Hacia la Consolidación del Derecho Humano a la paz

 

 

 

Capítulo VI

El pueblo guatemalteco y su derecho a la paz.
La sostenibilidad de la paz lograda en el acuerdo de paz final suscrito el 29 de diciembre de 1996

 

VI.1 La sostenibilidad de la paz lograda en el acuerdo de paz firme y duradera

Es riesgoso afirmar que lo logrado mediante la suscripción del Acuerdo de Paz Firme y Duradera sea precisamente la paz, toda vez que hemos afirmado que paz es un concepto que implica un estado de desarrollo y pleno respeto de los derechos humanos, y esos elementos estuvieron ausentes de Guatemala durante mucho tiempo. Por ello, resulta lógico advertir que la paz no es alcanzable mediante decreto. Sin embargo, si se puede afirmar que se ha alcanzado la paz negativa (o sea, que se han logrado callar las armas) y se ha entrado en un proceso activo de construcción de la paz positiva en la que gobierno y pueblo han comenzado a formar parte. Dar inicio a ese proceso de transformación ameritó grandes esfuerzos, debiéndose redoblarlos a efecto de dar sostenibilidad al proceso.

Dar sostenibilidad de lo logrado (la paz que implica el callar de las armas y el inicio del proceso de construcción de la paz positiva) dependerá del cumplimiento de los compromisos suscritos durante todo el proceso de paz, pues esos acuerdos constituyen la agenda para la construcción de una sociedad no excluyente, en todos los ámbitos. Si no son sostenibles los logros alcanzados, se verán frustradas las aspiraciones del pueblo guatemalteco de lograr una sociedad justa.

La viabilidad del proceso que se desarrolle a raíz del Acuerdo de Paz Firme y Duradera requiere arduos esfuerzos por parte del Estado y el pueblo guatemalteco.

Tras la firma del acuerdo, Guatemala está formalmente en paz. Para lograr en la práctica un estado de paz que signifique la ausencia de violencia directa e indirecta, se hace necesario llevar adelante un proceso en busca de desarrollo y justicia, sin exclusiones. Para ello se necesita poner en un lugar privilegiado a los derechos humanos, pero no sólo a los derechos cívicos y políticos, sino también a los derechos económicos, sociales y culturales, e incluso los derechos de solidaridad, para que con la plena observancia de éstos se logre la completa dignificación y felicidad humanas.

Es imprescindible que el aparato estatal se fortalezca para que pueda constituirse en impulsor de la vigencia plena de los derechos humanos individuales y colectivos.

La capacidad para cumplir eficazmente con los compromisos de los acuerdos plantea la necesidad de consolidar la democracia, promover un desarrollo que sea sostenible y, en fin, crear las condiciones integrales para que la paz sea realmente firme y duradera, evitándose con ello los riesgos de la reversión del proceso. La consolidación de la democracia y el logro el desarrollo socio-económico sostenible, suponen un desafío de mediano y largo plazo cuyo punto de partida debe ser la ejecución de los acuerdos de paz.

La modernización del Estado debe gestarse a efecto de lograr nuevas y mejores relaciones con los gobernados. Debemos olvidarnos del Estado autoritario que decide sin tomar en cuenta los intereses de los gobernados. Al respecto, es pertinente traer a luz la siguiente observación formulada por Oscar Lionel Figueredo Ara:

"Los modelos de Estado que definen políticas 'desde arriba', que se reservan las decisiones fundamentales, al margen de una genuina participación de la sociedad, corren el riesgo de ser contradictorios con los intereses y necesidades de los diversos sectores y grupos sociales y étnicos. Por lo cual, se requiere de una profunda reforma del Estado que permita democratizar las decisiones en relación a las políticas nacionales y propiciar la participación de la sociedad, no sólo a través de los partidos políticos, sino también, por medio de todos aquellos grupos, asociaciones y movimientos sociales que constituyen modalidades de expresión concreta de una democracia participativa".

Más adelante, el mismo autor hace un acopio de las condiciones que, a su juicio, deben imperar para que una paz firme y duradera sea lograda, las cuales, por su viabilidad de llevarlas a la práctica y por su congruencia con los acuerdos logrados, consideramos interesantes conocer:

"Se reconoce que la finalización de la negociación política es trascendental, pero la construcción de la paz significa un proceso gradual e integral. Para alcanzar la paz es necesario iniciar programas de reducción de la pobreza, lograr la reconciliación nacional, la consolidación de la democracia y avanzar en el desarrollo humano sostenible a nivel local, regional y nacional. En este contexto, el cumplimiento de los compromisos es un factor que propulsará las bases para la paz firme y duradera.

