Política Exterior de Japón en la posguerra

 

El trauma nacional y la nueva Constitución

Para entender la política exterior japonesa en la posguerra, primero se necesita ver el trauma nacional creado por los sacrificios sufridos durante la guerra (pérdida de 3 millones de vidas) y la derrota incondicional frente a los militares extranjeros. Antes de la derrota, el gobierno informaba a la población que las fuerzas japonesas estaban ganando la guerra. Por eso, la sorpresa, el choque psicológico, y la indignación contra los militares eran especialmente profundos. Y desde ese momento nació la mentalidad de "nunca más" en la opinión pública.

La gran mayoría de la población aceptó el Artículo 9 de la Constitución de 1947. Por esta Constitución, Japón renunció a su derecho de usar las fuerzas militares como instrumento de solución de los conflictos internacionales. Japón también renunció a su derecho de tener "fuerzas de guerra".

Hubo controversias sobre la interpretación del Artículo 9. Se discutió por largo tiempo si se permitiría que Japón tuviera fuerzas armadas para autodefensa. Hasta la década del 80, la gran mayoría de la población vino a aceptar las Fuerzas de Autodefensa como una organización legítima. Sin embargo, la participación de las fuerzas japonesas en las acciones militares en ultramar siguió siendo un tema pendiente.

 

Metas fundamentales de la Política Exterior de Japón en la posguerra

Durante las primeras décadas de la posguerra, Japón tenía tres metas principales en su política exterior. En primer lugar, Japón necesitaba la presencia de los militares estadounidenses para defenderse contra la amenaza comunista porque Japón no tenía recursos económicos para reconstruir las fuerzas armadas para autodefensa y porque la opinión pública no permitió un pleno rearme.

EE.UU. por su parte necesitaba lugares donde poder estacionar sus militares en Asia en condiciones cómodas y seguras para la defensa anticomunista. Japón era el lugar ideal. Así ambos países concluyeron un Tratado de Seguridad en 1951 en que los EE.UU. se comprometieron a defender a Japón contra ataques desde afuera. El Tratado original era un tratado desigual en que los EE.UU. podían disponer de sus militares estacionados en Japón como les gustara sin consenso del gobierno japonés. Debido al pedido del gobierno japonés, el Tratado fue reformado en 1960 y ahora estableció una consulta previa para la movilización de los militares estadounidenses en Japón.

El compromiso estadounidense en el Tratado de Seguridad es unilateral en el sentido de que Japón no tiene la obligación de defender a los EE.UU. si este país es atacado militarmente. Para compensarlo, Japón permitió a los militares estadounidenses usar varios lugares en Japón como bases militares. La concentración de las bases militares estadounidenses ha sido especialmente destacada en Okinawa donde todavía persiste un fuerte movimiento de los ciudadanos para recuperar sus tierras.

La segunda meta diplomática era evitar los conflictos político-militares con cualquier país. Aunque había la garantía de seguridad por el Tratado Nipo-Estadounidense, los japoneses trataron de eludir cualquier situación en que Japón necesitara defenderse militarmente. Por este propósito, el gobierno japonés trató de mantener las más cordiales relaciones posibles con cualquier país, incluyendo los comunistas. Japón restableció sus relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en 1956. Las relaciones con China eran más difíciles porque Japón mantenía relaciones diplomáticas con Taiwan. El gobierno japonés por fin encontró una solución en 1958 en la forma de un acuerdo comercial entre los sectores "privados" de los dos países.

Japón ha tomado una política exterior que enfatiza las actividades de las Naciones Unidas. Esta institución internacional parecía a muchos japoneses como el lugar ideal donde los conflictos serían solucionados a través de métodos pacíficos y donde se podría fomentar el entendimiento mutuo con cualquier país. Las Naciones Unidas también han servido a la población japonesa para reducir el sentido de dependencia excesiva en los EE.UU.

