FONDO
MONETARIO INTERNACIONAL - BANCO MUNDIAL
(Washington, 1ª de octubre de 1996)
Viendo
reunidos en un mismo recinto a los 181 miembros de nuestra institución, yo
no puedo dejar de recordar los objetivos que nos reunieron aquí, y que son
los mismos fines que persigue nuestra institución, a saber dar al mundo una
mayor estabilidad económica y facilitar la instauración de un crecimiento
más fuerte, más durable y más ampliamente compartido. Y sin embargo, no hay
necesidad de remontarse muy lejos en el tiempo para ver que estos objetivos
pueden estar seriamente comprometidos. Recordemos! Hace tres años, África
estaba hundida - desde hacía más de una década - en un largo período de retroceso
de ingreso por habitante. Hace dos años, todos estábamos profundamente inquietos
por la hiperinflación que amenazaba a Rusia, y los riesgos que ella hacía
correr como consecuencia en el mundo entero. El año pasado, la crisis mejicana,
sus efectos de contagio y la ayuda sin precedentes del FMI a los esfuerzos
de ajuste de este país habían movilizado nuestra atención. Los desafíos que
nos habían lanzado eran enormes! A pesar de ello sabíamos cómo combatirlos.
Quién habría apostado que, desde principios de este año, Rusia habría podido
sufrir un mes sin inflación? Que Méjico estaría en condiciones de proceder
a sus primeros reembolsos anticipados al FMI? Y que África entraría en su
tercer año de crecimiento de ingresos por habitante?
Estos son
los logros de los cuales podemos estar orgullosos, y que demuestran que las
cosas pueden cambiar para mejor. Pero nos sentimos bien porque en cada una de
nuestras economías, las fuerzas poderosas de la globalización, están
trabajando. Y no ignoramos que los resultados relativamente satisfactorios de
estos últimos meses no tendrían futuro si, al mismo tiempo, no atacamos decididamente
los desafíos ilimitados de la globalización. El momento me parece bien elegido,
hoy primero para examinar los resultados que han producido vuestras
estrategias, luego ver cómo el FMI supo aprovechar las oportunidades y aceptar
el reto del nuevo mundo que se aproxima.
Las
estrategias económicas y sus resultados
La
disminución de la inflación en todo el mundo figura como una de las evoluciones
más positivas. Observo que, particularmente, numerosos países industrializados
se han acercado a una verdadera estabilidad de precios. Yo llamaría igualmente
para que el crecimiento de los países en desarrollo continúe a un ritmo
sostenido del 6% anual. En los países en transición, la actividad económica
debería estabilizarse este año, después de cinco años consecutivos de
retroceso. A nivel mundial, evitaré olvidar la continuación de la expansión del
volumen del comercio internacional y los adelantos en la liberalización de los
intercambios, la convertibilidad a los fines de las transacciones corrientes y
la libre circulación de los capitales, como así también la reactivación de los
flujos de capitales privados hacia los países en desarrollo y la evolución de
los mercados de cambios, que restablecieron las relaciones entre las
principales monedas más ajustadas a los datos económicos fundamentales.
Estas
evoluciones no son, por supuesto, consecuencia del azar. Ellas demuestran, en
primer lugar, un consenso creciente entre los Estados miembros del FMI sobre la
necesidad del ajuste y de las reformas. Pero manifiestan también el coraje de
numerosos países que supieron contraer sus políticas económicas y financieras,
con el apoyo adecuado, alrededor de 30 mil millones de DEG de compromisos, que
el FMI fue capaz de aportar a cerca de sesenta Estados miembros.
Sabemos
también que nuestros países presentan todavía, por diferentes razones, en el
plano macroeconómico o estructural. Es por eso que me regocijo particularmente
por la expansión y el fortalecimiento de la Declaración de Madrid aprobada por
el Comité interino. Permítanme atraer vuestra atención sobre esta declaración:
no se trata simplemente de una nueva declaración, de un nuevo llamado a la
acción. No, es algo totalmente particular: es la quintaesencia misma de las
lecciones de protección del FMI, destilada por el grupo más representativo de
los responsables financieros del planeta.
