Organización
de la Unidad Africana
(Yaoundé, Camerún, del 8 al 10 de julio de
1996)
Introducción
1.
Nosotros, Jefes de Estado y del Gobierno de la Organización de la Unidad
Africana, reunidos en Yaoundé del 8 al 10 de julio de 1996 en la 32a. sesión
ordinaria de nuestra Cumbre, por invitación del gobierno camerunés, hemos
continuado reflexionando, en el marco del estado general de África en el final
de este siglo, sobre las vías y los medios que permitan la entrada de África en
el siglo XXI.
2. A fines
del siglo XX, África es la región más retrasada desde el punto de vista del
desarrollo, cualquiera sea la óptica con la que se lo evalúe, y con mayores
dificultades en lo que a la paz, seguridad y estabilidad se refiere.
3. Estamos
decididos a crear, desde ahora y con miras al inicio del siglo XXI, con los
medios adecuados, las mejores condiciones para que África pueda enfrentar
exitosamente los grandes desafíos que se le presentan ya que, de lo contrario,
el futuro del continente quedaría hipotecado por mucho tiempo.
El
mundo y el estado de África en vísperas del siglo XXI.
4. Desde
la perspectiva del largo plazo, constatamos que el mundo que se prepara a
entrar en el tercer milenio, ha superado importantes pruebas y sufrido notables
cambios durante el siglo que termina.
En la
actualidad, este mundo está en plena mutación:
- el
sistema político internacional dominante durante la segunda mitad del siglo
experimenta una clara transformación a partir de 1990.
- a nivel
económico domina, como en ningún otro momento de la historia de la humanidad,
la tríada formada por Europa Occidental, América del Norte y Japón, países que
cuentan con los más importantes recursos financieros, con los principales
conglomerados industriales y los elementos claves de la innovación tecnológica.
- la
expansión de las nuevas tecnologías de comunicación ha acelerado el proceso de
globalización afectando básicamente el intercambio transnacional;
- en
cuanto a los temas específicos del desarrollo tratados en las conferencias
mundiales organizadas en estos cinco últimos años, se plantean una serie de
acuciantes problemas causados, en gran parte, por estos conflictos: el
escándalo de la convivencia a escala mundial de la extrema prosperidad y de la
extrema pobreza; la inquietante expansión demográfica actual y sus
consecuencias negativas, sobre todo en lo que concierne a la urbanización, la
destrucción de los ecosistemas por el consumo desenfrenado de los recursos
naturales en los países desarrollados y la afirmación de una tendencia similar
en los países en vías de desarrollo.
5. En este
siglo, África ha debido hacer frente a múltiples y difíciles pruebas y,
globalmente, ha progresado en forma significativa:
- gracias a los avances científicos y médicos sobre las grandes endemias
y los problemas de infecundidad especialmente; así, su población ha aumentado
extremadamente rápido, alcanzando el nivel de crecimiento más alto del mundo;
- el notable desarrollo de la educación y de la formación ha hecho
disminuir el analfabetismo y ha dado lugar a la formación de especialistas en
diversas disciplinas y al surgimiento de varias generaciones de investigadores,
ingenieros, científicos, universitarios, sabios.
- nuestros países han seguido equipándose con infraestructuras diversas
y han tomado conciencia de la necesidad de controlar la explotación de sus
inmensas riquezas naturales;
- desde su independencia, y para promover el desarrollo socioeconómico
del continente, nuestros estados han creado diversas instituciones africanas en
distintos campos;
- acaba de lograrse la total liberación política del continente; le
sigue, hoy, un período de transición caracterizado por la democratización: el
inicio de la democratización, el surgimiento del estado de derecho, la
reestructuración de nuestras economías.
6. Si
comparamos la evolución social y económica de África durante este siglo a la de
los otros dos continentes en vías de desarrollo -América Latina y Asia- veremos
claramente el considerable atraso de nuestro continente, el más subdesarrollado
del mundo, como lo hemos reconocido en nuestra Declaración de 1994 sobre la
Población y el Desarrollo en África.
En
comparación con estas regiones, África tiene una menor esperanza de vida, los
mayores índices de mortalidad infantil y de analfabetismo, el menor producto
bruto nacional por habitante, es decir, el indicador de desarrollo humano más
bajo del mundo. Además, la pobreza y la miseria alcanzan a casi la mitad de su
población; la desocupación y el subempleo presentan características endémicas
especialmente en zonas urbanas; la producción alimentaria no llega a satisfacer
las necesidades crecientes de una población en crecimiento constante.
