Apuntes sobre las políticas exteriores argentinas. Los giros copernicanos y sus tendencias profundas

 

 

6. La política exterior en los tiempos de gobiernos débiles (1955-1966)

 

Los militares iniciaron un proceso de alejar al peronismo de la realidad política argentina y esta situación potenció una gran inestabilidad institucional que perduró hasta 1983, reflejada en el período que va del 55 al 66 y en el hecho de que haya habido cinco presidentes en un período de once años, y con una sucesión muy grande de ministros de relaciones exteriores, aproximadamente quince.

Tras el derrocamiento de Perón, durante la Revolución Libertadora, se evidenciaron condiciones generales que nos ayudaron a entender las políticas que se siguieron entre el 55 y el 66 con respecto a la política exterior. Los golpes de estado como éste, y el en contra de Frondizi, tienen como característica general el objeto de reordenar una democracia débil, sin que exista el populismo, donde las Fuerzas Armadas juegan como árbitros de la situación hasta el fin del período donde pasaron de este rol a pretender reemplazar al sistema político.

 

6.1. Golpe de Estado y de dirección (1955-1958)

La Revolución Libertadora se había planteado a la hora de asumir tres objetivos básicos, al margen del cambio que existió de Lonardi y Aramburu, que era: 1) mantener un estándar de vida y un orden, mientras se recomponía la economía; 2) evitar opiniones adversas en el exterior para acceder a los préstamos; 3) imposibilitar el retorno del peronismo.

Los militares pensaban que la estabilidad, el orden y el anticomunismo, eran aspectos que apuntaban hacia una relación más occidentalista y también a un desarrollo primitivo de la doctrina de la seguridad nacional que tenía como fundamento el alineamiento con Estados Unidos. Para Puig este cambio significó salir de la autonomía heterodoxa para ingresar "a una alienación incondicional con el bloque occidental, y especialmente con Estados Unidos."

Los militares cambiaron su percepción con respecto a los EE.UU.. Como hemos visto las condiciones previas políticas, económicas y culturales generaron un fuerte sentimiento anti-norteamericano. En función de la guerra fría, empezó a parecer positiva la relación con EE.UU. como potencia hegemónica del bloque occidental. Si bien es cierto el corte en este aspecto, entre la última etapa del gobierno de Perón y el nuevo gobierno militar, no resultó tan marcado como lo señala Puig. En esto continuamos la línea sugerida por Rapoport cuando señala:

... el nuevo Presidente pronto afirmará la voluntad de cooperar estrechamente con los Estados Unidos en los campos económico, político y militar y que al menos una parte de los jefes militares, según afirmaba la embajada, no había enfrentado a Perón por oposición al convenio petrolero o su aproximación económica con Estados Unidos (como lo hicieron algunos sectores de la oposición) eran elementos tranquilizantes en el país del Norte.

Muchos sectores políticos que habían apoyado el golpe lo hicieron entre muchos motivos por una impugnación a la última etapa de acercamiento, sobre todo económica, del gobierno peronista.

El gobierno militar cambió desde el punto de vista de la política exterior, la estrategia bilateral del anterior gobierno por una multilateral que consistía en integrar los organismos financieros internacionales que se habían formado en el orden de posguerra: FMI, el Banco Mundial, etc. Se abandona la impugnación del modelo económico internacional de Bretton Wood por la integración al mismo, siendo éste el dato más importante de la política exterior de la Revolución Libertadora.

Ya con el FMI se empezó a imponer una política liberal ortodoxa consistente en abrir aquellas economías que fueron protegidas y permitir el libre desarrollo de las fuerzas del mercado. Esto se expresa también en el ingreso al Banco Mundial.

Pero ésta no era la única alternativa económica que tenía el gobierno. La otra estaba dada por la CEPAL encabezada por Raúl Previch. Así se combinan las teorías del FMI y de la CEPAL, es decir mecanismos ortodoxos y proteccionistas.

La influencia cepalina se expresa en la relación con América Latina; este gobierno va a empezar a hablar de Mercado Regional y no sólo de unión aduanera como lo hacía el peronismo, y esto se expresó en la participación de la fundación de la ALALC. Este organismo apunta a una estrategia regional: en vez de sectorizar abrió varios frentes simultáneamente y estableció una estrategia distinta.

