente una sola empresa privada de la República Argentina se ha interesado en este floreciente negocio: "ANTARTUR". Dicha empresa organiza anualmente sus viajes desde comienzos de la década del 80, con un paréntesis entre 1982 y 1986 causado por la Guerra del Atlántico Sur y sus consecuencias, reanudando la actividad turística en este último año. La mayoría de sus viajes se realizaban utilizando el ARA "Bahía Paraíso", tratando luego de arrendar otros buques de banderas extranjeras que tuvieran las mismas características. Los recorridos organizados por esta agencia se realizan generalmente por la Península Antártica visitando distintas bases (nacionales y extranjeras), tales visitas son guiadas, realizándose el resto de las actividades diarias dentro del buque debido a la carencia de capacidad hotelera del Continente. Antes de desembarcar los turistas reciben una orientación previa por parte de científicos especialmente invitados a los viajes y un folleto explicativo que les permite conocer todas las normas tendientes a la preservación del ecosistema, incluyendo muy especialmente la fauna y flora antárticas, y las conductas a observar durante su estadía en el Continente, además de los recorridos autorizados a realizar. El cumplimiento de tales normas también es controlado por científicos y guías especializados que acompañan a los turistas en todo momento.
La infraestructura que la República Argentina ha desplegado en el Continente Antártico no ha sido pensada con miras a la explotación del turismo en el área, ya que si bien nuestro país cuenta con numerosas bases (entre activas, inactivas, y permanentes) un estudio comparativo con las mismas con las que cuenta la República de Chile da un saldo altamente favorable a estas últimas. La pista de aterrizaje de la base argentina Vice Comodoro Marambio, por ejemplo, depende para su operatividad principalmente de factores climáticos, ya que se encuentra ubicada en una zona que cuenta con un microclima que genera nubosidad sobre la superficie a escasa altura, obstaculizando el descenso y en ocasiones hasta impidiéndolo, a ello se suma las características específicas de la pista.
La República de Chile ha adoptado en cambio a su base Teniente Marsh un aeropuerto que unido a la ubicación estratégica del sitio en que se ha emplazado la misma, han convertido a los chilenos prácticamente en algo así como los dueños de las puertas de entrada va la Antártida en el cuadrante antártico sudamericano. Ya en 1984 el Director del Instituto Nacional Antártico Chileno expresaba que "desde este punto de vista (el de la explotación del turismo) es importante destacar el desarrollo del poblamiento de nuestro casquete polar". en efecto, en febrero de ese año viajaron hasta la base Teniente Marsh las primeras seis familias que residieron allí durante dos años, en el complejo habitacional de la Fuerza Aérea de chile, situado junto a la base y que se denomina "Villa las Estrellas". (26)
En la actualidad diariamente pasan por la base Teniente Marsh científicos y turistas de distintas nacionalidades los que son transportados por los aviones y helicópteros chilenos que, además, llevan carga para bases de otras nacionalidades. El jefe de dicha base, comandante Héctor Barrientos, declaró en abril de 1989: "La FACH tiene la responsabilidad del servicio de búsqueda y salvamento en esta vasta región, encomendada por la organización Mundial de la Aviación Civil y Militar. debemos recordar que los últimos salvamentos en que participaron los chilenos fueron conocidos en el mundo entero por sus repercusiones ecológicas: los accidentes del barco argentino "Bahía Paraíso" y del barco peruano "Humbolt". Asimismo, unos meses antes los pilotos de la FACH evacuaron al jefe de la base soviética, víctima de un ataque cerebral, y también transportaron, para operarlo, a un miembro de la base brasileña. Los chilenos vuelan en la región, incluso en pleno invierno, registrado en 1988 un elevado total de 2.142 operaciones aéreas (despegues y aterrizajes)". (27)
Refiriéndose a la ventaja de la vecindad geográfica el Director del Instituto Antártico Chileno, señor Romero, opinaba en 1988: "Debemos aprovecharla estructurando el complejo turístico Punta Arenas- base Teniente Marsh, no solo apoyando nuestras expediciones sino también prestando servicios a las extranjeras. Este complejo debe contar con una terminal portuaria antártica y un terminal petrolero, lo que está estipulado por la Política Antártica del Supremo Gobierno" (28). Al año siguiente el Jefe del Departamento de Planificación Antártica, comandante Juan Bastías, explicaba que ese año se enviarían hombres a los montes Ellswoth (a 2.500 Km. de la base Marsh), donde Chile se preparaba a construir una pista de hielo sólido. Y en la misma fecha el comandante Barrientos, a cargo de la base Teniente Marsh, expresaba: "Todos los buques que entran en la Bahía Fildes -donde se encuentra ubicada la base- izan nuestra bandera. Cuando vamos a otras bases nos saludan izando también nuestro pabellón. Es un reconocimiento de la actividad de los chilenos en esta región. Nosotros, ofrecemos aeropuerto, hospital, correo, hotel, Banco, supermercado, capitanía de puerto y comunicaciones. Estamos haciendo algo por nuestro país, de largo alcance, no para nuestros hijos sino para nuestros nietos. (29)
Chile compite con la República Argentina su carácter de pionero del turismo antártico invocando como primer precedente de esta actividad el vuelo sobre un sector de la Península Antártica que realizó un avión Douglas DC-68 de la aerolínea LAN CHILE, el 26 de diciembre de 1956 transportando 55 pasajeros especialmente invitados.
