DEPARTAMENTO DE ASIA Y EL PACIFICO
Presentación:
Pablo
Martín Pinto
Jorge
Rafael Di Masi (Coordinador), María Gabriela Quijano, Mariana Heredia, María de
los Angeles Arturi, María Marta Trabucco, Constanza Loustau, Diego Capelli
En años
recientes, la región del Pacífico Asiático muestra signos evidentes de la
consolidación de las tendencias profundas que presumiblemente caracterizarán su
integración al orden emergente.
La
desintegración de las condiciones subyacentes en el orden regional que
resultaba de la estabilidad hegemónica de la Guerra Fría, no ha pasado
desapercibida en el Pacífico Asiático, donde la confrontación Este-Oeste
presentaba una de sus expresiones más paradigmáticas.
Durante
1995 las relaciones intra-regionales se manifestaron a lo largo de distintos
niveles de quiebre, resultando en una superposición de relaciones dialécticas.
Para una mejor comprensión de los fenómenos del área, intentaremos describir en
forma analítica esa serie de relaciones dialécticas que se presentan en forma
simultánea: cooperación-confrontación, regionalismo-subregionalismo,
economía-seguridad.
El Eje
Cooperación-Confrontación:
En la
esfera de la cooperación, 1995 se insinuaba como el año en que quedaría en
evidencia el resurgimiento de Japón como potencia regional. Por un lado, la
iniciativa del Primer Ministro malayo Mahathir Mohamad de creación del foro
regional exclusivamente asiático, el East Asia Economic Caucus, alcanzó un
punto en el cual la respuesta de la diplomacia japonesa resultaba clave para su
concreción definitiva. A su vez, las negociaciones en torno al conflicto
comercial con los EE.UU. convirtieron a Japón en centro de atención regional,
ya que podía apreciarse un cambio de actitud de este país con respecto a los
márgenes de tolerancia de la presión norteamericana (gaiatsu, es el
término utilizado en idioma japonés), que caracterizó la resolución de
contiendas similares en el pasado.
La firma
del acuerdo comercial en el sector automotriz y de autopartes en junio de 1995,
dejó sin efecto los reclamos recíprocos de ambos países ante la WTO (sigla en
inglés de la Organización Mundial de Comercio); inmediatamente después de
firmado el acuerdo, los negociadores por ambas partes, M. Kantor por EE.UU. y
R. Hashimoto por Japón, brindaron en la conferencia de prensa interpretaciones
contradictorias del alcance del compromiso, sugiriendo que se trataba de lo que
se denomina un "face-saving agreement", concretado
inmediatamente antes del vencimiento de los plazos para la entrada en vigencia
de las represalias con que EE.UU. había amenazado a Japón.
La
lectura del proceso muestra a los EE.UU. más preocupado por forzar el acceso a
los mercados externos para sus productos que por el sostenimiento de los principios
de libertad comercial, mientras que Japón emergió del conflicto con su dignidad
prácticamente intacta ya que pudo hacer frente a las amenazas americanas sin
capitulación aparente. En el entendimiento de los observadores, la negociación
contribuyó a sostener la imagen interna del Ministro de Industria y Comercio
Internacional (MITI) del Japón, Hashimoto Ryutaro, quien en enero de 1996
resultaría electo Primer Ministro del Japón por la coalición gobernante, en el
resonado comeback del LDP a la cabeza de la misma, luego de la renuncia
del socialista Murayama Tomiichi. La atención brindada en la región a este
conflicto resulta justificada por la enorme influencia que la confrontación
entre sistemas económicos claramente diferenciados tiene en las restantes
economías de la región.
La
contienda EE.UU.-Japón en materia de acceso a los mercados encuentra un
paralelo en los conflictos que la economía norteamericana tiene con otros
países asiáticos, particularmente China y Corea del Sur. En lo que respecta a
Corea del Sur, en septiembre de 1995 e inmediatamente después de que el
conflicto comercial entre EE.UU. y Japón llegara a su fin, se concretó un
acuerdo entre Washington y Seúl en torno al acceso al mercado automotriz
coreano. Este acuerdo también se negoció bajo la amenaza de llevar la contienda
ante la WTO, hecho que preocupaba al gobierno del Presidente Kim Young Sam
porque una eventual resolución negativa en Ginebra hubiera conducido a la
apertura forzosa del mercado automotriz doméstico, exponiendo a Corea a una
eventual invasión de automóviles japoneses.
