DEPARTAMENTO DE MEDIO ORIENTE
Presentación:
Pedro
Brieger
Documentos:
Sandra
De Rose
Cronología:
Luciano
Záccara
Presentación
1997
ha sido un año muy fructífero para el Departamento de Medio Oriente. Desde
su nueva formación se ha planteado objetivos tales como el fomento de la investigación
, la información de los distintos acontecimientos de la región de Medio Oriente
desde una perspectiva académica, y el intercambio con universidades e institutos
nacionales y extranjeros. En este sentido, el departamento ha afianzado sus
relaciones con diversos institutos, universidades y centros de investigación
tales como: La Universidad Hebrea de Jerusalén, Palestian Study of International
Affairs, el Centro de Información para la Paz perteneciente a Naciones Unidas,
el Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Bar Illan
(Israel),.Centro de Información Alternativa (Jerusalén) y el Centro de Estudios
Arabes de la Universidad de Chile.
En
esta oportunidad, el Departamento de Medio Oriente informa que las actividades
propuestas para el año 1998 son las siguientes: organizar las Segundas Jornadas
de Medio Oriente «El Estado de Israel a cincuenta años de su creación» con
la participación de investigadores y académicos nacionales y extranjeros.
Por otra parte, el departamento ha iniciado una serie de publicaciones sobre
los distintos problemas de la región.
El
Departamento además, quiere agradecer la colaboración de la Embajada de la
República Árabe de Libia por su aporte a la biblioteca y videoteca.
Estados
unidos - Irak, la crisis de 1997
1.
Diplomacia y petróleo
La
crisis de febrero de 1998 que estuvo a punto de desencadenar una nueva guerra
entre Estados Unidos e Irak, fue el hecho político más relevante de 1997-1998
en el Medio Oriente.
En
el Anuario de 1997 escribíamos que «la estabilidad del Golfo en 1996-97 esta
determinada por la continuidad de la denominada «Política de Contención Dual»,
diseñada en 1993 por la administración Clinton como uno de los ejes de la
política exterior norteamericana. Su objetivo central era -y es- aislar económicamente
y contener de manera simultánea a Irán e Iraq, con la esperanza de que ambos
se enfrenten y anulen. Se desprende de esta política la continuación de las
sanciones económicas a ambos países y el libre suministro de petróleo por
parte de su principal aliado del Golfo, Arabia Saudita.» 1
Globalmente,
esta política de contención dual se mantiene y sigue siendo un eje vector
de la estrategia de los Estados Unidos para el Medio Oriente. De todas maneras,
se ha visto matizada parcialmente después de la elección de Mohammad Jatami
como nuevo presidente de Irán ya que este es considerado en Occidente como
una «promesa de tolerancia y pluralismo» 2 Los pasos de acercamiento
entre Estados Unidos e Irán en 1998 -aún en el plano simbólico- representan
un cambio significativo desde la consolidación de la revolución islámica en
1979.
La
actitud desplegada en el ámbito político-diplomático por los Estados Unidos
está marcada por la permanente contradicción de intereses propios que -según
las circunstancias- se complementan o se repelen. En el caso específico de
nuestro área de estudio, el Medio Oriente y el mundo islámico, es indudable
la influencia de las corporaciones petroleras norteamericanas. Estas despliegan
todo su poderío económico para poder participar del mercado petrolero del
Golfo Pérsico manteniendo una relación dual con aquellos países en conflicto
político con Washington. Por un lado favorecen y participan activamente de
la producción petrolera en Arabia Saudita, Kuwait o los Emiratos Arabes, países
aliados incondicionales de los Estados Unidos. Por el otro impiden el reingreso
al mercado del crudo de aquellos en conflicto (Irak, Irán o Libia) para evitar
una caída de los precios que pueda afectar sus intereses. Sin embargo, como
también están interesadas en participar de los dividendos que potencialmente
brinda la producción petrolera de los países en conflicto, buscan atenuar
el enfrentamiento diplomático-político. Los voceros públicos del «lobby» petrolero
USA* Engage claramente apelan a que se «entable un dialogo con Irán» porque
su objetivo es que las compañías retornen a Irán y al mar Caspio 3
La relación entre las corporaciones petroleras y la Casa Blanca también está
determinada por el sostén militar que Washington le brinda a las monarquías
del Golfo. La supervivencia de estos regímenes depende del suministro a bajo
precio del petróleo y la compra en Estados Unidos de costosos equipamientos
militares 4
2.