Esta modalidad de turismo fue utilizada con cierta frecuencia por otros países miembros del Tratado Antártico, especialmente en el sector que enfrenta a Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, disminuyó en forme ostensible tras la trágica colisión de un avión ocurrida en el monte Frebus-isla Ross- el 28 de noviembre de 1979, en la cual fallecieron 257 personas. Trascurrido el tiempo, esta modalidad turística ha estado reapareciendo en el sector mencionado.
El viaje aéreo también es utilizado hoy por Chile -aunque en forma esporádica- cuando cruzan el Estrecho de Magallanes grandes transatlánticos, haciendo escala en Punta Arenas, en donde las aerolíneas nacionales ofrecen a los pasajeros una vista panorámica de la Península Antártica e islas adyacentes, acompañados por guías especialistas en el tema, que generalmente son científicos del Instituto Antártico Chileno. A partir de marzo de 1980, en la inauguración del aeródromo de la base Teniente Marsh -Chile inauguró su experiencia de turismo combinando aéreo-marítimo. Así, por ejemplo en enero de 1982, Chile trasladó turistas en varias oportunidades a la citada base (ubicada en la islas Rey Jorge) para abordar el transatlántico "Word Discoverer" y posteriormente recogidos y devueltos al continente americano por vía aérea. de este modo, los turistas se evitaban la travesía del Pasaje de Drake, famoso por sus constantes aguas tormentosas. Esta forma de turismo tuvo su precursor en el empresario chileno Guillermo Schiess, quien arrendó el transatlántico antes citado durante los años 1979-1982, con el objeto de permitir e incentivar en sus conciudadanos el conocimiento del sector por Chile reclamado.
En 1982 Chile realizó en la hostería "Estrella Polar" de la base Teniente Marsh, el Primer Seminario Internacional sobre Recursos Naturales Antárticos, con participación de representantes de los países miembros del Tratado Antártico. En esa oportunidad fue necesario trasladar, además de los participantes, a todo el personal de apoyo, secretaría e interpretación simultánea, demostrándose la factibilidad de este medio de transporte y alojamiento con fines turísticos.
Dicho encuentro incentivó al gobierno de este país para elaborar en 1984 un programa de turismo controlado, destinado a fomentar el conocimiento de la Antártida y enmarcado en las disposiciones del Tratado Antártico. Este programa, supervisado y coordinado por el Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR) y apoyado y respaldado logísticamente por la Fuerza Aérea de Chile, se inició en octubre de 1984, desarrollándose ininterrumpidamente desde esa fecha. Los viajes se realizan trasladando turistas en pequeños grupos -no mayores de 40 personas en cada viaje de una duración de 4 días y 3 noches- a la hostería "Estrella Polar" ubicada al costado de la pista aérea de la base Tte. Marsh. Durante su estadía los turistas recorren el sector en bote y helicóptero y pueden visitar sólo en la isla Rey Jorge las bases de nueve países miembros del Tratado Antártico (Argentina, Brasil, Corea del Sur, Chile, Perú -en la actualidad desactivada-, Polonia, República Popular China, Rusia y Uruguay).
Asimismo, en las últimas temporadas se comenzó a desarrollar un sistema de viajes por el día a base Teniente Marsh, aprovechando que el vuelo desde Punta Arenas hasta la isla Rey Jorge dura apenas dos horas. Estos viajes se realizan en épocas que los visitantes no interfieran las labores científicas ni de reabastecimiento de las estaciones antárticas, siendo los más propicios los períodos de octubre-noviembre y marzo-abril de cada año.