Me
gustaría insistir sobre cuatro de los once mandamientos:
El saneamiento presupuestario
Debemos
adoptar una concepción más ambiciosa del saneamiento presupuestario, y
fortalecer la disciplina presupuestaria durante varios años. Numerosos países
podrían sufrir un crecimiento más rápido y más durable si reducen sensiblemente
sus importantes déficits presupuestarios y la pesada carga que estos producen
en el ahorro privado. Pero suprimir los déficits no es todo; la composición del
ajuste presupuestario influye profundamente sobre el bienestar económico, la
acumulación de capital y el crecimiento. El saneamiento de las finanzas
públicas no debe limitarse a la reducción del déficit presupuestario; debe
vigilar también el buen empleo de los fondos públicos reduciendo los gastos
improductivos que permita un mejor financiamiento de los sectores esenciales
que son la salud y la educación.
Soluciones audaces
Si los
Estados miembros quieren aprovechar plenamente la globalización, deben ser más
audaces en la reforma presupuestaria, como así también en las reformas
estructurales en general. Podemos enumerar, en cada país, las diversas maneras
de encarar una reforma estructural global - y no un simple bricolage condenado
a no tener más que un impacto marginal - que mejoraría la eficacia de las
políticas macroeconómicas, favorecería la creación de empleos y protegería a
las economías de los riesgos que indiqué hace un rato.
La reforma del Estado
No puede
haber desarrollo durable sin una gestión responsable de los asuntos públicos.
Esto significa en primer lugar que los gobiernos deben demostrar que no
tolerarán ningún tipo de corrupción; esto significa también que deben llevar a
cabo cierto número de tareas esenciales para mantener la confianza de los
ahorristas e inversionistas privados: hacer reinar el orden público y
garantizar el profesionalismo y la independencia del poder judicial.
La reforma bancaria
Debemos remediar
lo que bien podría ser el talón de Aquiles de la economía contemporánea: la
fragilidad de los sistemas bancarios. La amenaza de una crisis bancaria pesa
permanentemente sobre los países. Porqué? En realidad no sabemos demasiado. La
carencia de políticas macroeconómicas y sus resultados mediocres destruye la
salud de los sectores bancarios e, inversamente, la fragilidad de los bancos se
oponen a menudo a la eficacia de la política macroeconómica. Cualquier atraso
en una rápida respuesta podría ser costoso. Para los países concernientes, los
costos presupuestarios ocasionados por la resolución de las crisis bancarias
pueden ser realmente exorbitantes y gravar fuertemente los recursos nacionales.
Paralelamente, debemos evitar también las consecuencia sistémicas que pueden
tener tales crisis. No faltarán respuestas, en estrecha colaboración con las
demás instituciones interesadas, a este llamado por la vigilancia que implica
para el FMI. En este aspecto, estoy feliz de informarles que Jim Wolfensohn (Presidente
del Banco Mundial) y yo mismo, hemos decidido unir nuestras fuerzas - nuestros
recursos y nuestros medios de protección - para responder a estos riesgos con
acciones estrechamente coordinadas.
La acción del FMI
Recordarán
sin duda el programa que nos habíamos fijado el año pasado. Se trataba de
facilitar nuestra adaptación al proceso de globalización para que se convierta
efectivamente en una oportunidad para todos. Dónde estamos?
Intensificar la protección
La primera
de nuestra preocupaciones consistía en intensificar la protección. Con este
fin, continuamos centrando las consultas del artículo IV con el propósito de
prestar más atención a la evolución de las cuentas de capital, a los países
donde la situación económica puede tener un efecto de contagio y a la
protección regional. Alentamos igualmente a todos los Estados miembros a
mejorar la calidad, la exhaustividad y los plazos de difusión de las
estadísticas básicas que comunican al FMI y al público.