La guerra que no fue
Los
argumentos esgrimidos por el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton,
para justificar el posible ataque a Irak en febrero de 1998 fueron decididamente
confusos. Fueron tan poco claros, que la mayoría de aquellos que apoyaron
la Guerra del Golfo en 1991 se opusieron a una ofensiva militar en 1998. La
propia Secretaria de Estado, Madeleine Albright tuvo serias dificultades para
explicar y convencer a los norteamericanos sobre los objetivos a corto y mediano
plazo de una nueva guerra con Irak. En un artículo especial publicado en la
revista Newsweek, Albright afirmó que «derrocar a Saddam requiere un compromiso
mucho más amplio de fuerza militar y supone un riesgo mucho mayor de pérdida
de vidas norteamericanas que contener esa amenaza. Algunos han sugerido que,
en vez de ataques militares, deberíamos armar y alentar a la oposición iraquí
para que inicie una guerra civil. Esta opción parece sencilla, pero no lo
es. En el pasado, hemos trabajado con quienes se oponen a Saddam Hussein,
y estamos dispuestos a trabajar con ellos de una manera más eficaz en el futuro.
Pero, actualmente, la oposición está dividida, y no seria justo crear expectativas
falsas o insostenibles que podrían terminar en un baño de sangre y en una
derrota.» 5
Según Albright la dispersa oposición iraquí en el exilio, y la falta de apoyo
popular dentro de Iraq eran factores determinantes para considerar indispensable
la intervención de Estados Unidos. A principios de 1998, 22 mil efectivos
se encontraban en el Golfo Pérsico dispuestos a participar de una ofensiva
militar 6.
La
administración Clinton suele expresar su preocupación porque Saddam Hussein
no permite las inspecciones dentro de ciertas regiones de Iraq y viola las
resoluciones de las Naciones Unidas (ver anexo). Quien las viola -sostienen
una y otra vez en Washington- es merecedor de castigo. «Las sanciones económicas
se mantendrán hasta que Saddam cumpla con las resoluciones de la ONU» dijo
Clinton en su discurso en el Pentágono el 17 de febrero 7 (Ver página siguiente)
Ante
el incumplimiento por parte de Irak de las resoluciones impuestas por las
Naciones Unidas, el gobierno de los Estados Unidos vislumbró tres posibilidades
para resolver la crisis con Bagdad. Primero, una ofensiva global con el objetivo
de derrocar a Saddam Hussein, o por lo menos, desestabilizar su gobierno para
que una facción de las Fuerzas Armadas pudiera tomar el poder. Esta alternativa
se ha convertido en un verdadero «manifiesto» en Washington desde 1991. Segundo,
seguir con el embargo y la imposición de sanciones económicas. El objetivo
sería el de alentar el crecimiento de la oposición para que ésta pueda usufructuar
el descontento producido en amplias capas de la población por los efectos
del embargo. Según esta concepción, a mediano plazo la propia población responsabilizaría
a Saddam Hussein -y no a Estados Unidos- de la muerte de miles de iraquíes
por la falta de víveres y medicamentos. En tercer lugar: la negociación directa
con el gobierno iraquí y una salida diplomática a la crisis, aunque esta era
la postura menos alentada en la Casa Blanca. Según Richard W. Murphy, ex Secretario
de Estado en asuntos de Medio Oriente entre 1983 y 1989, la intervención diplomática
del Secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, cambió el panorama 8
3.
