Apuntes sobre las políticas exteriores argentinas. Los giros copernicanos y sus tendencias profundas

 

 

8. Un equilibrio entre la autonomía y la inserción: la política exterior de Alfonsín (1983-1989)

 

Desde la instauración de la democracia en la Argentina, ésta tuvo y tiene un desafío importantísimo dentro de la política exterior de la Nación que es la combinación de la reinserción de la Argentina en el mundo con la búsqueda de un marco autonómico para su propia decisión.

La Guerra de Malvinas fue el punto terminal de esta crisis de desinserción internacional del país que puso de manifiesto su debilidad en el mundo como así también significó el alejamiento del poder de los militares y tras éste, la posibilidad de conjugar un sistema político estable.

La política exterior del primer gobierno democrático tuvo como objetivo una reinserción argentina en el mundo con la búsqueda de márgenes de autonomía.

Por ello, desde la campaña electoral, Alfonsín planteó su accionar futuro en cuatro puntos: 1) una reivindicación de la tesis krausista de que los hombres son sagrados para los hombres como los pueblos son sagrados para los pueblos (en el marco de lo que fue su discurso sobre la democracia); 2) otro aspecto tiene que ver con la adopción de las tesis de Brandt, que dividía al mundo en un enfrentamiento norte-sur y que marca la verdadera confrontación entre los países; 3) delinear una fuerte presencia de América Latina en la futura política exterior radical, cosa que observamos casi ininterrumpidamente desde Yrigoyen hasta hoy; y 4) una fuerte crítica a la actitud oscilante del gobierno militar que pasó del discurso de la defensa de la seguridad hemisférica, occidentalista y alineado con EE.UU. antes del conflicto de Malvinas, a una actitud tercermundista a la que se vio obligado a adoptar tras él.

Estos puntos están contenidos en la plataforma para esa elección donde son sustentados en tres lineamientos básicos que se reflejan también en el discurso inaugural de diciembre de 1983. Ellos son: 1) los problemas de la paz, el desarme y la vigencia de los derechos humanos; 2) la formación de una política exterior independiente; y, 3) el reclamo por un orden económico internacional más justo.

En el primer grupo encontramos a las sucesivas acciones en el Grupo de Apoyo (Perú, Brasil, Uruguay y nuestro país) a Contadora (México, Panamá, Venezuela y Colombia) que más tarde junto a ella formaron el Grupo de los Ocho (G-8) o Grupo Río. También encontramos la resolución pacífica de los conflictos con los que se encontró el gobierno de Alfonsín tras la retirada de los militares - específicamente la cuestión del Beagle con Chile y la situación de Malvinas con el Reino Unido – y, finalmente, la lucha por una reivindicación general de los derechos humanos en todo el mundo.

El segundo grupo, que hemos denominado de formación de una política exterior independiente evalúa pertinente introducir cuatro elementos: primero, la autonomía como factor central de la determinación de un país; segundo, lo que fue la "carta europea", es decir una relación específica con las naciones de la Comunidad Económica Europea (CEE), principalmente con aquellas de orientación socialdemócrata; tercero, las relaciones con los Estados Unidos; y cuarto, las relaciones con la Unión Soviética.

El tercer grupo está relacionado con la búsqueda de un orden económico internacional más justo, reflejado, por ejemplo, en una presencia activa de la Argentina en el Grupo de los 77. Sin lugar a dudas, este punto tiene un singular relieve dado el alto grado de endeudamiento que tiene nuestro país producido en la última dictadura militar. El segundo punto de importancia está dado en la estrategia de integración que no sólo fue una voluntad declarativa sino una acción concreta frente al injusto sistema económico internacional. También este punto se relaciona con el segundo grupo de temas.

Uno de los cambios más importantes en la política exterior es la recuperación por parte de la Cancillería de su función, determinar la política exterior, aunque la dirección de ésta estaba:

... integrada esencialmente por funcionarios de origen político. Además, el presidente Alfonsín jugó un rol de primer orden formando parte de la estructura decisoria en las cuestiones externas de mayor importancia en el período.

 

8.1. Los problemas de la paz, el desarme y la vigencia de los derechos humanos.

Estos temas intentan ser capitalizados a través de un imperialismo moral que aprovecha la situación de la nueva democracia. Este se diferencia del de las armas o el dinero, ostentado por otros países. Esta categoría no es arbitraria, ya que posee una raigambre krausista muy importante, y en este caso intenta dotar a la moral de una potencialidad política. Combina la tradición radical en política exterior con las condiciones propias del país, como lo señaló el Canciller Dante Caputo:

... creo que un país como el nuestro que no va a ser potencia militar, ni quiere ser potencia militar, que todavía le falta bastante para ser potencia económica, puede ser una potencia moral.