Con respecto al turismo marítimo Chile efectuó en enero de 1959 su primer crucero turístico antártico en la motonave "Navarino" de la Empresa Marítima del Estado, que trasladó 84 pasajeros más allá del Círculo Polar Antártico. Sin embargo, esta experiencia recién se reinició en el año 1966, cuando la empresa "Lindbalnd Explorer Tavel Inc." de EE.UU. arrendó el transporte naval argentino "Lapataia" y efectuó varios cruceros, trasladando en cada temporada, cerca de 150 turistas al área de la Península Antártica. Esta empresa continuó esta experiencia mediante el arrendamiento de los buques "Navarino" de EMPREMAR y el transporte "Aquiles" de la Armada de Chile, hasta enero de 1970, fecha en que se empezó a operar con el buque de su propiedad, bautizado "Lindbland Explorer". Las organizaciones de estas travesías suman a las comodidades propias de los buques una nutrida biblioteca y un laboratorio destinado a los científicos que viajan (preferentemente en los buques de la Society Expeditions de EE.UU.), quienes han descubierto que hay un gran mercado para el turismo científico y lo están aprovechando con mucha eficiencia, apoyando con bibliografía y clases teórico prácticas a quienes viajan con el interés de conocer todo lo concerniente al clima, características geológicas, historia, flora y fauna, etc. de los parajes que se van visitando.
Recientemente ha comenzado a tomar auge un turismo de otras características denominado en ocasiones "Turismo de Aventura" y en otras "Turismo destino Polo Sur", pudiendo señalarse como punto inicial de estas actividades el período 1987-1988. El primero consiste en expediciones privadas que tratan de cumplir objetivos deportivos, por ejemplo, ascensiones a cumbres importantes o realizar travesías a lugares de especial significación. Generalmente intervinieron en esta experiencia pequeños grupos preparados especialmente para la supervivencia en el área antártica, los cuales cuentan con medios propios para trasladarse y percnotar. La segunda modalidad tiene como fin caminar por el Polo Sur. Iniciada en 1988 por la empresa privada canadiense Adventure Network International -desde hace algunos años con una filial chilena- consiste en la organización de travesías al Polo Sur (las primeras se llevaron a cabo durante las temporadas 1987-1988 mediante las cuales 40 turistas tuvieron la oportunidad de recorrer 4.000 Km., desde el Polo Sur a Punta Arenas. Generalmente al llegar a este destino son transportados por medio aéreo a su punto de partida, finalizando así la travesía).
La creciente actividad humana en la Antártida, de la cual el desarrollo del turismo es la causa mayor, creó una fuente de contaminación desconocida en el Continente, que los países partes del Tratado Antártico se han preocupado por controlar. Sobre todo si tenemos en cuenta que la Antártida es el único ecosistema puro existente sobre la tierra y por lo tanto el único laboratorio natural que permite el estudio de los niveles de contaminación del resto de los continentes. Si bien la influencia del hombre en el área se encuentra aún localizada en determinados sitios es de destacar la fragilidad del ecosistema antártico ya que por sus características existen en él pocos lugares aptos para el crecimiento de algún tipo de flora y para que los animales puedan reunirse en la época de la reproducción, siendo estos lugares -también- los más aptos para la permanencia del hombre. En consecuencia, las reiteradas visitas de éste, trae aparejado un deterioro importante de la flora autóctona
Los ataques llevados a cabo en forma irracional en el pasado contra los animales nativos de la región con fines exclusivamente comerciales, cuando en la Recomendación VIII-9 reconocen al turismo como un "desarrollo natural" en el área pero que "requiere reglamentación". ya en 1966 durante la IV Reunión Consultiva celebrada en Santiago de Chile se aprobó la Recomendación IV-27 referente a los "Efectos del Turismo en la Antártida". Se llega a esta recomendación luego de haber tomado conciencia las Partes Consultivas que los efectos del desarrollo del turismo en forma indiscriminada podrían llegar a perjudicar la investigación científica, la protección de la flora y de la fauna, y el funcionamiento de las mimas estaciones antárticas.
Mediante esta primera Recomendación se aconsejó a los países miembros del Tratado Antártico que el gobierno del país que organice una expedición turística u otra no científica, notifique de esta acción, por vía diplomática y con la debida anticipación, a los gobiernos cuyas bases se proyecte visitar. Asimismo, se aprobó que los países notificados debían dar a conocer a la brevedad las condiciones de acuerdo, según las cuales otorgarían tal autorización.