Los EE.UU. en función de toda esta política que se fue dando durante el gobierno militar produjo un acercamiento que se expresó fundamentalmente en varios cambios externos.

El gobierno norteamericano aportó 100 millones de dólares en préstamos. Dentro de ese mismo paquete había 50 millones de bancos privados, 75 del Fondo Monetario y 30 millones de la Standard Oíl. Estos aportes, permitieron superar el problema coyuntural de la balanza de pagos que existía en ese momento.

Es necesario describir los aspectos políticos internos que se estaban desarrollando para entender el proceso posterior. El fenómeno más significativo fue la división del radicalismo.

Existían varios sectores diferenciados: los intransigentes que eran encabezados por Balbín y Frondizi, los unionistas cuyo personaje más caracterizado era Zavala Ortíz y lo que se llamaba intransigencia nacional o sabatinismo. Estos dos últimos sectores tenían una actitud de apoyo al gobierno militar. En cambio en la intransigencia, existían dos lineamientos producto de dos liderazgos muy fuertes, por un lado el de Balbín y por el otro Frondizi.

Frondizi va a percibir la necesidad de integrar paulatinamente al peronismo al sistema político: en un primer momento, normalizar institucionalmente al país y una vez cumplido esto, levantar la proscripción.

En cambio Balbín, fue más proclive a pensar que la proscripción debía seguir, posición por la cual, se va a empezar a acercar más a los otros dos grupos (unionistas y sabatinistas).

En el radicalismo se produce la división en dos partidos: la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) que seguirá a Frondizi, y la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) que seguirá a Balbín. Como dice Rouquié ambos partidos nacen claramente "del combate en torno a la persona de Arturo Frondizi" y que el radicalismo intransigente "se presenta claramente como el instrumento de este último en la lucha por el poder."

El primer test, la convocatoria a la Constituyente de 1957, fue un proceso electoral importante inmediatamente después de la llegada de la Revolución Libertadora. Por decreto se había anulado la Constitución del ‘49 y había que reimponer la antigua Constitución. Para esto fue necesario llamar a una Convención Reformadora. Desde el punto de vista electoral lo que más interesa en este momento es la gran cantidad de votos en blanco que existían, dado que Perón propugnaba el voto en blanco (2.100.000 votos). El radicalismo iba fracturado: Frondizi por un lado con la UCRI (1.800.000 votos) y Balbín, los unionistas y los sabatinistas con la UCRP por otro. Estos últimos van a ser quienes triunfan (2.200.000 votos). La convención Reformadora sólamente alcanza a incorporar un artículo nuevo a la Constitución del ‘53, el 14 bis; el resto quedó igual debido al retiro de los convencionales, del frondizismo y luego los convencionales que formaban parte de la derecha - los partidos conservadores - que quitaron quórum, motivo por el cual no se pudo seguir sesionando.

A partir de esto, Frondizi tuvo mucho más presente la idea de integrar al peronismo. Era necesario acordar con él como una manera de sacar ventaja al otro partido, que en ese momento aparecía como partido oficial. Se utilizaron las siglas UCRI para el Frondizismo, UCRP para el tronco balbinistas, sabatinistas y unionistas.

 

6.2. Inserción y desarrollo: el gobierno de Frondizi (1958-1962)

El programa de la UCRI estaba contenido en el "Mensaje a veinte millones de argentinos" donde para la política exterior se planteó "el mantenimiento de una política internacional de defensa de la libertad, de la democracia y de la autodeterminación de los pueblos." Este "programa (era) tan electoral en sí mucho menos importante que en comparación con la carta de Avellaneda", como lo señala Rouquié . En este aspecto radicaba la diferencia entre ambos partidos radicales.

Para las elecciones de 1958, Frondizi realizó finalmente una alianza con Perón - quien junto con su partido estaban proscriptos -. Y fue esa alianza la que le permitió a Frondizi llegar al gobierno, ganando por un margen bastante holgado de votos (4.100.000 votos). La UCRP repite la elección de constituyentes con alrededor de 2.6 millones de votos, existiendo 800 mil votos en blanco.

El crecimiento industrial era la cuestión que a Frondizi más lo va a deslumbrar y siente la necesidad de compensar el deterioro de la balanza comercial.

A pesar de su heterogeneidad, el frondizismo amalgamó una ideología compuesta por dos elementos: la integración y el desarrollo sustentados por un nacionalismo capitalista, inspirado en la teoría keynesiana y el modelo de desarrollo norteamericano.

