Política de Estados Unidos con respecto a la Región
Andina
La región andina representa un reto y una importante oportunidad
para la política exterior de Estados Unidos en los próximos
años. Importantes intereses nacionales de Estados Unidos están
en juego en la región. La democracia está bajo presión
en todos los países de los Andes, donde crecen dudas sobre la capacidad
de los gobiernos democráticos para ofrecer los servicios básicos
y mayor prosperidad. El desarrollo económico es lento y el progreso
hacia la liberalización es inconsistente. Los Andes continúan
produciendo virtualmente toda la cocaína del mundo y una creciente
cantidad de heroína, lo que representa una amenaza directa a nuestra
salud pública y nuestra seguridad nacional. Todos estos problemas
persistentes se relacionan entre sí. Las economías deficientes
producen malestar político que amenaza a la democracia y proveen
mano de obra para la producción y tráfico de narcóticos
y los grupos ilícitos armados. Las instituciones democráticas
débiles, la corrupción y la inestabilidad política
desalientan las inversiones, contribuyen al lento crecimiento económico
y proveen terreno fértil para el surgimiento de los traficantes
de drogas ilícitas y otros grupos al margen de la ley. El comercio
de drogas ilícitas también tiene el efecto de distorsionar
la economía y desalentar las inversiones legítimas. Ninguno
de los problemas de la región puede ser resuelto por separado.
Más bien, todos ellos deben ser atendidos de manera abarcadora,
junto con iniciativas apropiadas de diplomacia pública para adelantar
nuestras metas en la región. Por esa razón el Departamento
de Estado propone la asignación de casi 880 millones de dólares
en fondos del Año Fiscal 2002 para la Iniciativa Regional Andina
de la administración.
Metas primordiales del gobierno de Estados Unidos en los Andes
1. Promover y apoyar la democracia y las instituciones democráticas
2. Fomentar el desarrollo económico sostenible y la liberalización
del comercio 3. Reducir significativamente en la fuente la oferta de drogas
ilícitas a Estados Unidos, reduciendo al mismo tiempo la demanda
en Estados Unidos.
1. Democracia
La democracia en la región está bajo presión de una
amplia variedad de fuentes. Las instituciones débiles, las rencillas
políticas y la corrupción en toda la región reducen
el apoyo popular a la democracia cuando la mayoría de las economías
se desempeñan mal. El respeto a los derechos humanos ha mejorado,
pero todavía no es uniforme en toda la región. El vínculo
de una insurgencia violenta en Colombia atizada por los cientos de millones
de narcodólares desestabiliza esa democracia de larga data. También
preocupa que el comercio de las drogas ilícitas se derrame a los
países vecinos.
Establecimiento de instituciones democráticas
La democracia está bajo ataque y en los Andes y se erosiona la
confianza en las instituciones democráticas esenciales. Hemos observado
un aumento de tendencias en el cuerpo político que buscan, o aceptarían,
soluciones no democráticas.
En Perú el gobierno que será elegido en junio enfrentará
el importante reto de reconstruir las instituciones democráticas
que fueron deliberadamente debilitadas durante la administración
Fujimori. El gobierno resultante posiblemente se forme con miembros con
poca o ninguna experiencia en gobierno, dado el mandato de diez años
de Fujimori y sus políticas de concentrar el poder en la presidencia.
El continuo escándalo de corrupción de la era de Fujimori
ha afectado la confianza pública en el liderazgo político
del país. Trabajaremos estrechamente con la próxima administración,
que probablemente carezca de experiencia luego de la gestión de
Fujimori, para fortalecer las instituciones democráticas y promover
el buen gobierno.
La democracia de Ecuador está bajo la presión de movimientos
populistas e indígenas cada vez más radicales, atizados
por una crisis económica generalizada. El levantamiento de enero
de 2000 que provocó la salida del presidente Mahuad por medios
extraconstitucionales podría repetirse en el futuro cercano si
siguen erosionándose los esfuerzos para aplicar reformas estructurales.
Esta situación ha tenido como resultado cuatro presidentes en los
últimos cinco años. La ayuda al gobierno de Noboa con apoyo
al fortalecimiento de las instituciones, la lucha contra la corrupción
generalizada, y la reactivación de los esfuerzos de reforma son
esenciales para promover la estabilidad.
Bolivia está también en medio de un período de turbulencia
ya que dos veces en el año pasado, grupos radicales han iniciado
protestas violentas que dañaron gravemente a la economía
y desafiaron al gobierno de Banzer. Esos grupos (incluyendo a cocaleros,
campesinos indígenas, profesores y consumidores urbanos) tienen
metas diversas y no siguen un liderazgo monolítico, aunque en el
pasado han demostrado capacidad de trabajar en conjunto por oportunismo.
El gobierno de Banzer ha evitado de una manera enérgica y digna
de elogio, el enfrentamiento violento e hizo concesiones mientras trata
de llegar hasta aquéllos que en la oposición están
dispuestos a entablar un diálogo y moderar sus puntos de vista.