En tercer lugar, como consecuencia del abandono del uso de fuerzas militares y de la necesidad de mantener relaciones cordiales con cualquier país, Japón llegó a poner la prioridad en sus relaciones económicas con los países del mundo. Además, Japón necesitaba recuperarse y desarrollarse económicamente, porque las industrias habían sido destruidas durante la guerra y la población estaba tan empobrecida que los conflictos sociales llegaron a ser muy agudos. En consecuencia, el desarrollo económico de la nación vino a ser la primera meta de la diplomacia japonesa en la posguerra.

Con este propósito, el gobierno japonés efectuó la política de separación del aspecto político y el económico. Para conseguir los recursos naturales incluyendo hidrocarburos y para vender los productos manufacturados, Japón trató de establecer y mantener relaciones cordiales con cualquier país sin ver la naturaleza de su régimen político (democrático, comunista, militar, y de segregación racial).

En la práctica, la meta de mantener relaciones cordiales con los EE.UU. se contradijo con otras dos metas: evitar conflictos político-militares y poner énfasis en las relaciones económicas. Por ejemplo, aunque los EE.UU. demandaron que Japón aumentara sus fuerzas armadas para autodefensa, el gobierno japonés con apoyo de la opinión pública siguió tomando la política de armamento ligero. El personal total de las Fuerzas de Autodefensa no ha superado 250.000 efectivos. Entre 1967 y 1986 el gasto militar del gobierno japonés nunca sobrepasó 1% de PBN.

En 1968, el gobierno japonés declaró la política de tres principios sobre las bombas nucleares: no las produce, no las obtiene, no las hace entrar. Esta política enojó a los estadounidenses porque los barcos o submarinos estadounidenses llevaban bombas nucleares y había, tal vez, almacenes de bombas nucleares en algunas bases militares estadounidenses en Japón. El gobierno estadounidense dijo que no pudo hacer ningún comentario sobre la existencia o inexistencia de las bombas porque esta información misma pudiera afectar su estrategia.

En ocasión de la primera crisis petrolera (1973), los países árabes amenazaron con suspender su exportación de petróleo a los países antagónicos contra el mundo árabe. En aquel entonces Japón tenía una reserva de petróleo equivalente al consumo de 49 días. EE.UU. rechazó el pedido japonés de garantía de suministro de petróleo. Finalmente el gobierno japonés decidió tomar una política pro-árabe aunque el gobierno estadounidense siguió tomando una política pro-israelí.

En las primeras tres décadas de la posguerra, el gobierno estadounidense mantuvo una política de hegemonía benévola, que le permitió a Japón mantener la contradicción entre las metas de su política exterior.

 

El declive de la hegemonía estadounidense y sus impactos en la Política Exterior de Japón

(a) Decadencia de la hegemonía estadounidense

Debido a la decadencia relativa de su economía y los sacrificios pasados en Vietnam, los EE.UU. paulatinamente abandonaron el papel hegemónico en el mundo liberal. En 1970 el Presidente Nixon anunció la Doctrina de Nixon en que declaró la disminución de la presencia militar de los EE.UU. en Asia y demandó el fortalecimiento de las fuerzas armadas de los países asiáticos dependientes de los EE.UU. En 1971, Nixon anunció su intención de establecer contactos con China y un mes después anunció la suspensión del cambio libre entre el dólar y el oro ("Choques de Nixon"). Los EE.UU. también eran impotentes frente a la estrategia petrolera de los países árabes y la estrategia de las empresas petroleras multinacionales.

Los EE.UU. perdieron la capacidad de mantener solos el mundo liberal y pidieron a los países europeos y Japón compartir la responsabilidad. Así se formó el Grupo de los Siete (G-7) en 1975.

Japón decidió ampliar sus contribuciones internacionales en el área económica. Su propio desarrollo económico ya no era la meta de la política exterior de Japón; la capacidad económica de Japón llegó a ser el instrumento de la diplomacia japonesa.