Para nuestro tema existen cuatro puntos de esta ideología del desarrollo que tienen impacto en su realización y que hicieron la diferencia con el otro partido radical.

La primera de esas características es su carácter anti-ideológico fundamentado en el realismo, la eficacia y la racionalidad, que son tres conceptos claves a la hora de entenderla. La segunda es la formación de un nacionalismo movilizador contra las fuerzas antinacionales (vinculadas al viejo modelo de inserción), que desaparecerían ante la unidad nacional promovida por el desarrollo. El tercer elemento fue un optimismo planetario, fomentado por la coexistencia pacífica entre los bloques y la presencia de líderes mundiales de la talla del Papa Juan XXIII y Kennedy. El último elemento es un americanismo sin fronteras basado en la fascinación por el modelo norteamericano, la necesidad de abandonar a Europa y la búsqueda de una sociedad política con el Brasil.

En su mensaje inaugural ante las Cámaras Frondizi dirá al respecto:

... la política internacional argentina debe colocarse al servicio de la hermandad latinoamericana, del entendimiento entre todos los pueblos y de la vigencia de una moral internacional basada en la libertad, en la democracia, en la paz, en el progreso, en la autodeterminación y en la plena soberanía de todas las naciones, en un plano de absoluta igualdad...

Esta proposición tiene cierta contradicción con el discurso esencialmente económico, como lo señala Acuña. Esta política exterior "no pudo ser explicada en el marco del economicismo reduccionista con que el desarrollismo encaró... su programa de gobierno."

En una descripción general de la política exterior podemos señalar que "la Argentina acompañó a Estados Unidos en sus planteos estratégicos, tanto en el mundo como en la región; por diversas razones a veces la relaciones fueron antagónicas."

La gestión de Frondizi fue una etapa de fuerte expansión sumada a crisis cíclicas. En la superación de ellas la ayuda del FMI y la aparición de Alsogaray en el Ministerio de Economía produjeron cambios en la orientación desarrollista con el lanzamiento de un plan de estabilización. Esto generó el incremento de las huelgas y fricciones con el peronismo. Como respuesta a ello se lanza el plan CONINTES donde los militares intervinieron en los conflictos sindicales. A pesar de los importantes cambios económicos, esto no alteró los principios de política exterior; en todo caso las variaciones obedecen a presiones militares.

El año 1959 fue de inflexión. A la delicada situación interna se le sumó un suceso regional de implicancia mundial: la revolución cubana. Con la consolidación de ella aumentó la tendencia pretoriana de las Fuerzas Armadas (que existieron hasta la culminación de esta gestión unos 32 planteos militares).

El caso cubano es el más significativo de la gestión, pues profundizó las relaciones con América Latina, y los Acuerdos de Uruguayana con el Brasil son un buen ejemplo de ello, estableciendo un sistema de consultas entre los gobiernos. También la posición ante la Alianza para el Progreso fue de destacada importancia. Existió también una preocupación fuera del ámbito regional, ya que el presidente "recorrió Europa y Asia, con una importante escala en la India, en la cual enfatizó la tendencia neutralista de la Argentina."

La relación con Estados Unidos tendió a reemplazar el alineamiento con esa nación impuesto por el régimen militar por un planteo más maduro y equilibrado. Tuvo dos factores que atentaban contra éste: una era la precariedad política interna y las tensiones globales, principalmente la situación originada por la revolución cubana.

Washington niega empréstitos a los gobiernos con monopolios petrolíferos estatales. Esta situación lleva a Frondizi a cambiar su posición sustentada en Política y petróleo y anunciar contratos de YPF con inversores privados de la industria petrolera. Además debido a la expansión industrial se hace necesario abastecer de petróleo al país, de allí el cambio en esa política al que se suman los trueques con Colombia y el cumplimiento de los contratos pendientes con la URSS.

Ante la necesidad de asistencia financiera se impone un cambio de gabinete y la instrumentación de un plan de estabilización de corte liberal. En este contexto Frondizi realiza un viaje a Estados Unidos donde declaró su respaldo al hemisferio occidental y la solidaridad interamericana. Recibió a Eisnehower y apoyó su política de la guerra fría.