Su efecto lo podemos observar en varios actores internacionales, y no sólo los Estados. La Argentina empezó rápidamente a ser considerada de otro modo. No creemos que se buscase sólo "concientizar más que obtener resultados" por lo que expresamos más adelante. Esta fórmula no fue objetada en los Foros Internacionales y el gobierno interpretó esta fórmula como que la Argentina era "querida y respetada por la comunidad internacional" aunque sus efectos concretos fueron magros con respecto a las expectativas puestas en ella.

El Grupo de Apoyo a Contadora fue creado como un foro para complementar la acción de ella tendiendo a resolver la crisis en América Central por la intervención norteamericana en esa zona. Ambos foros se funcionaron y se transformaron en un órgano de consulta para discutir los problemas políticos y económicos de la región.

El último punto se refiere a la solución pacífica de los conflictos. Ella tenía serias complicaciones: la imagen de la constante expansión chilena sobre nuestro territorio y la causa de Malvinas que contaba con serios inconvenientes a la hora de su resolución. Para el primero de ellos se optó por "socializar" la decisión de aceptar el laudo papal; para el segundo, bajar el perfil en la agenda.

El problema limítrofe con Chile - la cuestión del Beagle - fue enmarcado por la realización de un plebiscito no vinculante y la posterior aprobación parlamentaria de la propuesta papal. El canciller consideraba que:

... el proceso de negociación que culminó con el Tratado de Paz y Amistad, significó establecer un límite cierto y definitivo en la zona de litigio, pero además significó un triunfo de la racionalidad y de la sensatez.

Si bien Chile ganó la soberanía de las islas en disputas, producto como vimos de decisiones desacertadas de gobiernos anteriores, el nuevo tratado supone un nuevo paradigma para la resolución de los conflictos pendientes.

Con el Reino Unido la cuestión es más compleja, ya que pese al importante impulso inicial tras el fracaso de la reunión en Berna (1984) la cuestión pasó a tener un perfil poco privilegiado pasando a discutirse en foros internacionales como el Comité de Descolonización y la Asamblea General de Naciones Unidas. Con esta nueva estrategia lo que se buscó fue "mantener vivo el tema internacionalmente". La no resolución de esta situación complicó otros  ámbitos de la política exterior como la famosa "carta europea".

 

8.2. Una política exterior independiente

Este grupo de temas se sustentó en la determinación de ser un país occidental y no alienado. En las palabras del Canciller:

... la Argentina es un país occidental que no pertenece a ninguna alianza estratégica, y más vale lo contrario, señala y condena el gravísimo costo internacional que tiene el enfrentamiento de las grandes alianzas estratégicas en el mundo.

Aquí claramente se expresa el rechazo a la alianza militar, su adhesión al NOAL y, consecuentemente con ello, la impugnación del esquema Este-Oeste.

El objetivo básico para el logro de esta política exterior para países periféricos se desarrolló sobre la base de "ampliar el número y el espectro de los interlocutores." Es decir que se prioriza un esquema multilateral en vez de una estrategia de fuerte relación bilateral con la potencia hegemónica del bloque. Esta estrategia es el eje sobre el que se articula la búsqueda de mayores márgenes de autonomía además de la implementación de la tesis socialdemócrata.

La llamada "carta europea" marca las relaciones con Europa Occidental y aparece desde un principio como una fuerte apuesta que recién se vio materializada tardía y parcialmente con los acuerdos con Italia y España sobre el fin de la gestión. Estos convenios preveían la posibilidad de transferencia de tecnología para la industria local, sobre todo la pequeña y mediana, con créditos blandos y a largo plazo. Esta opción era planteada como una alternativa a la influencia norteamericana que permitiría a Europa Occidental cumplir "un rol significativo" en esa materia. Entendemos la reinserción no en un sentido de relación especial con una potencia hegemónica sino con respecto a varios actores internacionales que permitirían romper el aislamiento en que se encontraba el país luego del conflicto bélico de Malvinas.