En cuanto
a China, las relaciones comerciales sino-americanas giraron hasta 1995 en torno
a las contiendas por la protección de los derechos de propiedad intelectual, y
las condiciones exigidas por los EE.UU. para brindar su apoyo al ingreso de
China como miembro fundador de la WTO. Sin embargo, en este mismo año, las
relaciones comerciales se vieron inscriptas en un espectro mayor de
conflictividad en las áreas políticas y de seguridad -particularmente por los
juegos militares chinos en el Estrecho de Taiwán y las pruebas de misiles de
alcance intermedio, la construcción de estructuras militares en las Islas
Spratly cuya soberanía es reclamada por otros seis países asiáticos1
y las operaciones en el Mar del Sur de China- y que se extiende al área de
derechos humanos, donde una vez más el gobierno de Clinton amenazó con la
revocación del tratamiento comercial de nación más favorecida para China, en
virtud de las denuncias por sistemáticas violaciones a los derechos humanos en
éste país.
El punto
más alto del enfrentamiento se produjo hacia mediados de año, cuando a la par
de la actividad pro-taiwanesa del Congreso, el gobierno norteamericano otorgó
al Presidente Lee Teng-Hui de Taiwán autorización para ingresar al territorio
de los EE.UU. para concurrir a una celebración en su alma mater, la
Universidad de Cornell. Pekín reaccionó enérgicamente, y acusó a la
administración de Clinton por su complicidad con Taiwán, y por provocar un
conflicto internacional mayúsculo, al contribuir a la ruptura del aislacionismo
internacional de Taiwán, sentando las bases para su eventual independencia,
hecho que no sería tolerado por el gobierno chino. China veía en la decisión de
Clinton de permitir la visita de Lee como una contradicción flagrante con su
aceptación del principio político de "una sola China". La
susceptibilidad China respecto de Taiwán se veía agravada por la convocatoria a
elecciones presidenciales en este país para 1996. Hacia mediados de junio, en
medio de fuertes hostilidades recíprocas, el gobierno de China retiró su
embajador de EE.UU.. Luego veremos como estos desarrollos recientes cobraron
notable importancia en la definición de las políticas de seguridad en la región
del Pacífico Asiático.
Iniciativas
para la Cooperación Regional en el Pacífico Asiático:
En 1995
se esperaba que, por primera vez, las relaciones comerciales entre los países
asiáticos superaron al comercio de Asia con el resto del mundo: de acuerdo al
informe de la Organización Mundial del Comercio, las exportaciones
intra-regionales de Asia alcanzaron el 48,5% del total de las exportaciones de
estas economías, creciendo del 41,9% que representaban en 1990. El informe da
cuenta que el crecimiento fue impulsado por el cambio de dirección del comercio
japonés hacia Asia en general, y hacia China en particular.2
A pesar del alto grado de interconexión entre las economías del Pacífico
Asiático, se considera que el nivel de institucionalización de las iniciativas
de cooperación a escala regional.
El Anexo
1 (ver sección Documentos), que acompaña, ilustra algunas de estas iniciativas
para la cooperación. Estas organizaciones tienen una naturaleza y composición
sumamente heterogéneas; este último hecho puede apreciarse con claridad en ese
diagrama. Entre las organizaciones de alcance regional, para diferenciarlas de
aquellas consideradas sub-regionales, se destaca APEC, cuyos desarrollos
recientes analizaremos en el apartado siguiente.
