Discurso
del Sr. Warren Christopher, Secretario de Estado, sobre la diplomacia americana
y los grandes problemas del medio ambiente en el siglo XXI.
(Standford, California, 9 de abril de 1996)
No puedo
imaginar un lugar mejor que esta Universidad para presentar hoy mis consideraciones
sobre los problemas mundiales del medio ambiente. Desde la creación del Club
Sierra en 1892 hasta la Primera Jornada de la Tierra en 1970, la
Facultad y los ex-alumnos de Standford llevaron a cabo acciones para preservar
los recursos naturales de nuestro país en vistas a las generaciones futuras.
Los centros a los que ustedes pertenecen realizaron un trabajo pionero. Permítanme
agregar que aprecio personalmente el trabajo constante hecho por los tutores
Montgomery y Willingham para controlar la población de los osos de California.
Bajo la
firme conducción del presidente Clinton y del vicepresidente Gore, nuestro
gobierno reconoció desde un principio que la defensa de nuestros intereses
globales coincidía con la administración de los recursos naturales de la
Tierra. Esta es la razón por la cual estamos resueltos a colocar los problemas
del medio ambiente en el lugar que les corresponde: en la huella de la política
exterior norteamericana. Aprecio en su justo valor la ocasión que me es dada
para exponer los grandes lineamientos de nuestro ambicioso programa de
integración total de los objetivos del medio ambiente en el seno de nuestra
diplomacia; asimismo, indicaré nuestro calendario de prioridades para el
futuro.
El medio
ambiente ejerce una profunda influencia en nuestros intereses nacionales de dos
maneras: en primer término, las fuerzas del medio ambiente de ningún modo toman
en cuenta fronteras y océanos y amenazan directamente la salud, la prosperidad
y el trabajo de los ciudadanos norteamericanos. En segundo lugar, las
cuestiones relativas a los recursos naturales tienen a menudo una importancia
crucial para la instauración de una estabilidad política y económica y para la
prosecución de nuestros objetivos estratégicos en el mundo entero.
Los
Estados Unidos desempeñan un rol capital al servicio de la paz y de la
prosperidad mundiales. Asimismo, debemos desempeñar un rol fundamental en
salvaguardia del medio ambiente mundial del cual dependen al fin y al cabo la
prosperidad y la paz.
En 1946,
cuando vine a estudiar derecho en Standford, el vínculo entre medio ambiente y
política exterior no era tan inmediatamente evidente. Los norteamericanos
entraban en un período de prosperidad sin precedente, apoyado en la creencia de
recursos aparentemente inagotables. En el exterior, comenzábamos a centrar
nuestra atención en las tensiones entre los Estados Unidos y la Unión
Soviética. En lo que a mí concierne, estaba tratando de dominar las
complejidades de los contratos, los delitos y los recursos enseñados por la
versión Standford de John Houseman. Del mismo modo, trataba de estar a la
altura de los severos criterios establecidos por un Dean junior, Carl Spaeth,
quien justamente acababa de llegar a Standford, después de una carrera muy
prometedora en el Departamento de Estado y que fue el primero en estimular mi
interés por el trabajo al que estoy totalmente abocado actualmente.
Sin
embargo, desde 1946, la conjunción del crecimiento demográfico, el progreso
económico y los avances tecnológicos transformó radicalmente nuestro mundo.
Fueron necesarias más de 10.000 generaciones para sobrepasar apenas los dos mil
millones de seres humanos. Pero desde mi nacimiento -lo que puede parecer una
eternidad a muchos de los estudiantes de esta audiencia- la población mundial
casi se triplicó, sobrepasando los cinco mil millones de seres humanos.
Estos
cambios ejercen presiones masivas sobre los recursos globales. De 1960 a 1990,
los bosques mundiales perdieron el equivalente a la mitad de la superficie de
los Estados Unidos. Desaparecieron innumerables especies de la fauna y de la
flora, algunas de las cuales podrían ser útiles para la agricultura y la
medicina. La contaminación del aire y del agua pone en peligro nuestra salud y
nuestro porvenir.