El medio
ambiente se degrada en forma manifiesta debido fundamentalmente a la
deforestación, a la sequía, a la desertificación y a la urbanización galopante
que según las últimas estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para las
Actividades en Materia de Población (FNUAP) es la más rápida del mundo.
Además, la
economía africana en su conjunto decrece y su lugar en la economía mundial es
cada vez menos importante; la cooperación y la integración económicas
regionales sufren similares consecuencias; la ayuda pública para el desarrollo
disminuye en la medida en que aumenta el peso de la deuda externa. Y a los
flujos inversos de capitales se agrega una verdadera fuga de cerebros que, cada
año, priva a África de decenas de miles de sus hijos, profesores, científicos y
otros trabajadores altamente calificados en beneficio de los países del Norte;
frente a las culturas extranjeras dominantes la identidad cultural africana se
ve obligada a un éxodo progresivo.
Cabe
destacar, finalmente, que nuestro continente ostenta actualmente el récord de
guerras y conflictos intraestatales, con el desfile incesante de refugiados y
personas que han debido migrar a otras regiones, con consecuencias devastadoras
en lo económico, colosales pérdidas de vidas humanas y el agotamiento de
nuestros escasos recursos.
7. Como ya
lo habíamos señalado en nuestra Declaración de 1990 "sobre la situación
política y económica en África...", África no se encuentra en este estado
por falta de reflexión, de anticipación, de propuestas y de esfuerzos
individuales y colectivos por parte de nuestros países desde su independencia.
Ni tampoco por falta de planes, de estrategias ni de décadas dedicados a África
por parte de la comunidad internacional. Esto se debe, en gran medida, a la
conjunción de un contexto internacional desfavorable con estrategias de
desarrollo inadecuadas y los propios fracasos de nuestros países, sobre todo, a
nivel de gobierno y de elecciones de políticas macroeconómicas y sectoriales.
8.
Reconociendo esta situación, habiendo aprendido las enseñanzas de nuestra
historia contemporánea y movidos por nuestro "objetivo de ofrecer mejores
condiciones de vida a los pueblos de África", hoy estamos convencidos de
que África necesita con urgencia acabar con la decadencia del continente y
crear así una dinámica colectiva nueva que pueda conducir a un verdadero
desarrollo controlado y autosustentado.
9. En este
contexto, África deberá enfrentar no sólo los desafíos claves ya identificados
por la comunidad internacional -aquellos de los que depende inexorablemente el
futuro del planeta y de la humanidad- sino también algunos otros, inmediatos y
más específicos, nuestros gobiernos y nuestros pueblos en primer lugar, están
comprometidos a su resolución. El lugar de África en el mundo del siglo XXI
dependerá, en gran medida, de la búsqueda de los medios eficaces para
solucionar estos problemas y de la implementación de las estrategias
planteadas.
La
ruptura de la decadencia africana.
Del encauzamiento de la crisis de la deuda.
10. A pesar de las distintas y numerosas iniciativas de la comunidad
internacional para disminuir el peso de la deuda externa africana (bilateral,
multilateral y privada), el nivel de endeudamiento sigue siendo aún hoy la peor
hipoteca para el resurgimiento de nuestras economías.
11. Deseamos que los esfuerzos que dirigimos hacia las reformas
macroeconómicas y políticas para restablecer el equilibrio y crear un contexto
económico favorable para las inversiones locales y extranjeras estén
apoyados por importantes reducciones de la deuda y aumentos de aportes
financieros no generadores de deuda.
12. Destacamos que la solución eficaz y duradera de la crisis de la
deuda exige, por otra parte, una reevaluación y un nuevo examen sistemático de
todos los enfoques de su tratamiento y la investigación concertada de adecuadas
respuestas innovadoras, compatibles con la exigencia de una promoción
equitativa del progreso económico y social en todo el mundo.
De la cooperación y de la integración económica
regionales
13. La cooperación y la integración económica regionales constituyen una
de las claves fundamentales del desarrollo socioeconómico de nuestros países.
Constituyen, asimismo, una de las condiciones esenciales no sólo de la inserción
del continente sino también de la conquista del lugar que le otorga una
economía mundial caracterizada, entre otros rasgos, por un movimiento
generalizado de profunda reestructuración de los espacios económicos en
evolución hacia una verdadera continentalización de los mercados, la
intensificación y la liberalización del comercio y de los intercambios.