El
Foro de Cooperación Económica del Pacífico Asiático (APEC)
APEC ha
demostrado desde su constitución que resulta una de las iniciativas de
cooperación económica más relevantes no sólo para sus países miembros, sino
para la evolución del régimen multilateral de comercio todo. APEC ha dado pasos
significativos desde su origen en Canberra en 1989, cuando era interpretada
como una propuesta conservadora por parte de las economías miembros de la
región del Pacífico Asiático, a la luz de un orden que se vislumbraba como
negativo para su inserción, tanto individual como colectiva. Desde 1993 en
Seattle, y particularmente en 1994 en Bogor, APEC adquirió un cariz
diferenciado a partir de la adopción de la meta de liberalización del comercio
y la inversión a escala regional en el año 2020, bajo el principio rector de
"regionalismo abierto". Sin perjuicio de ello, un análisis
pormenorizado de las posiciones de los representantes de las economías miembros
de APEC nos demuestra que existen interpretaciones encontradas respecto del
alcance y contenido de la iniciativa; una clara manifestación de ello puede
apreciarse de la redacción de las sugerencias del Grupo de Personas Eminentes
de APEC (EPG), donde en virtud de las diferentes concepciones de sus
integrantes se decidió dejar abiertas las opciones para la liberalización entre
las fórmulas incondicionales o condicionales que surgen de los artículos 1 y 24
de la carta del GATT respectivamente.
Como
expresáramos en la introducción, durante 1995 se habían creado grandes
expectativas en torno a la responsabilidad de Japón como anfitrión de la
Séptima Reunión Ministerial de APEC y de la Tercera Reunión Informal de Líderes
de las Economías de APEC, debiendo llevar a este organismo a transformar los
compromisos de Bogor en acciones concretas que permitan la definitiva construcción
de la comunidad de economías del Asia-Pacífico, como envisionaban los líderes
regionales en 1993. Si bien las expectativas iniciales no fueron cubiertas por
las reuniones de Osaka, el saldo de las mismas no puede considerarse negativo.
Las negociaciones previas en torno a los alcances de la "Agenda de
Acción", centro de la convocatoria de la reunión, hicieron temer por la
continuidad de la organización, principalmente a partir del quiebre entre
economías asiáticas, encabezadas por Japón, China y Corea del Sur, que
proponían un tratamiento diferenciado para ciertos sectores de sus economías, y
los países occidentales, liderados por Australia, Canadá y EE.UU. que entendían
que la exclusión de cualquier sector de la agenda regional significaba nulificar
en forma absoluta el espíritu de los compromisos alcanzados en las reuniones
anteriores de APEC.
El
gobierno australiano jugó un papel relevante en las discusiones sobre los
principios gobernantes de la "Agenda de Acción para la Liberalización del
Comercio y la Inversión", finalmente aprobada en Osaka. Australia militó
activamente en contra de la posición japonesa, que pretendía excluir del
compromiso de liberalización comercial a los denominados "sectores
sensitivos" de las economías, en particular el sector agropecuario. El
Ministro de Comercio Australiano Bob McMullan expresó públicamente la oposición
de su país a firmar cualquier acuerdo en Osaka que excluyera al sector
agropecuario; los representantes de Canadá, Tailandia y EE.UU. se manifestaron
en similares términos.3
Finalmente
la reunión de Osaka, que se vio conmovida por la repentina ausencia del
Presidente norteamericano W. Clinton, aportó una solución de compromiso entre
las posiciones encontradas, que resulta evidente en los principios gobernantes
del régimen de liberalización regional. Conforme a la redacción dada por los
líderes en Osaka, "En la Agenda de Acción, [los líderes de las economías
de APEC] hemos acordado establecer un conjunto de principios fundamentales para
guiar la búsqueda de nuestra liberalización y facilitación: comprensibilidad;
consistencia con la WTO; comparabilidad; no discriminación; transparencia;
estabilidad, comienzo simultáneo, proceso continuo y cronogramas
diferenciados; flexibilidad; y cooperación". (Ver Documentos)
Organismos
Regionales y Sub-regionales:
1995
marca un hito en la historia de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático
(ASEAN): en la reunión ministerial de julio, llevada a cabo en Brunei Darusalam
se incorporó Vietnam, convirtiéndose en el séptimo miembro de la organización,
que se había gestado 28 años antes precisamente como reaseguro para la
contención de la amenaza comunista en la región, identificada con este país.4
En la misma reunión de Brunei, Burma -cuyo régimen militar había liberado de su
arresto domiciliario de seis años a la principal dirigente opositora Aung San
Suu Kyi- accedió al Tratado de Amistad y Cooperación de ASEAN de 1976, lo que
se considera el paso previo a su incorporación al agrupamiento. Al mismo tiempo
Camboya acompañó a Laos en carácter de observador del organismo, sugiriendo que
probablemente ASEAN se extienda hasta abarcar 10 miembros, incluyendo a todos
los territorios de la antigua Indochina antes de fin de siglo. Los ministros
también acordaron reducir el plazo para la creación de la Zona de Libre
Comercio de ASEAN (AFTA), del año 2003 originalmente previsto al año 2000;
AFTA, con más de 420 millones de habitantes, se convertiría en un agrupamiento
comercial mayor que Europa o América del Norte.