En la
conducción de la política exterior de los Estados Unidos, utilizaremos
naturalmente nuestra diplomacia apoyada por poderosas fuerzas militares para
hacer frente a las amenazas tradicionales y persistentes que pesan sobre
nuestra seguridad y también para enfrentar las nuevas amenazas como el
terrorismo, la proliferación de armamentos, el tráfico de estupefacientes y la
criminalidad internacional. Pero, igualmente, debemos luchar contra los nuevos graves
peligros que significan para nuestros intereses nacionales los daños causados
al medio ambiente y la inestabilidad regional y mundial que de allí resultan.
Como buen
abanderado de la política exterior de los Estados Unidos, el Departamento de
Estado debe ser punta de lanza del gobierno para tratar los grandes problemas
del medio ambiente. En conexión con otros servicios gubernamentales, estamos
abordando nuestras prioridades en materia de medio ambiente a nivel global,
regional, bilateral, en asociación con las empresas y las organizaciones no
gubernamentales. Cada una de estas cuatro dimensiones es esencial para el éxito
de nuestra estrategia global.
En primer
lugar, nuestro abordaje de estos problemas debe ser global ya que la
contaminación no respeta ninguna frontera y la creciente demanda de recursos
extinguibles en una zona del mundo acentúa inevitablemente la presión sobre los
recursos en todas las otras zonas del mundo.
De un
extremo al otro de los Estados Unidos, los norteamericanos sufren las consecuencias
de los daños causados al medio ambiente mucho más allá de nuestras fronteras.
Los gases de efecto invernadero que las centrales nucleares arrojan alrededor
de todo el planeta, los automóviles y los incendios forestales afectan nuestra
salud y nuestros climas, acarreando daños potenciales de varios miles de
millones de dólares, desde el aumento del nivel de los mares hasta el cambio en
la conformación de las tormentas. Las sustancias químicas peligrosas como los
PCB y el DDT, que aquí están prohibidas pero que siguen utilizándose en otras
zonas, se desplazan a grandes distancias por aire o por mar. La
sobreexplotación de los bancos de peces en todos los océanos del mundo causó el
desempleo de miles de norteamericanos. Una política exterior que no abordase
estos problemas ignoraría las necesidades del pueblo norteamericano.
Cada
nación debe tomar sus propias medidas para hacer frente a estas amenazas al
medio ambiente, pero sólo lo lograremos si nos asociamos para combatirlas
eficazmente. Esta toma de conciencia, inspiró las acciones innovadoras de las
Naciones Unidas en ocasión de la Conferencia de Estocolmo sobre el medio
ambiente hace 25 años como, así también, en la histórica reunión Cumbre de Río
sobre el medio Ambiente Humano y el Desarrollo hace cuatro años. La comunidad
internacional se comprometió entonces a nivel mundial "a preservar,
proteger y reconstituir....el ecosistema de la Tierra" y a promover el
desarrollo económico de modo de preservar también nuestros recursos naturales.
Desde la reunión
de Río del 92, los Estados Unidos intensificaron las iniciativas mundiales.
Hemos abierto el camino a un acuerdo que apunta a eliminar progresivamente las
sustancias residuales que destruyen la capa de ozono, a prohibir la inmersión
en el mar de los desechos ligeramente radioactivos y a alcanzar un nuevo
consenso en el Cairo sobre la estabilización del crecimiento demográfico
mundial.
Nos
proponemos reformar y consolidar los programas claves de la O.N.U. referentes
al medio ambiente y a un desarrollo sostenible. Hemos aunado nuestras fuerzas a
las del Banco Mundial para introducir políticas sanas sobre medio ambiente en
los programas de crédito y para financiar proyectos por intermedio del Fondo
Mundial para el Medio Ambiente (FMAM), lo que beneficia directamente nuestra
salud y nuestra prosperidad. Además, nos estamos esforzando en el seno de la
nueva Organización Mundial del Comercio (OMC -MTO en la sigla inglesa-) con el
fin de conciliar las complejas tensiones suscitadas por la promoción de los intercambios
comerciales y la protección del Ambiente y para estar seguros de que ninguna se
efectúe a expensas de la otra.
Este año,
comenzaremos a negociar acuerdos con la voluntad de hacer de 1997 el año más
importante para el medio ambiente mundial desde la Cumbre de Río. Trataremos de
concluir un acuerdo tendiente a seguir disminuyendo los gases de efecto
invernadero con el objeto de limitar los cambios climáticos. Contribuiremos a
llevar adelante un proceso internacional destinado a resolver los problemas
planteados por las sustancias químicas tóxicas susceptibles de infiltrarse en
nuestra tierra y en nuestras aguas, envenenándolas por varias generaciones.