En este punto observamos una mala evaluación producto de un exceso de confianza en el poder reparador de la democracia sobre la imagen argentina en el mundo. Pero también los problemas generados en la relación con Gran Bretaña por el conflicto de Malvinas eran una importante traba para una resolución favorable de este punto en favor de los intereses argentinos.

Las relaciones con la URSS y los Estados Unidos estuvieron marcadas por la constante impugnación del conflicto Este-Oeste en favor del Norte-Sur.

En el primer caso, con la URSS, existió un acuerdo temático a partir de la Perestroika con respecto a los problemas de la paz mundial - impulsando el "Grupo de los Seis por la Paz y el Desarme" que nuestro país formó con Suecia, India, Tanzania, México y Grecia -. La política soviética apuntaba a una nueva distensión, para bajar el enfrentamiento con Estados Unidos impulsado en la era Reagan. Existía una concordancia en varios puntos con el grupo, como por ejemplo el pedido de suspensión de ensayos nucleares.

Además existió un refuerzo de las relaciones bilaterales a través de diversos tratados de singular importancia mutua, como los acuerdos pesqueros y cerealeros con esa nación. La firma del tratado pesquero:

... originó más tarde medidas de represalia por parte de Gran Bretaña, que declaró una zona exclusiva de pesca en torno a las Islas Malvinas agravando la disputa existente en torno a la soberanía de éstas.

El gobierno, en boca del Canciller, tenía como objeto limitar "sensiblemente a partir de los convenios la presencia soviética y, además, la sometimos a control, no sólamente comercial sino físico." Incluso:

... en los convenios con la Unión Soviética se reconocía implícitamente la soberanía argentina sobre las aguas, sobre las islas Malvinas, convirtiéndose en un antecedente fanático que ya saldrá a relucir.

Un dato importante es que al principio la URSS poseía un lugar muy importante en las exportaciones argentinas pero desde 1987, producto de las reformas implementadas en ese país, fue cayendo hasta casi desaparecer de los lugares de importancia en nuestras ventas al exterior.

Con los Estados Unidos la gestión radical tenía dos planos: 1) las convergencias esenciales - eran los valores compartidos como la democracia, el pluralismo, los derechos humanos, la libertad y la justicia social -, y 2) los disensos metodológicos "conceptos que englobaban la evidente asimetría de las relaciones y la vasta gama de divergencia de intereses y puntos de vista."

Esta política sufrió una rejerarquización comúnmente llamada "giro realista", dado el peso de las cuestiones económicas que hicieron que la relación con Estados Unidos tuviera una relevancia mayor al diseño original. Como señala Figari, en los primeros años de Alfonsín se produce una síntesis entre las tesis occidentalistas y latinoamericanistas que pujaban por determinar los lineamientos de nuestra relación con el mundo en los sesenta y setenta. Aquí el cambio se produce al predicar:

... relaciones maduras con los Estados Unidos, aunque sin dejar de confrontar, principalmente sobre si había o no había que pagar toda la deuda externa, o sólo aquella que consideraba como legítima. Paralelamente se busca una salida autonomista - ingenua o no ingenua -, para la Argentina y América latina.

Para decirlo más claramente: en ese tiempo esa convergencia apuntaba a una política entre los postulados de inserción y autonomía. Pero ésta fracasó en 1985 - tal vez producto de la ingenuidad - iniciando una segunda etapa:

... que tiene como característica principal el comienzo de las negociaciones con el FMI; se estrechan aún más las relaciones con los Estados Unidos, y se da lo que en su momento se llamó el giro realista, mediante el cual se decide pagar toda la deuda externa.

Este giro no terminó inmediatamente, ya que perduró en algunos puntos conflictivos de la relación argentina mientras que en otros se fue diluyendo lentamente.

Un ejemplo emblemático de la asimetría existente entre los  ámbitos políticos y económicos de esa gestión es el viaje del Presidente Alfonsín a los Estados Unidos en 1985 donde se diferenció de Reagan por la política de éste hacia Centro América. Allí también se promocionó el llamado "Plan Houston" para la reconversión de Y.P.F.

En esta etapa el planteo de no alineamiento fue perdiendo su fuerza inicial.

La agenda con EE.UU. tenía temas como la Deuda Externa - principal condicionante de la política interna y externa -, la política hacia Centro América - donde la administración radical fue alejándose del conflicto a medida que pasaba el tiempo -, el conflicto de Malvinas - hacia 1986 la administración norteamericana se convirtió en un interlocutor entre los dos gobiernos -, y la política nuclear - basada en el compromiso de uso pacífico -.