En el
campo de la seguridad regional, en julio de 1994 en Bangkok, se estableció el
ASEAN Regional Forum (ARF), como un desprendimiento de las Conferencias
Post-Ministeriales de ASEAN (ASEAN-PMC). El ARF es un foro de Ministros de
Relaciones Exteriores para la discusión de problemas regionales de política y
seguridad. Está compuesto por los siete miembros de ASEAN (Vietnam participaba
del ARF aún antes de su incorporación a ASEAN), los seis participantes de
ASEAN-PMC (EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, la Unión Europea y Japón),
y la inclusión de Corea del Sur, Camboya, Laos, China, Rusia y Papua Nueva
Guinea. El ARF se ha convertido en la primera oportunidad histórica para que
las grandes potencias planetarias se reúnan en la discusión de un dispositivo
de seguridad regional para la región del Pacífico Asiático, en un ambiente
caracterizado por el fin de las confrontaciones de la Guerra Fría. En julio de
1995, a partir del curso que habían tomado los problemas de seguridad regional
en Asia, producto del despliegue militar y las detonaciones nucleares chinas,
la escalada en la confrontación de China con sus vecinos y los conflictos
territoriales, la reunión del ARF presentaba una oportunidad inmejorable para
enfatizar la búsqueda de soluciones multilaterales a los problemas de la
seguridad regional.
Sin
embargo, tanto ASEAN, respecto del área de su influencia, como el ARF en el
marco regional, han resultado incapaces tanto para elaborar un mecanismo
regional de seguridad colectiva, por un lado, como para canalizar los conflictos
territoriales y militares entre sus miembros. La resolución de estos conflictos
sigue dependiendo casi exclusivamente de la buena voluntad de los participantes
de someter los temas a consideración de sus socios regionales. Ello queda
demostrado con la presentación del Ministro de Relaciones Exteriores de China,
Qian Qichen, en la reunión de Brunei, por la que al tiempo que reafirmaba la
soberanía China sobre el archipiélago de las Islas Spratly, sugería que China
podría reconocer los protocolos internacionales como la Convención de las
Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, como base para negociar las diferencias.
En junio
de 1995, veintinueve naciones del Océano Indico, desde Sudáfrica, pasando por
los países del Golfo e India, hasta Singapur, se reunieron en Perth, Australia,
en respuesta a la convocatoria de la India, Sudáfrica y el país anfitrión para
la discusión de problemas de seguridad regional. Los concurrentes tomaron
precauciones para evitar el tratamiento de los conflictos bilaterales en la
reunión, con el objetivo de mantener afuera las históricas tensiones entre la
India y Pakistán, que hubieran empañado la conferencia. A pesar de que había
sido convocada en torno a temas de seguridad regional, la reunión se concentró
en iniciativas de índole económica.
En su
décimo aniversario, la Asociación de las Naciones del Sur de Asia para la
Cooperación Regional (SAARC), dio un nuevo paso en la concreción de su propio
espacio comercial común (el Acuerdo Comercial Preferencial del Sur de Asia, o
SAPTA), con la ratificación del tratado por parte de la India. Al mismo el
gobierno de Nueva Delhi propuso la creación de una zona de libre comercio en el
Sur de Asia, e inició gestiones para acercar a la región a los desarrollos
integrativos existentes en el Este Asiático. Los líderes de Asia del Sur
aspiran a que la integración económica actúe como marco de contención de los
enfrentamientos que han caracterizado su historia reciente. Hasta la fecha, las
intenciones integradoras han resultado ineficaces para contrarrestar los
ataques terroristas por enfrentamientos étnicos en el sub-continente indio, en
Cachemira, y en Sri Lanka. (Ver Cronología para una descripción pormenorizada
de los principales enfrentamientos entre autoridades y fuerzas rebeldes)
Los líderes
del Foro del Pacífico Sur se reunieron en Papua Nueva Guinea en septiembre de
1995, y criticaron fuertemente al gobierno francés de Chirac por la reanudación
de los ensayos nucleares en el Atolón de Mururoa. La controversia por los
ensayos nucleares franceses, sumados a las explosiones experimentales
subterráneas de China, continuó hasta fin de año, y puso en tela de juicio la
argumentación esgrimida por los partidarios de la extensión indefinida del
Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT) en la conferencia celebrada en el
mismo año ya que, según los opositores, quedó demostrado que la extensión
incondicional del acuerdo liberó a las potencias nucleares de todo compromiso
para poder perseguir su propia agenda independiente en la materia.