El consenso, la información militar y las sanciones a Irak
A
diferencia de 1990-91 cuando George Bush logró un amplio consenso internacional
para atacar a Irak, en 1998 uno de los problemas que tuvo Bill Clinton fue
justamente la falta de consenso interno e internacional para una ofensiva
militar. A pesar de sus denodados esfuerzos, la ofensiva diplomático- propagandística
no logró convencer a la mayoría de los gobiernos -tampoco del mundo árabe-,
a los medios de comunicación o la opinión publica de que Saddam Hussein todavía
representa una amenaza para sus vecinos árabes, Israel o la humanidad entera.
El
conocimiento de que en 1991 Irak fue bombardeada como nunca antes en la Historia,
y que algunos señalan que los bombardeos fueron siete veces más potentes que
las bombas que destruyeron Hiroshima 9
sin lugar a dudas pesaron en el momento de apoyar una nueva guerra.
Por
otra parte, la crisis de febrero tuvo el aditivo de presentar al presidente
de los Estados Unidos envuelto en un escándalo sexual que lo afectó personalmente,
y la sospecha de que la guerra serviría para taparlo. 10
El senador republicano Bob Smith pregunto: ¿si el no me puede decir la verdad
sobre el escándalo sexual, me estará diciendo la verdad sobre Irak?» 11 Ver página siguiente
Uno
de los elementos que provoco escepticismo a nivel internacional respecto de
una nueva ofensiva militar contra Irak fue la confusa información respecto
del verdadero poderío militar de Saddam Hussein. En realidad, esto representa
una línea de continuidad con el debate que hubo entre los propios expertos
militares respecto de la capacidad bélica de las Fuerzas Armadas iraquíes
entre 1990 y 1991 12 Ver
página siguiente. En su discurso
del 17 de febrero el presidente Clinton afirmaba que «los inspectores de UNSCOM
- ojos y oídos del mundo civilizado han descubierto y destruido mas armas
de destrucción masiva que lo que fue destruido durante la Guerra del Golfo.
Esto incluye unas 40 mil armas químicas, mas de 100 mil galones de agentes
químicos, 48 misiles operacionales, 30 cabezas de misiles adaptados aptos
para armas biológicas y químicas...» 13
Anthony
Cordesman, un experto del Centro de Estudios Estratégicos e internacionales
de Washington señaló el día después del discurso de Clinton que Iraq tenía
«2.700 tanques, 2.500 armas de artillería, unos 300 helicópteros, 340 plataformas
de lanzamiento de misiles tierra-aire» 14 Aunque sostuvo que representaba
menos de la mitad de lo que tenía en 1990, aseguró también que «no vamos a
poder destruir la maquinaria militar iraquí» 15
Por
el contrario, Kenneth Pollack, del Washington Institute, señaló que las FFAA
de Irak «son una pálida sombra de lo que eran en 1991». Si bien, sobre el
papel, el ejercito iraquí parece formidable, con 400 mil personas, 23 divisiones,
2.000 tanques, y entre 200 y 300 aviones de combate, la mayoría de las armas
que tienen son obsoletas (mientras que) en contraste, las FFAA de los Estados
Unidos están mucho mejor dotadas hoy que en 1991.» 16
Paradójicamente
la avanzada tecnología norteamericana tampoco pudo determinar la cantidad
exacta de palacios, algo poco creíble en estos tiempos de monitoreos satelitales.
Un informe del Middle East Security Report señalaba que había solo 47 palacios 17 El 24 de noviembre de 1997 el presidente Clinton
había dicho que los palacios eran 78 18
El 2 de febrero de 1998, en una conferencia de prensa el Secretario general
de las Naciones Unidas Kofi Annan decía que eran unos 60. 19
Según un informe del gobierno de los Estados Unidos del 18 de marzo de 1998
desde la Guerra del Golfo el régimen iraquí había construido 48 palacios 20
Como contrapartida, para el Arab Journal de Chicago los 83 palacios presidenciales
donde supuestamente estaban escondidas las armas de destrucción masiva se
habían «convertido» en ocho. Tiempo después había uno solo y el resto fueron
presentados como meras casas de huéspedes 21
Es
difícil creer que -mientras Estados Unidos se jacta de su tecnología calificada
con la cual puede librar una guerra con precisión «quirúrgica» y analizar
un alfiler desde el espacio- nadie pueda explicar ni siquiera la cantidad
real de los palacios de Saddam Hussein o su tamaño. En su discurso del 17
de febrero Clinton dijo que uno de los palacios era tan grande como la ciudad
de Washington 22 Ver página
siguiente, lo que fue reafirmado
por el Secretario de Defensa William Cohen 23 Ver página siguiente.