El nuevo ministro de economía, Alvaro Alsogaray consigue promesas de préstamos en Estados Unidos y Europa. Desde el punto de vista económico existe un importante crecimiento de Estados Unidos en el mercado argentino, pero existió una baja en las explotaciones hacia ese país.

Con la URSS se buscó la complementación con la provisión de generadores de electricidad, equipos para la construcción de caminos y la red ferroviaria.

La llegada de los demócratas complejizó la relación con EE.UU., y Kennedy ante la revolución cubana planeó la necesidad de fortalecer la democracia y el cambio social en América Latina, que tomó forma con la Alianza para el Progreso. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, los países de la región reclamaron a Estados Unidos un plan similar al Marshall para recuperar la caída económica latinoamericana. El triunfo de la revolución socialista en Cuba generó el interés norteamericano por el desarrollo de la región.

La propuesta fue formalizada en la reunión de Punta del Este de 1961. Existieron coincidencias generales como la de promover el desarrollo, pero aparecían discrepancias instrumentales por ser un plan asistencialista y no entender la variada realidad latinoamericana. Como lo señala Lanús, para el presidente argentino:

... el atraso económico exigía tecnificación e industrialización. Mientras que para el grupo Kennedy las soluciones eran la reforma agraria, la planificación del desarrollo y la asistencia social; para el grupo que gobernaba Buenos Aires la propiedad de la tierra no tenía la significación sobre la producción; la planificación debía ser nacional y no supranacional, estimándose que la asistencia social dispersaba esfuerzos que debían dirigirse al desarrollo, pues antes que repartir había que producir.

En la visión de Frondizi, sólo el desarrollo nacional alejaría al comunismo de la región, las ideas impulsadas por Washington no atacaban el fondo del problema.

En la estrategia subregional existen diferencias con el peronismo: mientras éste apuntaba a la construcción de un pacto político y económico, Frondizi apuntaba a establecer sólo un sistema de consulta y coordinación.

Cuando el presidente brasileño Jucelino Kubitchek lanzó la Operación Panamericana que consistió en "poner en marcha un vasto programa de cooperación continental" el recientemente elegido presidente Frondizi coincidió en la necesidad de coordinar una política común ante Washington.

Con la asunción de Quadros, cuatro son los objetivos que se tenían al respecto: 1) liberación de las antiguas dependencias que aumentaría la capacidad de negociación y favorecería una política común; 2) suprimir las viejas rivalidades; 3) concretar la Operación Panamericana y firmar el Tratado de Montevideo; 4) crear un punto sólido de una nueva política exterior latinoamericana.

Con la aprobación de la Declaración de Uruguayana estos objetivos se vieron plasmados en los siguientes aspectos: 1) Brasil y Argentina orientan sus políticas hacia una común; 2) la participación de ambos en los problemas internacionales de acuerdo a su interés nacional; 3) preservar la democracia, la libertad y la dignidad de las personas; 4) promover las soluciones a los problemas continentales sin interferencias directas o indirectamente de factores extracontinentales; 5) promover la estabilidad política y social en el continente por la coordinación de la Operación Panamericana, la OEA y la Alianza para el Progreso; 6) colaborar externamente en el desarrollo con un gran esfuerzo interno; 7) planteos económicos referidos a la explotación de los recursos naturales, el precio de los productos básicos, la eliminación de restricciones comerciales, etc.

Como dijimos el tema clave de esta administración fue la situación de Cuba en la OEA. El triunfo de la revolución de Fidel Castro y la adopción del socialismo por ese país causó conmoción en el ámbito americano. Y en nuestro país tuvo implicancias internas y externas que afectaron al gobierno desarrollista.

Aquí el gobierno intentó mediar entre Estados Unidos y Cuba rechazando la hipótesis norteamericana de que era un problema hemisférico. La posición se sustentaba en tres puntos que, como determina Lanús, son los siguientes:

... a) no se quería romper con Cuba, b) las sanciones, en este caso, violaban el principio de no intervención, c) eran ineficaces, porque si lo que se quería era derribar a Fidel Castro se obtendría el resultado contrario.

Esta posición trajo como consecuencia el enfrentamiento con Estados Unidos, que estaba decidido a aislar y derrocar al régimen castrista, y para ello presionó a todo el subcontinente. Esto tuvo efectos sobre la política desarrollista, ya que como señala Puig terminó por constituir una "contradicción latente" que:

... se corporizó en la Octava Reunión de Consulta (Punta del Este, 1962) en la cual la Argentina, juntamente con Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Haití y México, se abstuvo en la resolución por la cual se excluía a Cuba del sistema interamericano, aunque con posterioridad rompió relaciones con el gobierno de Fidel Castro.

