Anuario de Relaciones Internacionales, Año 1994

Presentación

 

El objetivo de esta presentación es efectuar une breve reseña de los conflictos más relevantes que ha vivido el continente africano durante 1993 así como describir los principales acontecimientos en las relaciones argentino africanas

A- LA SITUACION EN AFRICA

Durante 1993 Africa no permaneció ajena a las turbulencias del mundo de la postguerra fría.

El continente africano exhibe una historia plagada de conflictos étnicos, religiosos y tribales, muchos de los cuales fueron incentivados durante la guerra fría, pues Africa se convirtió en escenario de la confrontación Este-Oeste, aún cuando en el norte, en los setentas, se hablaba de distensión.

A pesar de la desaparición de las superpotencias del escenario africano, estos conflictos continúan, se renuevan o reaparecen, mostrando que una vez desatadas las fuerzas de la tormenta, es muy difícil apagarlas.

En el marco de la OUA (Organización para la Unidad Africana) se han reunido los jefes de Estado y de gobierno africanos a mediados de 1993 para crear un mecanismo de prevención, gestión y solución de los conflictos continentales. Pero la ausencia de recursos condenará al organismo a un mero papel de mediación más que de verdadera fuerza de intervención.

Inestabilidad política, severas crisis económicas incrementadas por el peso de la deuda externa, hambruna, provocada por las sequías, las malas políticas agrícolas y los conflictos étnico-religiosos conforman un panorama desalentador para los proyectos de restauración democrática.

En el Africa del Norte, el fundamentalismo musulmán ha complicado la situación política de Argelia y Egipto. A pesar de la represión gubernamental, el número de adeptos es cada vez más preocupante. Es que el fundamentalismo islámico sustenta su crítica en realidades que viven todos los jóvenes musulmanes africanos: ausencia de trabajo, pobreza, precios en aumento, corrupción burocrática, insatisfacción con el gobierno

El caso de Argelia es el más complicado. En enero de 1992 la victoria del FIS (Frente Islámico de Salvación) en la primera vuelta de las elecciones generó en el gobierno temor a un triunfo fundamentalista y decidió -respaldado por los militares- cancelar las elecciones y proscribir al FIS. El 29 de junio de 1992, Boudiad, presidente del Alto Comité de Estado es asesinado.

Le suceden como Jefe del gobierno, Belaid Abdessalam y como presidente Ali Kafi, quienes no logran controlar la inestabilidad política que ha paralizado la economía, creciendo así el descrédito de un régimen, que no obstante la relación dual y contradictoria, sigue siendo apoyado por Francia. Entre las fuerzas de oposición, junto al FIS se encuentran un grupo laico, la Agrupación para la Cultura y la democracia (ACD) cuyo jefe es Said Sadi y el Frente de las Fuerzas Socialistas, (FFS), bajo el liderazgo de Ait Ahmed.

En tanto, la insurgencia fundamentalista ha causado la muerte de 2000 personas desde la prohibicón del FIS y sigue reclutando adeptos desde la clandestinidad.

En cuanto a Egipto, en 1992 el gobierno del presidente Mubarak comenzó la lucha contra integristas musulmanes, que continuó durante 1993.

El líder de este Grupo Islámico, Omar Abdel Rajman, vive en EEUU, en el estado de Nueva Jersey y ha logrado consolidar un grupo que a través del islamismo ofrece asistencia médica a bajo costo y distribuye alimentos entre lo pobres. Pero el objetivo es ofrecer un cambio a través de la violencia como única opción para lograr una distribución más equitataiva de la riqueza. Pretenden que Egipto abandone su relación "clientelar con EEUU", quien aporta más de 2000 millones de dólares en ayuda militar para su más importante aliado árabe.

No obstante todas estas complicaciones en el frente interno, el 5 de octubre de 1993 Hosni Mubarak ganó por tercera vez las elecciones por 6 años.

Sudán vive una guerra civil étnico-religiosa que lleva 10 años, entre el insurgente Ejército Popular de Liberación con bases en el sur y el gobierno de Sudán, (Frente Islámico Nacional) que ha instaurado un régimen islámico. Esta disputa que parece no tener solución, tiene sus orígenes en la conformación misma de las estructuras de poder del Estado sudanés y ha llevado a este país por la senda del hambre y la destrucción.

Similar situación se vive en Somalía donde enconadas rivalidades entre una docena de milicias que sustentan su base de poder en sus respectivos clanes han eclosionado con posterioridad al derrocamiento del presidente Mohamed Siad Barre, en enero de 1991.