Para el ex embajador argentino ante las Naciones Unidas, Ernesto Cárdenas,
que estuvo varias veces en Bagdad como mediador de la ONU, los palacios eran
del tamaño de la ciudad de Madrid 24
Ver página siguiente
El
tema de los palacios no representa un «pequeño» detalle. Como señala el sociólogo
Guy Durandin 25 Ver página
siguiente es necesario tener
en cuenta que la desinformación es la otra cara de la información y que su
utilización es política. Si los estrategas políticos en la Casa Blanca no
saben qué tamaño tienen los palacios que están a la vista de todos, cómo confiar
en la información proveniente del Pentágono sobre el poderío militar, químico
o bacteriológico de Saddam Hussein. ¿Acaso no se lo magnificó en 1991 para
convencer al mundo de la necesidad de la guerra? ¿Cómo hizo Saddam Hussein
para convertirse otra vez en una amenaza después de sufrir el bloqueo más
duro de la historia de la humanidad? 26 ¿Cuál era el verdadero objetivo de la Casa
Blanca? ¿Destruir las armas químicas? ¿Castigar a Saddam Hussein? ¿Liquidarlo?
¿Impedir que Irak participara nuevamente del mercado petrolero por temor a
una caída de los precios del petróleo?
La
continuidad del bloqueo y las sanciones económicas a Irak han provocado dentro
y fuera de los Estados Unidos un rechazo a las propuestas de los funcionarios
estadounidenses en las diversas instancias de las Naciones Unidas. Ni siquiera
Kuwait, el principal «interesado» en debilitar de manera permanente a Saddam
Hussein apoyó la vía militar en 1998. Según datos oficiales de las Naciones
Unidas el bloqueo contra Irak ha provocado la muerte de mas de 1 millón de
iraquíes, de los cuales 567 mil son niños 27 Como las sanciones a
los países forman parte de la estrategia global de la Casa Blanca, sus efectos
en las poblaciones afectadas por ellas suelen ser un tema menor. Al ser consultada
Madeleine Albright en un reportaje televisivo de 1996 respecto de las sanciones
contra Irak, que habían provocado la muerte de más de medio millón de niños
-cifra superior a las víctimas de menores en Hiroshima-, su respuesta fue
clara: «pensamos que vale la pena» 28
Según
un encuesta realizada por Gallup, conjuntamente con la CNN y el diario USA
Today, el 17 de enero tres de cada cuatro ciudadanos de los Estados Unidos
consideraba que la fuerza militar debía ser utilizada eventualmente para frenar
el desarrollo de armas de destrucción masiva de Irak 29.