La perspectiva de otras protestas todavía persiste. El gobierno
democrático de Bolivia necesita el apoyo norteamericano para abordar
la eficiencia gubernamental y combatir la corrupción. Existe también
la imperiosa necesidad de asegurarse de que se mantenga y adelante el
historial impresionante del país en cuanto a los esfuerzos contra
las drogas ilícitas.
En Venezuela, nuestra política es seguir trabajando con el gobierno
en asuntos de interés mutuo, incluyendo algunos aspectos de cooperación
contra las drogas ilícitas, reforma judicial, comercio y medio
ambiente, y canalizar la ayuda a las organizaciones privadas de voluntarios
y otros grupos que fortalecen la democracia en Venezuela. Los programas
de diplomacia pública dedicados a promover los beneficios de las
instituciones independientes y de la mutua limitación y equilibrio
de poderes serán un elemento clave de este esfuerzo.
Las ramas judiciales de la región son débiles e incapaces.
Padecen de ineficacia, equipos y entrenamiento deficientes, bajos salarios,
corrupción generalizada y en el caso de Colombia, intimidación.
Como consecuencia, los casos legales, tanto criminales como civiles, languidecen
durante años en el sistema, y frecuentemente resultan en decisiones
cuestionables. Este fenómeno es el meollo del grave problema de
la impunidad en la mayor parte de los países. La gente común
no tiene confianza en el sistema judicial, lo que las empuja a buscar
medios extrajudiciales para solucionar sus disputas o proteger sus intereses.
Los inversionistas de Estados Unidos y otros inversionistas extranjeros
han experimentado falta de protección segura de la ley, lo cual
obviamente desalienta la inversión.
Las legislaturas de toda la región están divididas en peor
grado por rencillas políticas y corrupción. En Ecuador,
una enorme abundancia de pequeños partidos enemistados entre sí
dificulta mucho la promulgación de leyes importantes. En la región
ha se visto el fracaso de partidos políticos establecidos, lo que
ha dado como resultado la elección a los cargos de candidatos sin
experiencia y la radicalización de los candidatos populistas. El
Congreso de Colombia está influenciado por los intereses de las
drogas ilícitas.
Deberíamos estar preparados para dedicar importantes recursos para
fortalecer las instituciones en los Andes. Los actuales programas de reforma
judicial deberían reforzarse para cambiar los procedimientos anticuados
e ineficaces, actualizar la legislación, promover un sistema judicial
más independiente, dar entrenamiento a los fiscales, jueces y defensores
públicos, modernizar los equipos e instalaciones judiciales, mejorar
las condiciones y la seguridad en las prisiones. Debe hacerse hincapié
en iniciativas contra la corrupción para restaurar la confianza
de la gente en sus instituciones. Las organizaciones privadas de voluntarios,
incluyendo los sindicatos, deberían ser fortalecidas y alentadas
a tener una participación activa en la vida política. Deberían
intensificarse los esfuerzos de diplomacia pública para respaldar
estas políticas. Debería hacerse hincapié especial
en las organizaciones privadas de voluntarios que trabajan con las grandes
poblaciones indígenas de Bolivia, Ecuador y Perú, dado que
esos grupos cada vez más se consideran mal atendidos y distanciados
de sus gobiernos.
Derechos humanos
La situación de los derechos humanos en Colombia es mala, como
resultado de la prolongada violencia interna que afecta a ese país.
La gran mayoría de las peores violaciones de los derechos humanos
las cometen miembros de grupos ilegales armados y ocurren en áreas
del país donde el gobierno no tiene presencia significativa. Los
paramilitares de extrema derecha son responsables por la mayor parte de
las matanzas extrajudiciales, pero las FARC y el ELN también cometen
numerosas violaciones de los derechos humanos y las leyes internacionales
humanitarias, tales como el reclutamiento obligatorio de menores, secuestro
y uso indiscriminado de armas de fabricación casera. Defensores
de los derechos humanos, miembros del Congreso, periodistas, jueces, investigadores,
fiscales, dirigentes sindicales y otros ciudadanos privados son todos
víctimas de asesinato, secuestro y amenazas.
Aunque creemos que el presidente Pastrana y el liderazgo de las fuerzas
armadas de Colombia trabajan para terminar la desagradable colaboración
de estas últimas con los paramilitares, algunos miembros militares
y de la policía colombiana siguen manteniendo lazos con los paramilitares
y en algunas regiones los militares colombianos parecen cerrar los ojos
ante las actividades paramilitares. El gobierno de Pastrana, y el alto
mando del ejército y la policía han expresado su determinación
de romper todos los lazos con los paramilitares y procesarlos con el mismo
vigor con que lo hacen con las guerrillas y, en realidad se ha hecho algún
progreso. Estados Unidos se propone hacer que cumplan esa promesa y presionar
en favor de mayores avances.
Necesitamos urgir al gobierno colombiano para que enjuicie plenamente
a los violadores de los derechos humanos sea cual fuere su credo político.
Sobre todo, el mandato de la ley debe ser ampliarse a muchas áreas
geográficas donde ocurren desproporcionadas violaciones de los
derechos humanos.