Esta construcción era el emergente de una delicada situación interna y externa que agudizó el pragmatismo del gobierno desarrollista que a pesar de ello, mantuvo el principio de no intervención. Poseyó las mismas perplejidades del gobierno de Perón, entre la autonomía y la inserción. Como dice Acuña:

La diplomacia desarrollista fue audaz, relativamente independiente y mostró una ordenación progresista por la cual habría de pagar el máximo precio político. Si bien algunos hechos de la política exterior del gobierno de la UCRI... se insertan perfectamente en la concepción modernizante e industrialista del desarrollismo, existen otros hechos que denotan un serio intento de consolidar una posición independiente de la Argentina en el concierto mundial.

Producto del debilitamiento del acuerdo con Perón, de los constantes planteos militares, del triunfo del candidato peronista Framini y la respuesta ante el caso cubano, produjeron que Frondizi cayera en 1962, siendo reemplazado por el presidente provisional del Senado, José María Guido.

6.3. El primer alineamiento automático (1962-1963)

Durante esta gestión se produjo un enfrentamiento entre los miembros del Ejército conocido como "azules y colorados". Los primeros eran profesionalistas y estaban encabezados por Onganía que era el Comandante en Jefe del Ejército, y los segundos impulsaban políticas fuertemente antiperonistas. El triunfo de los primeros no garantizó el levantamiento de la proscripción del peronismo para las futuras elecciones de 1963.

La política exterior en este gobierno estuvo signada por la crisis de los misiles en Cuba. El gobierno abandonó la política de conciliación y equilibrio de Frondizi por la sujeción a la política de Estados Unidos en nombre de la solidaridad hemisférica. Ante este suceso en octubre de 1962, el Canciller Muñiz apoyó la convocatoria de consulta de la OEA para convocar al TIAR y los países latinoamericanos acompañaron totalmente la sanción del bloqueo a Cuba. Este hecho se fundamentaba en que una guerra involucraría a todos los países de la Tierra y no había lugar para la neutralidad. Existía una amenaza soviética, esta posición ponía en peligro la vida democrática y alteraba el equilibrio estratégico. Por ello además se enviaron dos buques de la marina argentina para contribuir con el bloqueo. Este fue uno de los puntos más álgidos de la guerra fría:

El apoyo latinoamericano fue decisivo para la batalla diplomática y la Argentina actuó antes que ningún país para ponerse del lado de los Estados Unidos, por primera vez desde 1945, con el apoyo de dos unidades de su Marina de guerra. El reconocimiento de Kennedy por el apoyo recibido de la Argentina fue enorme.

Este acto es evidente y también trascendente ya que cambió una posición histórica de la Argentina. El apoyo dado por el país en ese conflicto marca el primer alineamiento automático en nuestra relación con Estados Unidos.

Este gobierno civil impuesto por los militares, desde el punto de vista de la política exterior estuvo fuertemente alineado con Estados Unidos; será de transición, ya que llamó inmediatamente a elecciones en 1963, continuando el alejamiento del peronismo del juego político.

 

6.4. Krausismo y problemática norte-sur (1963-1966)

Arturo Illía asume la presidencia el 12 de octubre de 1963 tras una elección en donde las tres fuerzas políticas con mayor caudal electoral obtuvieron como resultado: la UCRP un 25 %, la UCRI un 16% y UDELPA algo más que un 7 % . Ante la proscripción del peronismo existieron una gran cantidad de votos en blanco - un 20 %- pero con una definición contundente en el Colegio Electoral de 270 contra 194 votos de otros candidatos

La política económica está marcada por los lineamientos de la CEPAL. Se puede caracterizar como un populismo reformista donde conviven elementos keynesianos - un estado activo en el control y la planificación económica -, política de distribución y la protección del capitalismo nacional.

Una medida que generó rispideces con Estados Unidos es la anulación de los contratos petroleros firmados por Frondizi. Si bien con ellos el país se había acercado al autoabastecimiento, no existía una explotación racional del recurso, cosa que sí garantizaba la empresa estatal.