Sin embargo, solo uno de cada cuatro pensaba que había que apoyar una acción
militar si Estados Unidos debía actuar por su cuenta 30 Ver página siguiente
El
congresista Republicano Ron Paul de Texas, un antiguo piloto de la Fuerza
Aérea incluso propuso una legislación para frenar a Clinton: «No hay razón
moral o constitucional para ir a la guerra con Irak ahora. Los actos de guerra
solo deben realizarse cuando peligra la seguridad nacional. Jugar a ser el
policía del mundo degrada a los que desean respetar la Constitución. Me niego
a participar de una acción donde estará en juego la salud de los soldados
cuando no hay peligro inmediato para EEUU. Es inmoral entrar en una guerra
que no tiene otro objetivo que matar gente con la que no estamos de acuerdo
sobre el mundo en que vivimos» 31
Ver página siguiente Algunos
sectores de la Iglesia también se opusieron abiertamente a las sanciones contra
Irak y a una posible guerra. 54 obispos católicos firmaron un comunicado pidiendo
al presidente Clinton «la inmediata finalización del embargo (ya que) nosotros
estamos matando gente y eso debe terminar». 32 Ver página siguiente
El
periodista israelí, Eric Margolis, autor de polémicas columnas, señaló que
«solamente Estados Unidos e Israel quieren atacar a Irak. La coalición de
la Guerra del Golfo de 1991 colapsó. La Conferencia islámica de esta semana
en Teherán mostró que Irak está ganando apoyo internacional y amplia simpatía
debido al prolongado sufrimiento de su golpeado pueblo (...). Paradójicamente,
la demonización que Bush hizo de Saddam hace que su sucesor difícilmente pueda
levantar las sanciones o tener relaciones normales con Irak.» 33 Ver página siguiente
Pero
tampoco la prensa tradicional israelí apoyó de manera incondicional a Estados
Unidos. ¿Cuál es el objetivo de este ataque limitado? -preguntó Yosef Harif
columnista del diario Ma’ariv-. ¿Quiere decir que cada vez que Saddam enfade
a los americanos van a enviar fuerzas al Golfo para que luego de unos días
o semanas lleguen a un ‘compromiso diplomático‘ que le permita a Saddam permanecer
en el poder? ¿Qué quiere realmente Clinton? 34
A
medida que se profundizó la crisis creció la oposición a la guerra. Salvo
la CNN, aliada incondicional y cuasi-partícipe de la guerra y la mayoría de
los medios masivos de comunicación, en Estados Unidos y Europa se multiplicaron
las dudas sobre las motivaciones de Clinton. Claro que, como señala Edward
Said, los medios «son una extensión de la guerra contra Irak y le presentan
a sus consumidores la imagen orgullosa de la bandera flameando (porque) `nosotros`
nos enfrentamos a un monstruoso dictador» 35 Dos ex-jefes de la CIA
de Clinton (John Deutch y James Woolsey), Norman Schwartzkopf (quien dirigiera
la guerra en 1991), obispos católicos, congresistas republicanos y demócratas
y los movimientos pacifistas -cada uno desde su punto de vista- cuestionaron
los objetivos difusos de Clinton. Es posible que en la Casa Blanca, dada la
importancia creciente de la CNN, creerán que teniendo a la CNN como aliada
estratégica -como en Somalia o en 1991- podrán convencer al mundo de la necesidad
de la guerra.
4.
La participación de Rusia
Uno
de los factores centrales que amortiguó la intención norteamericana de atacar
a Irak fue la falta de apoyo por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas y, en primer lugar, la oposición de Rusia. Si bien la política de Moscú
ya no está atada a los lazos ideológicos de la Unión Soviética que -casi de
manera automática- apoyaba al mundo árabe contra Israel y Estados Unidos,
y pese a que desde 1991 Rusia busca integrarse a Occidente, el objetivo central
de Moscú es la construcción de un mundo multipolar para no quedar relegada
al papel de socio menor de los Estados Unidos. Desde el comienzo de la crisis
de 1998 Rusia se opuso a la opción militar y participó activamente de todas
las gestiones diplomáticas para encontrar un compromiso y una solución negociada,
lo que «decepcionó» a los políticos estadounidenses 36
Pero también hay factores concretos en la relación entre Rusia e Irak que
condicionan las posturas del presidente ruso Boris Yeltsin. Según Robert Freedman,
entre otros factores, Rusia quiere recobrar 7 mil millones de dólares que
le adeuda Irak, y está interesada en que sus empresas participen de la reactivación
del mercado de petróleo y gas en Iraq. Los rusos entienden que esto es imposible
mientras se mantengan las sanciones económicas contra Bagdad 37
5.