Para
Australia, el año 1995 se presentó como un año activo en su agenda
internacional: encabezado por su Ministro de Relaciones Exteriores, Gareth
Evans, el gobierno australiano adoptó un rol activo con el objetivo de ser
tenido en cuenta más seriamente como un integrante de la región asiática; por
cierto que las cifras del comercio australiano con Asia respaldan la posición
(Ver sección Documentos). A pesar de ello los esfuerzos australianos recibieron
un fuerte revés cuando, a instancias del gobierno malayo, Australia fue
excluida de la convocatoria a la cumbre Europa-Asia que se celebrará a
principios de 1996. En cuanto a APEC, iniciativa que encuentra sus orígenes en
una convocatoria australiana de 1989, el gobierno de Paul Keating continuó
jugando un rol decisivo en las discusiones previas a la adopción de la Agenda
de Acción para la liberalización del comercio y la inversión, como relatáramos
oportunamente.
Por su
parte Nueva Zelanda también profundizó su vinculación comercial con Asia. Las
relaciones con Australia se vieron empañadas por la lentitud en la resolución
de los problemas comerciales como el mutuo reconocimiento de los certificados
profesionales, la constitución de un mercado único en materia de aviación
comercial, la reducción de la lista de servicios comerciales excluidos del
comercio libre, y la armonización de los acuerdos impositivos para compañías.
Sin embargo ambos países confirmaron su alianza comercial en el Acuerdo
Comercial para una Relación Económica más próxima entre Australia y Nueva
Zelanda (ANZCERTA).
Nuevas
Pautas de Organización de la Seguridad Regional
Al
finalizar la Guerra del Pacífico, consideraciones ideológicas y estratégicas
habían definido un tramado de relaciones bilaterales entre los países asiáticos
aliados a Occidente con los EE.UU., descartando de plano la creación de toda
iniciativa colectiva de seguridad regional. Es así como Japón y Corea se
encuentran ligados a EE.UU. por sendos Tratados de Seguridad, y acuerdos
complementarios acerca del despliegue de fuerzas americanas en sus territorios,
a cambio de la extensión del paraguas nuclear norteamericano sobre estos
países. A su vez, Tailandia, Filipinas, Singapur y Malasia conservan acuerdos
militares de distinta índole con EE.UU.. Al margen de ello, gran parte de los
países asiáticos veían al Tratado de Seguridad entre Japón y EE.UU. como un
reaseguro de contención de eventuales actividades militares japonesas en la
región.
Hacia los
años noventa, comienza a producirse un paulatino descenso de la presencia
norteamericana en la región del Pacífico Asiático: el cierre de sus principales
bases militares fuera de su territorio, Clark Field y Subic Bay, fue una de las
principales consecuencias de la evaluación del rol de los EE.UU. en Asia,
iniciado en 1990 por la administración Bush en la Iniciativa Estratégica para
el Este Asiático (EASI) donde se proponía un plan a diez años para la reducción
de las tropas desplegadas en territorios extranjeros. Los presupuestos de
aquella política debían buscarse en el colapso de la Unión Soviética y el fin
de la Guerra Fría; la entrada de Corea del Norte a las Naciones Unidas, y la
conclusión de un acuerdo conjunto acerca de la desmilitarización de la
Península de Corea, que fue acompañada por la firma por parte de Pyonyang del
régimen de salvaguardas de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA);
y, finalmente, el surgimiento de iniciativas de cooperación en materia de
seguridad regional. Hasta ese momento, el phasing out de la presencia
norteamericana en la región no aparecía tan traumático, y encontraba un
innegable justificativo adicional en las conflictivas relaciones en el área
económica con sus principales aliados estratégicos, en especial con Japón y
Corea del Sur, descriptas anteriormente.
