DEPARTAMENTO DE ASIA Y EL PACIFICO
Presentación:
Jorge
Rafael Di Masi
Constanza
Loustau, Horacio Gustavino, Daniel Besler, Laura Sanucci, Cecilia Galván,
Sebastián Baglioni, Raúl Tempesta, María Elena Cabrera y Pablo Pinto
Presentacion
En la
última década, casi todos los trabajos sobre el sistema internacional
comenzaron con la frase "después de la caída del Muro de Berlín...",
marcando la importancia de tal hecho como determinante de la configuración del
sistema internacional del futuro. Utilizado en ocasiones con corrección, sirvió
también como muletilla para hacer interpretaciones antojadizas de lo que en
realidad ocurría en el mundo.
Luego
de esa sentencia se concluía que la Guerra Fría había sido ganada por los
Estados Unidos, país que se consolidaba como la única potencia mundial. Si
esto es cierto a nivel militar, en lo económico la realidad dista mucho de
ser así. Desde hace algunas décadas se han consolidado otras naciones o grupos
de naciones que pusieron en cuestión tal liderazgo. Basta moverse hacia el
Este para percibir que la Unión Europea y más allá, la región del Pacífico
Asiático también sentaron sus propias posiciones y ejercieron su influencia
con independencia de la potencia norteamericana.
Si bien
muchos autores también señalaron estos desarrollos, pocos dejaron de caer
en el manejo de muletillas tales como "el milagro asiático". De
ese modo apelaban a algo sobrenatural que explicara el avance veloz de los
países de la Cuenca del Pacífico Asiático. Sin gran sutileza o en forma interesada,
olvidaban mencionar que ese "milagro" era producto de varios factores
- culturales, políticos, históricos - pero que había uno determinante: la
aplicación de políticas macroeconómicas adecuadas y funcionales a un proceso
de desarrollo industrial orientado a la promoción de exportaciones. Como complemento,
una activa política de inversión en educación y ciencia que le diera a los
países las herramientas necesarias para mantener ese proceso a lo largo del
tiempo.
Luego,
se menciona que el Siglo XXI será el de Asia como gran potencia mundial, principalmente
teniendo en cuenta que China conseguirá mostrar con mayor claridad los resultados
de su proceso de apertura y reforma económica en las próximas dos décadas.
Sin embargo, el desarrollo asiático se viene desenvolviendo en forma progresiva
desde hace ya más de treinta años. Japón como líder regional, comienza el
proceso en los años cincuenta y lo siguen Corea del Sur en los sesenta, Singapur,
Hong Kong y Taiwán a fines de los sesenta y principios de los setenta. Mientras
que Malasia, Tailandia, Indonesia y Filipinas, -estos dos últimos un poco
más atrás- en los ochenta junto a China Popular. Los noventa muestran la incorporación
activa al proceso de Vietnam como resultado de su propia reestructuración
interna.
A partir
de esto, se puede observar que el fenómeno no es nuevo y que a lo largo de
los últimos treinta años, el Pacífico Asiático ha sido capaz de protagonizar
una de las experiencias más rápidas de evolución que registre la historia
de la humanidad. Junto al crecimiento del PBI, de las exportaciones y de la
producción industrial, se ha producido un desarrollo sostenido en términos
de disminución de la pobreza, pleno empleo, mejoramiento de la salud y aumento
de los niveles de educación. Inclusive, algunos países -Japón quizás sea el
paradigma- son primeras potencias hoy en la producción de bienes de alto valor
agregado de sectores tales como la electrónica, informática, automotriz, biotecnología
y robótica. Asimismo, están en la primera línea del sector terciario de la
economía como puertos -Hong Kong y Singapur disputan el primer lugar del mundo
con Rotterdam-, bancos, turismo, hotelería y seguros.
Por eso
no hay que esperar al siglo que viene para decir que Asia es una potencia
mundial. A partir de esta asunción se podrá tener un panorama más realista
de la distribución del poder político y económico mundial.