También es indispensable e insustituible el esfuerzo interno de todos los sectores sociales, involucrándose en el proceso de creación de nuevas bases de convivencia social, política, económica, cultural e ideológica, que garantizarán la estructuración de una nueva sociedad en Guatemala. Es fundamental, aceptar que todos los sectores de la sociedad guatemalteca tienen una responsabilidad que asumir en el proceso de ejecución y fiscalización del cumplimiento de los acuerdos; ésta será la base fundamental para empezar la construcción de la paz firme y duradera.

Para ir concluyendo, en la construcción de la paz se requiere realizar acciones sustantivas como las siguientes:

·         Convocar a un gran esfuerzo intersectorial participativo para obtener consensos en torno a los proyectos del plan de paz y avanzar en acciones específicas de reconciliación nacional y prevención de conflictos.

·         Formular y llevar adelante un plan integral en contra de la impunidad, aspecto medular para cumplir con el Acuerdo global sobre derechos humanos.

·         Apoyar todas las iniciativas que permitan el fortalecimiento institucional y la autonomía del Organismo judicial, del Ministerio público y de la Fiscalía general de la nación, componentes fundamentales de la correcta administración de justicia y en el funcionamiento eficaz del Estado de derecho...

Finalmente, es importante resaltar que la paz en Guatemala, su firma y su construcción, es parte de un proceso necesario para iniciar la solución de los principales problemas que afectan al país. Y el cumplimiento de los Acuerdos derivados de la negociación es lo que permitirá a la población lograr en los hechos la satisfacción de sus necesidades. Sólo una nación unida bajo los criterios de respeto y el reconocimiento de la diversidad podrá hacerle frente con éxito a los grandes y complejos problemas nacionales".

Es necesario advertir que la etapa post proceso de paz puede encontrar obstáculos desalentadores. La paz que se ha intentando construir no es un estado alcanzable automáticamente, sino que amerita complejos e incesantes esfuerzos, debiéndose tener presente que los problemas siempre pueden presentarse. Edelberto Torres-Rivas expresa la siguiente observación, refiriéndose a posibles problemas que pueda enfrentar el período de consolidación de la paz:

"Las raíces de la violencia están presentes y continuarán operando al margen de la paz, así como ellas se hacían presentes al margen de la guerra. La violencia política está siendo sustituida por la violencia despolitizada, cruda, criminal. Es previsible que aumente por un tiempo y que esa sensación de caos que hoy día existe en el interior de la vida diaria de los guatemaltecos constituya el mayor de los obstáculos para consolidar la paz".

Lo expuesto por Torres-Rivas, nuevamente nos hace advertir la necesidad de fortalecer el Estado guatemalteco en todos sus ámbitos de acción, a efecto de hacerlo capaz de enfrentar los retos que significan las dificultades que puedan surgir.

 

VI.2 Los responsables de la sostenibilidad de la paz

La paz necesita de todos, pero especialmente de un Estado capaz de llegar a los ámbitos territoriales y sociales históricamente abandonados. El cumplimiento de los compromisos asumidos en los acuerdos de paz requiere de un Estado modernizado, que propicie nuevas y mejores relaciones entre el gobierno y la sociedad.

Sin embargo, la responsabilidad de construir la paz no recae solamente en el aparato estatal, pues todos los guatemaltecos, así como se benefician de la paz, deben constituirse en forjadores de su consolidación. Es necesario que el pueblo entero se transforme en un constructor de la paz y para ello se cuenta con una herramienta fundamental: la educación para la paz.

Hoy se hace indispensable la participación social, pero fundamentalmente la participación propositiva, que haga el mayor y mejor uso de los espacios abiertos por el proceso de paz y por la nueva situación política; que contribuya creativamente y de manera viable al proceso de reforma del Estado y de su institucionalidad; que tenga noción de la gradualidad de los procesos, dentro de una perspectiva histórica; que sea incluyente y plenamente pluralista.