Los años
recientes se han presentado en forma más traumática para las relaciones de
EE.UU. con sus aliados estratégicos en Asia. Una vez más, el eje
cooperación-contradicción se pone de manifiesto aquí. La crisis nuclear de
Corea del Norte de 1994 y el recrudecimiento de las tensiones en la península
coreana, las disputas territoriales en torno a las Islas Senkaku, Parcel y
Spratly, la incertidumbre acerca del rol de China en la región, sumado al
conflicto en el Mar del Sur de China, y a la siempre latente opción beligerante
respecto de Taiwán, proponen nuevos escenarios a partir de los cuales se
deberían replantear las posiciones estratégicas en el Este Asiático y
constituyen incentivos para la cooperación entre los aliados de la posguerra. A
estas fuerzas centrípetas se oponen presiones centrífugas que resultan de los
mencionados conflictos comerciales, y de cuestionamientos domésticos a la
perpetuación del orden de la Guerra Fría.
En
febrero de 1995, el Departamento de Defensa de los EE.UU. elevó el reporte
"East Asia Strategic Review" (EASR), conocido como el "Reporte
Nye" en referencia a quién en ese momento fuera Subsecretario de Defensa
para Asuntos de Seguridad Internacional, Joseph Nye (h), su autor intelectual.
El "Reporte Nye" anunció cambios en la política de reducción de
tropas en el Este Asiático: el Departamento de Defensa americano se comprometía
a mantener el despliegue de tropas en territorio de Japón y Corea en el nivel
actual de 100.000 efectivos por los próximos 20 años. De acuerdo con la opinión
de Joseph Nye (h) "el reporte de la estrategia de la Administración
Clinton para el Este Asiático es una clara manifestación de que nos
mantendremos comprometidos con Asia. La identificación de un nivel estable de
poderío militar no significa de ninguna manera la perpetuación de la Guerra Fría".5
La nueva
posición norteamericana recibió críticas no solo en el propio seno de EE.UU.,
sino también en algunos sectores de los países asiáticos. Una de las críticas
más estructuradas a la EASR fue desarrollada por la denominada "escuela
revisionista" en los EE.UU.. Autores de la talla de Chalmers Johnson y E.
B. Keehn, entre otros, remarcan en sus críticas la emergencia de intereses
controvertidos entre EE.UU. y sus otrora aliados estratégicos en Asia, y
proponen que es responsabilidad del gobierno norteamericano utilizar la palanca
que les brinda la presencia norteamericana en Japón y Corea para forzar a estos
países a reducir su superávit en la balanza comercial con los EE.UU.. Johnson y
Keehn intentan demostrar que Asia se beneficia en el campo económico de la
protección militar que le ha brindado el despliegue de tropas norteamericanas
en la región, y que la principal perjudicada en esta estrategia ha resultado la
economía norteamericana.6
Un debate
similar se reproduce en Japón, donde académicos y políticos de renombre
pretenden discutir lo que se considera como un legado de los acuerdos de la
Guerra Fría. Ozawa Ichiro, Presidente desde diciembre de 1995 de Shinshinto
(New Frontier Party), el principal agrupamiento opositor del Japón, sugiere que
Japón debe convertirse en un país normal (futsuu no kuni, en idioma
japonés), lo que significa una nación con un portfolio balanceado de
poder político, económico y militar, usado en concordancia con sus aliados y
bajo firme control de los líderes políticos; el debate acerca de la necesidad
de convertir al Japón en un país normal reabrió los hasta aquí considerados
temas tabúes relacionados con soberanía, nacionalidad y responsabilidad
nacional que habían sido clausurados en los enfrentamientos de 1960 en torno a
la extensión del Tratado de Seguridad con los EE.UU..