Luego del fracaso de una Misión convencional de paz de NU -cascos azules- y de los ataques sufridos a los contingentes de ayuda humanitaria, el 3 de diciembre de 1992 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas autorizó la operación multinacional de Paz "Devolver la Esperanza". La misma estaba encabezada por los EEUU, con fines humanitarios, para neutralizar las facciones y las bandas armadas y posibilitar la llegada de alimentos a una población al borde de la hambruna. El Consejo de Seguridad autorizó el uso de la fuerza adoptando una resolución similar a la del 29-11-90 cuando respaldó a la coalición dirigida por EEUU para expulsar a las tropas iraquies que invadieran Kuwait en la llamada "Operación Tormenta del Desierto". Desde la crisis de Katanga en el ex Congo Belga- actual Zaire- en la década del 60, NU no enviaba tropas a un conflicto en Africa.

La intervención continuó durante todo el año 1993. Si bien a principios de ese año la emergencia pareció haber quedado atrás, -las facciones beligerantes no habían abandonado la lucha pero se habían sentado a negociar- en marzo, las fuerzas de la NU iniciaron la segunda etapa de su operación y entraron en conflicto abierto con los caudillos. La seguridad experimentó un rápido deterioro, y muchas organizaciones humanitarias debieron evacuar el territorio somalí. El incidente más grave desde la perspectiva de las fuerzas de intervención lo constituyó la masacre de 24 cascos azules paquistaníes y el caudillo somalí Ahmed Farah Aidid (Alianza Nacional Somalí) se constituyó en el blanco del contraataque.

En junio de 1993 NU tomó el control de las operaciones de paz y en octubre se inició el retiro de soldados norteamericanos.

Muchas críticas han surgido desde la prensa europea y norteamericana sobre la intervención, inclusive la sugestiva posición del Vaticano y la amenaza italiana y alemana de posible retiro de sus fuerzas, que sólo fueron a cumplir una misión humanitaria.

El argumento es que la intervención se estaba convirtiendo en un fin en sí mismo produciéndose más operativos militares que ayuda. Se estaba gastando 10 dólares en seguridad militar por cada dólar de asistencia. Para algunos, el principio de ingerencia humanitaria se estaba transformando en intromisión en los asuntos internos.

La situación en Liberia no ha sido aún resuelta, como corolario de la guerra civil iniciada en 1990 por los rebeldes del Frente Patriótico Nacional de Liberación (Taylor) y el Frente Nacional Patriótico Independiente (Johnson) -ambos enfrentados- contra el gobierno de Doe, quien fue muerto.

Esta crisis provocó la intervención extranjera, con el desembarco de infantes de marina estadounidense en Monrovia en agosto de 1990 y la intervención africana de la ECOWAS a través de la Fuerza Occidental Africana de Interposición (Ecomog) integrada por efectivos de Nigeria, Gambia, Guinea y Sierra Leona.

Burundi El 21 de octubre de 1993, tras sólo tres meses de gestión, fue muerto el presidente constitucional Melchior Ndadaye, primer presidente civil, en un sangriento golpe de Estado. Ndadaye sucedió a Buboya, quién había derrocado a Bagaza en 1987. Buboya fue quien convocó los primeros comicios presidenciales democráticos desde 1962, año de la independencia de Burundi, en los cuales fue elegido Ndadaye. Con su acceso a la presidencia de Burundi se puso fin a la secular dominación de la tribu minoritaria de los tutsi, convirtiéndose en el primer jefe de Estado de la tribu mayoritaria hutu (65% de la población). Ndadaye tenía previsto la convocatoria a un referendum para reformar la constitución e instaurar oficialmente el multipartidismo

Este resurgimiento de los conflictos intertribales recuerda la violencia de 1988 que causó 5000 muertos.

Pero a finales de octubre los jefes militares se desligaron de la conspiración y pidieron al gobierno del asesinado Ndadaye que reasumiera el poder, a cambio de la amnistía.

En Angola continúa durante 1993 la guerra civil entre rebeldes de la UNITA y tropas gubernamentales, enfrentamiento que tiene sus orígenes poco después de la independencia de Angola de Portugal, en 1975.