El entrenamiento de las fuerzas colombianas de seguridad en cuestiones
de derechos humanos requiere atención permanente, y un apoyo considerable
para reforzar las oficinas de derechos humanos en la Procuraduría
y la Fiscalía. Necesitamos lograr también un compromiso
mayor de parte del gobierno de Colombia para prevenir los ataques contra
la población civil y los activistas de derechos humanos, y dar
un mejor apoyo a la tarea de las organizaciones de derechos humanos responsables.
El resto de la región no puede ser ignorada. A pesar de que en
ninguno de los países restantes hay una situación de derechos
humanos tan problemática como la de Colombia, nuestros informes
sobre derechos humanos han documentado problemas en todos ellos. Necesitamos
seguir trabajando con los gobiernos y las organizaciones voluntarias privadas
en cada país para resolver las cuestiones problemáticas.
En Perú esto significará ayudar a reconstruir las instituciones
debilitadas por el persistente socavamiento durante los años de
Fujimori, tarea admirablemente iniciada por el gobierno de Paniagua.
Insurgencia colombiana y proceso de paz
La insurgencia en Colombia ya tiene 40 años de antigüedad
y tiene recursos más grandes que nunca debido al influjo en los
cofres de la guerrilla y de los paramilitares del dinero procedente del
tráfico de drogas ilícitas, el secuestro y la extorsión.
El proceso de paz se ha estancado porque la disposición de las
FARC para negociar de buena fe cada vez está sujeta a más
interrogantes. Un posible entendimiento con la organización más
pequeña ELN depende de que la población local acepte la
creación de una "zona de encuentro", desmilitarizada,
que permita negociaciones en un ambiente que las guerrillas consideren
seguro.
Todos los vecinos de Colombia están afectados en un grado u otro
por la violencia en ese país Las FARC y el ELN cruzan desde hace
años las fronteras internacionales para descansar, recreación
y reabastecimiento. También se han dedicado periódicamente
al secuestro, extorsión, y tráfico de drogas ilegales y
armas hacia países vecinos. La organización AUC, cada vez
más poderosa, ha comenzado a operar cruzando fronteras internacionales,
lo que aumenta la posibilidad de que el conflicto armado se extienda a
los países vecinos.
El conflicto ha generado hasta ahora relativamente pocos refugiados hacia
países vecinos, aunque claramente existe el potencial de más
de ellos si el conflicto se intensifica. Ha generado una cantidad importante
de personas internamente desplazadas (PID) y las instituciones del gobierno
colombiano tienen dificultades para atenderlas.
El apoyo al proceso de paz colombiano sigue siendo un elemento vital de
la política de Estados Unidos. A pesar del lento progreso alcanzado
hasta hoy, el proceso de paz representa la mejor oportunidad de Colombia
para salir del ciclo de cuarenta años de violencia. Una solución
militar no es una opción viable, porque las fuerzas armadas de
Colombia no son suficientemente fuertes para enfrentar a los grupos de
fuerzas irregulares que tienen crecientes ingresos procedentes del tráfico
de drogas ilícitas. Los grupos insurgentes ni se acercan a la capacidad
de derrocar al gobierno. Sin embargo, algún tipo de arreglo negociado
sigue siendo la mejor solución posible, aunque requiera años
conseguirlo, y no se logre mientras Colombia no reduzca el financiamiento
de la insurgencia por parte del tráfico de drogas ilícitas
y mejore la capacidad de sus fuerzas armadas y de la policía para
que se conviertan en una amenaza cierta para los grupos ilegales armados
y ofrezcan una adecuada protección a la población civil
colombiana.
De manera similar tenemos que trabajar con los países vecinos y
darles el apoyo a sus esfuerzos para contener la violencia en Colombia.
Esos esfuerzos deben enfocarse en fortalecer su capacidad de hacer frente
al desorden que impera en las zonas fronterizas, preparándolos
para un posible flujo de refugiados y ayudándolos con programas
de desarrollo alternativo. El gobierno colombiano también necesita
ayuda en sus esfuerzos para atender a la gran cantidad de personas internamente
desplazadas en Colombia, para reasentarlos y reintegrarlos a la economía.
Los esfuerzos de diplomacia pública para explicar y crear apoyo
a nuestros políticas y programas será muy importante. Con
apoyo del Congreso el financiamiento de esos esfuerzos debe ser puesto
a disposición de la Iniciativa Regional Andina.
2. Desarrollo económico y comercio
Todas las economías de la región han tenido dificultades
en años recientes, y siguen siendo vulnerables a los reveses. Colombia,
con elevado desempleo y falta de confianza de los inversionistas, principalmente
por la inestabilidad política y la violencia, posiblemente sea
el más vulnerable. A medida que se realizan las actividades contra
las drogas ilícitas, dichas medidas deben ir acompañadas
de programas de desarrollo alternativo diseñados para atraer a
la economía legal a los ex cultivadores de la hoja de coca y la
adormidera para opio. Ecuador atravesó una intensa crisis económica
en 1999, y todavía es vulnerable. Los crecientes precios del petróleo
han ayudado a la economía de Ecuador y contribuido a una dolarización
exitosa que ha permitido restaurar la confianza en la economía.