14. Dado que la cooperación y la integración regionales favorecen la
creación de una economía de escala, ellas constituyen el mejor medio para que
África recupere su competitividad exterior perdida, acreciente su capacidad de
negociación a nivel mundial, abra eficazmente sus economías al exterior, inicie
aceleradamente el proceso de su maduración industrial y obtenga ventajas
comparativas en el mercado mundial por la diversificación de sus exportaciones
-no sólo de productos primarios- permitiendo así la modificación de su actual
marginalización.
15. En este sentido reafirmamos la pertinencia del Plan de Acción de
Lagos, del Acta Final de Lagos de abril de 1980 y del Tratado de Abuja para
encuadrar la implementación de la estrategia africana de integración económica,
social y cultural.
16. Vemos con agrado y alentamos los esfuerzos realizados por nuestra
Organización, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEA) y
el Banco Africano de Desarrollo (BAD) en la armonización y la coordinación de
sus actividades en pos de la integración.
17. Reconocemos por último la necesidad de desarrollar a corto plazo una
infraestructura integrada de transportes y de comunicaciones para favorecer la
integración física del continente.
Del estado y del desarrollo
18. En el contexto actual de profundas mutaciones de nuestras economías
reconocemos las ventajas de las leyes y de los mecanismos de mercado así como
también de aquellas que conlleva la iniciativa privada y la experiencia exitosa
de ciertos países del Sudeste asiático, y sostenemos que, sin constituir una
desviación del liberalismo, la intervención selectiva, orientadora e incitadora
de los poderes públicos puede ser sumamente eficaz en el proceso de desarrollo.
Toda estrategia futura de desarrollo debería poder realizar un examen minucioso
de esta cuestión.
De la promoción del desarrollo sostenible
19. El desarrollo sostenible tiene, como principal objetivo, asegurar a
las generaciones presentes y futuras una mejor calidad de vida, como
fundamentos, la democracia, los derechos humanos y la gobernabilidad, la
promoción de los recursos humanos, el desarrollo económico y social, la
protección del medio ambiente; y, como sujeto principal, la persona humana.
20. Persuadidos de que la persona humana debe, por ende, en todos los
niveles, ser la destinataria de nuestras preocupaciones y de nuestras iniciativas
en pos de un desarrollo sostenible,
- ratificamos la pertinencia y la vigencia de nuestro análisis de la
situación humana y social del continente africano realizada durante nuestra
XXXa. Cumbre en Túnez, en junio de 1994, publicada en "Posición Común Africana
sobre el Desarrollo Humano y Social en África".
- ratificamos, también, la pertinencia de nuestro análisis de la
situación agrícola de nuestro continente tal como se la define en
"Posición Común Africana sobre la Seguridad Alimentaria y el Desarrollo
Agrícola";
- renovamos nuestro compromiso africano e internacional vinculado al
Desarrollo Social, tal como lo hemos definido en nuestra "Declaración del
Desarrollo Social" que figura como anexo en la "Posición Común
Africana sobre el Desarrollo Social y Humano en África" y en la
"Declaración del Desarrollo Social" adoptada en marzo de 1995 en
Copenhague por la Cumbre sobre el desarrollo social;
- convocamos a nuestros partenaires de la comunidad internacional a
respetar el compromiso adquirido en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo
Social, especialmente a través de importantes aportes financieros, necesarios
para promover el desarrollo y mejorar la calidad de vida en el todo el mundo y
en particular, en África.
De la gestión y la conservación del medio ambiente
21. La seguridad ecológica del planeta es el mayor desafío del tercer
milenio. África participa activamente para lograrla a través de la gestión
racional del medio ambiente, uno de los componentes principales de las
políticas de desarrollo de nuestros estados.
22. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo ha reconocido la convergencia de las exigencias de la protección del
medio ambiente y de la justicia en las relaciones económicas internacionales.
Sin embargo, aunque la solidaridad de los países del Norte hacia nuestros
países se manifiesta tímidamente -la importante disminución en la Ayuda Pública
al Desarrollo y de la cooperación multilateral para el financiamiento del
desarrollo sostenible lo testimonian así-, los desequilibrios económicos
internacionales continúan profundizándose. Por lo tanto, el respeto de los
compromisos asumidos en Río y un reequilibrio de las relaciones económicas
internacionales se hacen imprescindibles.