El
escenario político regional
Durante
1996, Asia disfrutó de un clima general de paz y prosperidad, sin embargo,
algunas tensiones florecieron que dieron sensación de inestabilidad tanto
en el campo político-militar como en el económico.
La tradicional
subordinación de los intereses nacionales a los objetivos regionales, o en
todo caso la percepción de que aquellos se defendían mejor trabajando en conjunto
fue puesta en duda en varias ocasiones.
Uno de
esos momentos se produjo en vísperas de las elecciones presidenciales -las
primeras democráticas de su historia- de Taiwán cuando China Popular realizó
maniobras militares con lanzamiento de misiles a pocas millas de la costa
taiwanesa. Como un modo de presionar a los candidatos que postulaban la independencia
de Taiwán, China movilizó sus fuerzas para advertir y recordar a sus vecinos
que eran una "provincia rebelde". En forma inmediata, los Estados
Unidos envió parte de su Flota del Pacífico para prevenir cualquier acción
armada. Las elecciones se llevaron adelante en paz y Lee Teng-hui fue electo
Presidente de Taiwán.
El hecho
dejó algunas enseñanzas. En primer lugar, la decisión de China de no tolerar
movimientos que puedan consolidar la idea de la independencia de Taiwán; luego,
el compromiso estadounidense como potencia militar en la región, que, aunque
disminuido en cuanto al número de hombres y equipos disponibles, mantiene
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Por último, el inicio de un camino
novedoso para la política asiática, como es la adopción de las formas de elección
directa de los gobernantes por sus conciudadanos.
Desde
el punto de vista político y vinculado a los procesos de consolidación de
la democracia en la región, Corea del Sur, a través de su máximo tribunal
juzgó y condenó a prisión a los ex Presidentes Chun Doo Hwan y Roh Tae Woo.
Ambos fueron acusados de corrupción y abuso de poder. A pesar del efecto positivo
que tuvo para la democracia misma y también para el Presidente Kim Young Sam,
pocos días después se demostraron aportes de fondos privados ilegales para
la campaña, a través del hijo de Kim quien también fue a la cárcel. Semejantes
vaivenes tuvieron como efecto un rápido desprestigio de las instituciones
y de la clase política.
Más al
sur, en Indonesia, la fuerte oposición de la hija del héroe histórico Sukarno,
Magawati Sukarnoputri, puso en jaque al gobierno del Presidente Suharto. Sus
reclamos por mayor libertad y una distribución del ingreso más justa provocaron
grandes manifestaciones a lo largo del país que desestabilizaron al régimen
gobernante. Abonando los movimientos opositores al gobierno, recibieron el
Premio Nobel de la Paz el Obispo Carlos Belo y José Ramos Horta, líderes de
la resistencia del pueblo de Timor Oriental que lucha por su independencia
de Indonesia.
La
economía cuestionada
El hecho
de que se redujeran los niveles de crecimiento económico de años anteriores,
produjo una serie de preocupaciones y cuestionamientos al modelo de desarrollo
asiático. La mayoría de esas opiniones negativas provinieron de Occidente
llamando la atención sobre un recalentamiento en las economías asiáticas.
Paul Krugman predijo el fin del milagro asiático comparando a esas economías
con el período de crecimiento de la Unión Soviética en la década del sesenta
que finalizó en el colapso dos décadas después. El autor estadounidense señala
que no hubo un aumento de la competitividad en Asia capaz de sostener tasas
de crecimiento anuales del 8% al 10% propias de décadas anteriores. Sostiene
el autor que lo que han hecho los asiáticos es acumular factores de la producción
sin mejorar la productividad. Este planteo provocó airadas respuestas de autores
y gobiernos asiáticos quienes defendieron el modelo -o en todo caso los modelos-
con fuerza.
Sin embargo,
se ha observado una desaceleración del crecimiento a nivel regional en algunos
casos, como Japón, debido a reestructuraciones internas de la economía que
apuntan a adecuar sus estructuras a la economía internacional y en otros a
cuestiones cíclicas como por ejemplo la declinación de los precios internacionales
de los productos electrónicos o de los semiconductores. No significa esto
que el o los modelos estén agotados sino que es un momento de transición.