En junio de 1991, el gobierno de Luanda y la UNITA firmaron un acuerdo de paz, bajo los auspicios de Naciones Unidas, por el cual fueron convocadas elecciones parlamentarias y presidenciales, en las que resultó ganador el partido en el gobierno (MPLA). Savimbi, líder de la oposición, no aceptó la derrota y volvió a la guerra civil, aunque su margen de maniobras se ha reducido al reconocer EEUU -su tradicional aliado- al gobierno del presidente Dos Santos. Por los acuerdos de Bicesse se comprometieron al acatamiento del resultado de las elecciones de setiembre de 1992 y a llevar adelante la desmovilización. En tanto el Consejo de Seguridad envió una misión de Verificación de NU y el Programa Mundial de alimentos ayuda humanitaria.

En tanto en Mozambique, país con una economía desquiciada por una guerra civil similar a la de Angola, han disminuído los enfrentamientos entre el gobierno y rebeldes derechistas.

El conflicto se inició con la independencia de Mozambique en 1975, y el acceso al poder del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) que proclamó la República Popular. Surgió entonces el RENAMO (Resistencia Nacional de Mozambique), oposición armada que lucha contra el gobierno marxista de Maputo.

En 1986, la misteriosa muerte del presidente Machel en un accidente aéreo en territorio sudafricano llevó al poder a Chissano, quien en 1989 proclamó el abandono del marxismo leninismo. En 1990 comenzaron las negociaciones secretas de paz patrocinadas por la iglesia local y por el entonces vicecanciller italiano Raffaelli.

El 4 de octubre de 1992 el gobierno de Mozambique y la organización guerrillera RENAMO firnaron un acuerdo de paz para poner término a 17 años de guerra civil.

Las NU enviaron la fuerza de paz ONUMOZ a principios de 1993 para verificar los acuerdos

El 27 de abril de 1993 Eritrea, con capital en Asmara, se independizó de Etiopía, luego que el pueblo votó casi por unanimidad (99%) un referendum patrocinado por NU, tras 30 años de guerra civil.

En Libia siguen rigiendo las sanciones adoptadas por el Consejo de Seguridad en marzo de 1992 (Resolución 748: embargo aéreo y militar, expulsión de diplomáticos libios) para presionar por la entrega de sospechosos libios de sabotear con explosivos un avión norteamericano de pasajeros. Siria fue el único país que se opuso.

El caso más interesante y complejo lo constituye Sudáfrica, que desde hace unos años se ha convertido en el mayor laboratorio político del mundo

Con el acceso en 1989 de FW De Klerk a la presidencia sudafricana se abrió una nueva etapa en la historia de este país desde el punto de vista político, en la medida en que se propuso cambiar el criterio ordenador de los sucesivos gobiernos sudafricanos, pasando del Apartheid a la democratización, pues no había más espacio para el ajuste.

Los cambios en el escenario internacional, que se iniciaron con el relajamiento de tensiones entre las dos superpotencias, el fin de la guerra fría, las modificaciones al interior de la Unión Soviética y el colapso del comunismo, fueron hechos que mostraron el anacronismo de, por una parte, una Sudáfrica baluarte de los principios de Occidente, y por la otra, un gobierno blanco empeñado en luchar contra la subversión comunista negra en el país.

Las negociaciaciones hacia 1993

Las negociaciones lideradas por el presidente De Klerk han pasado por períodos de gran avance y otros de estancamiento. No obstante, el objetivo de elaborar una nueva constitución democrática está cada vez más cerca. Los dos principales grupos negros, el Inkhata y el ANC han participado o abandonado el proceso, en función del logro de sus propias demandas, en el marco de un importante nivel de violencia del cual nadie es ajeno.

El primer acercamiento entre las partes se produjo a mediados de 1991, que fructificó en el Acuerdo Nacional de Paz del 14 de setiembre del mismo año y en una histórica reunión en Johannesburgo el 30 de noviembre, de la cual participaron todas las organizaciones involucradas en las "talks on talks", acordando un calendario para iniciar las conversaciones sobre redistribución del poder bajo una nueva constitución. Así se convocó a la Convención para una Sudáfrica Democrática (CODESA) que se reunió por primera vez el 20 de diciembre de 1991, para supervisar la transición.

El año 1992 fue testigo de altos niveles de violencia, matanzas, que involucraban a alguno de los grupos negros y el estancamiento de CODESA que sólo logró reunirse en dos oportunidades. Las conversaciones continuaron a nivel bilateral, hasta que se acordó, a finales de año, la convocatoria para 1993 de un Foro Multipartidario, nueva instancia que reemplazaría a CODESA y que debería ocuparse entre otros temas de la Constitución de transición.