23. Al mismo tiempo, debemos, más allá de las iniciativas ya encaradas
en nuestros países:
- prestar especial atención al régimen de protección y de gestión
duradera de la diversidad biológica en nuestros estados mediante la adopción de
medidas apropiadas que reglamenten el acceso, la utilización y la
comercialización de nuestros recursos biológicos;
- encarar decididamente el tema de la patentabilidad de nuestros
recursos genéticos, considerando como parte de ellos, los saberes tradicionales
que también deben ser protegidos;
- elaborar legislaciones nacionales adecuadas para proteger a nuestros
países de los riesgos de catástrofes biotecnológicas;
- y por último, alentar la cooperación regional en todos los campos de
la temática del medio ambiente tal como lo aconseja la "Posición Común
Africana sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo", adoptada en noviembre
de 1991 en la Segunda Conferencia Ministerial Regional Africana preparatoria de
la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
De la Paz y la Seguridad
24. La paz y el desarrollo son inseparables. No podría existir uno sin
el otro.
25. Es nuestro deber erradicar la imagen negativa que presenta al África
como sitio privilegiado de enfrentamientos y conflictos y restaurar así la
dignidad perdida de nuestros pueblos poniendo todos nuestros esfuerzos en pos
de ahorrarles los terribles sufrimientos que padecen a causa de los conflictos.
Si evitáramos permanentemente asumir nuestras responsabilidades frente a la
sucesión de conflictos armados en África y no tuviéramos la suficiente voluntad
política como para respetar los acuerdos de cese de fuego y de paz, las
generaciones futuras y la historia misma nos juzgarían lapidariamente.
En este
sentido:
- vemos con agrado la creación, en junio de 1993, del Mecanismo de la
OUA para la Prevención, la Gestión y la Resolución de los Conflictos que
contribuye a mejorar significativamente nuestra capacidad de prevención de
conflictos y a mantener la paz en África.
- recibimos de buen
grado la inminente creación en el seno de este Mecanismo, de un sistema de
alerta precoz sobre las situaciones de conflicto en África; estamos convencidos
de que su implementación debería optimizar la acción de nuestra Organización en
el campo de la diplomacia preventiva permitiendo, gracias a la anticipación
-producto de la recolección y análisis de las informaciones pertinentes- no
sólo establecer la existencia de un peligro contra la paz, sino también
implementar los medios para su eliminación. Exhortamos desde ya a todos los
actores que puedan participar en la recolección de datos, a que los comuniquen
en los plazos establecidos y que suministren periódicamente al Mecanismo de la
OUA las informaciones de que dispongan sobre los signos que anuncian un
conflicto potencial;
- consideramos imprescindible y urgente que el Mecanismo sea un órgano
permanente de nuestra organización y solicitamos que el Secretario General
proponga, en la próxima sesión del Consejo donde se trate este tema, las
modalidades de esta institucionalización.
- asimismo, nos comprometemos a examinar a la brevedad recomendaciones
concretas, pragmáticas y realizables del Secretario General en pos de reforzar
aún más la capacidad actual del Mecanismo a nivel operacional; acrecentar la
fuerza obligatoria de sus decisiones, dotarlo de una adecuada capacidad
financiera, mejorar la cooperación y la coordinación del Mecanismo con la ONU,
por un lado, y con las Organizaciones Subregionales Africanas, por el otro;
codificar y utilizar métodos africanos tradicionales de resolución de conflictos;
comprometer, cuando sea posible, a la sociedad civil y a sus representantes en
el proceso de resolución de conflictos, especialmente a través de la consulta
sistemática a destacadas personalidades africanas.
26. En el campo del desarme a nivel regional, manifestamos nuestra
satisfacción por el avance que conlleva la reciente firma por parte de nuestros
Estados del Tratado de "Pelindaba" sobre la creación de la "Zona
Africana Exenta de Armas Nucleares". Nos comprometemos a ratificarlo
rápidamente, persuadidos de que su próxima entrada en vigencia constituirá un
hito importante en el proceso de desarme y de desnuclearización del África.
Recibimos con agrado la firma del mismo por parte de las principales potencias
nucleares del mundo.
27. Los avances logrados en la desnuclearización de África también
deberían darse en el campo de la limitación y de la reducción de las armas
clásicas, teniendo en cuenta las características de nuestra región. Constituyen
una condición previa y un objetivo primordial para lograr la paz, la seguridad
y la estabilidad duraderas. Por ende, estamos decididos a analizar en
profundidad el tema de la reducción de la pesada carga del armamento en todos
sus aspectos, incluso el de la proliferación y de la diseminación (tráfico ilícito
y clandestino) de armas de guerra de bajo calibre en zonas de conflicto y sus
áreas vecinas. En nuestra reflexión incluiremos también la posibilidad de
destinar cierto porcentaje de los dividendos de este desarme a aumentar la
capacidad financiera del Mecanismo.