Si bien es cierto que sobre el Gobierno de la República y las entidades estatales recae un alto porcentaje de responsabilidad en el cumplimiento de los compromisos derivados de los acuerdos de paz, es cierto también que sobre los sectores organizados de la sociedad recae la responsabilidad fundamental para hacer viables las transformaciones y procesos. Convertir en eficaces los compromisos obtenidos del proceso de paz es un compromiso de todos pues el proceso ha beneficiado al conjunto del país y a cada uno de los sectores particulares que integran la sociedad guatemalteca, sin excepción. Llevarlo adelante, fortalecerlo y asegurar su éxito, en su calidad de agenda nacional, representa el más importante reto para la sociedad y para el Estado.

Por último, resulta de trascendental importancia el acompañamiento y la cooperación internacional. El papel de la comunidad internacional continua siendo un factor de primer orden, tanto en sus aspectos de verificación del cumplimiento de los Acuerdos de Paz, como en el apoyo moral, político, diplomático y financiero.

 

VI.3 La posibilidad real de alcanzar una paz firme y duradera en la República de Guatemala

El esfuerzo desarrollado para la adopción de los acuerdos de paz es aleccionador, no obstante aún existe la necesidad de hacerlos viables para llevarlos a la práctica. Ello significa que no debemos caer en el conformismo por la simple suscripción de acuerdos, la posibilidad real de alcanzar una paz con sostenibilidad radicará en el hecho de dar cumplimiento a los mismos, pues con ellos se da inicio al proceso de construcción de una paz positiva, o sea de amplias dimensiones.

La suscripción del Acuerdo de Paz Firme y Duradera no debe significar un punto final de una dolorosa etapa histórica, para luego olvidar lo sucedido. Al contrario, la posibilidad de alcanzar una paz firme y duradera depende de que exista plena comprensión de las raíces del conflicto, no olvidando, sino intentando dar solución a las causas de conflictos, procurando evitar la repetición de errores.

Margarita Flores, directora del programa de América Latina de CEPAL, expone como aspectos condicionantes para la "sustentabilidad" de la paz:

"La pacificación no debe limitarse a un acuerdo político para acabar con el enfrentamiento armado interno. Es importante repasar las causas del conflicto y tener presente que la consolidación de la paz exige un proceso de combate a la pobreza y la construcción de nuevas bases de convivencia social. Lograr este objetivo requiere de un programa de desarrollo integral, que permita a la población de las regiones en conflicto disponer de una base económica suficiente para insertarse en la vida económica y política del conjunto del país".

 

VI.4 Garantías jurídicas que harán posible que se alcance la paz en la República de Guatemala

La construcción de una sociedad participativa y no excluyente, donde se pretenda la satisfacción de las necesidades de todos los guatemaltecos, depende de la vigencia, tanto normativa como sociológica, de los acuerdos suscritos. Para ello, la mejor forma es la conversión de los acuerdos en reglas de cumplimiento obligatorio.

Es necesario hacer efectivas las reformas constitucionales acordadas en el Acuerdo sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral, suscrito en Madrid el 12 de diciembre de 1996. Sin embargo, se debe tener presente que esas reformas constitucionales son insuficientes, pues el proceso de edificación de la paz es incesante, siendo necesario que en el futuro se emitan las leyes oportunas a efecto de lograr la satisfacción de las necesidades cambiantes de la mayoría, evitándose caer en la trampa de crear normas solamente como expresión de los intereses de las clases dominantes. Se necesita de un nuevo Derecho para una nueva sociedad.

Lo anterior hace advertir la necesidad de superar el dualismo entre las políticas oficiales del Gobierno vinculadas al cumplimiento de los acuerdos de paz y las políticas y planes generales, que en ocasiones, tras el objetivo de cuadrar cuentas macroeconómicas, se presentan como claras incongruencias con los acuerdos suscritos.

 

VI.5 Condiciones que, teóricamente, impiden el rebrote de conflictos armados en la República de Guatemala

Ciertamente, Guatemala constituye un difícil terreno para llevar adelante las tareas de construcción de la paz, pues, las desigualdades y exclusión son ancestrales. Por ello, pretender que de un día a otro se desarrollen los cambios a efecto de lograr una sociedad más justa y participativa resulta ilusorio, pues se necesitan recursos de diferente naturaleza que no pueden obtenerse con inmediatez.