No obstante, importantes reformas estructurales, particularmente en el
sector de la banca, están pendientes y son necesarias para una
recuperación sostenible. Luego de la fuerte recesión de
1999, Venezuela se ha beneficiado de los altos precios del petróleo,
pero los inesperados ingresos petroleros han permitido que el gobierno
siga ampliando sus programas sociales y postergue las necesarias reformas
estructurales. Si los precios petroleros caen y permanecen bajos por un
largo período, la economía de Venezuela sufrirá y
el gobierno de Chávez posiblemente enfrente una grave crisis política
y económica. Bolivia y Perú tienen economías de bajo
desempeño a pesar de sus políticas macroeconómicas
generalmente adecuadas, pero enfrentan la incertidumbre debido a las próximas
elecciones venideras y las futuras políticas macro económicas.
Desarrollo económico sostenible
Económicamente, la región andina es bastante diversa, pero
los países comparten muchas características. Cada país
andino tiene una profunda división entre una élite pequeña
y próspera y una clase empobrecida, con frecuencia de origen indígena.
Algunos carecen de la combinación de políticas necesarias
para fomentar el crecimiento. Otros tienen políticas correctas
pero carecen del apoyo popular necesario para mantenerlas a largo plazo.
El desarrollo está ligado estrechamente a la estabilidad política
de la región.
Lo que quizás sea de importancia mayor para los intereses de Estados
Unidos es el desarrollo alternativo, que ofrece opciones legítimas
al cultivo de la coca y la adormidera. Desde hace varios años hemos
aplicado importantes programas de desarrollo alternativo en Bolivia y
Perú, y han tenido bastante éxito, al combinarse con programas
de erradicación agresiva e interceptación para lograr reducciones
importantes en la cosecha de coca en esos países. Colombia trata
de repetir ese éxito con el Plan Colombia; al combinar un nuevo
programa de desarrollo alternativo con la erradicación aérea
y las actividades de interceptación al sur de Colombia (actualmente
la concentración de cultivos de coca más grande del mundo),
Ecuador necesita ayuda adicional para el desarrollo alternativo en la
región de la frontera norte para evitar la propagación de
los cultivos a esa área.
La ayuda tradicional de desarrollo (AD) y los fondos de apoyo económico
(ESF), que no están directamente relacionados con los programas
contra las drogas ilícitas, también son importantes para
ayudar a dar impulso a las economías debilitadas y reducir las
disparidades de ingresos entre clases, grupos y regiones en los Andes
que contribuyen a los disturbios políticos. Bolivia, en particular,
es uno de los países más pobres de la región y se
beneficia de la iniciativa de la deuda de los Países Pobres Fuertemente
Endeudados (PPFE), cuyo objeto es lograr que los ahorros del alivio de
la deuda se dediquen a reducir la pobreza. Ecuador ha llenado también
los requisitos de alivio de su deuda en el Club de París. Ecuador,
Perú y Colombia también tienen urgentes necesidades de ayuda
de desarrollo y respaldo económico. Venezuela, uno de los principales
países exportadores de petróleo, tiene bases menos dramáticas
para la ayuda económica, aunque algunos programas específicos
podrían ser útiles, si el gobierno de Venezuela se comprometiera
a ellos.
Necesitamos dar atención especial a la educación en los
planes de desarrollo para esas naciones, en reconocimiento de la función
decisivo de la educación en el desarrollo económico. La
ayuda educativa a la región (becas, donaciones, etc.) debería
aumentarse de manera significativa, en especial para los sectores indígenas
de la población. Esperaríamos el establecimiento en la región
andina de uno de los "Centro Educativos para la Excelencia"
anunciados por el presidente el 21 de abril. Los esfuerzos de diplomacia
pública financiados por medio de la Iniciativa Regional Andina
apoyarán estas metas.
Medio ambiente
La región incluye algunos de los ecosistemas más únicos
en su género del mundo, entre ellos los Andes y el Amazonas, al
igual que tesoros ecológicos como las Islas Galápagos. Muchas
de las maravillas naturales de la región se ven amenazadas por
el desarrollo invasor y son vulnerables a otros embates. Hay una necesidad
apremiante de ayuda técnica y ayuda al desarrollo continuas, sobre
la base de los programas existentes, para permitirles a estos países
equilibrar mejor sus necesidades legítimas de desarrollo económico
con el imperativo de proteger sus recursos naturales y preservar su diversidad
ecológica única en su género. Es necesario desarrollar,
aplicar y poner en vigor modelos que permitan el crecimiento económico
sostenible sin causar daño irreversible al medio ambiente. Necesitamos
también desarrollar programas para ayudar a reparar el daño
ambiental provocado por la producción de drogas ilícitas.