Los capitales no han cesado de entrar a la región a niveles récord, no sólo
a quienes los recibieron en los últimos años como Malasia, China o Indonesia
sino en cada vez mayores cantidades a Filipinas y Vietnam.
La
Reunificación de China
"A
barren island with hardly a house upon it", estas fueron las palabras
de Lord Palmerston cuando en 1841 tomó posesión de Hong Kong en nombre de
la corona británica. Su primera impresión no sería la misma hoy, al observar
el progreso que ha tenido el territorio en los últimos treinta años.
El hecho
más trascendente en la política asiática de los últimos meses ha sido el proceso
que llevó a que Gran Bretaña devolviera a China Popular el gobierno de la
isla. Cuando en junio pasado, el Gobernador británico Chris Patten entregó
el mando a las autoridades chinas, dió fin a un capítulo de una de las historias
más exitosas del siglo. Al mismo tiempo abrió otro, signado por la incertidumbre
de algunos y el optimismo de muchos.
Explicado
como resultado de la administración británica o gracias a la laboriosidad
y espíritu emprendedor de los chinos, aquella "isla desolada con casi
ninguna casa encima" que encontrara Lord Palmerston al pujante centro
comercial y financiero de hoy la distancia es infinita. Basta citar algunos
datos estadísticos para percibir en toda su dimensión la transformación ocurrida;
PBI per cápita: u$s 21.000, expectativa de vida al nacer: 80 años, tasa de
mortalidad infantil: 4,4 por mil, comercio exterior: u$s 300.000 millones,
tasa de crecimiento del PBI anual entre 1965 y 1990: 6,2% .
En el
último año afloraron las tensiones propias del caso entre las partes involucradas.
Los británicos dispuestos a dejar su impronta en el territorio constituyeron
un Consejo Legislativo electo democráticamente y trataron en otros campos
de limitar el poder de decisión del futuro gobierno chino. Si bien la elección
del Jefe Ejecutivo del territorio por cinco años recayó en el magnate naviero
Tung Chee-hwa, un moderado empresario de Hong Kong con buenas relaciones en
Beijing, sus futuras acciones estarán limitadas por las propias condiciones
acordadas con el gobierno central de China Popular. Entre ellas figura la
limitación de ciertas libertades individuales y la eliminación del Consejo
Legislativo. Según el gobierno chino, es ilegítima la decisión británica de
llamar a elecciones, meses antes de la entrega, cuando durante los ciento
cincuenta años de ocupación nunca pensaron en la democracia.
Más allá
de cualquier especulación sobre el futuro del territorio, el proceso se desenvolvió
en forma ordenada y las masivas fugas de empresas que se habían pronosticado
no ocurrieron. China Popular incorporó de este modo a una potencia económica
que dará nuevos aires a su propia transformación económica.
El
futuro de los acuerdos regionales
Durante
la década del noventa revivieron dos acuerdos regionales gracias a la decisión
de sus líderes por otorgarles un nuevo perfil de actuación: APEC y ASEAN.
APEC,
que comprende la región de Asia Pacífico, se propuso trabajar para lograr
la libertad en el comercio y las inversiones a nivel regional en función de
las liberalizaciones acordadas en la OMC y con idea de no discriminar hacia
terceros estados no miembros del acuerdo. Su trabajo guiado por el concepto
del "regionalismo abierto", que causó tantos debates y creó tantas
expectativas, tuvo durante 1996 una cierta recaída. Los objetivos planteados
en la reunión de Osaka a fines de 1995, fueron adoptados por pocos países
y pasó el año sin grandes novedades. Hacia fines de 1996 se reunieron los
líderes en Subic Bay, Filipinas, para idear nuevas formas de trabajo en función
del objetivo de la liberalización. Así se acordó el Plan de Acción de Manila
(MAPA) que reafirma los compromisos de Osaka en base a tres pilares que ayuden
a la construcción de la unidad en la región: planes de acción individuales,
planes de acción colectivos y actividades comunes de cooperación técnica y
económica. Sobre ellos deberán trabajar muy fuerte las economías miembros
para lograr el objetivo de las liberalizaciones para el 2010 y el 2020 decididas
en Bogor, Indonesia en 1994.