(b) Compromiso Fortalecido para Asia

Antes de la guerra, Asia era muy importante como proveedor de recursos naturales y el mercado para los productos manufacturados de Japón. Después de la década del 50, la reanudación de las íntimas relaciones económicas con Asia llegó a ser uno de los propósitos de la diplomacia económica de Japón. Se usó el pago de indemnización a los países asiáticos para promover las exportaciones de los productos japoneses a esos países. Después, la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) también funcionó para promover las exportaciones japonesas.

Asia llegó a contar con más del tercio de las exportaciones japonesas en 1960. Hasta principios de la década del 70, casi 100% de la AOD estaba destinada a Asia.

En 1977 el Primer Ministro Fukuda declaró en Manila que Japón fortalecería su compromiso con Asia del Sudeste como miembro igual en la región y que Japón estaba dispuesto a contribuir para que la paz pudiera establecerse entre los países capitalistas y los socialistas en la región. Se dice que esta Declaración de Fukuda fue la primera expresión de una diplomacia positiva de Japón en la posguerra.

En 1980 se estableció el PECC (Consejo de Cooperación Económica del Pacífico) según la propuesta japonesa. Es la organización compuesta por los académicos, los funcionarios gubernamentales y los hombres de negocio de los países del Asia-Pacífico. En base a las actividades de PECC, se estableció APEC (Consejo Económico Asia-Pacífico) en 1989 con la participación de Japón, los EE.UU., Australia, Nueva Zelanda, Canadá, seis países de ASEAN y Corea del Sur. Después participaron China, Taiwan, Hong Kong, México, Papúa-Nueva Guinea, Chile y Perú.

(c) Compromiso Global

Desde la segunda mitad de la década del 70, el compromiso económico de Japón también llegó a los demás continentes. Una de las razones para la ampliación de las relaciones exteriores de Japón era el declive del poder de los EE.UU. Ahora este país pidió a Japón aumentar la asistencia no solo hacia los países asiáticos sino también para los países no asiáticos.

Otra razón era el aumento del nacionalismo de los países con muchos recursos en la década del 70. Japón, para su propia economía, necesitó promover relaciones más cordiales con los países con muchos recursos, como los países árabes y los latinoamericanos. Así se expandió la AOD para Latinoamérica y el Medio Oriente durante la década del 70.

Este compromiso global se profundizó en las décadas del 80 y del 90. Por un lado, Japón empezó a utilizar su poder económico para fomentar la paz en las regiones conflictivas como Centroamérica. Por otro lado, la cooperación económica llegó a cubrir no solo la reducción de la pobreza sino también los problemas a escala global como la protección del medio ambiente.

(d) Aumento de Gastos Militares y la Cooperación Tecnológica con los EE.UU.

Según el pedido de los EE.UU., Japón aumentó sus gastos militares en la década del 80. Sin embargo, la opinión pública todavía no aceptó una expansión drástica de las Fuerzas de Autodefensa. Japón también tuvo que preocuparse por la reacción antagónica de China y otros países asiáticos que habían sufrido las ocupaciones japonesas antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces, los gastos militares de Japón sobrepasaron el 1% del PBN aunque solo en 0,01 puntos durante los años 1987, 88 y 89.

Además, este monto incluye los gastos para las fuerzas estadounidenses que se estacionan en Japón. El gobierno japonés paga a los japoneses que trabajan en las bases militares de los EE.UU. y también ayuda a los militares estadounidenses a construir viviendas y pagar la electricidad y agua.

Desde 1983, Japón aceptó el pedido norteamericano de cooperación tecnológica en la producción de armas. Ofreció a los estadounidenses sus tecnologías de fibra óptica y aplicadas a otros nuevos materiales. También accedió a otra demanda estadounidense al abandonar en 1987 el programa de desarrollo de tecnología autónoma para aviones de combate. Decidió usar el avión estadounidense como base y desarrollar un nuevo modelo con la participación de ambas partes.