Como evaluación de la misma podemos decir que se pasó de un completo congelamiento de las relaciones durante la dictadura militar a algo que en su momento se denominó "relaciones maduras". Estas fueron definidas como una política equidistante "tanto del alineamiento automático como de posiciones aventureras o de ruptura". Existe una fuerte polémica con respecto a la valoración de esta relación por el tratamiento de los cuatro temas más importantes de la agenda que lleva a algunos, como García del Solar, a sostener que eran buenas, óptimas. Otros, como Carlos Escudé‚ sostienen que no fue así. Basándonos en una peculiar lectura de la memoria histórica norteamericana y otras categorías de análisis que poco tienen que ver con el realismo, podemos llamar a la teoría escudeana más que como "realismo periférico" como un producto de la periferia del realismo, incluso de un realismo mágico. Para estos últimos, los llamados realistas, "no se trataba de desarrollar una relación madura y equilibrada... (sino)... lo aconsejable era repetir la fórmula" con Estados Unidos como lo había sido con Gran Bretaña a fines del siglo pasado y principios del actual. Creemos que la evaluación depende de qué aspectos y en qué momentos los tomemos para el análisis, pero lo que subyace a esta crítica es la impugnación del esquema multilateral implementado, ya que va en detrimento del esquema de relación especial.

 

8.3. Un orden económico internacional más justo

En cuanto al último grupo de problemas, su contenido será muy político en un principio pero luego - producto de los marcos técnicos - fueron más económicos, sobre todo en lo referente al endeudamiento externo. El problema de la deuda:

... ponía al gobierno ante la mayor restricción para concretar sus objetivos de orden interno e internacional y frente a la evidencia descarnada e inapelable de la arbitrariedad e irreflexibilidad de los poderosos. El mundo se revelaba mucho más cruel que lo imaginado y, como empezaron a decir muchos funcionarios, así había que aceptarlo.

La primera lectura, casi inocente, de la realidad internacional es producto de la influencia idealista en los radicales pero también existía una buena dosis de pragmatismo que permitió en el caso de la deuda externa cambiar las estrategias inicialmente planteadas. Se pasó de intentar formar un club de deudores, con el Consenso de Cartagena para enfrentar las fuertes restricciones que implicaban el pago de la deuda – que fracasó por la defección de Brasil y México -, a formar políticas heterodoxas frente a las exigencias de los organismos financieros internacionales.

La relación con América Latina en particular y con los países subdesarrollados en general se sustentaba en:

... a) percepción compartida acerca del fenómeno de la desigualdad e inequidad del orden vigente; b) consenso sobre su "ilegitimidad" de origen; y, c) propósito común de aumentar su influencia en un orden reestructurado que contemple más adecuadamente sus intereses nacionales.

Esta percepción de la realidad internacional de fuerte contenido idealista, les permitió desarrollar una política en dos frentes: uno, el de la cooperación Sur-Sur y otro, el de un esquema de integración selectiva. El primer frente está determinado por la transferencia de tecnología entre los países subdesarrollados (como por ejemplo los convenios sobre transferencia de tecnología nuclear a varios países del Sur). Sobre el segundo, el gobierno se embarcó hacia una integración selectiva producto de la experiencia reciente en latinoamérica, la cual:

... demostraba que no podíamos hacer la integración con todos: el Consenso de Cartagena es un caso típico donde las decisiones debían ser tomadas por consenso entre once países, constituyéndose en una traba permanente.

Dentro de estos parámetros se insertan los acuerdos con Brasil a partir de la firma del Tratado Alfonsín-Sarney que buscaban a través de protocolos un camino hacia la integración, a la que después se sumó Uruguay. Este tratado era un:

... programa integrativo por protocolos sectoriales (que) correspondía a la necesidad de graduar el ritmo de integración entre dos economías con marcadas diferencias estructurales.

Es evidente la importancia de este aspecto integrativo tanto en la estrategia económica de inserción de la Argentina en el mercado regional en una primera instancia pero también para el mundial y como un punto de apoyo político importante para el país. Un dato para señalar es que a pesar de las restricciones económicas que el país vivió se buscaron marcos que permitiesen desarrollar la autonomía no desatendiendo la inserción.

Esto no deja de ser una ecuación difícil, y será precisamente por el estrangulamiento del sector externo que causó el brote hiperinflacionario, lo que debilitó al gobierno radical y lo obligó a la entrega anticipada del poder.