Desde el punto de vista militar, Onganía pronunció su célebre discurso en la academia de West Point que es tomado como la adhesión del Ejército a la doctrina de la seguridad nacional.

En la introducción de la Plataforma partidaria sancionada para la elección de Illía por la Convención Nacional, se señala:

Inspirar una política internacional con sentido americanista que permita la participación fraternal del país en la tarea de construir un mundo libre democrático, exento del temor, de la ignorancia y de la necesidad.

Dos son las ideas fuerza que están presentes: una, el sentido "americanista" de la política exterior; y la otra, la tarea "de construir un mundo libre y democrático".

La primera de ellas tiene una larga data en las plataformas y los gobiernos de la UCR, es decir una amplia apertura hacia los países de América Latina fundamentalmente.

Con respecto a la segunda, si bien reconoce una tradición profunda en la UCR - e incluso de marcada por la influencia krausista - debe ser interpretada también en el marco de la Guerra Fría como una adhesión a los valores de Occidente.

Estos dos aspectos son explicitados cuando el presidente marca su política exterior:

Debemos tener en cuenta que la paz ya no consiste sólo en el equilibrio de poder de las grandes potencias, sino también en dar a las naciones sin desarrollo las oportunidades y los medios para hacer desaparecer la tremenda humillación de su desigualdad y de la miseria en que viven sus habitantes. Para universalizar la paz hay que universalizar el progreso y el bienestar.

Illía, fiel al idealismo, rescata a la paz como principal valor en las relaciones entre los pueblos, pero ésta tiene un valor político y económico a la vez. Por el lado político, el equilibrio entre las Grandes Potencias es una preocupación permanente en la Guerra Fría, pero además es necesario un equilibrio económico entre los países pobres y ricos - cosa novedosa en el discurso radical -. En este punto es donde se delinea el interés nacional basado en la necesidad de un desarrollo económico para las naciones del Sur.

Podemos puntualizar tres temas de la política exterior sobre los cuales se desarrolla el gobierno radical de Arturo Illía: el primero: construir un mundo libre y democrático, basado en una política para la paz que se divide en un aspecto político, dentro de un marco general de acción, y otro, económico, como la búsqueda de una mejor inserción en el marco de países pobres y ricos; el segundo es una política americanista en el marco de la organización regional; y el último una política territorial atenta al problema de las islas Malvinas.

Es una política que posee una fuerte presencia regional sirviendo de base para una proyección multilateral que tiende a aumentar los márgenes de autonomía.

Pero a pesar de lo adecuado de los temas esta política se encontró condicionada por:

... la extrema complejidad de algunas de las situaciones a que debió hacer frente en un contexto regional cada vez menos propicio en razón de la intensificación de las turbulencias revolucionarias y el progresivo endurecimiento de las posturas estadounidenses...

Sin lugar a dudas la categorización de esta política, ya sea como realista o como idealista, posee muchas dificultades; prueba de ello es la posición de Miranda cuando señala que "las posturas del gobierno de Illía, basadas en el multipolarismo político y económico, representaron un idealismo mucho más cercano a la realidad de lo que sucedía en el mundo..."

El realismo para Illía es evaluar el marco internacional circundante para poder determinar su política en la coyuntura y en el largo plazo sin dejar de lado "lo tradicional", es decir algunas de las tendencias profundas de nuestra política exterior aunque priorizando la región. En una primera instancia no se hacen exclusiones; suponemos que se refiere a las fronteras ideológicas pero aclara "cuidando las afinidades" pudiendo tener esto por lo menos dos lecturas. Una es la afinidad regional, que es de lo que se viene hablando, pero tampoco se nos escapa una segunda de fuerte contenido político, sobre todo por la presión norteamericana.

El punto de vista económico de la paz, es decir el principio de seguridad económica para desarrollar a las naciones del Sur, ocupan un lugar muy destacado en la acción en diversos foros internacionales.

Un elemento importante de esta política multilateral es la firma del Acta de Alta Gracia en marzo de 1964, como exigencia de los países del sur del continente que pretenden "una rectificación en el nivel de los países dominantes del comercio internacional" y no "una ayuda exterior".

Los problemas del comercio internacional plantean un serio desafío a la política de desarrollo económico. Existen por lo menos dos serios obstáculos: con EE.UU. y con el Mercado Común Europeo. Ambos merecen un tratamiento bilateral, pero además la acción multilateral en la Ronda Kennedy del GATT.