Desarrollaremos una estrategia de administración sostenible de los bosques
mundiales -recurso que toda gran civilización considera "indispensable
para el mantenimiento de la vida", como lo escribió antiguamente el
historiador romano Plinio-. Colaboraremos con el Congreso para ratificar la
Convención sobre la Biodiversidad que presenta ventajas para la agricultura y
la economía norteamericanas. Del mismo modo, trataremos de obtener la
ratificación del Tratado sobre el derecho del mar que protege nuestro acceso a
los recursos del océano. Imprimiremos el impulso necesario para que la Cumbre
de las Naciones Unidas, que tendrá lugar en junio en Estambul, aborde con
eficacia los problemas urgentes que plantea el crecimiento explosivo de las
ciudades de los países en vías de desarrollo.
Finalmente,
el Departamento de Estado propiciará a fines de 1997 una conferencia sobre las
estrategias tendientes a acrecentar el respeto de los acuerdos internacionales
sobre el medio ambiente con el fin de que dichos acuerdos den resultados
perdurables y no sean meras promesas.
Tenemos
una agenda global bien nutrida. Alcanzar estos objetivos demandará tiempo y
perseverancia. Pero recuerdo a menudo que Don Kennedy aconsejaba a los
egresados que se fijaran "una meta un poco más alta de la que puede
alcanzarse sin esfuerzo".
El segundo
aspecto de nuestra estrategia -el aspecto regional- consiste en combatir la
contaminación y la escasez de recursos en zonas neurálgicas, allí donde ambas
corren el riesgo de aumentar de manera importante las tensiones entre las
naciones. En ninguna parte se traduce esto con tanta evidencia como en los valles
áridos del Oriente Medio en donde la lucha por el agua ejerce una influencia
directa sobre la seguridad y la estabilidad. Durante mis numerosos viajes por
la región, supe lo mucho que el crecimiento demográfico rápido y la
contaminación podían hacer variar las posturas en el caso de diferendos sobre
las aguas, algunos de los cuales se remontan al Antiguo Testamento. Shimon
Peres me hizo notar un día que "el Jordán está más cargado de historia que
de agua". Estamos ayudando a las partes implicadas en el proceso de paz en
Medio Oriente a administrar los recursos de agua de la región, transformando
una fuente de conflicto en fuerza de paz.
No hay
ninguna duda que el establecimiento de democracias estables, fundadas en la
economía de mercado, tanto en la ex Unión Soviética como en Europa Central
consolidará nuestra propia seguridad. Como quiera que sea, para que estas
nuevas naciones triunfen, debemos ayudarlas a acabar con los problemas que
plantean las fábricas contaminantes, las atmósferas enrarecidas y los ríos
saqueados que forman parte, entre otras cosas, de la amarga herencia del
comunismo. La experiencia adquirida en esa región muestra que los gobiernos que
maltratan a sus ciudadanos manifiestan muy a menudo un desprecio similar
respecto del medio ambiente.
Hace tres
semanas estuve en Kiev en un hospital de niños que trata a las víctimas de
Chernobyl, he visto directamente los daños terribles que esta catástrofe,
ocurrida hace diez años, continúa infligiendo a la población de la región.
Estamos ayudando a Ucrania para que no se produzca un nuevo Chernobyl. En Asia
Central, estamos apoyando a las naciones a reponerse de las prácticas de
irrigación soviética que transformaron gran parte del mar de Aral en un océano
de arena. Nuestro Centro Regional para el medio ambiente de Budapest aporta su
ayuda a los grupos de ciudadanos de Europa Central que son esenciales para el
mantenimiento de una democracia sana y de un medio ambiente sano.