Renovación de la ATPA
Quizás la mayor contribución individual de corto plazo al
crecimiento económico y la prosperidad de los Andes sería
la renovación de la Ley de Preferencia Comercial Andina (ATPA),
y la expansión de sus beneficios. La legislación se aprobó
originalmente para ofrecer alternativas económicas a la producción
y tráfico de drogas en Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia,
y ha tenido éxito en conseguirlo sin causar un impacto económico
adverso para Estados Unidos. La justificación original de la legislación
persiste todavía, pero la ley expira a fines de año y debería
ser renovada lo antes posible. La administración apoya colaborar
con el Congreso para expandir los beneficios de la legislación.
ALCA
Para los países andinos, la incertidumbre hace aún más
difícil competir por la inversión, y hace aún más
importante que optimicen sus políticas para atraer esa inversión.
Desafortunadamente, la liberalización comercial se ha desenvuelto
de manera desigual en la región. La mayoría de los países
mantienen todavía barreras al comercio y la inversión que
retardan el crecimiento económico. El Area de Libre Comercio de
las Américas podría ayudar a toda la región a obtener,
mediante el comercio libre, los beneficios de la inversión incrementada
y la generación de empleos. Continuaremos también colaborando
con todos los países andinos en torno a cuestiones comerciales
que nos interesan, tales como los derechos de propiedad intelectual (DPI).
Hay en la región varios países con los que hemos mantenido
negociaciones periódicas sobre Tratados Bilaterales de Inversión
(TBI), entre ellos Colombia, Perú y Venezuela. Colombia ha introducido
cambios constitucionales en sus cláusulas de expropiación
que allanan el camino hacia un TBI final. Perú ha expresado recientemente
renovado interés en un TBI, y Venezuela sigue siendo una posibilidad,
dados los recientes cambios ministeriales. Sin embargo, del lado de Estados
Unidos hay varias cuestiones de política de inversión que
demoraron la conclusión de los TBI ratificados por el Senado en
el otoño pasado. Estos problemas no han sido resueltos aún.
3. Ayuda antidroga y a la ejecución de la ley
El apoyo de Estados Unidos a las acciones antidrogas en los Andes tiene
el propósito de reducir la producción ilícita de
coca un 20 por ciento para fines de 2002 (año base: 1999), y un
40 por ciento para fines de 2007. Esto incluye una reducción del
30 por ciento en la producción colombiana de coca y la eliminación
de la producción ilegal de coca en Bolivia para fines de 2002.
La Estrategia Nacional de Control de Drogas se concentra en la prevención,
el tratamiento, la investigación, la aplicación de la ley,
la protección de nuestras fronteras, la reducción de la
oferta de drogas y la cooperación internacional. Mediante una gama
equilibrada de acciones de reducción de la demanda y reducción
de la oferta, nos esforzamos para reducir a la mitad la adicción
a drogas y la disponibilidad de éstas, y las consecuencias de la
adicción a drogas en por lo menos 25 por ciento para 2007. Con
este fin, el financiamento de la reducción de la demanda se ha
duplicado con exceso desde el año fiscal 1999 y es más del
doble de lo que Estados Unidos gasta en todos los programas estadounidenses
internacionales y de interceptación combinados.
Los países andinos producen virtualmente toda la cocaína
del mundo, y en años recientes se han convertido en el proveedor
de heroína más importante de la costa oriental de Estados
Unidos. La ayuda de Estados Unidos a la región para combatir la
producción y tráfico de drogas ha sido significativa, y
ha logrado algunos éxitos notables. En los últimos cinco
años el cultivo de coca en Perú y Bolivia ha sido reducido
cerca de un 70 por ciento. Estos avances, sin embargo, se han visto anulados,
en su mayor parte, por la expansión espectacular del cultivo de
la coca en Colombia, plagada de conflictos, donde los traficantes, para
prosperar y expandirse, han sacado partido de la falta de presencia gubernamental
en las áreas rurales. Las organizaciones guerrilleras y los paramilitares
ilegales están involucrados en todos los aspectos del comercio
de drogas en las zonas bajo su control. Establecen cuotas de producción,
cobran impuestos a la producción; proveen semillas y suministros,
se establecen a sí mismos como los únicos agentes de compra
de coca (con severas penas para los que venden a competidores) y controlan
una cantidad significativa de la producción, que venden a los carteles
internacionales de la droga.
Debido al éxito de la reducción de la oferta en Perú
y Bolivia, la producción mundial de cocaína disminuyó
casi un 20 por ciento entre 1995 y 1999. Esa disminución continuó
en 2000 en Perú y Bolivia, pero, debido al aumento del cultivo
de coca en Colombia, la producción general en todo el mundo se
mantuvo estadísticamente estable en 2000. El potencial de producción
de la cocaína colombiana ha aumentado más de 150 por ciento
desde 1995.
Los patrones de consumo de la cocaína también han cambiado
significativamente. El número de consumidores estadounidenses de
cocaína ha caído un 70 por ciento desde su máximo
en los años 80, lo que refleja una declinación radical del
consumo esporádico de cocaína en Estados Unidos. Por consiguiente,
la mayor parte de la cocaína la consumen los adictos empedernidos.