La presencia continua de estados unidos
¿Puede
permitir Estados Unidos, la primera potencia mundial, vencedora de la Guerra
Fría e impulsora del Nuevo Orden Internacional que Saddam Hussein aparezca
victorioso y salga fortalecido? Esta tal vez sea la pregunta crucial para
el futuro cercano. Al respecto es posible hacer dos consideraciones. En primer
lugar, más allá de la postura de «contención dual» hacia Irak e Irán, del
apoyo incondicional a Israel y de la necesidad de una alianza con los países
productores de petróleo, el gobierno de Estados Unidos no tiene una estrategia
global claramente definida para el Medio Oriente. De allí que -salvo su apoyo
incondicional al gobierno israelí- su influencia en la profundización del
proceso de paz entre israelíes y palestinos parezca secundaria.
Por
otra parte, suponer que en el mundo árabe el apoyo a Irak se debe a la figura
«carismática o revolucionaria» de Saddam Hussein es desconocer la lógica interna
del mundo árabe y el efecto que tiene para millones de árabes y musulmanes
la presencia militar norteamericana en territorio árabe. Millones de musulmanes
saben más que nadie lo que significó la invasión iraquí a Irán en 1980 y quiénes
apoyaron a Saddam Hussein, cuando en Occidente todavía no era el «tirano de
Bagdad» 38 Como señala el periodista israelí Guy Bechor
«las manifestaciones masivas en Jordania, Egipto y los territorios palestinos
no reflejan un apoyo a Saddam Hussein a quien todos conocen como un déspota
tirano. Ese apoyo podría definirse como Saddamismo, el desafío de los derrotados,
los humillados, aquellos que han sido arrojados a la marginalidad por el Primer
Mundo, un canal para las frustraciones, las desilusiones y la esperanza de
una revancha. El Saddamismo es una expresión de desconfianza hacia los corruptos
regímenes árabes, Estados Unidos y Occidente; por el deterioro del nivel de
vida y la desilusión a raíz de las expectativas creadas por los acuerdos de
paz con Israel. Estados Unidos, que en 1991 era visto como un liberador y
un símbolo de libertad ahora es visto en el Medio Oriente como vengador, cruel
e indiferente.» 39
Pedro
Brieger
Coordinador
1.
Brieger, Pedro; Anuario 1997. IRI
2. Gardner, David; «Mayor who made the mullahs
see red», Financial Times, 24.7.98, pag. 6
3. Gardner, David; «Two falls, no submission»,
Financial Times, 4.8.98, pag. 15
4. Hassassian, Manuel; «U.S. National Interests
in the Middle East». En, Palestine-Israel Journal of Politics, Economics and
Culture Vol. IV, N§ 3/4, 1997-98,
pag. 49
5.
Albright, Madeleine; «Ahora depende de Irak», Newsweek, 2.3.98. Traduccion
extraoficial del Servicio Informativo y Cultural de Estados Unidos, www.USIA.Gov/usis.html
6. Associated Press, Teherán, 30.6.97
7. «Remarks by the President on Iraq to Pentagon
personnel», The White House, Office of the Press Secretary, 17,02.98, En South
News, Australia, 18.02.98 (http://southmovement.
alphalink.com.au)
8.
Presentado en el panel de discusión «Developments in Iraq» del Middle East
Institute, 23.04.98. En http://www.midesti.org/MEI)
9.
Estos datos también fueron recordados por Tony Benn, miembro del parlamento
británico en su discurso en la Casa de los Comunes, el 17 de febrero de 1998.
Textualmente: «Recordemos que durante la Guerra del Golfo se lanzó el equivalente
a 7 veces y medio la bomba de Hiroshima sobre el pueblo de Iraq, y unos 200.000
iraquíes murieron». Sobre la discusión del poder destructivo utilizado por
Estados Unidos durante la Guerra del Golfo en 1991 nos hemos explayado ampliamente
en Brieger, Pedro; «Medio Oriente y la Guerra del Golfo». Ed. Letra Buena,
Buenos Aires 1991.
10.
Ver especialmente el análisis de Adam Garfinkle, editor ejecutivo de The National
Interest y del Foreign Policy Research Institute (FPRI@AOL.COM), «Sex, lies,
and war», 23.01.98.