El 1 de abril de 1993, en Kempton Park, se reinició el proceso multipartidario de negociaciones, abarcando en un principio 26 organizaciones o grupos políticos, desde la derecha a la izquierda. En su seno se han conformado dos alianzas en torno a las opiniones respecto a si la futura constitución debería ser redactada por el proceso multipartidario de negociación o por un organismo especialmente elegido.

La alianza constituída por el Partido Nacional en el gobierno y el ANC (Mandela) apoya un enfoque de dos etapas, consistente en la elección de un órgano encargado de redactar la constitución definitiva, sobre la base de una constitución de transición.

La Alianza por la Libertad, (ex CONSAG: Grupo de Ciudadanos preocupados), integrada por el Partido Inkhata de la Libertad (liderado por Buthelezi), el gobierno de Kwazulu, el gobierno de Bophuthastswana, Ciskei, el Partido Conservador y la Unión de Pueblos Akrikaner, se opone a la idea de un gobierno de transición y sostiene que el mismo proceso multipartidario de negociación debería redactar la constitución definitiva de Sudáfrica, en una sola etapa.

No obstante, el 6 de junio de 1993 (en una reunión en el World Trade Center) se acordó que el proceso multipartidario de negociación determinaría los principios constitucionales que regirían la constitución de transición, siendo éstos ratificados por el Foro de Negociación el 2 de julio de este año. En la futura constitución se prevé una forma democrática de gobierno, la aceptación de un gobierno central, con características federales que dé cabida a la diversidad regional y el respaldo a una carta de derechos humanos fundamentales.

Sobre esta base el 26 de julio se presentó un proyecto de constitución para Sudáfrica, posteriormente aprobado por el proceso multipartidario de negociación y por el Parlamento el 22 de noviembre de 1993.

La fecha para las primeras elecciones no raciales y democráticas ha sido fijada para el 27 de abril de 1994, cuando se elegirá un órgano que llevará el nombre de Gobierno de Unidad Nacional, durará cinco años y estará encargado de redactar la constitución denifitva. Aunque no se había llegado a un acuerdo sobre el sistema de gobierno local para las nueve regiones provinciales, tema bastante conflictivo por razones de carácter histórico, político y económico.

En tanto, para crear un clima que permita la libre participación política y garantice que el gobierno no emplee su influencia para obtener ventajas indebidas se creó un Consejo Ejecutivo de Transición (CET), aprobado por el Parlamento el 23 de setiembre, con funciones de asesoramiento y supervisión.

LA Alianza para la Libertad se ha retirado del Foro de Negociaciones, negándose a aceptar el proyecto de Constitución y la fecha de las elecciones argumentando que no formó parte del proceso que decidió esa fecha. En realidad ambas cuestiones fueron aprobadas según el procedimiento del "consenso suficiente" que no gozó de una aceptación multilateral más amplia.

El proceso de negociaciones ha sido respaldado por la comunidad internacional, habiéndose levantado casi todas las sanciones que pesaban sobre Sudáfrica. Fue el mismo Mandela, líder del ANC, quien, en función del avance en las negociaciones, solicitó en un histórico llamado al mundo, el levantamiento de las sanciones, cambiando de esta manera la tradicional posición que había mantenido su grupo.

Las Naciones Unidas, por su parte, han levantado las sanciones decretadas, salvo el embargo de armas y de petróleo. Se está esperando al 27 de abril para integrar plenamente a Sudáfrica a la Comunidad Internacional y al seno de la organización.

Cuando De Klerk anunció el 2 de febrero de 1990 que Sudáfrica entraba en una nueva etapa de su historia, pocos pensaron que sus promesas se harían realidad en tan poco tiempo. El camino emprendido es largo y difícil. La situación requiere de una adiestrada cintura política pues no sólo De Klerk debe presidir la transición del apartheid a "una Sudáfrica no racial y democrática" en medio de la violencia, la intolerancia y la recesión económica, sino que también debe hacer frente a las permanentes críticas de la izquierda y de la derecha que lo acusan de no hacer lo suficiente para poner fin al derramamiento de sangre.

Las primeras elecciones multirraciales del 27 de abril de 1994 marcarán el principio del fin del Apartheid. Situaciones previstas y no previstas pueden demorarlas, pujas por mayores espacios de poder o por no perder el poder retenido por la fuerza durante tanto tiempo pueden detener por cierto tiempo el proceso. Pero la irreversibilidad de los cambios producidos permiten vislumbrar un futuro cercano, no excento de turbulencias, pero donde todos los habitantes de una Sudáfrica democrática tengan el espacio que les corresponde.