Igualmente,
los Estados Unidos tienen un enorme interés en la consolidación de las
instituciones democráticas y de los mercados libres de nuestro propio
hemisferio. Para profundizar las notables transformaciones que se produjeron en
América Latina y en el Caribe, estamos desarrollando el programa para un
desarrollo sostenible que nuestras 34 democracias adoptaron en Miami en ocasión
de la Cumbre de las Américas. Por ejemplo, para ayudar al éxito de la
democracia debemos frenar la desforestación y el fuerte crecimiento demográfico
que he podido constatar en las colinas desiertas y en las calles repletas de
Haití. Para mantener nuestra prosperidad, debemos tratar de preservar la rica
diversidad de la naturaleza que he visto en la selva amazónica. Para que por
fin los viejos conflictos se apacigüen, debemos buscar un remedio al deterioro
del medio ambiente que redujo las oportunidades económicas y alentó la
inmigración ilegal proveniente de El Salvador. Y para mantener la lucha contra
el tráfico de estupefacientes y contra la criminalidad, estamos fomentando una
agricultura sostenible que reemplazará al cultivo destructivo del opio y de la
coca, que causa estragos desde Guatemala hasta Colombia. Estos objetivos
tendrán un lugar de privilegio en el organigrama de la Cumbre sobre el
Desarrollo Sostenible de la OEA que tendrá lugar en el mes de diciembre en
Bolivia.
En Africa,
continúan nuestros esfuerzos en pro del medio ambiente con el fin de salvar
decenas de miles de vidas para impedir los conflictos armados y limitar el
recurso a las costosas intervenciones internacionales. Nuestra tarea en el
Cuerno de Africa, por ejemplo, está abocada a tratar las causas que originan
problemas en el Ambiente y que pueden transformar las sequías en hambrunas y
las hambrunas en guerras civiles.
No debemos
olvidar la severa lección de Ruanda, en donde el agotamiento de los recursos y
el aumento de la población exacerbaron las presiones económicas y políticas
para culminar en una de las mayores tragedias de esta última década. Del mismo
modo, es de interés nacional sostener a estas regiones afectadas por el flagelo
del Sida, que está diezmando una generación entera de jóvenes africanos y
aniquila los recursos económicos que las naciones africanas tanto necesitarían
para constituir gobiernos estables y para construir un futuro económico más
alentador.
Para
intensificar nuestros esfuerzos regionales en favor del medio ambiente, vamos a
instalar Centros sobre medio ambiente en nuestras principales embajadas. Estas,
se consagrarán a resolver los problemas regionales urgentes en materia de
recursos naturales, harán progresar los objetivos de desarrollo sostenible y
ayudarán a las empresas norteamericanas a vender sus técnicas de avanzada en
materia de protección del medio ambiente.
El tercer
aspecto de nuestra estrategia consiste en cooperar en el plano bilateral con
nuestros principales parteners en el mundo - comenzando por supuesto por
nuestros vecinos inmediatos. Ya se trate de la pesca a orillas del río George o
en el Golfo de México, de la pureza del agua potable de los Grandes Lagos o del
Río Grande, no podemos hacer distinción entre nuestros propios intereses en el
plano del medio ambiente y los de Canadá o de México.
Estamos
intensificando la cooperación que llevamos a cabo desde hace más de un siglo
con el Canadá en el campo de la pureza del agua y de la prevención de las
inundaciones en la región de los Grandes Lagos. Estamos mejorando la protección
del medio ambiente en nuestros parques nacionales limítrofes. Por intermedio de
la Comisión mixta Estados Unidos-Canadá, protegemos la salud del hombre y el
hábitat natural. Y nos estamos asociando con el conjunto de nuestros vecinos
del Artico para proteger esta frágil región.
Las
acciones realizadas en común con México se ampliaron desde la entrada en
vigencia del NAFTA hace algo más de dos años. En virtud de los acuerdos anexos
del NAFTA sobre el medio ambiente, hemos creado nuevas instituciones para
ayudar a las comunidades de ambos lados de la frontera a salvaguardar los
recursos naturales compartidos. A fines de esta primavera lanzaremos un
programa inédito que permitirá a las empresas y a los responsables
gubernamentales de Texas, de Nuevo México y de Ciudad Juárez, reducir en parte
la grave polución del aire en la región. Durante la reunión de nuestros dos
gabinetes en México el mes próximo, insistiré sobre la necesidad de que México
siga reforzando sus normas de protección del medio ambiente.
En el
marco del programa realizado en común con el Japón, las dos mayores economías
del mundo aúnan sus recursos y su experiencia para estabilizar el crecimiento demográfico,
erradicar la poliomielitis, luchar contra el Sida y desarrollar nuevas
tecnologías "verdes".