En la VI Reunión Consultiva, celebrada en Tokio en octubre de 1970, surgieron las recomendaciones VI-7 sobre los "Efectos de los turistas y de las expediciones no gubernamentales en el área del Tratado Antártico" y la VI-11, sobre "Nuevas islas". La primera reconoce el aumento de turistas y otros visitantes no auspiciados por las Partes Consultivas recomendando a los países miembros del Tratado hagan el esfuerzo apropiado para que este tipo de personas no realice en la región ninguna actividad contraria a los principios y propósitos del Tratado o a las Recomendaciones provenientes del mismo. Se insta en consecuencia a los países Partes Consultivas, a informar debidamente a los responsables de las expediciones que se organicen, procedan o hagan escala en su territorio, que deben avisar con 24 a 72 horas de anticipación y acatar las disposiciones del Comandante de la Estación, acerca de la seguridad en sus Dd, o para resguardar los programas científicos que se estén desarrollando, como así mismo evitar entrar en áreas especialmente protegidas y sitios de especial interés científico y comprometerse a respetar a nuevas islas, sugiere a los gobiernos, que hagan esfuerzos para que los turistas no desembarquen en estos lugares.
En la reunión Consultiva celebrada en Wellington, Nueva Zelanda, en noviembre de 1972, se avanzó un poco más sobre este tema, en la Recomendación VII-4, en la cual en el punto 3 introduce un nuevo elemento de análisis: se señala a los países Partes Consultivas la necesidad de consultarse entre sí con bastante anticipación sobre la posibilidad de designar en la VIII Reunión Consultiva un número adecuado de áreas de interés turístico, y definir el criterio a usar en la determinación de tales áreas.
En la VIII Reunión Consultiva efectuada en Oslo, Noruega, en junio de 1957, se aprobó la Recomendación VIII-9 sobre "Las repercusiones del turismo y las expediciones no gubernamentales en la zona de aplicación del Tratado Antártico". Allí se reconoce que es natural que el turismo se desarrolle en esa zona y se someta a una reglamentación, como así mismo, se advierte acerca de la necesidad de limitar el número de lugares en los que se iba a autorizar el desembarco de turistas para poder observar las repercusiones ecológicas de esta actividad.
A estos efectos se acompañaron a la citada Recomendación tres anexos sobre las siguientes materias:
Anexo A: se recomienda a los gobiernos dar a conocer el contenido de dicha declaración a las personas patrocinadas y no patrocinadas por sus respectivos gobiernos. En este anexo se efectúa la "Declaración relativa a las prácticas vigentes y a las disposiciones pertinentes del Tratado Antártico".
Anexo B: "Fijación de las Zonas de Especial Interés Turístico.
Anexo C: "Información que deberían proporcionar los organizadores de cruceros antárticos". Esto se refiere al nombre y nacionalidad del buque, nombre del capitán, itinerario de cada viaje, número de turistas y lugar, fecha y número de personas desembarcadas en el área del Tratado.
Sobre los anexos mencionados se puede adelantar que el contenido del primero fue finalmente acordado en la X Reunión Consultiva de Washington celebrada en octubre de 1979 mediante la Recomendación X-8, que se refiere a las siguientes materias:
a) Declaración de prácticas aceptadas y las estipulaciones pertinentes del Tratado Antártico, constituyendo el Anexo A de la Recomendación VIII-9, la que está destinada a servir de guía a todos aquellos que visiten la Antártida.
Esta declaración se refiere sumariamente -entre otras cosas- a la protección del medio ambiente, a la conservación de la vida silvestre, a la eliminación de desechos, a la protección de monumentos históricos, y a medidas especiales relativas a expediciones turísticas no gubernamentales.
b) Aconseja a los organizadores de cruceros antárticos a llevar guías de turismo con experiencia en las condiciones antárticas, y que conozcan las disposiciones del Sistema del Tratado sobre la protección de la flora y de la fauna.
Con esta recomendación se entregó también una guía de orientación para los turistas que visitan la Antártida, que es un conjunto de sencillas normas de conducta con el propósito de contribuir a preservar el singular medio ambiente de esta región.