Por su
parte la ASEAN, en vísperas de la celebración de su trigésimo aniversario,
concentró sus esfuerzos en el trabajo de la cooperación económica característico
de esta nueva etapa de la Asociación.
El trabajo
más duro y dificultoso es emprender el desafío de lograr la liberalización
comercial para los primeros años del siglo próximo según lo previsto cuando
decidieron crear la AFTA (ASEAN Free Trade Area). Aunque ha habido algunos
avances todavía existen muchas barreras por remover.
Pero quizás
el test - y la aspiración de sus líderes- más importante fue el que se impusieron
de celebrar el aniversario con los diez países del Sudeste Asiático como miembros
plenos de la Asociación. Malasia, Singapur, Indonesia, Brunei, Tailandia,
Filipinas y Vietnam invitaron a sumarse al grupo a Myanmar, Laos y Camboya.
Estos tres últimos se incorporarían a mediados de 1997. Los dos primeros lo
hicieron pero la toma del poder absoluto en Camboya por parte de Hun Sen,
quien desplazó al Príncipe Rannariddh del gobierno que antes compartían, hizo
que la Asociación decidiera rechazar su incorporación. De este modo los líderes
subregionales no pudieron cumplir con su objetivo de un Sudeste Asiático unido.
Corolario
Sin la
euforia de años anteriores la región parece haber entrado en una etapa de
maduración. En lo económico, gracias a la desaceleración del crecimiento,
que según los analistas es sólo una cuestión cíclica, se están produciendo
importantes transformaciones para adecuar sus estructuras a la competencia
internacional.
Desde
lo político, hay varios procesos en marcha sobre los cuales se concentrará
la atención del mundo los próximos años; el destino de Hong Kong bajo la idea
de "Un país, dos sistemas", la evolución de las relaciones en el
Estrecho de Taiwán, la proyección de China como tradicional potencia en la
región, la resolución del conflicto en la Península Coreana, las disputas
por la delimitación de los espacios marítimos y la soberanía de varias islas
en disputa, el futuro de ASEAN y APEC y las variadas disputas internas en
cada país en torno al futuro de sus instituciones políticas y los tradicionales
liderazgos hoy cuestionados.
Este ha
sido un año muy fructífero para nuestro Departamento de Asia y el Pacífico.
Hemos tenido un crecimiento cuantitativo con la incorporación de nuevos colaboradores
argentinos y extranjeros. Desde el punto de vista cualitativo hemos avanzado
en la formación de grupos de estudio que trabajan en forma sistemática analizando
los diversos problemas de la región. Estamos ofreciendo cursos de capacitación
a empresarios y hemos recibido la visita de prestidiosos integrantes de la
la Academia de Ciencias Sociales de China y de la Ewha University de Corea.
de Asimismo hemos sido designados como miembros del Consejo Ejecutivo del
Comité Nacional para el Asia y el Pacífico donde participamos junto a empresarios
y funcionarios gubernamentales en la construcción de una presencia más activa
de nuestro país en la región.
Por último
en el Año del Centenario de Nuestra Universidad también celebramos la Quinta
semana del Asia y el Pacífico a realizarse el 6, 7 y 9 de octubre próximo
con la visita de académicos extranjeros destacados.
Quiero
agradecer en estas líneas a todos los miembros del Departamento y a las personas
o instituciones que colaboran activamente para que sus objetivos puedan ser
cumplidos. En especial quiero destacar el trabajo en el armado y traducción
de los documentos de este Anuario de Constanza Loustau, Horacio Gustavino,
Daniel Besler, Laura Sanucci, Cecilia Galván, Sebastián Baglioni, Raúl Tempesta,
María Elena Cabrera y Pablo Pinto.
Jorge
Rafael Di Masi
Coordinador