Fortalecer los recursos del FMI
Hay otro
punto esencial en nuestro orden del día: el fortalecimiento de los recursos del
FMI. En este aspecto, hemos realizado avances decisivos sobre tres frentes:
Los recursos de urgencia y las cuota-partes
Los países
del G-10 y cierto número de otros miembros dan la última mano a los acuerdos
que duplican las líneas de crédito abiertas hasta ahora en nuestra institución,
lo que les ingresaría un total de 34 mil millones de DEG. Estos acuerdos se
proporcionan como un complemento esencial de los recursos propios del FMI
durante una crisis sistémica. El FMI, institución fundada sobre la cooperación
y la solidaridad, se apoya sobre sus cuota-partes, y su fortaleza, como así
también su credibilidad, suponen que mantenemos estas cuota-partes a un nivel
adecuado. Los recursos del FMI son el objeto de una demanda sostenida, y
nuestra radio de liquidez sufre actualmente una disminución relativamente
rápida. Es urgente, en un momento donde la economía mundial atraviesa un
período de gran incertidumbre, concluir las negociaciones relativas a la
undécima revisión de las cuota-partes con el fin de conseguir mejores plazos
para un aumento sensible de las cuota-partes.
Los derechos especiales de giro
Estamos
preocupados porque un cierto número de Estados miembros no estaban en condiciones
de participar plenamente del sistema de DEG. Yo no puedo más que alegrarme
porque el Consejo de administración haya logrado un acuerdo que va a permitir
que todos los miembros reciban una parte equitativa de las asignaciones
acumuladas de DEG, y que colocará así a todos los participantes del sistema en
un pie de igualdad.
La ayuda a los países pobres
Por
último, el mismo espíritu de conciliación que animó a los miembros del Consejo
de administración cuando se trata de encontrar una solución constructiva al
problema complejo del financiamiento de las operaciones de la FASR y de la
contribución del FMI a la iniciativa conjunta, comprometida junto al Banco
Mundial, en favor de los países pobres muy endeudados. Todos tienen, incluso
los más pobres, que aceptar ser parte de esta carga para ayudar a los que se
encuentran en situaciones extremas de pobreza y endeudamiento. Comprenderán que
este mundo puede cambiar para mejor y que un nuevo sistema sea efectivamente
puesto en marcha.
Aceptando
este compromiso, dotaron al FMI de un instrumento autofinanciado e
que le
permitirá continuar desempeñando su rol atacando decididamente, todas las veces
que sean necesarias, a los problemas de los países desamparados, aunque ellos
se muestren dispuestos a hacer todo lo posible para rectificar su situación.
Cada una
de estas cuestiones o de las iniciativas que yo mencioné muestran una dimensión
nueva y determinante del nuevo sistema que se caracteriza por las
responsabilidades que numerosos países, entre ellos las economías de mercado
emergentes, deseen y puedan asumir en la economía mundial. Tenemos, sin dudas
-y a condición de continuar adaptando nuestras instituciones y procedimientos -
todos los elementos necesarios para forjar una cohesión internacional más
estrecha alrededor de nuestros objetivos comunes de estabilización del sistema
monetario internacional y del crecimiento de la economía mundial.
El orden
del día que nos hemos propuesto es muy ambicioso. Tratemos de no olvidar que
cuando dirijamos nuestra mirada hacia el futuro, muchos de los desafíos de la
economía mundial actual son de tal amplitud que un país o un grupo de países no
podrá combatirlo solo. Pero cuando sepamos unir nuestros esfuerzos -nosotros,
todos como comunidad internacional- nuestra tarea se verá facilitada y las
metas que nos fijamos estarán próximas a concretarse. Pero no perdamos de vista
nuestros objetivos comunes: estabilizar la economía mundial y permitir un
crecimiento de alta calidad que sea más fuerte, más durable y más ampliamente compartido,
y redoblemos nuestros esfuerzos para alcanzarlos juntos!.
Este es el
sentido de este nuevo sistema.