Resumiendo las disposiciones ya mencionadas de la Recomendación X-8, a los turistas y visitantes del territorio antártico les corresponde, entre otras cosas: (a) ayudar a preservar y proteger el especial y único medio ambiente antártico; (b) observar las condiciones o restricciones que impongan las autoridades de las estaciones o bases en el resguardo de su propia seguridad; (c) acatar las disposiciones y recomendaciones estipuladas por los organizadores de los cruceros y las emanadas de los guías del tour; (d) conservar la limpieza de los sectores que visitan, evitando votar envoltorios y otros desperdicios; (e) evitar perturbar la fauna y flora antárticas, debiendo no pisar la vegetación constituida por escasísimos líquenes y musgos; no tocar, asustar o ahuyentar a las aves o animales de sus nidos refugios o lugares naturales; no matar, herir o capturar ningún mamífero o ave nativa; no deambular indiscriminadamente por colonias de pingüinos u otras aves, ni por sectores ocupados por elefantes marinos u otros mamíferos; no introducir ninguna especie de animal o planta no autóctona del sector; no recoger huevos, fósiles, líquenes, ni ningún tipo de vegetación adherida a piedras o rocas; (f) proteger y respetar monumentos históricos y refugios o bases deshabitadas; (g) evitar perturbar las investigaciones científicas.
Estos temas se han constituido en una preocupación constante de las reuniones consultivas posteriores, destacándose el informe producido en la XVI Reunión Consultiva celebrada en octubre de 1987 en Río de Janeiro, que en lo sustancial expresa: a) la evidencia de un considerable aumento del turismo y otras actividades no gubernamentales, las que redundan principalmente en mayores riesgos de impacto al frágil ecosistema y problemas de eliminación de desechos; b) el incremento de visitas turísticas a las estaciones científicas, las que están perturbando e interfiriendo sus programas científicos, a pesar de que a menudo son bien escogidas por el personal, debiendo ser restringidas en el futuro; y c) la preocupación por los posibles accidentes que requieran búsqueda y rescate, servicio riesgoso que exige el empleo de los limitados recursos y facilidades disponibles en el medio antártico. Se recordaron accidentes que han involucrado tanto a operaciones turísticas como a expediciones privadas, haciéndose incapié en los problemas de responsabilidad de seguros, como asimismo, en la necesidad de emplear buques capacitados para operar en el hielo.
Se reconoció también la necesidad de refundir y reglamentar en un solo cuerpo de disposiciones todas las recomendaciones y los acuerdos de los informes finales de las últimas reuniones consultivas, referentes a los efectos del turismo en el área del Tratado Antártico, dada la complejidad de las medidas existentes y que, disposiciones más simples y transparentes podrían ayudar a los operadores a asegurar un efectivo acatamiento.
También se analizó la ineficiencia de algunas medidas y los significativos vacíos de información, especialmente con respecto a las pequeñas expediciones privadas, y para intercambiar esta información entre las partes del Tratado. Asimismo, se sugirió que cuando fuera posible, se tomaran medidas para vigilar estas actividades no gubernamentales en el área.
Se acordó finalmente que las medidas relacionadas con el turismo y las actividades no gubernamentales debían ser materias a ser consideradas por las autoridades nacionales antes de tratarse en las próximas reuniones consultivas, en especial la de Francia (1989), sugiriéndose sobre las medidas existentes y el cumplimiento de las mismas.
Hemos visto anteriormente que la generalidad de estas resoluciones se refieren al "Turismo" y a las "Expediciones no gubernamentales", advirtiéndose en la Reunión Consultiva Especial de Río de Janeiro (1987) una tendencia a asimilar ambos conceptos bajo el título de "Actividades no gubernamentales". Para precisar su ámbito, se aclara que "actividades gubernamentales" son todas aquellas acciones que emprenden directamente los países miembros del Sistema del Tratado Antártico u organismos particulares patrocinados por sus respectivos Estados en el territorio antártico, especialmente de carácter científico y tecnológico, de acuerdo con los principios del mencionado Sistema. En general, se puede sostener que de las catorce primeras reuniones consultivas surgieron recomendaciones que regulaban procedimientos y materias para las actividades gubernamentales desarrolladas en la Antártida. Las "actividades no gubernamentales" son todas aquellas que no están patrocinadas por un país miembro del Tratado, teniendo generalmente distintas finalidades. Las mismas se pueden clasificar en cuatro categorías, siguiendo el informe del Grupo Logístico del SCAR de 1987 y tomando en consideración el impacto de estas actividades en el Continente:
1) Sobrevuelos: esta forma de hacer turismo prácticamente no tiene mayor impacto ambiental en el área del Tratado, pero requiere los servicios de las estaciones (o bases) antárticas, respecto a pronósticos de tiempo para iniciar el vuelo y contacto durante el viaje para información de las condiciones meteorológicas.