28. Para impulsar una dinámica regional de promoción de medidas de
confianza y seguridad mutuas a través de una mayor transparencia del comercio
internacional de armas convencionales hemos decidido crear, en el seno de
nuestra Organización, un registro regional sobre el comercio de armas
convencionales.
De la promoción de la cultura y de las industrias
culturales africanas
29. La cultura es uno de los elementos cualitativos del desarrollo,
complementario de otros, cuantitativos, como el económico. Resulta, por lo
tanto, poco creíble -un truismo- decir que el desarrollo que nosotros queremos
para África en el siglo XXI, dependerá también del dinamismo de su cultura y
que, por consiguiente, el lugar de nuestro continente en las relaciones del mundo
del futuro, así como el atractivo que cause en las otras regiones, dependerán
de su proyección cultural. Esta proyección contribuirá seguramente a ofrecer a
esas regiones una mejor percepción de la identidad africana en todas sus
dimensiones y a revertir, de ese modo, la imagen negativa que, en general, se
le atribuye.
30. El espíritu creador de nuestros pueblos, la vivacidad y la riqueza
del patrimonio y de los valores culturales africanos deberían ayudar a esa
proyección, sobre todo apartándose de los actuales métodos artesanales de
producción para evolucionar hacia la fabricación a escala industrial de los
productos culturales del continente, su difusión y el control de sus circuitos
de explotación.
31. Sin embargo, entrar en la era de la explosión tecnológica, de la
aceleración de la informatización y del extraordinario desarrollo de las
industrias de la comunicación que propagan un modelo cultural hegemónico
enfrenta a África con el problema fundamental de la compatibilidad de su
cultura con la del saber tecnológico.
32. Seguimos sosteniendo que la perennización de los valores culturales
africanos es absolutamente compatible con la asimilación de saberes científicos
y tecnológicos de punta. Pero esta perennización se ve hoy amenazada por el
proceso de uniformización cultural actual. Es por esto que debemos defenderla
con estrategias adecuadas.
Ya muy tempranamente, la OUA percibió con claridad el problema. Durante
décadas ha desplegado y despliega aún hoy enormes esfuerzos para dar verdadero
impulso a la dinámica cultural del continente. En este sentido, entre sus
iniciativas más importantes se encuentran la Carta Cultural de África y el Plan
de Acción sobre las Industrias Culturales aprobados respectivamente en las
Cumbres de Port Louis, Isla Mauricio, en 1976 y Dakar, Senegal, en 1992.
33. Reiteramos su pertinencia y por ende, nuestro apoyo al Plan de
Acción de Dakar sobre las Industrias Culturales y solicitamos al Secretario
General que analice la posibilidad de la formación de un Instituto Panafricano
de la Cultura y de las Artes con un doble objetivo: formar profesionales de
gestión de industrias culturales en todos los niveles y constituir un centro de
apoyo a la creación cultural y artística africana.
34. Este será el único medio de que África logre sobrevivir
culturalmente y que continúe haciendo su aporte a la cultura y a la
civilización universales.
De los recursos humanos y de la fuga de cerebros
35. Debemos establecer estrategias que apunten, por un lado, a limitar
la pérdida de nuestros recursos humanos, fuentes de saber, por su emigración y
éxodo -esto hipoteca seriamente a mediano y a largo plazo las posibilidades de
desarrollo sostenible del continente- y que alienten, por otra parte, su
regreso al mismo.
36. Para poder tomar decisiones fundamentadas en este sentido encargamos
al Secretario General la elaboración, a la brevedad posible, de un informe
general sobre este tema.
37. El estrechamiento de los lazos de interdependencia a nivel mundial
en este fin de siglo plantea una única realidad universal en la cual el futuro
de África estará indisolublemente vinculado con el de los otros continentes.
38. La gravedad de la actual crisis económica de África es un hecho
indiscutible que casi no permite ser optimista. Por ello, gran parte de la
comunidad internacional ha afirmado que África es un continente devastado.
Nosotros creemos, sin embargo, que esta situación, pasajera, encontrará una
solución positiva y duradera al comenzar el nuevo siglo. Para ello, se deberá
contar con el estricto respeto de los compromisos asumidos en nuestras
recientes Cumbres, muy especialmente los de esta Cumbre, en Yaoundé.
39. África está efectivamente decidida a enfrentar el desafío de su
propia decadencia, que es el gran objetivo que asume hoy para el próximo siglo,
habiendo logrado ya su total liberación política en apenas medio siglo. Cuenta,
para ello, con un arma esencial: sus propios y numerosos recursos.