Nuestro
nuevo programa Transatlántico con la Unión Europea apunta a intensificar las
acciones globales realizadas en cuestiones tales como los cambios climáticos y
los productos químicos tóxicos. Conjuntamente, ya hemos hecho progresar
nuestros objetivos de defensa del medio ambiente en Europa Central y en los
nuevos Estados Independientes.
Rusia y
China se verán ambas enfrentadas a graves problemas del medio ambiente que
tendrán una profunda influencia en su futuro y en el nuestro.
En Rusia,
el futuro de la democracia puede depender de la capacidad de este país para
ofrecer al pueblo ruso mejores condiciones de vida y revertir una flagrante
decadencia de la esperanza de vida. De Mourmansk a Vladivostock, las
desastrosas condiciones de almacenamiento de los desechos nucleares constituyen
una amenaza para la vida humana en los siglos futuros. Las reformas económicas
no cumplirán su objetivo si la sexta parte de las tierras de Rusia está tan
contaminada que ni siquiera sirve para su utilización industrial y si los niños
rusos presentan discapacidades a causa de los venenos que respiran y beben.
Estamos
cooperando con Rusia para aceptar estos desafíos. Dentro de diez días, el
presidente Clinton se reunirá con el presidente Yeltsin y otros dirigentes para
la Cumbre de Moscú sobre la seguridad nuclear que preconizará una explotación
segura de las reacciones nucleares y un almacenamiento apropiado de los
materiales nucleares. El vicepresidente Al Gore y el Primer ministro Viktor
Tchernomyrdin tomaron iniciativas comunes para preservar el medio ambiente del
Artico, reducir los gases de efecto invernadero y favorecer la administración
de los recursos naturales esenciales.
Estamos
recurriendo, incluso, a las imágenes vía satélite utilizadas anteriormente para
observar los misiles y los tanques y las estamos utilizando para ayudar a
descontaminar los bases militares y a localizar la contaminación de los
océanos.
Como vimos
esta mañana en el Instituto de Estudios Internacionales, los problemas del
medio ambiente que se plantean a China son extremadamente graves. Aun detentando
el 22% de la población mundial, China sólo posee el 7% del agua dulce y de las
tierras agrícolas y sólo el 2% del petróleo. La conjunción de un desarrollo
económico rápido y de un fuerte crecimiento demográfico agravará las enormes
presiones sobre el medio ambiente que China ya debe afrontar. Esta es una de
las numerosas razones por las cuales nuestra política de acción con China
incluye el medio ambiente. A fines de este mes, el vicepresidente Al Gore
lanzará una iniciativa tendiente a ampliar la cooperación Estados Unidos-China
en materia de desarrollo sostenible, incluyendo igualmente la política sobre
energía y agricultura.
Con los
otros países a los que nos unen relaciones bilaterales, hemos creado
asociaciones que afianzan nuestros vínculos y tornan así obsoleta la convicción
de una lucha inevitable entre el Norte y el Sur. Respondiendo al programa común
para el medio ambiente concertado el año último, estamos cooperando así con la
India en ámbitos muy variados de interés común y que abarcan desde las
inversiones en las tecnologías del medio ambiente hasta el control de los
pesticidas y de los productos tóxicos. Durante mi viaje a Brasil el mes pasado,
hemos consolidado un Programa común semejante con acuerdos de cooperación en el
área del espacio que ampliarán nuestro conocimiento de las modificaciones
climáticas y permitirán mejorar la administración de los recursos forestales.
El cuarto
y último aspecto de nuestra estrategia consolida estas iniciativas diplomáticas
creando asociaciones con empresas privadas y organizaciones no gubernamentales.
Las empresas norteamericanas saben que un medio ambiente sano es esencial para
nuestra prosperidad.
Estas
empresas reconocen cada vez más que el hecho de oponer crecimiento económico y
protección del medio ambiente es lo que el presidente Clinton llama "una
mala elección". Ambos son necesarios y están estrechamente relacionados.
La
protección del medio ambiente ofrece igualmente nuevas salidas comerciales. Nos
hemos comprometido a ayudar a las empresas norteamericanas a ampliar la parte
ya importante de 400 mil millones de dólares que éstas detentan en el mercado
de las tecnologías de protección del medio ambiente. Esta acción fue una de las
numerosas tareas defendidas por mi colega y amigo, desgraciadamente fallecido,
el Secretario de Comercio Ron Brown. Su última misión en Africa permitió a una
empresa norteamericana obtener un contrato para proteger la pesca y el
aprovisionamiento de agua para 30 millones de personas en Uganda, en Tanzania y
en Kenia. Durante mi reciente visita a El Salvador, he realizado contactos con
empresas norteamericanas, organizaciones no gubernamentales y sus asociados de
América Central, que fueron uno de los primeros en desarrollar la utilización
de centrales solares y de los generadores aeromotrices (energía eólica).