 

B- LAS RELACIONES ARGENTINO-AFRICANAS DURANTE 1993

La política exterior argentina hacia los países africanos durante el transcurso de 1993 continuó enmarcada en los cánones que la administración Menem impuso a las relaciones argentino-africanas: bajo perfil en el ámbito multilateral, relaciones bilaterales selectivas orientadas por un sesgo comercialista, repriorización de los socios en el Africa del Norte, achicamiento de los lazos político-diplomáticos con el Africa Negra y recomposición de las relaciones con Sudáfrica.

La participación argentina en misiones de Naciones Unidas en Africa se inscribe en un esquema de nuevo protagonismo internacional, más que en una estrategia de presencia en Africa per se. Argentina está colaborando en Angola (en una misión de verificación de los acuerdos de paz de Naciones Unidas), en el Sahara Occidental (misión de Naciones Unidas para llevar a cabo un referendum) y en Mozambique (envío de una unidad sanitaria y observadores militares).

En la actualidad argentina posee embajadas en Marruecos Túnez, Argelia, Libia y Egipto, por el Africa Nordsahariana y sólo cinco embajadas para el resto del continente: Senegal, Nigeria, Zimbabwe, Kenya y Sudáfrica.

Las relaciones con los países del Africa Nordsahariana merecieron consideración por sus vinculaciones con el conflicto del Medio Oriente. La priorización de algunos países ha estado condicionada por la relación comercial bilateral y por sus buenas relaciones con los Estados Unidos. Egipto, Marruecos, Túnez fueron los países seleccionados. Durante 1993 se analizaron con Marruecos ocho acuerdos de cooperación técnica, económica y cultural y estaba prevista -aunque no se concretó- una visita del presidente Menem a Rabat. En tanto el presidente tunecino debió suspender en dos oportunidades su visita a la Argentina por cuestiones de política regional árabe. En el ámbito de las iniciativas de cooperación internacional, durante setiembre de este año viajó a la región una misión argentina integrada por funcionarios de programación del Fondo Argentino para la Cooperación Horizontal, visitando Argelia, Marruecos, Túnez y Egipto.

En el marco de las poco relevantes relaciones de Argentina con el Africa negra, merecen anotarse las ventas argentinas a Nigeria y Angola, que se constituyen en los dos únicos compradores importantes en la región.

Luego del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Sudáfrica, decretado por la Administración Menem el 8 de agosto de 1991, se produjo un incremento de las relaciones bilaterales que culminó, en el plano político, con la visita a Buenos Aires del presidente de Sudafrica, Frederick de Klerk, el 27 y 28 de agosto de 1993.

Minería y agricultura parecen haberse constituído en los temas prioritarios de la agenda económica bilateral. El gobierno argentino pretende atraer inversiones mineras y transferencia de tecnología para explorar y explotar sus yacimientos. A finales de 1992 una misión encabezada por el entonces Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Alieto Guadagni, visitó Sudáfrica para promover inversiones mineras en la Argentina. Esta actividad fue profundizada durante 1993 con un Seminario "Argentina: opening the last mining frontier", organizado en Sudáfrica en agosto, por la Secretaría de Minería, con el mismo objetivo. Como resultado, varias companías mineras sudafricanas han abierto sucursales en Buenos Aires y suscripto convenios con empresas argentinas.

En tanto en el ámbito de las relaciones comerciales, las exportaciones agrícolas argentinas siguen constituyendo el rubro más relevante en el relativamente importante comercio argentino-sudafricano.

El restablecimiento de relaciones diplomáticas trajo también aparejado un reflorecimiento de las relaciones entre las respectivas marinas, que habían bajado de perfil durante su interrupción. En este marco se inscriben los ejercicios navales conjuntos realizados en febrero de 1993, en aguas argentinas. La Operación combinada Atlas Sur contó con operaciones antisuperficie, antisubmarinas, antiaéreas y de guerra electrónica.

Aún cuando quedan una serie de temas pendientes de discusión en la relación bilateral (restablecimiento de comunicaciones aéreas, convenio de transferencia frutihortícola, tratado para evitar la doble imposición a inversiones sudafricanas, supresión de visas, etc) puede afirmarse que las relaciones bilaterales pasan por un excelente momento. Los procesos internos sudafricanos y las próximas primeras elecciones multirraciales en Sudáfrica, del 27 de abril de 1994, mostrarán el camino a seguir para profundizar los intercambios.

Gladys Lechini de Alvarez

Coordinadora del Departamento Africa