El consumo total de cocaína en Estados Unidos se ha mantenido estable
desde 1997 en alrededor de 300 toneladas métricas anuales. Sin
embargo, el consumo de cocaína en Europa y los países andinos
de origen de la droga ha aumentado drásticamente en el mismo período,
y estos dos grupos, tomados en conjunto, consumen aproximadamente la misma
cantidad que Estados Unidos. El precio de la cocaína en Estados
Unidos se ha mantenido estable o ha caído ligeramente, lo que refleja
la continua y pronta disponibilidad. La continua presión sobre
la demanda en Estados Unidos, unida a un apoyo apropiado en los países
de origen andinos, debería crear un incentivo negativo a la producción
ilegal de coca. La variable no controlable del mercado es el consumo de
cocaína fuera de Estados Unidos.
Plan Colombia
La fuerte concentración de la industria de la cocaína en
el sur de Colombia en los últimos años, protegida por un
ambiente al margen de la ley promovido por una fuerte presencia y participación
de las FARC y los paramilitares en el comercio de drogas, plantea tanto
un reto como una oportunidad a la política estadounidense y colombiana.
La respuesta del gobierno colombiano, que cuenta con nuestro apoyo, fue
el Plan Colombia, programa de 7.500 millones de dólares y cinco
años de duración, al cual Estados Unidos ha prometido más
de mil millones de dólares en ayuda. Este ambicioso programa tiene
un potencial tremendo, pero le llevará tiempo alcanzar el éxito,
aunque los esfuerzos de erradicación e interceptación ya
van comenzando con rapidez. Mantener el impulso de este programa es esencial
para nuestros objetivos en la región.
Esfuerzos regionales para complementar el Plan Colombia
A todos los vecinos de Colombia les preocupa la posibilidad de un "derrame",
específicamente en el sentido de que la presión aplicada
por el gobierno colombiano en el sur de Colombia resulte en el movimiento
de refugiados, guerrilleros, paramilitares y/o traficantes de drogas hacia
otros países a través de las fronteras porosas. Si bien
le recalcamos a la región nuestro punto de vista de que los efectos
corrosivos de la producción y el tráfico de drogas se han
venido "derramando" durante años a través de las
fronteras de Colombia, no creemos que el Plan Colombia resulte en la huída
de un número significativo de refugiados, ni en un aumento significativo
de las operaciones transfronterizas de las FARC, el ELN o las AUC. Creemos,
sin embargo, que resultará en un dislocamiento importante de la
industria de la cocaína. Los traficantes tratarán, indudablemente,
de reubicarse a medida que sus operaciones en el sur de Colombia queden
dislocadas. Creemos que, primero, tratarán de reubicarse en otras
zonas atractivas dentro de Colombia, luego tratarán de regresar
a sus áreas de cultivo tradicionales en Perú y Bolivia.
Pero si se contienen estas operaciones, pueden muy bien tratar de trasladar
más cultivos, procesamiento y/o rutas de tráfico a otros
países como Ecuador, Brasil o Venezuela.
Para impedir que los traficantes se reubiquen simplemente en otras partes,
es necesario reforzar nuestros esfuerzos antidrogas en los países
vecinos. Por esa razón, en la asignación para el Plan Colombia
en el año fiscal 2001 se separaron 180 millones de dólares
para otros países de la región. A medida que avanza el Plan
Colombia, será necesario evaluar constantemente la reacción
de los traficantes y su potencial de restablecer la industria de la cocaína
fuera de Colombia. Según evolucione la amenaza de las drogas fuera
de Colombia, podemos tener necesidad de acelerar esta ayuda, o considerar
un tipo de ayuda diferente, de modo que a los traficantes se les impida
establecer una nueva zona de producción de coca. Esta ayuda tiene
que equilibrarse con la interceptación y la aplicación de
la ley, la erradicación, el desarrollo alternativo y la reforma
judicial, dirigidos cuidadosamente hacia diferentes objetivos en cada
país, a fin de satisfacer las necesidades individuales. En la región
serán esenciales las consultas. Se necesitarán programas
de diplomacia pública para explicar y respaldar el programa con
financiamiento ampliado provisto a través de la Iniciativa Regional
Andina.
Reducción de la demanda
Al programa andino lo complementa un aumento significativo de fondos destinados
a la reducción de la demanda interna en Estados Unidos. Dado que
los adictos empedernidos consumen en Estados Unidos una proporción
mucho mayor de la cocaína que los consumidores esporádicos,
es necesario que los esfuerzos de reducción de la demanda incluyan
un esfuerzo más intenso para cerrar la brecha del tratamiento público.
Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares de 1998 sobre la
Adicción a Drogas, el estimado de la diferencia entre aquéllos
que necesitan tratamiento y aquéllos que en realidad lo reciben
(brecha del tratamiento) es de aproximadamente 2,9 millones de personas.
En la última década, el Presupuesto Nacional de Control
de Drogas destinado a reducir la demanda ha aumentado más de 60
por ciento, hasta un nivel de 5.800 millones de dólares en el año
fiscal 2001. Este aumento es en su mayor parte resultado de los esfuerzos
para ofrecer capacidad adicional de tratamiento de drogas, alentar el
uso de programas basados en la investigación y enviar mensajes
de prevención dirigidos específicamente a la juventud. Para
atender la necesidad de capacidad adicional de tratamiento efectivo de
la adicción a drogas, la Oficina de Política Nacional de
Control de Drogas (ONDCP) apoya programas que hacen que los servicios
de tratamiento estén más ampliamente disponibles y sean
más responsivos a las necesidades de servicio identificadas localmente.