Los
cuestionamientos más profundos a la Alianza militar con los EE.UU. fueron la
consecuencia de dos hechos protagonizados por militares norteamericanos
estacionados en el Este Asiático. En mayo de 1995 los medios de prensa coreanos
se alzaron en ira a partir de una pelea callejera protagonizada por infantes
norteamericanos con ciudadanos coreanos en una estación de subterráneo. El
incidente revivió las demandas para que la policía coreana pueda detener e
interrogar a soldados americanos cuando cometan crímenes fuera de sus bases. El
segundo evento ocurrió en Japón en setiembre de 1995, donde una joven
okinawense de 12 años de edad fuera violada por tres militares norteamericanos
estacionados en la isla. El incidente desató una acalorada protesta de los
habitantes de Okinawa frustrados por tener que soportar el mayor peso de la
presencia de bases norteamericanas en territorio de Japón. Cerca de 85.000
okinawenses participaron en demostraciones públicas en octubre, y numerosos
gobiernos locales a lo largo del país emitieron resoluciones contra la
presencia militar en Japón. El gobernador de Okinawa Ota Masahide se negó a
firmar los documentos de arrendamiento de tierras para bases americanas, generando
un conflicto diplomático mayor.
A 50
Años del Fin de la Guerra del Pacífico
Luego de
50 años de la capitulación de la Armada Imperial Japonesa que puso fin a la
Guerra del Pacífico, existen notorios indicios que el orden de la posguerra ha
llegado a su fin. Japón, derrotado militarmente en 1945, se debatía en 1995
acerca de la necesidad y la forma de expresar su remordimiento por los
padecimientos ocasionados a sus vecinos asiáticos.
En el mes
de agosto de 1995, y luego de una tibia resolución de la Dieta en la que se
ponía de manifiesto el remordimiento del Japón, aunque reafirmaba la existencia
de diferentes visiones del pasado entre Japón y sus antiguos enemigos, el
Primer Ministro, Murayama Tomiichi, apoyado por su gabinete manifestó una
"sincera disculpa" por los crímenes y atrocidades sufridos por los
países asiáticos, cometidos por Japón durante su ocupación colonial, al tiempo
que se lamentó por la errónea política nacional perseguida por su país en el
pasado. Las manifestaciones de Murayama fueron recibidas favorablemente por los
países asiáticos; sin embargo en el frente interno la repercusión no fue menor:
un grupo de líderes políticos del LDP, partido que participa en la alianza de
gobierno que lideraba Murayama, encabezados por el Ministro Hashimoto,
acompañaron a la Asociación Japonesa de Víctimas de la Guerra en una
controvertida peregrinación al Santuario Yasukuni, centro de descanso
espiritual de los muertos japoneses en la guerra y de los criminales de Clase A
que fueran ejecutados por los Aliados.
La
interpretación del pasado continuó siendo uno de los puntos de distanciamiento
más importantes entre Japón y sus vecinos asiáticos. El propio Murayama, en una
interpelación parlamentaria, generó profundo encono en las autoridades y en el
propio pueblo coreano al manifestar que la anexión de la península por parte de
Japón a principios de siglo era legítima, ya que resultaba de un tratado por el
cual el gobierno títere de Corea invitaba al Imperio Japonés a hacerse cargo
del país. La contienda aumentó de nivel cuando un miembro del gabinete japonés,
Eto Takami, sugirió que la ocupación japonesa entre 1910 y 1945 trajo aparejado
el progreso para la península coreana. Ante la presión externa, Eto fue
obligado a renunciar el 13 de noviembre.
Como
podemos apreciar, a pesar de los enormes esfuerzos de los gobiernos japoneses
por revisar su historia y poner fin al recelo de los países asiáticos que
sufrieran su ocupación colonial, Japón no ha podido despojarse del estigma de
militarismo imperial que carga en los últimos cincuenta años de su historia.
Una vez más vemos con claridad las líneas de quiebre que caracterizan las
relaciones entre los países miembros de la región del Pacífico Asiático.
Pablo Martín Pinto
4 En
agosto de 1967, Filipinas, Indonesia, Malasia , Singapur y Tailandia decidieron
la creación de ASEAN. Con el decisivo apoyo de los EE.UU. los miembros del
ASEAN participaban de la idea que la cooperación regional en el Sudeste
Asiático contribuiría a la estabilidad, previniendo al mismo tiempo la
infiltración comunista en el área. Posteriormente se incorporará Brunei.
6 Chalmers Johnson & E. B. Keehn, "East
A-sian Security: The Pen-tagon's Ossified Stra-tegy", en Foreign
Af-fairs, Volumen 74 N°4, Julio/Agosto 1995, página 111.