11. Citado por David Briscoe, Associated Press,
Washington, 18-02.98-)
12.
Ver especialmente la discusión en «Foreign Policy», Summer 1993, N§1, pp.
182-192
13. «Remarks...» Op. cit.
14.
Citado por la Agencia Reuters, 18.2.98
15. Ibid
16. Pollack, Kenneth; «Current Iraqi Military Capabilities:
An Assessment». En MIDDLE EAST REVIEW OF INTERNATIONAL AFFAIRS, (Begin-Sadat
Center for Strategic Studies of Bar-Ilan University, Israel) Vol. 2, Issue
4/Feb 1998 www.biu.ac.il/SOC/besa/meria.html
17. Middle East Security Report N§46 (26.11.97)
18. Agencia Reuters, 26.11. 1997
19. (Press Release SG/SM/6451, 2 February 1998).
20. «Fact Sheet: U.N. Sanctions on Iraq». Documento Original del Departamento de Estado
publicado en http://www.usia.gov/regional/nea/gulfsec/sanc0318.htm; 18.3.98.
21. Baghdadi, Ali, «More lies to continue the genocide
against Iraq». En Arab Journal, 26.06.98, Chicago, arabjournl@aol.com
22. «Remarks...» Op. cit.
23.
Citado en «Preguntas y respuestas sobre la crisis de Irak», 17.02.1998; Servicio
Informativo y Cultural de Estados Unidos, www.USIA.Gov/usis.html
24.
dijo el 20 de febrero que
25.
Durandin, Guy; La información, la desin-formación y la realidad. Ed. Paidos,
Buenos Aires 1995,
26.
«como sin precedentes en la historia de la humanidad» afirmó Sandy Berger,
consejero de Seguridad Nacional de Clinton. Citado por Said, Edward
en «The Media is an extension of the war against Iraq». Mid-East Realities,
21.12.97, http:// www.MiddleEast.Org
27. Gordon, Michael, «Those sanctions have killed
over a million Iraqis, including about 600,000 children.» New York Times (19.11.97)
28. «We have heard that a half million children
have died,» said «60 Minutes» reporter Lesley Stahl, speaking of US sanctions
a-gainst Iraq. «I mean, that’s more children than died in Hiroshima. And -
and you know, is the price worth it?» Her guest, in May 1996, U.N. Ambassador
Ma-deleine Albright, responded: «I think this is a very hard choice, but the
price -we think the price is worth it.» Citado en Mid-East Realities, 10.2.98,
http:// www.MiddleEast.Org
29.
Publicado por la Agencia Reuters, 21.01.98
30. Idem.
31. Citado por Robson, Kimberly; Women’s Action
for New Directions (WAND), Washington. En Rania Masri <rrmasri@unity.ncsu.edu>, 18.02.98
32. «54 US Bishops Urge Ending of Iraq Sanctions»,
en South News Jan 20 (itscom@alphalink.com.au)
33. Margolis, Eric; «Why Clinton can’t risk being
`soft on Sad-dam`, 15.12.1997 (http:// www.bigeye.com/foreignc.htm)
34. Harif, Yosef; «Clinton’s Test», «Ma’ariv»,
18.02.1998, p. B6
35. Said, Edward; «The Media...» ob. cit.
36. Ver Gresh, Alain; Interets nationaux divergents
et cooperation obligee-De Washington a Moscou, regards croises sur le Golfe»,
junio 1998, pag- 4/5
37. Freedman, Robert; «Rusia and the Middle East:
The Primakov era», en MIDDLE EAST REVIEW OF INTERNATIONAL AFFAIRS, (Begin
-Sadat Center for Strategic Studies of Bar-Ilan University, Israel) vol.2,
Mayo 1998.
38.
Nos hemos explayado al respecto en Brieger, Pedro; «Medio Oriente y la Guerra
del Golfo», Ed. Letra Buena, Buenos Aires, 1991. Ver especialmente el cap.
9 «Irak invade Kuwait»
39.
Bechor, Guy; «Un duro golpe al prestigio de los Estados».