Así Japón coopera con los EE.UU. para que este pueda mantener la hegemonía tecnológica y como consecuencia aumentar sus exportaciones de armas a Japón.

 

Política comprensiva (integral) de Seguridad Nacional

Todas estas orientaciones nuevas componen la política exterior de Japón contemporáneo que empezó a llamarse la política comprensiva de Seguridad Nacional en 1978. Hay tres bases para esta política: (i) la declinación del poder estadounidense, (ii) la opinión pública en Japón y en Asia contra la ampliación del papel militar de Japón en ultramar, (iii) la amenaza económica contra la seguridad nacional de Japón.

Según esta política, Japón aumenta su preparación militar para la autodefensa. Sin embargo, debido a la preocupación en Japón y en Asia sobre el renacimiento del militarismo japonés, hay límites en los esfuerzos japoneses del rearme y la ampliación de su papel en ultramar. Además los japoneses, a través de su amarga experiencia durante el embargo árabe de petróleo se dieron cuenta de que la amenaza contra su seguridad era no solo militar sino también económica. Japón depende de los recursos naturales y alimentos de afuera. Si se detiene el flujo de estas mercancías, el daño contra la vida de los japoneses será casi equivalente a los daños causados por la agresión militar. Entonces, para defender la seguridad nacional, se necesita fomentar la amistad de largo plazo con los países con recursos naturales. La diplomacia y la AOD deben servir a este propósito. Esta es la Política Comprensiva de Seguridad Nacional de Japón.

 

Política Exterior de Japón después del fin de la Guerra Fría

El fin de la Guerra Fría significó que la probabilidad de una guerra mundial se había reducido pero aumentó el peligro de conflictos locales como la invasión iraquí en Kuwait en 1990. En aquella ocasión, Japón se enfrentó a una seria dificultad en cuanto al tipo de contribuciones internacionales. Algunos hablaron sobre la necesidad de enviar fuerzas armadas al golfo Pérsico. Otros se opusieron al envío de militares japoneses porque consideraron que era inconstitucional. Japón decidió contribuir con 11.000 millones de dólares a las fuerzas multinacionales dirigidas por los estadounidenses. Sin embargo, no se pudo llegar a un consenso nacional sobre el envío de militares a ultramar. Solo en junio de 1992 se legisló la Ley de Cooperación Internacional que por fin permitió a los destacamentos militares participar en la operación de mantenimiento de paz (PKO) por las fuerzas de las Naciones Unidas. Sin embargo, todavía no hay consenso suficiente en cuanto al tipo de armas que pueden llevar los destacamentos militares y cómo usarlas en el lugar al que sean enviados.

Según esta ley, Japón tomó la iniciativa en el establecimiento de la paz en Camboya y envió 600 militares en 1992. Mandó otros destacamentos mucho más reducidos a Mozambique en 1993 y a las Alturas del Golán en 1996.

Esta ley también permite el envío de personal civil para observar elecciones conflictivas. Según esta estipulación, se ha enviado civiles a varios países de Asia, Medio Oriente y América Latina.

El fin de la Guerra Fría también significó que el principio de la separación del aspecto económico y el político perdió una de sus bases. Como el comunismo perdió fuerza ideológica hasta para los líderes de los países socialistas como China, Japón ahora pudo defender abiertamente la democracia y el capitalismo sin temer la repulsión de los países socialistas. La promoción de la democracia y del mercado libre fue integrada en las metas básicas de la diplomacia japonesa en 1991. Estos, junto con la protección del medio ambiente y la disuasión del uso o la exportación de las armas, también llegaron a ser metas de la AOD en 1992. Sin embargo, Japón se enfrenta a dificultades en su política de defender la democracia y derechos humanos en Asia, como en China y Birmania, donde todavía se da prioridad al mantenimiento de buenas relaciones económicas.