Por ejemplo, el programa de Expansión de la Capacidad de Tratamiento
Singularizado (TTCE) se estableció para dar servicios de tratamiento
en áreas donde surge o existe ya la necesidad de esos servicios.
De acuerdo con la Ley de Comunidades Libres de Drogas de 1997, una iniciativa
nacional concede subsidios federales directamente a coaliciones de comunidades
de Estados Unidos. Se han aplicado también esfuerzos substanciales
para estimular el uso de programas de prevención y tratamiento
basados en la investigación.
Un ejemplo es la Red de Pruebas Clínicas de Tratamiento, que trata
de salvar la brecha entre la investigación y la práctica.
Además, el Programa Nacional de Escuelas y Comunidades Libres de
Drogas respalda programas de prevención innovadores al otorgar
subsidios a las comunidades que pongan en práctica en las escuelas
programas basados en la investigación. Otro programa importante
para reducir la población estadounidense de adictos utiliza el
tratamiento de consumidores encarcelados. Finalmente, la Campaña
de los Medios de Comunicación contra las Drogas entre los Jóvenes,
dirigida a objetivos específicos, de alto impacto, que hace hincapié
en la publicidad en medios múltiples, es un esfuerzo multidimensional
concebido para educar y facultar a los jóvenes para que rechacen
las drogas ilícitas.
Si se considera la tasa creciente de adicción y consumo de drogas
en los países de origen, necesitamos acoplar los esfuerzos de reducción
de la oferta al apoyo a los programas de reducción de la demanda
del país anfitrión. Los programas de Reducción de
la Demanda Internacional tienen el fin de: crear apoyo público
y político en los países de producción y tránsito
para que cooperen con Estados Unidos en reducir la oferta; fortalecer
la voluntad de la comunidad internacional en favor de políticas
antidrogas abarcadoras; aumentar la comprensión de sus propios
problemas de consumo de drogas en países y regiones claves; mejorar
las encuestas epidemiológicas y las iniciativas de concientización
pública; educar a la comunidad internacional en torno a las políticas
y programas estadounidenses para combatir la adicción a drogas;
y establecer alianzas multilaterales efectivas para combatir el consumo
de drogas. En apoyo de estos objetivos, hemos ofrecido información
a visitantes internacionales, hemos apoyado esfuerzos contra la legalización
emprendidos por organizaciones no gubernamentales, hemos servido de mecanismo
coordinador con las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Organización
de los Estados Americanos, y hemos compartido conjuntos de datos con varios
países para mejorar la vigilancia de los problemas de salud y sociales
relacionados con las drogas.
Una de las críticas constantes que encaramos en América
Latina mientras trabajamos en el terreno de la lucha antidroga, es que
Estados Unidos no hace lo suficiente para refrenar la demanda interna.
Si bien hemos tenido algún éxito en ir más allá
de la tradicional y estéril disputa entre países de oferta
y países de demanda, y hemos invertido un esfuerzo considerable
para explicar todo lo que hacemos en nuestro país para atender
nuestros problemas de drogas, esto sigue siendo un tema de discusión.
Al presente, el consumo total de cocaína en América del
Sur y Europa compite de cerca con el consumo en Estados Unidos, lo que
vuelve borrosa la vieja línea de distinción entre naciones
productoras y naciones consumidoras y demuestra que la reducción
de la demanda no es un simple problema estadounidense. Al proseguir con
decisión con nuestros propios esfuerzos de reducción de
la demanda, promovemos el apoyo político de los gobiernos extranjeros
en favor de la reducción de la oferta y eliminamos un problema
politizador potencial.
Ayuda de seguridad
La capacidad de las fuerzas armadas andinas de llevar a cabo sus misiones
esenciales de apoyar las instituciones democráticas, controlar
las fronteras internacionales y respaldar los esfuerzos antidrogas ha
declinado significativamente en la última década. En general,
las fuerzas armadas andinas se ven limitadas en su capacidad de realizar
las misiones que les son requeridas. También se ven todavía
influidas, en cierto grado, por rivalidades regionales históricas,
que no reflejan amenazas reales y actuales a la seguridad nacional. La
mayoría soporta la carga de un equipo en deterioro u obsoleto que
cada vez se vuelve más difícil y caro de mantener y operar.
Se beneficiarían enormemente de una modesta inyección de
ayuda de seguridad en forma de Financiamiento Militar Extranjero (FMF)
y Adiestramiento y Educación Militares en el Extranjero (IMET)
y del contacto incrementado con militares estadounidenses en general.
El impacto en términos de profesionalismo, respeto a los derechos
humanos y preparación para emprender misiones sería apreciable.