Los acuerdos de paz, sin embargo, advierten la urgencia de superar las diferentes causas del conflicto armado. Todas las dificultades que se vivieron durante el proceso de paz no fueron en vano, ya que se logró elaborar una amplia lectura del conflicto, tratándose de dar solución mediante una noción amplia de paz, que privilegia, principalmente, la vigencia de los derechos humanos.

Se deduce, entonces, que lo que podría provocar rebrotes de conflictos sería el incumplimiento de los acuerdos, lo que entrañaría: que surgiesen nuevas causas de exclusión social o que se observasen nuevamente masivas violaciones de los derechos humanos. A la inversa, lo que impediría el rebrote de este tipo de conflictos sería el hecho de llevar del papel a la práctica los compromisos asumidos para lograr una sociedad más justa.

 

VI.6 La educación para la paz en la República de Guatemala

Desde antes que se suscribieran los acuerdos de paz en Guatemala, se contaba ya con normas que advertían la necesidad de desarrollar una educación que tuviera como parte de su contenido a los derechos humanos, de ahí que en el artículo 72 de la Constitución Política de la República de Guatemala, se establece lo siguiente:

"La educación tiene como fin primordial el desarrollo integral de la persona humana, el conocimiento de la realidad y cultura nacional y universal.

Se declaran de interés nacional la educación, la instrucción, formación social y la enseñanza sistemática de la Constitución de la República y de los derechos humanos (el resaltado es nuestro)".

En varios de los acuerdos suscritos durante la fase de negociación directa del proceso de paz guatemalteco se convino en dar la más amplia divulgación a los mismos. En el Acuerdo Global sobre derechos humanos se establece que ese acuerdo sería difundido a escala nacional, utilizando el idioma castellano e idiomas indígenas, quedando encargados de dicha función: el Procurador de los Derechos Humanos y las oficinas del Gobierno que fueren pertinentes. Sin embargo, es en el Acuerdo de Paz Firme y Duradera (segunda disposición final) donde se establece que la divulgación del acuerdo (al que quedan integrados el resto de acuerdos) se desarrollará, principalmente, a través de los programas oficiales de educación. Veamos:

"Se dará la más amplia divulgación al presente Acuerdo, en especial a través de los programas oficiales de educación".

Incluir dentro de los programas educativos la enseñanza de los acuerdos de paz forma parte de la lógica de convertir a los integrantes del pueblo guatemalteco en constructores de la paz. La responsabilidad de construir la paz no recae solamente sobre el Estado.

Por su parte, la Procuraduría de los Derechos Humanos en Guatemala desarrolla un importante programa de promoción de los derechos humanos, de hecho, cuenta con un departamento de Promoción y Educación, creado en 1990. Así también, cuenta con una Comisión Ejecutiva de Educación en Derechos Humanos. La labor educativa que realiza la Procuraduría de los Derechos Humanos es tan importante como la de tutela de los derechos humanos.

Tras la suscripción de los acuerdos de paz, el Ministerio de Educación creó una "Gerencia de la Paz", para dar seguimiento a los distintos compromisos sobre educación contemplados en los Acuerdos de Paz. A esta entidad le corresponde la mayor responsabilidad de llevar a todos los niveles de enseñanza el espíritu de los compromisos de paz asumidos.

En Guatemala, el desarrollo de una educación para la paz es doblemente difícil, ya que Guatemala presenta un alto nivel de analfabetismo y un bajo nivel de escolaridad, por lo cual es deducible que la labor que realiza la Gerencia de la Paz no llega a un importante sector de la población. Ante esa situación, es imprescindible que se haga efectivo el consensuado incremento del gasto público en el sector educativo, para que el derecho humano a la educación se haga realidad.

Ante el alto nivel de analfabetismo, las escuelas no se presentan, necesariamente, como el medio más idóneo de difusión de los postulados que inspiran a la Educación para la Paz. Es necesario que la difusión se efectúe por todo medio de comunicación posible y no exclusivamente en las escuelas.

El reto es grande, no obstante, sólo si todos los individuos se transforman en constructores de la paz, ese valor (al que todo pueblo tiene derecho) será una realidad. De esa cuenta, no debemos tomar una actitud conformista ante la suscripción de los acuerdos, pues esos son actos afortunados en nuestra historia, pero la tarea de construcción de la paz es constante, para ello, la educación para la paz tiene un rol determinante.