Para los mercados no se reconocen fronteras ideológicas, en tanto negocios, como lo señala Paradiso:

... Entre 1963 y 1966, los intercambios con la URSS pasaron de 19 a 112 millones de dólares, correspondiéndole más del 80 % de esas cifras a ventas argentinas. Más significativo aún fue el crecimiento de las ventas a China Popular, las que pasaron, en esos mismos años, de 3 a 84 millones de dólares.

Dentro de la estrategia de comercio exterior y desarrollo, la región ocupa un lugar privilegiado. Esta tiene dos caminos: uno bilateral con acuerdos de complementación económica, como los seguidos con Chile, Brasil y Bolivia; el otro multilateral en el marco de la ALALC.

La descripción de la acción y la percepción nos abre la puerta para el otro tema relevante: la política americanista de este gobierno.

Se continúa bregando para hacer de América Latina una "fuerza internacional de cada uno de nuestros países y el ámbito natural para el desarrollo de nuestras economías" aunque aclara que su política no busca hegemonías ya que "ha terminado la época de la competencia interamericana". Ofreciendo a nuestro país para "contribuir a la solución de los problemas de nuestros hermanos, se ha puesto a disposición de ellos".

En 1964 se trabajó en la necesidad de mejorar la OEA, ya que este organismo es un "instrumento regional indispensable; contribuiremos al mejoramiento de sus mecanismos con iniciativas recomendadas por la experiencia". Su idea era reformar el Organismo para que se convierta en un mecanismo útil a la región.

En este marco institucional un análisis particular merece la posición del gobierno frente al principio de no intervención ante el caso de Santo Domingo. Ya hemos señalado que en 1964 existía la predisposición para solucionar los problemas de los países americanos.

En el mensaje del año 1966 dirá que se ha "afirmado y defendido" el principio de no intervención pero que es necesario:

... que si queremos defenderlo con eficiencia, sobre todo con sinceridad, debemos tener en cuenta las diversas técnicas que han modificado las formas conocidas de la agresión convencional.

La bibliografía en esta percepción muestra variantes, la mayoría se inclina a pensar que es un producto del escaso margen de maniobra que la realidad regional estaba dando, aunque también están quienes sostienen que era producto de un "replanteo de la noción de soberanía como concepto político". Nos parece que ambos factores influyen y hay que tenerlos en cuenta en el análisis, no excluyendo a ninguno.

Dentro de este marco multilateral, pero fuera de la OEA, en 1966 se rescata la posibilidad de generar los Acuerdos de la Cuenca del Plata, a la cual se invitaron a Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay:

... para estudiar el aprovechamiento de los recursos naturales y la posibilidad de obras que puedan asegurar la navegación, liberar a los pueblos de las inundaciones y recuperar el aprovechamiento de miles de hectáreas actualmente inmovilizadas.

La política hacia los vecinos tiene como objetivo la complementación económica y la solución de los problemas de límites por medios pacíficos, que en cierta manera forman parte del tercer nudo temático de la gestión de Illía, el de la política territorial.

El aspecto más relevante con referencia a este aspecto es el conflicto por Malvinas. Los años sesenta fueron la época de la descolonización; el gobierno de Illía previendo la posibilidad de que los isleños proclamaran de alguna forma su independencia de Gran Bretaña, y la disputa territorial quedase reducida a una cuestión abstracta, si fijó tres objetivos: 1) restablecer la unidad territorial argentina afirmando nuestros derechos soberanos sobre las islas; 2) rechazar todo intento de autodeterminación de los isleños por no ser población nativa; 3) lograr una definición del Comité de Descolonización tendiente a lograr el primer objetivo.

A partir de estos objetivos se trabajó en función de ellos y se logró la sanción por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución 2065/64 en donde se "reconocía la cuestión como una situación colonial e invitaba a los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido a proseguir negociaciones a fin de hallar una solución pacífica al diferendo" fue un acto de perspicacia política al tener una correcta lectura de la realidad internacional y un sentido de la oportunidad que dan muestra de un pragmatismo muy significativo.

Su debilidad interna permitió a los factores de poder (militares, entidades empresariales, sindicales, otros partidos políticos) conspirar contra este gobierno, y finalmente lo derrocaron el 28 de junio de 1966, de la mano de un dictador mesiánico.