2) Cruceros: tal como se ha señalado anteriormente, este es el modo más usual de hacer turismo en la temporada de verano y el que permite desplazar el mayor número de turistas al continente antártico. Este tipo de turismo permite desembarcar grandes grupos de personas en diferentes sectores accesibles, en lugares donde se encuentre flora y fauna, y en sitios donde hay monumentos históricos. Asimismo permite visitar diferentes estaciones científicas. Sin embargo, es el que acarrea mayores problemas al impacto ambiental. Asimismo se sostiene actualmente que la frecuente y masiva presencia de turistas en las estaciones y bases interrumpe los programas científicos nacionales.
3) Expediciones privadas y viajes en embarcaciones pequeñas: este tipo de expediciones se ha incrementado en los últimos años aunque en menor número que las anteriores. Generalmente se iniciaban sin previo aviso y con el desconocimiento del país al cual pertenecían, constituyéndose en un fenómeno incontrolable. En su mayoría no son autosuficientes, generando en consecuencia una mayor asistencia de parte de las estaciones de los países Consultivos. Se ha tenido conocimiento que yates -el medio más corrientemente empleado en este tipo de expediciones no gubernamentales- han causado daños en refugios instalados por naciones miembros del Tratado Antártico.
4) Infraestructura e instalaciones: esta situación se tipificó en el caso del grupo ecologista "Greenpeace" cuyos miembros establecieron una base en la zona del mar de Ross, al margen de los principios y espíritu del Tratado Antártico. En la actualidad dicha base ha sido cerrada.
Pero, además de los científicos y de los turistas, existen otras personas que durante la temporada de verano residen temporalmente en el Continente Antártico: las brigadas de reparaciones integradas por obreros empleados por las empresas encargadas de las construcciones de nuevas bases e instalaciones, la tripulación de los barcos que llegan a la Antártida, y muchas otras personas que la visitan por otras razones, quienes causan, por desconocimiento y falta de control, mayores daños que los turistas.
Concluyendo, el turismo es una actividad permitida y lícita dentro del área del Tratado Antártico, el cual hasta la fecha se ha caracterizado por ser un "turismo controlado". Sin embargo, esta actividad continuará incrementándose en forma progresiva en la medida que continúen dándose algunas características a nivel mundial, como son las siguientes: a) el crecimiento del interés mundial por dicha región; b) el avance de la violencia y la contaminación del medio ambiente en los centros turísticos mas frecuentados, lo que ha hecho que últimamente los intereses de muchos turistas se desvíen a lugares donde estas amenazas aún no han llegado; a lo que hay que agregar la holgada situación económica de un mayor grupo de la población mundial. ha ayudado a que aumente considerablemente la demanda turística a esa región, cuya oferta aún es limitada y cara. El turista que visita la Antártida todavía corresponde a un público de alto nivel socio-económico y cultural, cuyo fin es disfrutar de las bellezas y no causar mayores trastornos al medio ambiente.
La República Argentina ha presentado en las distintas reuniones consultivas proyectos tendientes a regular el turismo antártico; y la Dirección Nacional del Antártico ha trabajado en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto preparando normas de comportamiento para turistas. También existe un proyecto de regulación parlamentaria presentado por los diputados Francisco Rastovich y Emilio Guatti (30) mediante el cual los citados legisladores manifiestan que verían con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Defensa, facilite y promueva la reanudación de viajes turísticos al sector Antártico Argentino. Dicho proyecto pretende vincular la propuesta turística argentina del Continente Antártico con la realizada por la República de Chile como una forma de optimizar recursos disponibles, concluyendo que una buena programación permitiría autofinanciar los gastos de los vuelos que podría realizar con este objetivo la Fuerza Aérea Argentina y sus servicios adicionales.
Finalmente, debemos destacar que el "Protocolo al Tratado Antártico sobre la Protección del Medio Ambiente" al cual hemos hecho referencia en el Capítulo IV de esta obra contiene normas de aplicación para la actividad turística en el Continente Antártico dentro de sus objetivos de evaluación del impacto de esta actividad sobre el medio ambiente, la conservación de la flora y fauna antártica, la eliminación de residuos, y la prevención de la contaminación marina, pensándose ya en la inclusión de un nuevo anexo a dicho Protocolo, referido exclusivamente a la actividad turística.