Las
organizaciones no gubernamentales que trabajan con la Agencia para el
Desarrollo Internacional de los Estados Unidos desempeñaron un rol determinante
para hacer progresar nuestros objetivos de defensa del medio ambiente en el
extranjero. Así, el Club Sierra participó ampliamente durante muchos años en
iniciativas internacionales en materia de demografía y aportó una contribución
importante en la Conferencia del Cairo de 1994. En el marco de estas acciones
comunes, el Fondo Mundial para la Naturaleza (W.W.F.) ayuda a la conservación
de la biodiversidad en más de 40 países, el World Resources Institute enfrenta
la deforestación en Africa y el Nature Conservancy protege las reservas
naturales de América Latina. Por intermedio de la nueva "Asociación para
el medio ambiente y la política exterior" del Departamento de Estado,
pondremos en contacto a los organismos de defensa del medio, a los responsables
de empresas y a los especialistas en política exterior con el fin de mejorar
nuestra cooperación para resolver los grandes problemas del medio ambiente.
Le
corresponde al Departamento de Estado desempeñar un rol de generador para
asegurar el éxito de cada uno de los cuatro aspectos de la estrategia que acabo
de presentar -global, regional, bilateral y asociaciones con las empresas y los
O.N.G.-. En estrecha cooperación con el presidente y el vicepresidente, he dado
instrucciones a nuestras oficinas y embajadas para que utilicen del mejor modo
posible nuestra diplomacia con el fin de hacer progresar nuestros objetivos de
protección del medio ambiente.
Volveremos
a plantear estas cuestiones cada vez que nuestra influencia pueda ser útil. Nos
consagraremos a asociar ciencias y diplomacia y a negociar acuerdos globales
protegiendo nuestra salud y nuestro bienestar. Afianzaremos el rol de nuestra
Subsecretaría de Asuntos Mundiales, que fue creada al comienzo de nuestra
administración para tratar los temas transnacionales. Consolidaremos nuestra
acción con la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos,
para promover un desarrollo sostenible por medio de una ayuda eficaz en favor
del medio ambiente y de la planificación familiar. Además, afianzaremos las
asociaciones de protección del medio ambiente que hemos formado con el Programa
de Acción para el Medio Ambiente y los Departamentos de Defensa, Energía,
Comercio, Interior y Agricultura.
Por otra
parte, les anuncio que a partir de la Jornada de la Tierra (1997), el
Departamento publicará un informe anual sobre los grandes problemas mundiales
del medio ambiente. Este informe será un instrumento esencial de nuestra
diplomacia para la protección del medio, proveerá un análisis de las
orientaciones generales en el plano del medio ambiente, de los desarrollos de
política internacional y de las prioridades de los Estados Unidos para los
próximos años.
Seguiré
cooperando con el Congreso para asegurar el éxito de nuestra acción en favor
del medio ambiente. El actual Congreso redujo de modo importante una
financiación crucial para programas de protección del medio que son
indispensables tanto en nuestro país como en el extranjero. Vamos a insistir
ante el Congreso para que se obtengan los recursos necesarios al emprendimiento
de estas acciones.
Nuestra
fuerza como Nación siempre ha consistido en utilizar nuestra democracia para
responder a las nuevas amenazas que se ciernen sobre nuestra seguridad y
nuestra prosperidad. Nuestro credo como pueblo siempre fue el de obrar para
asegurarnos un mejor porvenir, para nosotros y para nuestros hijos. Retomando
los mismos ideales e intereses que condujeron a los norteamericanos desde Teddy
Roosvelt hasta Ed Muskie a priorizar la preservación de nuestra tierra, de
nuestra atmósfera y de las aguas de nuestro país, debemos aceptar el desafío de
hacer de los cuatro temas mundiales del medio ambiente una parte esencial de
nuestra política exterior. Por el bien de las generaciones futuras, debemos
lograrlo. Muchas gracias.