Es necesario que sigamos trabajando con las fuerzas armadas de los países
anfitriones, la Organización de los Estados Americanos y la Junta
Interamericana de Defensa (JID) para recalcar la subordinación
a la autoridad civil legítima, la adhesión a las normas
constitucionales y el respeto a los derechos humanos. Es necesario que
mejoremos la cooperación regional a través del proceso de
las Ministeriales de Defensa de las Américas y otras estructuras
de defensa regional hemisférica, y que vinculemos más estrechamente
este proceso con el proceso general de la Cumbre de las Américas
para reducir la división entre civiles y militares que es evidente
en la mayoría de los países andinos. Es necesario también
que invirtamos fuertemente en el mejoramiento de la calidad y competencia
de los civiles que trabajan en los ministerios de defensa de las naciones
anfitrionas. Actualmente, hay falta de conocimientos y experiencia en
la comunidad civil en torno a la toma de decisiones y la administración
de recursos de la defensa, la política de defensa y las relaciones
entre civiles y militares. El adiestramiento apropiado puede cubrir esta
necesidad.
Es necesario que colaboremos con las naciones anfitrionas para estimular
la reevaluación de sus misiones de seguridad nacional, restarle
hincapié a las tradicionales rivalidades entre las fuerzas de seguridad
para adaptarse a los retos cambiantes en materia de seguridad, inclusive
las amenazas transnacionales como las drogas y la migración ilegal,
el socorro y la ayuda humanitaria en casos de desastres, el mantenimiento
de la paz y la protección ambiental. Deberíamos, en calidad
de medidas de creación de confianza para disminuir la importancia
de antiguas rivalidades, alentar la resolución de antiguas disputas
fronterizas, apoyar la transparencia de los presupuestos militares y estimular
el intercambio de información e inteligencia en relación
con amenazas transnacionales.
Deberíamos estar preparados para aumentar nuestros contactos entre
militares mediante ejercicios, educación y adiestramiento profesionales,
intercambio profesional y visitas entre homólogos y otros programas.
Las naciones anfitrionas necesitarán ayuda para seguir adelante
con la modernización racional y apropiada del equipo militar para
reemplazar equipo obsoleto que actualmente es parte del inventario. El
uso del programa de Ventas Militares en el Extranjero (FMS) ampliará
nuestros vínculos con las fuerzas armadas de las naciones anfitrionas,
promoverá la capacidad de operar recíprocamente con las
fuerzas estadounidenses y aliadas y mejorará la capacidad de acción
regional combinada, especialmente en operaciones de mantenimiento de la
paz y socorro en casos de desastres.
4. Contribución internacional y del país anfitrión
Las naciones de la región ya se han comprometido firmemente en
todas las tres principales áreas de interés: democratización,
desarrollo económico y esfuerzos contra las drogas. Todas dedican
porcentajes significativos de su presupuesto anual a estas áreas
y todas están dispuestas a colaborar con nosotros en el diseño
e integración de programas exitosos, asegurando que nuestros esfuerzos
se combinen bien con los de ellas. Es imposible obtener cifras exactas,
dado que las naciones dividen sus presupuestos de muchas maneras diferentes
que no coinciden netamente con las categorías de la ayuda estadounidense
propuesta, pero, en total, comprometen miles de millones de dólares
para el desarrollo económico, la democratización y los esfuerzos
contra las drogas en toda la región. Por ejemplo, Ecuador ha establecido
la Iniciativa de la Frontera Norte para promover mejores seguridad y desarrollo
en la región fronteriza con Colombia. Brasil ha emprendido la Operación
Cobra, esfuerzo de aplicación de la ley que se concentra en la
región de la Cabeza del Perro, fronteriza con Colombia. Además,
Brasil ha ofrecido compartir con Colombia y sus otros vecinos andinos
información sobre rastreo de sospechosos derivada de su Sistema
de Vigilancia del Amazonas (SIVAM). Bolivia ha venido atacando la producción
de drogas mediante su Plan Dignidad y desarrolla una estrategia general
de reducción de la pobreza. Colombia sigue cumpliendo sus compromisos
de acuerdo con el Plan Colombia. Panamá ha dado pasos concretos
para mejorar la seguridad y el desarrollo en la región del Darién.
El nuevo gobierno peruano ha hecho de la reforma de las instituciones
democráticas una prioridad nacional y mantiene un historial impresionante
de desempeño antinarcótico. En Venezuela, las autoridades
locales han cooperado con decisión en la interceptación
de drogas, de lo que es ejemplo el decomiso récord, el año
pasado, de muchas toneladas durante la Operación Orinoco. Nuestra
Iniciativa Regional Andina y nuestra estrategia se basan en estas estrategias
nacionales y se interrelacionan con ellas.
De modo similar, los terceros países que son donantes y las instituciones
financieras internacionales son particularmente activos en los aspectos
de desarrollo económico y democratización, al proveer ayuda
en forma de subsidios y préstamos orientados a objetivos específicos
a los siete países que son motivo de preocupación. Continuaremos
colaborando con las naciones anfitrionas y los contribuyentes internacionales
para asegurar que estos programas de ayuda y los programas de las naciones
anfitrionas estén respaldados adecuadamente y bien integrados.
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